Yo, nunca, nunca.

El ansiado día llegó, el amor estaba en el aire, los enamorados se daban regalos acompañados de amorosas palabras y acciones.

Para su sorpresa, el mismo estaba recibiendo uno que otro regalo y algunas notitas en las que le decían que lo esperaban en tal lugar para hablar.

Era impresionante descubrir cuántas cosas se había perdido al pasar tanto tiempo junto a Wendy, si era honesto no sabía qué hacer, al no experimentar ese tipo de atención dudaba de que acción era la más adecuada.

Entre ese mar de pensamientos entró a clases, el día se le hizo relativamente cortó, solo fue capaz de saber que quería hacer ese día al sonar el timbre del receso y ver a Marjorine observando atentamente a Clyde saliendo junto a Bebe.

Quiso seguirla para pasar tiempo junto a ella, más Wendy fue más rápida y lo interceptó.

—Stan, por favor, necesitamos hablar —pide.

Él rueda los ojos y niega.

—No quiero hablar contigo.

—Pero yo sí, todavía hay cosas por aclarar.

—Creo que todo está más que claro, me engañaste, ¿qué más me vas a explicar? 

—Por favor, únicamente te pido que me escuches —suplica.

El de cabello negro resopla molesto.

—Bien, pero luego de esto quiero que dejes de molestarme —ordena y se marcha junto a ella. 

El camino es silencioso e incómodo, únicamente se permiten hablar hasta que llegan a un lugar muy apartado.

La primera en hablar es la muchacha, quien suspira y mira al chico con entereza. 

—Stan, lo que paso con Mark fue un error, yo me sentí atraída por él debido a tu falta de aspiraciones, ahora sé que estuve mal y que tú tenías la razón, somos jóvenes, nada ganamos con estarnos preocupándonos tanto por planear nuestro futuro —murmura. 

El de cabello negro resopla, lo que acaba de decirle su ex novia es estúpido, no suena como ella misma, esos solo le hace saber lo desesperada que esta.

—Wendy, yo te mentí, yo si sé que quiero hacer luego de terminar la escuela —revela. 

La chica frunce las cejas al escuchar eso.

—¿Y por qué nunca me lo dijiste? Podríamos haber evitado todo esto —espeta molesta.

—Voy a ser veterinario, quiero ayudar en refugios de animales —explica.

Un mohín de desagrado se impregna en el rostro femenino.

—Stan, comprendo que quieras ayudar, pero eso es lo más estúpido que he escuchado, en esos lugares no pagan mucho, ¿de qué vas a vivir? —cuestiona incrédula

El muchacho se encoge de hombros. 

—Eso es algo que yo resolveré en su momento, por ahora eso es lo que deseo, tu opinión ya no me importa, mucho menos me lastiman tus palabras.

—Stan, yo no…—murmura arrepentida, más el chico la silencia con una mirada hostil.

—Wendy, yo ya no quiero nada contigo, si es posible, preferiría que ni te me acercaras, tu presencia me disgusta, todo el amor que un día llegué a sentir por ti se ha convertido en desagrado. Tenerte cerca, verte, escucharte, me fastidia tanto, por eso, de la forma más amable te pido que me dejes en paz —exige.

—Tú no me puedes pedir eso, yo sé que tú me quieres, podemos resolver esto, siempre hemos podido resolver todo —argumenta mientras lo toma de las manos y lo mira con ojos llorosos. 

Aun con eso Marsh no cede, ni siquiera le causa pena verla así, suelta sus manos de un tirón y la ve con fastidio.

—Deberías intentar tener dignidad, se siente muy bien —señala marchándose de ahí. 

Su plan de ir tras Marjorine se ha arruinado, así que no le queda más que ir a la cafetería, para su buena suerte Kyle le compró el almuerzo. 

El resto de las clases son tranquilas, su buena suerte sigue, pues su entrenador les da el día libre, solo recibir esa noticia hace que Kenny se marche como alma que lleva el diablo con su ex Tammy, Eric también se marcha por su lado, pues dice tener algo que hacer, al final camina solo hacia la parada, ya estando ahí piensa en Stotch, no tiene ni idea de que hará ella en aquel día, la curiosidad lo hace moverse en dirección a su casa.

Al llegar toca la puerta, enseguida se abre dejando ver a la madre de la chica. 

—¿Stanley, cierto? —pregunta ella insegura.

—Sí.

—Vaya, cuánto has crecido, eres muy alto, no había tenido el gusto de verte, pero dime, ¿buscas a Kenny? Si es así lamento decirte que no está, aunque mmm, ¿crees que me podrías hacer un favor?

—Ah, sí, supongo que puedo, ¿qué necesita? —cuestiona inseguro, pues la idea de estar ahí ya no le parece tan buena. 

La mujer sonríe con agradecimiento. 

—La verdad es que Mar no tiene nadie con quien pasar este día, creo entender que Kenny le prometió estar con ella hoy, pero es posible que no cumpla su promesa, Stuart me acaba de decir que él le llamó para avisarle que ya salió de la escuela, pero que no llegara aún a casa porque ira al cine con una chica —suspira, luego mira al chico con súplica —. Sé que es probable que tú ya tengas algo que hacer, pero, ¿sería mucho pedirte que pases aunque sea un rato con Mar?  

—¡AH! No, claro que no, de hecho yo tampoco tengo nada que hacer, por eso mismo venía a ver a Kenny —miente.

—¡Menos mal! Por favor pasa, te llevaré a la habitación de Mar —indica. 

El muchacho asiente y sigue a la mayor, al estar frente a la puerta la rubia toca, enseguida le abren dejando ver a una Marjorine con una cosa extraña en la cara, al ver a Stan ahí la muchacha frunce las cejas. 

Antes de que ella pueda decir algo, su madre habla. 

—Mar, ya tengo que irme, regresaremos algo noche, así que come algo, Stan vino a saludarte, espero que lo trates como es debido, ¿estamos? 

—Umm, claro —responde insegura.

Cuando la mujer se va, la muchacha suspira. 

—Espero que por lo menos esta vez me hables, sería fastidioso estar con alguien que solo está callado —murmura. 

—Si, sobre eso, lo siento, había estado algo pensativo, no era nada contra ti —susurra.

—Menos mal, sería una lástima que volviéramos a actuar como completos desconocidos, aunque bueno, tú tienes práctica en eso —dice con burla. 

—Si lo sé, pero te prometo que no volverá a pasar.

—Mmmm, necesito una garantía, tu palabra no me basta. 

—¿Qué quieres?

—Veamos, ¡ah, ya sé! Si tú vuelves a dejarme de hablar o ignorarme, te vestirás como porrista para mí —propone.

—Eres bien rarita. 

—Sí, puede ser, entonces, ¿aceptas?

—Bien, pero si pasado un año eso no sucede, la que se va a disfrazar como porrista eres tú —proclama serio. 

—Un trato justo, ahora, se honesto, ¿viniste a verme a mí o a Kenny? —pregunta.

—Venía a verte a ti, aunque no quise decírselo a tu madre. 

—¿Por qué?

—No sé, me puse nervioso supongo. 

—Si, eso suena como algo que te pasaría, por cierto, si tú estás aquí quiere decir que su práctica se canceló, lo que quiere decir que Kenny se fue con una chica, ¿no? —Él se frota el cuello nervioso, la rubia lo mira y le sonríe con resignación—. Yo sé cómo es Kenny, no tienes que cubrirlo o sentir pena por mí, que no cumpla sus promesas no es nada nuevo —susurra con rencor. 

—Bueno, lo que piensas es cierto, no creo que lo haya hecho con malicia, él suele olvidar las cosas —trata de justificarlo.

Ella se encoge de hombros y rueda los ojos. 

—Lo que sea, ya que estás aquí, ¿quieres participar en mi super día de cuidado personal?

—¿Y eso qué es?

—Bueno, nos relajaremos cuidando nuestra carita, tengo varias mascarillas, además podemos pintarnos las uñas y ver películas mientras hablamos de las personas que nos desagradan —menciona emocionada.

Aquello le parece a Stan algo que harían un par de amigas, comprende que el círculo de amigos de ella es muy pequeño, además de que este no incluye a ninguna chica. Supone que no ha querido decirle a nadie de ellos,  pues es probable que estén ocupados por el día que es. 

Y aunque todo eso le parece algo de chicas, resopla y asiente. 

—Supongo que puedo intentarlo —opina. 

Ella sonríe ampliamente. 

—Siéntate en la cama, voy a traer algo para quitarte el cabello de la frente. 

Stan no sabe si aquello es una buena idea, pero se convence de que lo es al ver lo feliz que hace a la chica.

Sabe que está jodido porque haría cualquier cosa por verla sonriendo más seguido.  

.

.

.

.

.

.

La compañía de Stan ha resultado ser muy agradable, algo que verdaderamente la asombra, pues nunca llegó a imaginar poder tener un buen entendimiento con él.

Es decir, de niños siempre se mostró muy poco paciente con ella, incluso sabía que su presencia en momentos lo molestaba, no necesitaba ser muy inteligente para notarlo.

Así que teniendo eso en cuenta no comprendía cómo es que había llegado a poder pasar tanto tiempo con él, primero en diciembre, hace un par de semanas habían pasado la noche juntos, ahora estaban ahí, sentados en la cama con unas mascarillas comiendo comida chatarra mientras veían una película. 

La vida sí que daba unos cambios bien drásticos, si alguien le hubiera dicho que estaría un día de San Valentín con Marsh pasando el rato como un par de buenos amigos se habría burlado, no, más que eso, se habría partido de la risa, porque eso sonaba simplemente ilógico. 

Pero ahí estaban, el muchacho se había dejado poner cuanta cosa le quiso poner en la cara, incluso se dejó pintar las uñas, hasta se tomó muy en serio su papel de hablar sobre las personas que les desagradan. 

Una inmensa alegría la recorrió al ver como él se esforzaba por hacer todo lo que ella quería, por eso, abusando de su buena voluntad, incluso probó algunos productos para el cabello en él. 

Creyó que ese iba a ser su límite, pero se sorprendió al ver que solo aceptó sin replicar nada, cuando el tiempo de aplicación finalizó lo insto a ir al baño para lavarse el cabello.

La rubia esperó sentada mientras miraba su parte favorita de la película, antes de que comenzara el acto de música escucho a Stan maldecir, ante eso pauso la película y se levantó de su lugar. 

—¿Estás bien Stan? —cuestiona.

—No, acabo de mojarme todo, ¿podrías prestarme una toalla más grande? —pide.

—Claro, espera un momento. 

La muchacha busca entre sus cosas lo que le pidió, cuando la encuentra toca la puerta y él le abre, puede ver como su sudadera está totalmente mojada.

—Deberías quitarte eso, podría hacerte daño estar así —opina. 

—Sí, es verdad, pero dudo que estar sin sudadera y playera sea mejor. 

—Puedo prestarte la playera de la otra vez, incluso alguna de mis sudaderas podría quedarte, tú quítate eso, mientras yo busco algo para prestarte —dice.

Marsh solo asiente y hace lo que le pide, cuando acaba llama la atención de la chica.

—Oye, ¿si encontraste algo? —pregunta.

—Sip, acabo de encontrar una sudadera grande, es mi favorita, así que cuidala bien y… —

Las palabras se le borran de la mente, Stan con el cabello mojado y sin playera se ve demasiado bien, un deseo muy fuerte de pasar sus dedos por su cabello y pegarse a él le nace de repente.

Sin que se de cuenta su vista se queda fija en su persona, al notar eso el muchacho la mira con extrañes.

—¿Te pasa algo? ¿Oh por qué me miras tan insistentemente? —cuestiona.

—¡Eh! Ah, no nada, disculpa, me perdí un poco, ten ponte esto —sugiere con las mejillas rojas.

Marsh arquea una ceja ante el extraño comportamiento, es raro ver a la chica así, se nota nerviosa, cosa que es muy poco común a menos que seas Clyde Donovan, ante eso ve una oportunidad de molestarla, por lo que se acerca a ella con intención de fastidiar.

—Marjorine, ¿porque tan tímida? Digo, tu ya me conoces muy bien, ¿por qué ahora no me quieres mirar? —dice con falso pesar.

—Solo te estoy dando tu espació, además no hay nada por conocer —murmura tratando de parecer indiferente.

—Aja, pues entonces mírame si no hay nada por conocer —reta.

Ella se gira a mirarlo, trata de poner su cara más seria, aunque falla miserablemente porque no lo puede ver directo a los ojos.

—Apresurate, te vas a enfermar —insta impaciente.

—Mmm, no se, como que de repente me dan ganas de enfermarme para faltar a la escuela —susurra.

—No seas tonto, ya vístete.

—Nah, ya no quiero, esperare a qué se seque mi ropa.

—Ya no juegues, enserio te puedes enfermar.

—No me voy a enfermar, ya mejor pon esa película, creo que dijiste que ya casi llegaba la parte que más te gustaba, ¿no? —pregunta mientras se sienta en la cama de nueva cuenta.

—Si, pero ya enserio, deja de jugar, por favor ya ponte la ropa que te di —suplica.

—Bien, pero antes acércate, hay algo que tengo que decirte.

Stotch se acerca insegura, se siente bastante estúpida al tener ese tipo de sentimiento pero no puede evitarlo, no entiende que le pasa, solo quiere acabar con todo eso cuánto antes y volver a ser la Marjorine que no se intimida con nada.

Cuando está a lado de Stan lo mira con todo el aplomo que puede.

—¿Y bien? Que me vas a decir.

El le sonríe con burla, lo que no le da un buen presentimiento, un grito ahogado escapa de su garganta al sentir como la jala y la sienta entre sus piernas.

—Me gusta más la Marjorine tímida, queda mejor con tu rostro de muñeca —recalca en un suspiro contra su oído.

Los vellos de su piel se erizan ante esas palabras, no sabe que decir ni que hacer, solo se queda ahí quieta.

Marsh aprovecha eso y reanuda la película, en total silencio ven la secuencia musical, cuando finaliza el muchacho resopla.

—Tienes una severa obsesión con los musicales, ¿no crees?

—Si, algo así.

—¿Por qué?

—Mi nueva meta es poder participar en producciones importantes en Brodway —murmura.

—¡Ah! Un sueño muy ambicioso.

—Lo es, pero lo lograre, no importa cuánto tenga que esforzarme, yo me abriré camino en ese mundo —asegura, por un momento olvida que está sobre las piernas de Stan, por consiguiente su vergüenza se disipa, así que ladea la cabeza y lanza una pregunta al chico —¿Tu a qué carrera quieres postular? —pregunta curiosa.

—Adivina.

—Mmm, bueno, podría decir que tal vez quieras ser como tú padre, aunque lo dudo, te veo más como un salvador de animalitos, ¿así que veterinaria o algo así?

El de ojos azules se asombra genuinamente al escuchar eso, de todas las personas que creyó podrían adivinar lo que quiere hacer, sin duda, nunca espero que Marjorine fuera una de ellas.

—Estoy impresionado —declara honesto.

—¿Adivine?

—Si, lo cual es gracioso, pues ni Wendy lo pudo llegar a intuir y eso que pasamos varios años juntos —menciona con sarcasmo.

—Humm, supongo que tal vez lo sabia pero se negaba a aceptar que no querías ser un médico famoso, abogado o alguna otra profesión lucrativa —dice mientras se encoje de hombros.

—Si, eso suena como algo que haría Wendy —opina.

—Bueno, dejando de lado a Wendy, ¿que te pareció ese número musical? 

—Supongo que está bien, aunque eso de la silla no se ve muy seguro.

—Pero si es facilisimo, además debes de considerar que muy seguramente es de un material más resistente.

—No se, yo la vi como una silla cualquiera.

—Es que no tienes una perspectiva más amplia —se queja.

—Tal vez sea cierto, pero supongo que después de ver películas viejas nadie tendría cabeza para analizar cuadro por cuadro cada escena.

—Ya te dije que no son películas viejas, además, Grace es un clásico, al igual que Chicago.

—Tan clásico que mi mamá debió de ser una niña cuando vio esas películas —se burla.

—Tampoco exageres, es más te propongo algo.

—Escucho tu propuesta.

—Lo clasico también es genial, para demostrártelo acompáñame a Nueva York el fin de semana.

—¿Nueva York? 

—Si.

—Me gustaría acompañarte, pero el vuelo debe ser bastante caro, además dudo que mi madre me deje viajar solo contigo.

—Pero no iremos solos, Gregory y su novia también van, en cuanto a lo del vuelo no te preocupes, la mamá de Greg me instó a qué alguien me acompañará.

—¿Y me prefieres sobre tus amigos?

—Es por una buena causa, además así verás lo talentosa que puedo ser —proclama con orgullo.

—Eres muy soberbia en momentos, quien diría que una cosita de tu tamaño puede tener tanta confianza.

—Confio en mi talento y mi formación, no creo que eso sea un pecado, ¿entonces?

—Es cierto, no es un pecado, en cuanto a lo otro, trataré de convencer a mi mamá, no te prometo nada.

—Bueno eso lo podemos arreglar.

—¿Y eso será?

—Mandare al encantador de madres, nadie puede resistirse a mi adulador y educado amigo inglés.

—Dudo que tú amigo pueda con mi madre.

—Creeme, él lo logrará.

—Si tú lo dices.

Por algunos minutos se quedan en silencio, mismo que es roto por la voz tranquila de Marsh.

—Eres más cálida que la ropa, ni siquiera siento el frío —susurra.

A la rubia se le suben los colores a la cara, pues recuerda la posición tan íntima en que están.

Trata de alejarse, más el muchacho se lo impide sujetándola de la cintura.

Quiere replicar algo más el silenciada por las suaves palabras del contrario.

—Quiero más de lo que otros pueden querer de ti, no solo una noche, no solo un momento, quiero todo, no imaginé que puediera ser tan egoísta, es aterrador, pero a la vez es increíble, nunca me había sentido así —confiesa.

Las cejas de la rubia se fruncen con confusión.

—Stan, ¿que tratas de decir? —cuestiona.

Él rueda los ojos ante lo tonta que puede ser Stotch, pues no puede entender que le está dejando en claro su gusto por ella, carraspea incómodo.

Lo mejor será decírselo directamente, va a abrir la boca para revelarle su sentir, ni siquiera le importa si lo rechaza, solo quiere decírselo y que pase lo que tenga que pasar.

Antes de poder decir nada la voz de Kenny interrumpe el momento.

—¿Estás en casa Mar? —pregunta en voz alta.

—Si, aquí estoy —contesta de igual modo.

Los pasos del muchacho se dejan oír, ante eso Stan se viste de modo apresurado y se aleja de la rubia justo a tiempo, cuando se abre la puerta.

Al ver a ambos juntos la mirada del rubio se ensombrece.

—Stan, ¿tu que haces aquí? —cuestiona de mal humor.

—Vino a buscarte, al verme tan sola y miserable se quedó a hacerme compañía —indica como si nada la chica.

El rostro de McCormick se deforma con preocupación al recordar lo que le había prometido a su hermanastra.

—Mierda, lo olvide, discúlpame Mar, no fue mi intención dejarte aquí sola —murmura arrepentido.

Ella se encoje de hombros.

—No importa, Stan me hizo compañía, probé todo tipo de mascarillas en él, además de su cabello, quedó divino, incluso crítico a la gente conmigo —externa felíz.

—Y no se te olvide la plática tan profunda que tuvimos de porque Kim Kardashian es la mujer perfecta —añade Marsh.

—Si, esa sin duda fue la mejor conversación que he tenido, ahora sabes cómo escojer a tu futura novia, ¿cierto?

—Que tenga trasero de bombón —recuerda.

—¡Exacto! Que bueno que me prestaste atención.

Kenny los interrumpe irritado.

—Bien, eso es maravilloso, me alegra que se lleven tan bien, pero ya es tarde, supongo que Stan tiene que irse, su madre se preocupara si no llega a casa —manifiesta con falsa preocupación.

—¡Ah! Es cierto, si no me apuro no alcanzaré el último autobús —susurra mirando la hora en su celular.

—Es una lastima que te vayas, tan bien que no la estábamos pasando, ya casi llegaba la hora del maquillaje y los secretos vergonzosos —se lamenta.

—Sera después, nos vemos mañana Marjorine, adiós amigo —se despide el de ojos azules.

Al quedarse solos la rubia mira al contrario con molestia.

—Para ser tu amigo te portaste muy grosero con él —menciona.

—No me gusta que este cerca de ti.

—Por Dios, relájate, él solo me hizo un favor, fue demasiado considerado al pasar su tiempo conmigo.

—Su consideración tiene un precio —murmura entre dientes.

—¿Ah, si? ¿Él te lo dijo? 

—No hace falta ser un genio para saber que quiere de ti.

—Y tampoco hace falta ser un genio para saber que si me da la gana le sigo el juego —replica.

—Espero que no seas tan tonta como para caer en eso, él solo te usaría para olvidar a Wendy —asegura.

—Umm, pues gracias por el ánimo, ¿no haz pensado que tal vez yo le pueda gustar a Stan? —cuestiona.

El chico suelta una carcajada y niega con una sonrisa burlona.

—Por Dios, enserio eres muy graciosa —dice entre risas.

La muchacha muerde sus labios con enojo, la actitud de Kenny le desgrada, por eso lo saca a base de empujones, cuando está fuera de su cuarto cierra la puerta con seguro y se deja caer al suelo.

—Oh, vamos, solo era una broma, no te lo tienes que tomar tan a pecho —se disculpa.

Pero ella no le contesta en cambio, limpia sus lágrimas con rabia, el recuerdo de su padre diciéndole que nadie nunca la podrá querer la golpea con fuerza.

Ante eso no puede hacer nada más que abrazarse a si misma, y tratar de convencerse de que algún día alguien la querrá aún con lo que le pasó de niña.

Por más que intenta darse ánimos falla miserablemente, pues reconoce que no es digna de ser amada.

Un monstruo se la trago y solo dejo los peores pedazos de ella.




 .
.
.
.
.
.
.

Perdón por la inactividad, la verdad andaba re obsesionada tratando de farmear para sacar a mi husbando, al final lo logré, ¿pero a qué costo?

Espero les guste este capítulo 🥴.

 



  

 


Bạn đang đọc truyện trên: AzTruyen.Top