Cincuenta y dos
—¿Qué haces con ella acá, Marianela?
—Es lo que debería preguntarte yo a vos, Marroc. ¿Qué haces vos con ella cuando yo no estoy? —reformuló con malicia.
—¿De dónde sacaste que me dicen Marroc? —siseó con su tono infernal.
—¿Acaso no es el apodo que te puso esta señorita? —dijo despectivamente, señalando a Soledad sentada frente a ella.
Hernán paseaba la vista entre Marianela, con los codos sobre la mesa y las manos entrelazadas, y Soledad, petrificada mirando al vacío. Y a pesar de la parsimonia en su postura, pudo detectar en sus facciones vestigios de aquel temor que sentía por la reacción de Leandro, cuando se demoraba en entregar la dona en su viejo local de Lavalle.
—Mis amigos me pusieron así, solo ellos me llaman Marroc. Y Soledad, que es la única mujer en mi vida a la que se lo conté.
—Tres años de matrimonio y nunca me lo dijiste —lo recriminó—. Igual, no me importa si te dicen Marroc, Alfajor, Turrón, o lo que sea. Vos me estás engañando con esta mujer, no soy estúpida; se acabó tu juego, Hernán.
Hernán hizo una sonrisa al revés mientras asentía con la cabeza. Llevó una mano a su espalda baja por dentro de su campera, y tomó el sobre que contenía su carta de liberación. Lo arrojó sobre la mesa, se cruzó de brazos, y le respondió:
—Te felicito, resolviste el misterio. Me preguntaste quién era la mujer que amaba, ahí la tenés. Si la volví a ver, es obvio que sí, por algo está acá. Y para que te quedes tranquila, nos reencontramos antes del cumpleaños de Ramiro. Pero no te preocupes, nuestro matrimonio se terminó hoy, oficialmente sos mi ex esposa.
Los ojos de Soledad se abrieron ligeramente y Marianela tomó el sobre, leyó la sentencia mientras su rostro se teñía de carmín. Hernán se paró detrás de Soledad, dejó un beso sobre su cabeza, y revisó la caja de donas.
—¿No trajiste de marroc?
—Se la comió ella —susurró, sin levantar la vista.
Hernán hizo lo mismo de siempre. Levantó la cabeza de Soledad con dos dedos debajo de su mentón, y fue claro en su argumento.
—¿Por qué bajás la cabeza? Se acabó, corazón. Yo te lo había prometido, ahora esta es tu casa y ya no tenemos que escondernos.
—¡Ah, bueno! —exclamó Marianela, golpeando la mesa mientras se levantaba de su lugar—. Te juro que estaba esperando que lo negaras todo, que me trataras de loca, tóxica... Pero sos tan caradura que encima lo admitís. A ver, entonces, ¿hace cuánto te estás acostando con esta mujer?
Hernán simuló pensar, mientras masticaba la dona y señalaba al aire, fingiendo hacer cuentas.
—Diciembre del año pasado —explicó con la boca llena—. ¿Querés que sea más preciso? El día que supuestamente se rompió la fibra óptica en mi local de Avellaneda, durante el partido de Argentina. Pero nos reencontramos en octubre, ¿no, corazón?
Soledad seguía estática en su lugar con el semblante endurecido, de un lado tenía la mirada fúrica de Marianela, y al otro, a Hernán disfrutando la situación. Tenía que salir de ahí.
—Creo que lo mejor va a ser que me vaya, tienen mucho de qué hablar, y yo acá no cuadro.
Soledad se levantó decidida, pero Hernán la detuvo por los hombros.
—No, vos no tenés por qué irte. Esta es mi casa y yo decido quién se queda y quién se va.
Hernán le echó una oscura mirada a Marianela, que todavía seguía en shock por la situación en general. Le había salido el tiro por la culata, porque pensaba presentar los streams de Soledad como evidencia de infidelidad en el divorcio. No le quedaba otra salida más que apelar a la lástima.
—¿Me estás echando? Pero no tengo a dónde ir, Hernán.
—Me chupa un huevo, tuviste tres meses para buscar dónde vivir, y elegiste quedarte a joderme la vida.
—¿Volver a enamorarte es joderte la vida?
—Creo que fui claro cuando te dije que ya no te amaba, y sin embargo te quedaste igual. No es mi culpa que hayas perdido el tiempo en pelotudeces como esta.
—Deberías agradecer que me quedé, al menos tenías a quien cogerte cuando andabas caliente. ¿Eso lo sabías, Soledad? —recordó con malicia—. El mejor sexo con Hernán lo tuve justamente después de iniciado nuestro divorcio.
Marianela le clavó una mirada airosa creyendo que la había herido, pero Soledad bajó la cabeza para ocultar una risa despectiva.
—Eso ya lo sabía, bueno... No sabía específicamente que seguían cogiendo con la demanda en curso, pero me da igual. Eso es lo que hacen las amantes, aceptar que ese hombre ante todo es marido y tiene que cumplirle a su esposa.
Marianela quedó completamente desencajada, no esperaba esa seguridad en sus palabras, decidió cambiar el blanco de sus ataques.
—Bueno... Qué puedo esperar de una mujerzuela como vos, que se deja filmar revolcándose en la cama de un hotel solo por impulsar su carrera —escupió despectiva, en relación a su video con Baltazar—. Y hablando de eso, ¿qué dirá tu noviecito trapero cuando se entere que lo engañaste con Hernán?
—Ya lo sabe —aclaró Soledad—. Tenemos una relación abierta, ¿pero qué vas a saber de eso si naciste en el siglo pasado?
—¡A mí no me vas a tratar de vieja, maleducada de mierda!
Cuando Hernán percibió que Marianela comenzaba a acercarse a Soledad completamente fuera de sí, se colocó delante de ella y fue determinante.
—Suficiente. Es hora de que te vayas de mi casa.
—¡No pienso irme a ningún lado hasta no tener dónde vivir! ¿Cómo podés ser tan cruel después de todo lo que vivimos juntos?
—¿No te querés ir? Perfecto, es tu decisión. Esta es mi casa y voy a hacer lo que se me cante el ojete.
A continuación, Hernán tomó a Soledad de la cintura y comenzó a besarla. A ella le costó seguirle el ritmo, pero finalmente terminó rindiéndose a ese beso que la enloquecía en su entrepierna, hasta que fueron interrumpidos por Marianela.
—¿Cómo podés ser tan sinvergüenza y faltarme el respeto así? —chilló por demás indignada.
Hernán se separó, le clavó sus ojos ennegrecidos y comenzó a acercarse a ella, que dio un paso atrás por inercia.
—Primero, no es falta de respeto porque ya no sos mi esposa —escupió con su tono gutural, mientras levantaba el dedo índice frente a su rostro—. Y segundo, ¿qué parte no entendés de que esta es mi casa y vos ya no tenés nada que hacer acá?
»Entonces, tenés dos opciones. Te preparás tu puto tecito Chai y te sentás acá a ver la televisión mientras le hago el amor a Soledad en mi cama —enfatizó—, o te esperamos, agarras tus cositas, y desapareces de mi vida de una puta vez. ¡¿Entendiste?! —gritó enfurecido sobre su rostro—. No me hagas llamar a la policía para que amablemente te lleven a la concha de tu puta madre en patrullero.
—Esto no se va a quedar así, Hernán, estas humillaciones no son gratuitas. ¡Me voy a encargar personalmente de que tu marca se funda, y de que a esta prostituta no la escuche más nadie!
—Es lo que estamos esperando con Ramiro, dale, hacelo —la desafió, enfatizando con su tono demoníaco—. Por cierto... ¿Abriste Instagram? Vos que siempre sos la primera en ver mis historias, ¿ya viste las de esta tarde?
Marianela seguía estática, parada de camino a la habitación, mientras Soledad entraba a la red social, y allí estaban las historias de Hernán, que no era más que un comunicado dividido en tres historias.
Sé que es raro que haga estas cosas, pero es preferible adelantarme a los hechos, que lo sepan de mi boca, y no por boca de otro, ya tuve malas experiencias en mi vida al hablar por boca de otros. Y en parte, ese gran error de mi pasado es lo que desencadenó en esto que van a leer ahora. Esta mañana, el juez dictaminó que oficialmente soy un hombre divorciado. Mi relación con Marianela siempre fue una mentira, un espejismo, y no hondaré en más detalles porque no quiero convertirme en lo que trato de evitar con estas palabras.
Mi primer amor, la primera mujer que se enamoró de mi demonio al punto de debilitarlo, dejando al desnudo a este humano de carne y hueso que soy es @donnamusic.ok. Entiendo que perderte fue lo que hoy te convirtió en esto que sos hoy. Una artista del carajo que me odió en sus canciones por ser cobarde, que por momentos me amó, me anheló, y hoy me tiene completamente rendido a sus pies. Doblegado, con mis alas de ángel abiertas para llevarte a donde quieras. Hoy me toca a mí decirte "Eres mía, te reclamo, te amo".
Y seguramente en los próximos días mi flamante ex esposa salga a ventilar mil mentiras y calumnias. Quiero que sepan que hubo una sola manera en la que toqué a Donna, y fue con mis telas. La amé siempre en silencio, solo con el ruido de mi máquina de coser, y la acaricié cada vez que una prenda mía tocaba su piel. Corazón, acá está tu Marroc sin fecha de vencimiento, dispuesto a amarte siempre. Como debió ser desde un principio.
Marianela rechinaba los dientes de rabia, y Soledad lloraba de amor al ver la última historia: una foto de la contratapa de su viejo cuaderno en donde estaba pegada aquella instantánea que Jessica sacó en 2015, y que era la réplica de muchas de las fotos de la campaña Inferno by Donna. En la parte superior, la frase «Un vestido y un amor», y debajo, la aclaración que terminó por romper a Soledad: «Corrección: mi primer vestido y mi primer amor». Obviamente, estaba musicalizada con la canción de Fito Páez, pero en una versión en vivo de Pablo López.
—Solo te advierto una cosa, y esto te lo digo de mujer a mujer. —Desde su posición, Marianela señaló a Soledad de manera amenazante—. Infiel se nace, y así como me lo hizo a mí, mañana te lo va a hacer a vos. Disfrutalo mientras te dure.
—No entendiste nada, Marianela —acotó Hernán entre risas, cubriéndose la cara con ambas manos—. Esto no es calentura, es amor, siempre estuve enamorado de Soledad. Intenté olvidarla con vos y no pude, ¿entendés siquiera lo que es eso? Tuviste tres años para borrarla de mis recuerdos y no pudiste. Ya está, superalo.
Marianela refunfuñó en su lugar, y se internó en la habitación pegando un portazo. Cuando se quedaron a solas, Hernán emitió un largo suspiro.
—Herni... —Soledad comenzó a hablar con cautela—. No sé si asesinarte o besarte por tus historias. Debiste preguntarme antes de hacer esto, no sé cómo se lo va a tomar Baltazar.
—También subió una historia, fijate.
Mientras Soledad la buscaba en el carrete superior, Hernán hacía lo mismo en su chat de WhatsApp. La historia era una sola, concreta y concisa.
Por el poder que me confiere mi relación abierta con @donnamusic.ok, me retiro de su camino para darle paso a un hombre realmente enamorado de ella. @hernan_salvador acá te va mi pase de gol. Fuerte y al ángulo, como Messi. Rompela, hermano, que juntos son un fuego.
—Hablé con él a la tarde, a pesar de que siempre me pareció un pelotudo, no era mi intención que quedara como un cornudo. Le advertí lo que podía llegar a pasar, y juntos acordamos tirar esas historias.
Hernán le extendió su teléfono a Soledad, que lo tomó y leyó el chat entre ellos.
Acá estoy, chabón. Qué pasó? ✓✓
Esta mañana salió mi divorcio. Y quiero ser completamente sincero con vos. Voy por Soledad. No te lo tomes a mal, pero entiendo que sabés cómo son las cosas. ✓✓
Seee... Igual no tenés que pedirme permiso, cada uno hace la suya. ✓✓
Lo sé, pero tengo miedo a la reacción de mi ex. Todo el mundo sabe que ustedes están juntos, y no es mi intención perjudicar tu imagen ni la de ella. Por eso voy a sacar un comunicado en Instagram, atajándome de sus ataques, y dejando en claro que nunca pasó nada entre nosotros a pesar de que siempre estuve enamorado de ella. ✓✓
Dale, yo me subo a eso. ✓✓
Te aviso. ✓✓
Listo. Fijate en mi Instagram. ✓✓
Respondido. Suerte, chabón. Y cuidala, que es una mina de fierro. ✓✓
Lo sé. Gracias por todo, Baltazar. ✓✓
👍🏻🤙🏻 ✓✓
Para cuando Soledad terminó de leer, Hernán estaba junto a ella con un viejo cuaderno entre sus manos, que le entregó sin mediar palabra. Le devolvió el teléfono y lo tomó; al abrirlo, miles de versiones de ella aparecieron frente a sus ojos a medida que iba avanzando las páginas. Hernán se lo quitó de las manos, y fue hasta la contratapa, allí estaba la famosa foto que disparó la carrera de Hernán.
—Hoy sos cantante gracias a la guitarra que te regalé, y me dedicaste todos tus discos. Hoy soy diseñador porque me permitiste crear inspirándome en vos. Este es mi primer cuaderno de diseños inspirados en vos y quiero que sea tuyo, corazón. Hoy somos esto porque uno inspiró al otro, porque nos potenciamos, nos ayudamos, y nos incentivamos. Juntos somos arte, mi vida —finalizó, tomando su rostro con ambas manos.
Soledad no aguantó más, y se largó a llorar con congoja, arrojándose a sus brazos mientras Hernán la recibía y la contenía con caricias en su espalda, apoyando su cabeza sobre la de ella.
—Te amo muchísimo, Hernán —sollozó en su pecho—. Tanto que me duele...
—Yo también, corazón. Sos mi vida entera, siempre lo fuiste. Decime que te vas a quedar conmigo toda la noche. Se acabaron las alarmas, se acabó andar como criminales.
—Sí... —Soledad se separó del abrazo—. Pero hoy no. Tenés que hablar con Marianela, aunque no queden en buenos términos, tienen que darle un cierre a la historia. Estuvieron juntos tres años, y aunque nunca fue santo de mi devoción, en este momento necesita contención. Fue todo muy abrupto, evidentemente tenía otros planes, caíste con la sentencia y se le torció el mundo.
—Ese plan era destruirte, Soledad. ¿Por qué no me lo dijiste? No sabía que estabas acá.
—Porque me ibas a decir que la ignorara, y yo solo quería ayudarte, no esperaba todo lo que acaba de pasar. Andá con ella, ¿sí? Apenas termine todo, me llamás y vengo.
Hernán dejó un corto beso, y luego llegó el momento de devolverle la gentileza una vez más. Tomó el juego de llaves de Marianela, le quitó el llavero, y se las entregó.
—Traé un cepillo de dientes. El resto ya es es innecesario.
Soledad asintió repetidamente mientras Hernán le sonreía enamorado, en su versión humana con los ojos café. Volvieron a besarse y Soledad abandonó el departamento con su nuevo juego de llaves, mientras el demonio tomaba posesión de su cuerpo.
Había llegado la hora de eliminar al Súcubo de su vida.
Se remil pudrió todo. (╯°□°)╯︵ ┻━┻
Era obvio que iba a pasar, lo que no sé si esperaban era la actitud tan fría de Hernán. Pero ya es parte de su personalidad extraña... 🤣
Y no podía dejar de poner este meme: Hernán en modo...
Les dejo también esta versión hermosa de Pablo López, la canción que Hernán utilizó en su historia de Instagram.
Faltan 7 capítulos más el extra. Así que esto no termina acá. Obviamente. 😛
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