Y la esperanza.
Irritable, esa es la actitud que todos definiría tenía Stan aquel día, sus compañeros de equipo estaban hartándose de su brusquedad y mal genio, para fortuna de todos el entrenamiento acabo, el profesor los mando a darse una ducha, no sin antes elogiar el entusiasmo del capitán.
La gran mayoría rodó los ojos, Kenny observo a su amigo con extrañez, Cartman ni caso le hace, él solo quiere bañarse y deshacerse del sudor, yendo hacia los vestidores, divisa a Craig, quien habla con Tolkien, eso no es nada raro, lo que si es por demás extraño es que Stanley se adelante choque contra Tucker y se vaya como si nada.
Ahora sí que Eric rueda los ojos con hastío, ¿él no se creyó la mala broma de Craig teniendo sexo con Marjorine, cierto?
Terminando su "relajante baño" Jason llama la atención de Marsh.
—Stan, Wendy te está esperando afuera —le dice.
El de cabello negro se lleva las manos al rostro y masculla entre dientes maldiciones ininteligibles, al ver esto su rubio amigo se acerca a él y le sonríe.
—Amigo, nosotros te cubrimos, nos vemos en donde quedamos, ¿vale?
—Bien —dice de no muy buen humor.
Se marcha de ahí y se escabulle por la parte trasera, salta una pared, pronto se encuentra en la calle, entonces corre, porque conoce a Wendy y su reciente obsesión la vuelve muy precavida, cuando llega al local de comida Kyle ya está ahí, lo mira con una ceja arqueada al ver que llego solo.
—¿Y Kenny y el gordo? —pregunta.
—Distrayendo a Wendy, o fastidiándola, lo que ocurra primero —responde.
—¿Otra vez te estaba esperando?
—Si.
—¡Amigo! la forma en que se está comportando no es nada sana, deberías hablar con sus padres o alguien, honestamente ya es hasta incomodo de saber sobre su acoso —menciona con una mueca de disgusto.
—Me gustaría hacer eso, pero siendo realistas ambos sabemos que la bruja es muy buena para convencer a sus padres de lo que sea, así que esa opción está descartada, de hecho, toda lo que implique ayuda de adultos —opina en un suspiro cansado.
—... Mierda, eso es muy desalentador.
—Lo es, solo espero que pronto encuentre a otro desdichado y le joda la vida para que deje de hacerlo conmigo —farfulla.
La conversación es interrumpida por sus otros amigos, los cuales llegan riendo.
—¿A que no adivinan que paso? —pregunta McCormick con una amplia sonrisa.
—No somos adivinos, así que cuéntanos que paso Kenny —insta el judío.
—Ay, eres muy aburrido Kyle, pero bueno, no importa, estábamos en los vestidores y...
—La directora castigo a Wendy por entrar en ellos, mando llamar a sus padres, es una coincidencia enorme que estuviera ahí —comenta Eric.
—¡Oye, yo les iba a contar! —exclama con enfado el rubio.
—Te tardaste mucho —reprocha.
—Como sea, el caso es que por lo menos por hoy Wendy no interferirá en tu día, Stan, así que disfruta de la libertad por hoy —festeja Kenny.
—... Espero que la castiguen, ¡Dios, por favor que la castiguen! —murmura repetidamente.
—Sí, sí, ya, vamos a comer, ¡muero de hambre! —externa Cartman.
El grupo de amigos entran al lugar, ordenan y comen con gran rapidez, las risas no faltan, Stanley se siente inmensamente tranquilo, hace mucho que no tiene esa clase de paz, así que está decidido a aprovecharla.
Entre su conversación nace la idea de que se queden en casa de alguno para poder ver películas, jugar videojuegos o ambas cosas, Kyle acepta, aunque dice que en su casa no se puede, pues están sus padres, Cartman dice que le da igual, Kenny también acepta y ofrece su hogar, Stan por supuesto que dice que sí, hace mucho que no disfruta de un día a lado de sus amigos.
Al todos estar de acuerdo y al rubio ofrecer su casa, van para allá, el camino se les hace corto, pues las discusiones del pelirrojo y el castaño hacen muy ameno el trayecto, al llegar y entrar los jóvenes se asombran de no ver a nadie, ante esto McCormick explica.
—Linda y papá iban a salir a comer después del trabajo.
—¿Cómo que siempre están fuera, no? —cuestiona Broflovski.
—Sí, tengo la creencia de que se siente un par de novios y por eso siempre buscan salir tanto —menciona encogiéndose de hombros.
—Por lo menos no los verás de melosos, que asco verlos así —dice con disgusto Eric.
—En eso tiene razón Cartman, qué asco —menciona el de cabello negro.
—No quiero ni saber que vieron para que piensen eso, mejor vamos a la cocina y hagamos palomitas —sugiere el rubio.
Los amigos hacen caso y comienzan a asaltar la despensa del muchacho, cuando tienen todo lo que necesitan suben las escaleras, al llegar a la segunda planta y girar ven a la hermanastra de Kenny en su habitación, ella no está sola, tumbados en su cama están Mark Costwold y Heidi Turner, los tres están muy entretenidos garabateando algo en sus libretas.
Para Stanley, ver a la chica le causa alivio, aunque a la vez, verla junto a Mark, en especial, es algo incómodo, por eso carraspea para hacerse notar, cumple su objetivo cuando tres pares de ojos fijan su vista en ellos.
—¡Hola chicos! —saluda la rubia.
—Hola Mar, ¿muy ocupada? —pregunta Kyle.
—Ah, no, bueno, un poco, estamos planteando una idea en la que los tres tenemos puntos de vista distintos, y ustedes, ¿qué harán? —cuestiona curiosa.
—Veremos películas o jugaremos videojuegos —cuenta.
—¡Oh, una noche de chicos! Pásenla bien —dice con entusiasmo antes de volver a enfocar su atención en su libreta.
El pelirrojo se da la vuelta dispuesto a seguir su camino, Eric hace lo mismo, Kenny frunce las cejas con extrañez, mientras que Stan se queda parado mirando fijamente a la chica, pues se ve diferente, no luce como el animalito asustado que se pasó la última semana pegada a Clyde.
Ella siente que la miran, por lo que levanta la vista y le sonríe, le hace señas de que hablan luego, después de eso el muchacho se marcha con sus amigos.
Se divierten, vaya que lo hacen, estar lejos de Wendy se agradece, pues no tiene que estar lidiando con su acoso, luego de un par de horas los chicos dejan los controles y se estiran con pereza.
—Oye gordo hay algo que te he querido preguntar —indica Kenny.
—Me sales con una de tus tonterías y te pateo el trasero —manifiesta el castaño.
—Si claro, tú pateando traseros, eso sí que lo quiero ver —se burla Kyle.
—Puedo patear el tuyo cuando quieras —amenaza.
—¡Inténtalo gordo idiota! —reta el judío.
—Ya basta, no arruinen el día con sus peleas, mejor haz tu pregunta Kenny —insta Marsh.
—¡Ah, sí! Bueno es que no he visto a Clyde, además el entrenador no ha preguntado por él, ¿está enfermo o algo así? —cuestiona.
—Nah, el idiota no está aquí, por eso soy tan feliz, ojala que nunca vuelva —declara en un bostezo.
—¿Y eso? —pregunta Marsh con interés.
—Pues porque me cae mal, ¿por qué más va a ser?
—Se refiere a porque no está aquí —señala el pelirrojo.
—Su hermana se lo llevo a los Ángeles, dijo algo sobre educar a su malcriado hermano menor —expresa con burla.
—Eso suena a que hizo algo malo que ni ella le pudo consentir —murmura Broflovski pensativo.
—¡Es el karma! —exclama McCormick.
—No sé si sea el Karma o alguna de esas mierdas, el caso es que se lo llevaron, con suerte no regresa y deja de arruinar la vida de las personas —menciona Eric serio.
Aquella información hace sonreír de alivio a Stan, tal vez sea egoísta, pero desea exactamente lo mismo que Cartman, que Clyde nunca vuelva y deje en paz a Marjorine, en medio de sus felices pensamientos su celular suena, lo revisa y ve que es un mensaje, su sonrisa se amplia.
—Oigan, dejemos eso de lado, ¿qué dicen si vemos películas de terror? —sugiere.
—Bueno, pero solo si yo duermo en la cama —propone Cartman.
—¡Oye, pero si es mi casa! —se queja el rubio.
—Pues sé un buen anfitrión y quédate en el suelo —recalca.
—A mí me da igual, siempre termino durmiendo en el suelo cuando nos quedamos juntos — dice Kyle mientras se encoge de hombros.
—Opino lo mismo, yo puedo dormir en el suelo —indica Marsh.
—Pues ya que —refunfuña Kenny.
Dicho eso comienzan con su maratón de películas de terror.
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A las dos de la mañana ya todos están dormidos, el único que aún sigue despierto es Stan, quien mira con atención el final de la película, al terminar resopla.
—No daba tanto miedo —piensa, observa su celular, al ver la hora chasquea la lengua —. Mierda, es demasiado tarde —teclea algo en el aparato, cuando recibe respuesta se levanta con cautela y sale de ahí.
Se encamina a la habitación de la rubia, al estar afuera de está ella abre la puerta, mira de un lado a otro, cuando no ve a nadie más lo insta a pasar, ya adentro cierra la puerta y suspira.
—Tienen mucho aguanté, ya casi me quedaba dormida —susurra.
—Lo siento, la verdad se durmieron hace como una hora, pero quise terminar de ver la película por eso apenas vine —explica.
—Oh, ya veo, ¿qué película veían? —pregunta curiosa mientras se sienta en la cama.
—It.
—¿La nueva versión?
—Si.
—¿Parte uno o dos?
—Ambas.
—Vaya, no soy muy fanática del terror pero la primera parte me encantó, cuando el payaso se lleva a la niña y baila me causa mucho miedo, la segunda parte me pareció entretenida al principio, pero al final fue decepcionante —sugiere.
—Te entiendo, es como, te voy a derrotar a base de bullying —dice con disgusto el chico.
—Sí, es algo ridículo pero a la vez es algo verdadero, las palabras siempre terminan teniendo más poder que los golpes o maltratos —murmura.
—No sé, yo siento que los golpes siempre son peores, las palabras solo son eso, palabras.
—No estoy de acuerdo, yo creo firmemente que una palabra te puede destruir más que una agresión, al final las heridas físicas se curan, pero las palabras siempre se quedan enterradas en tu interior como espinas, entonces siempre vives con el dolor —opina.
—...Vaya, eso sonó deprimente.
—Lo es, pero dejemos eso de lado, ¿por qué no te sientas? ¿Temes que te muerda o algo así?
—No es eso, es solo que llegue, hablamos y me entretuve con la conversación —declara en tanto toma asiento en la cama.
Ella lo mira divertida.
—Enserio me tienes miedo.
—¿Ahora por qué piensas eso?
—Porque casi te sientas en el suelo —se burla.
—Ah, no me fijé —miente, la verdad sí que lo hizo, prefirió sentarse alejado pues si la tiene cerca siente que sus manos no van a contenerse de abrazarla o hacerle una caricia, así que por eso puso su distancia.
La rubia ladea la cabeza y sonríe traviesa.
—¡No te creo! —exclama, se impulsa hacía él.
La forma en la que se lanzo fue bastante fuerte, por lo que casi se caen los dos, afortunadamente Marsh alcanzó a sostenerse y evitar caer de espaldas.
—Oye eso fue peligro —regaña.
Ella sonríe divertida.
—Eso paso porque te sentaste muy lejos, ¿qué clase de amigo eres? Yo solo quería un abrazo de mi persona favorita —dice con inocencia.
Ante esa palabras la abraza, solo entonces se da cuenta de lo cerca que están, casi puede sentir su aliento chocar contra su cuello, se separa un poco, los vellos se le erizan al verla a los ojos.
Luce tan hermosa, siente la necesidad de besarla hasta que se le adormezcan los labios, quiere abrazarla y nunca soltarla, desea cuidarla, provocarle sonrisas radiantes, él en verdad la quiere.
Si solo hubiera contestado esos mensajes, si hubiera hablado con ella, si no se hubiera ido con Wendy nada de eso estaría prohibido, ambos serían felices queriéndose mutuamente, bromeando, peleando, pasando el rato juntos, apoyándose...
Todos esos mágicos pensamientos eran rotos al recordar a Clyde, entonces pensaba en cuánto lo odiaba y aborrecía, deseaba que nunca volviera, que se quedará lejos para siempre, así él podría remediar su error pasado y darle a la chica lo que merecía.
Su mundo ideal es interrumpido al sentir los dedos femeninos en su mejilla.
—Stanley, necesito decirte algo —murmura.
—Dime.
—Voy a terminar con Clyde cuando vuelva, por favor, como mi amigo que eres ayúdame apoyándome, esto es muy difícil para sobrellevarlo yo sola, por eso quiero el apoyo de mis amigos —susurra.
Las palabras de ella lo dejan sin habla, aquello era como un milagro, por eso la abraza aún más fuerte.
—Te ayudaré en lo que quieras, estaré junto a ti, ¡no te dejaré sola ni un minuto! —exclama conteniendo su felicidad.
Las mejillas de la rubia se colorean de rojo y sonríe con timidez.
—Gracias, eres un buen amigo —musita.
—Haría lo que fuera por ti, eres muy importante para mí —asegura.
—Me alegra que digas eso, justo tengo algo que pedirte —revela.
—¿Qué necesitas? —cuestiona sin soltarla.
—¿Recuerdas el lugar que me mostraste dónde pasa el cauce de un río?
—Sí, claro que lo recuerdo.
—Bueno, quisiera que me acompañaras.
—Seguro, no hay problema.
—Sí, claro, también quiero que seas mi modelo —murmura.
Eso sí que hace que el pelinegro se separe de la chica y la mire con extrañes.
—¿Modelo?
—Sí, modelo.
—¿Para qué?
—Yo quiero dibujarte Stan, ¿podrías hacerme ese favor? —pregunta mientras lo mira con sus ojos suplicantes.
Ante eso Marsh resopla.
—Bien, pero tienes que reflejar bien lo apuesto que soy —ordena.
—¡Por supuesto que lo haré! Quedará increíble, ya verás.
Y así entre pláticas y risas ambos pasan un increíble rato juntos que los hace permanecer alegres por varios días.
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El sábado es el día acordado para realizar su pequeño viaje a las montañas, pues aquel día las clases de Marjorine son temprano, además Stan no tiene que asistir a entrenar, razón por la cual quedaron de salir aquel día.
Quedaron de verse en la parada del autobús cercana a la casa del chico como una medida para evitar ser vistos por Wendy, era ridículo, pero solo eso les podría asegurar que no interfiriera.
El de cabello negro estaba esperanzado en que todo le saldría bien, ya que sus padres parecían contentos, el desayuno transcurrió con normalidad e incluso obtuvo el permiso de su padre para usar el auto, ¡todo saldría de maravilla!
Pero no, no todo podía salirle de maravilla, pues cuando salió de bañarse y se vistió al verse al espejo, su vestimenta no lo convencía, así que se cambió de ropa, una, dos, tres, nada le parecía lo suficientemente bueno, para hacer todo peor el mensaje que anunciaba que la chica había llegado al punto de encuentro lo estreso más.
Entonces tomo lo primero que vio y se cambió, bajo las escaleras de dos en dos, se despide de sus padres, toma las llaves del auto, lo enciende y conduce con prisa.
El camino no es largo, en menos de cinco minutos está en el lugar indicado al bajar y ver a la chica se queda sin habla, ella lleva un overol de mezclilla que le queda grande, tenis desgastados, un sombrero ancho la cubre del sol, además de que lleva una mochila que se ve pesada, sin duda alguna se ve muy bonita y tierna.
Sacude la cabeza en un intento de concentrarse.
—Disculpa la tardanza, déjame ayudarte —dice mientras le quita el morral y lo guarda en la cajuela.
—No pasa nada, de hecho me siento como una niña a punto de ir a una excursión, ¿qué te parece mi atuendo de artista? —pregunta curiosa.
—Te queda increíble, muy adecuado para la ocasión —halaga mientras le abre la puerta del auto para que entre.
—Lo es, además es cómodo y amplio — cuenta en tanto que sonríe, agradece por la amabilidad y sube al auto.
El muchacho cierra la puerta, se da la vuelta y sube también, el camino es ameno, la rubia habla mucho, en ninguna de sus conversaciones se nombra al aun novio de esta, lo que hace que el ambiente sea muy agradable.
Al llegar se estaciona, baja primero para abrirle la puerta, ante tantas atenciones la muchacha se sonroja, Marsh baja las cosas de ella y las carga en todo el trayecto, cuando divisan el sitio apresuran el paso.
—¡Vaya, es más hermoso de lo que recuerdo! —exclama emocionada.
—El verano hace lo suyo —opina el chico.
—Eso es cierto, ahora déjame ver...mmmm, ¡ya sé! Debajo del árbol es un buen sitio para que te pongas —sugiere, lo toma de la mano y lo jala para allá.
—¿Estas segura? pensé que querías también dibujar el paisaje —recuerda.
—Y lo haré, los árboles se ven muy espesos y bonitos, además las piedras también se ven increíbles —externa con ánimo, suelta al de cabello negro, se inclina y busca entre sus cosas algo, cuando lo encuentra lo saca y se lo extiende —. Ayúdame a poner esto para que te sientes ahí —pide.
—¿Y tú que vas a poner para sentarte? —cuestiona.
—Traigo otra manta, así que no te preocupes, tú solo siéntate y relájate.
Ella acomoda el lugar en donde va a estar, al terminar se sienta, de su morral saca una libreta grande, colores, lápices, borradores y hasta plumones. El chico, quien también ya está sentado frunce las cejas con asombro.
—¿Y todo eso?
—Mis herramientas de trabajo.
—Ya veo, por cierto, ¿qué hago, como me pongo o que debería hacer?
—Solo relájate, quiero dibujarte con una actitud normal, así que no necesitas hacer mucho.
—¿Pero qué se supone que es normal? —interroga nervioso.
—Solo sé tú mismo, haz lo que harías en un momento de tranquilidad —sugiere.
Stan se queda pensando, ¿qué significa eso? Es decir, últimamente solo está tranquilo cuando duerme, los momentos en que está despierto y ve todo como una mierda se alcoholiza para alejarse de la realidad, tal vez ella sabía eso y por eso lo hizo ir ahí, para darle una charla sobre lo decepcionada que estaba de él.
Esa y miles de ideas locas más se forman en su cabeza, frunce las cejas con preocupación ante cada pensamiento que resulta peor, aquello termina por cansar al joven quien termina cerrando los ojos y quedándose dormido.
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Marjorine no puede dejar de ver a Stan, el luce tan guapo, en su rostro solo hay paz, le gusta verlo así, bueno, de hecho le gusta verlo de todos los modos posibles, enojado, aburrido, incrédulo, alegre, sus ojos fijos solo en ella, él sonriéndole cuando está debajo de ella... Ok, eso ya era demasiado, el caso es que él le gustaba tanto, la seguía teniendo tan enamorada que a veces hasta resultaba risible.
Es decir, vamos, la ignoro, por eso termino en una relación mala con Clyde... No, mentira, Stan no tenía la culpa, ella era quien la tenía, por no mostrarse firme en sus decisiones, por creer en las lágrimas y disculpas del chico, por aguantar todo, por disculpar todo, por eso, solo por eso termino así.
Una lágrima escurre por su mejilla al pensar en eso, aprieta los labios y niega.
—Basta, no puedo vivir lamentándome —se anima a sí misma.
Hacia dos semanas que habían salido de vacaciones, dos semanas de no ver a Clyde, una semana y media de que Craig hablo con ella, una semana y un día de que volvió a asistir a terapia...
La verdad estaba agradecida de tener una psicóloga tan buena y paciente, de seguro se tenía ganado el cielo, pues a veces ni ella misma se soportaba, hasta ahora las cosas iban bastante bien, estaban trabajando en su autoestima y en sus conductas autodestructivas, aun no tocaban el tema más serio, pero era cuestión de tiempo para que lo hicieran, pensar en eso hacía que contuviera el aire.
Odiaba recordar aquel día, las pocas veces que lo hacía miraba sus manos en busca de la sangre, luego las lavaba de forma incontrolable buscando borrar algo que ya no existía, agita su cabeza para alejar aquello.
Entonces fija su vista una vez más en Stan, a quien, convenientemente acomodo en su regazo, incluso ya tenía una excusa si es que preguntaba por qué hizo aquello, así que olvidando todo lo malo siguió acariciando su cabello con cariño.
Su tiempo se termina cuando el muchacho se remueve de un lado a otro, bosteza, talla sus ojos y mira desorientado de un lado a otro.
—¿Qué hora es? —pregunta adormilado.
—Tal vez las dos o tres, no sé muy bien —responde.
El chico asiente, cierra los ojos, de repente parece recordar algo porque se levanta con rapidez.
—Mierda, ¡tú dibujo! —exclama culpable.
—¿Qué hay con él?
—Lo arruine, carajo, todo por quedarme dormido —externa molesto.
—Oye, tranquilo, mi dibujo quedo bien, no hay de qué preocuparse —dice tranquila.
—¿Estás segura? ¿Cómo sé que no lo dices para no hacerme sentir mal? Mierda, soy un terrible ayudante —se lamenta.
—Stan, hablo enserio, de hecho mira, así es como quedó, juzga tú mismo —le pide mientras le pasa el cuaderno.
El muchacho lo toma y lo abre, al ver lo que hay en él se asombra, pues más que un dibujo del paisaje es uno de sí mismo.
Verdaderamente se nota que ella lo dibujo con esmero, la forma en que se ve es sumamente increíble, nunca se había considerado el tipo más guapo, pero viendo cómo lo retrató se siente algo vanidoso.
—Y bien, ¿cuál es tu crítica? —cuestiona con interés.
—Me gusta, pero dime algo, ¿no ibas a dibujar árboles y piedras?
—También las dibuje, umm, ¿te incómoda que me enfocará más en ti? —interroga nerviosa ante la posibilidad.
El muchacho niega, la toma de los hombros y la mira fijamente.
—No, al contrario, me alegra saber que soy mejor que las piedras o los árboles.
—Menos mal, estaba nerviosa de pensar que te podría haber molestado —susurra.
—No lo hizo, de hecho, estoy tan feliz que podría besarte —declara.
Aquellas palabras la rubia las toma como una broma por lo que sonríe.
—Bueno, pues empieza a pagar porque este es mi mejor trabajo —expresa con orgullo.
Ni bien termina de hablar Stan junta sus labios con los de ella, sus ojos se abren de par en par ante la acción, él se separa y ella lo mira sorprendida.
—Stanley, e... era una broma, ¡Dios! Yo aún tengo novio y si se...
Él la calla besándola nuevamente, al separarse esta vez junta su frente con la suya.
—Tu novio me vale una mierda —revela.
—... Esto, esto no está bien, yo... yo no puedo hacer lo mismo que él me hace —susurra.
Silencio, luego un gruñido molestó.
—¿Cómo que lo mismo que él? ¡Ese idiota se atrevió a engañarte! —exclama iracundo.
Marjorine muerde su labio nerviosa, no se supone que deba de andarle diciendo a más personas que Clyde la engaño, y no era por la promesa que le hizo, era porque aún todo no quería causarle problemas o que lo juzgaran.
Trata de pensar en alguna forma de justificar lo que dijo, más nuevamente Marsh no la deja pues sujeta su mentón con cuidado y la mira con intensidad.
—Dime la verdad Marjorine, ¿Clyde te engaño? —pregunta.
No puede mentirle, no cuando la mira de esa forma, así que evita su mirada.
—No, él no...No, no lo hizo —miente.
Stan sabe que eso es mentira, lo puede notar a simple vista, por eso rechina los dientes con verdadero odio, él ya está harto.
Harto del idiota de Clyde que solo usa a la chica, harto de Craig y sus insinuaciones de que estuvo con ella, harto de Mark que la mira con esos estúpidos ojos de amor.
Ya no puede más, enserio que ya no puede, por eso manda todo a la mierda y hace lo que debió haber hecho aquel maldito día en que Wendy le arruinó la vida.
—Marjorine, yo estoy enamorado de ti —declara.
Los ojos celestes se enfocan en los azules.
—¿Qué?
—Estoy enamorado de ti —repite.
La chica ladea la cabeza, lo observa incrédula.
—No... esto, esto es una broma muy cruel —menciona tratando de alejarse.
Más él no la deja, en cambio la abraza con más fuerza.
—No es una broma, Marjorine, me gustas, estoy enamorado de ti, joder, besaría el suelo por dónde caminas, eres la chica más increíble, talentosa y bonita del mundo entero, estoy loco por ti —externa con vehemencia.
Ella niega nerviosa.
—No, tú... ¿por qué me haces esto? Yo, yo te entregué mis sentimientos, te dije como me sentía, la forma de hacerlo no fue la correcta pero no contestabas mis llamadas, ni un puto mensaje te dignaste a contestarme, ¿a qué viene esa confesión? ¿No ves lo cruel que estás siendo al jugar conmigo?
—Yo no estoy jugando, lo que digo es verdad —asegura.
—¡Entonces porque! ¿Por qué no contestaste mis llamadas? ¿Por qué no respondiste mis mensajes? ¿Por qué me ignoraste en esa puta fiesta? Porque, porque —cuestiona entre lágrimas.
—Porque soy un idiota, un cobarde, un crédulo de mierda, al principio fue porque pensé que aún estabas enamorada de Clyde, luego tuve miedo de lo que él me dijo, al final me mentí a mí mismo y pensé que a su lado serias feliz así que me contuve, no sabes cuánto me arrepiento —se lamenta.
Las lágrimas de Stotch se han detenido, lo observa inquieta.
—¿Qué te dijo Clyde?
—Que tú no me creerías nada de lo que dijera porque ignore tus mensajes.
Ella se lleva ambas manos a la boca y solloza dolida, Clyde le había dicho algo similar.
—Si Stan te dice algo sobre todo lo que le mandaste solo será por lastima, él realmente no he quiere, si te quisiera ya habría ido a tu casa a decírtelo o por lo menos habría contestado tus mensajes —recuerda.
Aquella situación se siente como un Deja Vú, recuerda a Kenny, diciéndole que tiene algo que contarle, tomándola de la mano, sonriéndole, deteniéndose en medio de la cafetería para levantarle el vestido y ridiculizarla frente a todos.
Ella corriendo, llorando, con el corazón destrozado, Clyde encontrándola, consolándola, siendo considerando.
Clyde.
El chico más dulce que desde la niñez no hacía más que tratarla bien, él que cuando regreso la seguía tratando igual aún a pesar de la reputación que se creó.
Clyde su amigo, su querido amigo había intervenido en su felicidad y no solo eso, la había hecho infeliz, dependiente, sumisa, una copia exacta de su antigua madre.
La revelación es demasiado dolorosa, así que llora aún más, por Stan, por ella, porque nuevamente la ha traicionado un amigo.
Por largo rato no hace más que sollozar con verdadero dolor, el de cabello negro se siente culpable al ver cómo sus lágrimas no paran, la abraza y acaricia su espalda con suavidad, cuando parece que todas las lágrimas se le han acabado habla.
—Clyde me engaño dos veces —revela.
Marsh aprieta los puños.
—Ese idiota —masculla con rencor.
—Sí, ese idiota, pero yo lo soy más al seguir con él a pesar de eso —asegura.
—No es cierto tu eres...
La rubia lo silencia con una sonrisa triste.
—No Stan, no soy buena, fui muy estúpida —declara sombría.
El muchacho niega, toma sus manos y las besa.
—Tú no eres estúpida, solo eres demasiado buena, él fue quien falló, quien debería de avergonzarse y sentirse estúpido es Clyde —dice.
—Dudo que sienta vergüenza, a estas alturas ya ni me importa, yo solo quiero acabar con todo lo que me ata a él —pronuncia en un suspiro mientras mira al chico —. Stanley, tú me sigues gustando, estoy enamorada de ti, sigo pensando todo lo que te puse en esos mensajes, tus ojos, tu cabello, tu forma de ser, todo me encanta, discutir, hablar, bromear, todo es genial contigo, estoy enamorada de ti, de tus virtudes, de tus defectos —proclama con amor.
El muchacho le sonríe, está increíblemente feliz de escucharla decir aquello.
—¡Dios! Gracias, no tienes ni idea de lo agradecido que estoy porque aún me quieras, Marjorine, yo te quiero, te quiero tanto —le susurra cerca de su oído.
Ella sonríe de igual modo, sus ojos están algo hinchados más eso no le resta belleza, está dispuesto a besarla de nueva cuenta, más antes de hacerlo ella lo evita.
—Stan, yo aún tengo novio, hacer esto no es correcto.
—Pero lo vas a dejar, ¿no?
—Sí, voy a dejarlo, pero hasta que eso suceda está prohibido eso de besarnos.
—¡Pero ese idiota te engaño!
—Sí, eso lo sé, pero yo no voy a ser como él, por eso por favor se paciente, ¿sí? Yo también te quiero, por lo que es muy difícil hacer esto, qué más quisiera yo que estar abrazada a ti besándote sin descanso alguno —reconoce.
—Mierda... está bien, pero dos meses son muy largos, ¿podemos si quiera tener un beso para la espera?
—Stan.
—Vamos, solo será uno, luego de eso respeto absoluto al idiota ese, que por cierto no se lo merece —farfulla lo último.
Ella suspira, lo piensa un poco, dos meses parece mucho tiempo, comprende lo desesperante que será para ambos mantener la distancia cuando lo que quieren hacer es demostrarse lo que sienten, ante eso termina rendida.
—Bien, solo uno, después de eso esperaremos hasta que ya no esté con Clyde, ¿vale?
—¡Acepto! —exclama, se acerca dispuesto a besarla más ella lo para.
—Oye Stan, tranquilo, hagámoslo despacio —pide.
Con cuidado ella sujeta su rostro, roza su nariz con la suya, le da algunos besos en las mejillas, luego de eso lo besa de modo lento, luego de un par de minutos se separan.
—...Nunca había deseado tanto que las vacaciones se acabarán —se lamenta.
—No digas eso, las vacaciones son increíbles, además tenemos mucho tiempo para pasarla juntos, tu sola presencia basta para hacerme muy feliz —declara.
—Sí, tienes razón, las vacaciones nos servirán para estar juntos, solo espero que Wendy no nos arruiné también esto —masculla con rencor.
—¡Ah! No recuerdo que Wendy nos haya arruinado nada, ¿o te refieres a que se la pasa pegada a ti? —pregunta curiosa.
El de cabello negro resopla y niega.
—Hay algo que debo contarte.
Luego de eso una larga conversación se lleva a cabo, resultando en un desagradable descubrimiento, no solo Wendy los jodió, si no que fue ayudada por sus amigas.
Marjorine no sabe si contarle a Gregory lo que su novia ayudo a hacer.
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Mañana llega Nahida, tengo fe en poder conseguirla, espero poder conseguirla.
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