Verdades que hunden y salvan.
Linda frotaba sus manos nerviosa, era domingo, su hija no habia regresado, de no ser porque el hijo de Liane se habia ido con ella, no sabria siquiera si estaba bien o mal.
Segun lo dicho por el castaño, ella dijo que tenia que resolver algo muy importante, asi que no sabia hacia donde iban con exactitud, asi que a la mujer no le quedo más que esperar, todos aquellos días, no habia dormido bien, no se habia alimentado como era debido, incluso pidio días libres en su trabajo para estar en su casa si es que su hija regresaba.
Paciencia ya no tenia, estaba al borde de un ataque de nervios cuando la puerta se abrio y por ella entro la causante de sus preocupaciones, al verla corrio inmediatamete a abrazarla, más todo se puso extraño cuando ella la evito y la miro fijamente.
—Fui a ver a mi papá —suelta en un susurro.
La adulta se queda rigida, retuerce sus dedos nerviosa.
—¿Por qué? —pregunta.
—Sabes, el lugar en donde esta no se ve nada mal, declararse un enfermo mental fue una jugada muy buena, tiene todo tipo de comodidades y amenidades, incluso se hizo amigo de varios locos —cuenta.
—Marjorine te estoy preguntando porque fuiste a verlo —repite.
La nombrada curva los labios hacia abajo en una clara mueca de desprecio.
—Necesitaba un porque, una respuesta satisfactoria que menguara mis inseguridades y miedos, una disculpa, una explicación, lo que fuera, ¿pero sabes que me encontré? —interroga.
—...
—¿No quieres saber que descubri, madre?
—No debiste de ir a verlo —murmura.
—Ya veo, debo de suponer que lo que me dijo es cierto —menciona.
—¡Las cosas no son como él te las dijo! —exclama.
—¿Entonces como son? Tu no me querias tener, el insistio, solo por eso me dejaste nacer —reclama.
—En ese tiempo tenia miedo, debes entenderme.
—¡¿Y a mí quién me entiende?! ¿Sabes cómo me siento de saber que la persona que pensé que me amaba, ni siquiera me quería tener y la persona que si me quiso me jodió la vida?
—¡Yo si te amo!
—Si me amaras, me hubieras protegido, no lo hiciste, mejor me hubieras matado —dice con rencor.
Un fuerte ruido resuena por toda la sala, la joven sostiene su mejilla, su madre la mira con culpa.
—Hija, lo siento, no era mi intención —se disculpa.
Más la muchacha solo la mira con odio y se marcha de ahi, la mujer lleva ambas manos a su cabello con desesperación, esta vez no sabe como arreglar el desastre que provoco su ex esposo.
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Sharon estaba harta de la actitud de su hijo, eso de embriagarse hasta perder el sentido era algo que estaba acabando con su paciencia, pues no solo tenía que soportar a un esposo alcohólico, sino también a un hijo, que era aún peor que su padre.
Para hacer todo peor, habían suspendido al chico de la escuela, además, como su esposo no fue a dar la cara por las tonterías de Stanley, ella tuvo que hacerlo y se llevó un regaño por no atender la petición de ir a la institución para ver qué era lo que pasaba.
Básicamente, la habían tachado de ser una mala madre, y todo gracias a la hija de Linda Stotch, o bueno, ahora McCormick, daba igual, el caso es que gracias a esa niña su hijo tuvo problemas muy malos, al grado de que la expulsión había sido considerada por la directora, afortunadamente desecho la opción y solo lo suspendió por una semana, misma que el joven aprovecho para perderse en su vicio.
A decir verdad, de no ser por Wendy, Sharon cree que no hubiera aguantado aquellos infernales días, la chica había demostrado tanta paciencia y amor para con el chico, que no podía evitar estarle agradecida por quererlo tanto, aun cuando él no se lo merecía.
Además de eso, ella le contó muchas cosas desagradables, como por ejemplo, que gracias a la niña de los Stotch, su hijo había agravado su problema con el alcohol, también le dijo que por ella es que tenía problemas con varias personas, para rematar le partió el corazón saber que ella solo lo usaba, pues era muy sabido que tenía la reputación de ser una chica fácil.
Es por eso que, cuando la vio enfrente de su puerta, no se conmovió de su mal semblante.
—Disculpe, señora Marsh, ¿podría ver a Stan? —pregunta.
La castaña se cruza de brazos y niega.
—No, no puedes, de hecho, quiero que te marches y dejes a mi hijo en paz, ya le has hecho suficiente daño, ¡casi lo expulsan de la escuela por tu culpa! —exclama furiosa.
—Lo lamento, no era mi intensión, yo solo necesito hablar un momento con él, le prometo que no tardare —dice.
Más la mujer no quiere que su hijo tenga más contacto con aquella chica, por lo que se niega y saca su frustración y molestia.
—Mira niña, Stanley ya tiene demasiados problemas como para que tu le aumentes más, déjalo en paz, lo único que has logrado es empeorar su caracter, esta descontrolado por tu culpa, asi que hazme un favor y deja de buscarlo —ordena.
—Pero señora, yo enserio necesito hablar…
—¡Pues ve y habla con tu madre o con alguno de los pobres tontos a los que les abres las piernas!
La joven se queda en silencio, la mujer la empuja y la apunta con el dedo.
—No quiero volver a verte aqui, mucho menos quiero verte cerca de Stan, si sé que te le acercas tendras problemas —amenaza y cierra la puerta.
Al estar dentro de su casa la mujer suspira, Wendy, quien estaba ahi le sonrie con pena.
—Es muy insistente, pero hizo bien, es lo mejor para Stan —asegura.
—Sí, lo sé —responde sin más.
Sharon está cien por ciento segura que lo que hace es lo correcto.
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Mark no hace más que ver el techo de su habitación, sus padres, quienes estan ahi, lo mira sin entender que es lo que pasa por su cabeza, el silencio lo rompe su padre, quien carraspea.
—Hijo, nosotros no queremos regañarte, solo queremos comprender que fue lo que paso.
El muchacho suspira antes de comenzar a hablar.
—Estaba enojado, lo que dijo Donovan fue un chiste, no se tomaba nada en serio, ¿un error? Un error es algo de una vez, lo que el hizo fue constante, ni siquiera se arrepintio, solo estaba tratando de justificarse… No pude evitarlo, fue demasiado desagradable lo cobarde que es para admitir sus errores —explica.
—Ya veo — menciona el hombre mientras se queda pensativo.
La mujer habla y dice la idea que se esta formando en su cabeza.
—Mark, ¿esa chica te gusta? —cuestiona.
—Si, me gusta —revela mientras se lleva las manos a la cara —. Yo no me habia dado cuenta, no fue hasta que la vi caer y supe lo que se atrevio a hacerle Donovan que lo descubrí… Yo la alente, le di animos cuando se sentia mal, cuando la hizo llorar, más nunca hice nada por ella, si lo hubiera hecho nada de esto habria pasado, ella seguiria sonriendo, iluminando el día de las personas que la queremos, si solo hubiera hecho algo — solloza.
Su madre se acerca y lo consuela por largo rato, cuando se ha calmado un poco, sujeta sus manos y lo mira con cariño.
—Estamos orgullosos de ti, aun con eso no aprobamos el uso de la violencia, se que no todos los chicos son considerados como tu, aun con eso no esta bien actuar y tomarte la justicia por tu cuenta, eso nunca sale bien, no queremos que algo así se vuelva a repetir, ¿estamos?
—Si mamá.
—Bien, ahora solo nos queda decirte que des tu mejor esfuerzo por demostrarle a esa chica cuanto la quieres, lo va a necesitar —susurra.
El castaño no entiende a que se refiere su madre con la ultima frase, más planea cumplir con su consejo y no dejar sola a Marjorine.
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Cuando regresa a su casa se da cuenta de que ya no hay nadie, ni siquiera le toma importancia, ya nada le importa, solo quiere acabar de una vez por todas con todo, su corazón duele, duele mucho, ahora ya no tiene nada, ya ni siquiera puede llorar, pues parece haber perdido esa capacidad también.
Sube a su cuarto de modo automatico, al entrar se dirige al baño, rebusca entre sus cosas algo, cuando da con el objeto lo mira con atención, luego de eso se mira en el espejo, no se reconoce.
Toca su rostro sin dejar de mirarse, si va a bajar el telón quiere que sea tal y como es realmente, así que limpia su cara, la cicatriz en su ojo se hace visible, luego quita el lente de contacto, al terminar con eso vuelve a mirarse, sonrie.
Esa es ella, la niña dañada a la que le arrebataron todo, con eso en mente cierra los ojos y apunta hacia su garganta, antes de acabar con todo pide perdon a Dios por lo que va a hacer, la verdad es que ya no puede soportarlo, ya no hay nada a lo que aferrarse.
Suspira, se ha decidido, está a nada de lograr su cometido, más un manotazo le tira las tijeras y la hace abrir los ojos, al hacerlo ve a Kenny, quien la mira asustado.
—¿Qué mierda ibas a hacer?
—La respuesta es obvia, ahora vete —ordena.
—Estas loca, no me voy a ir —asegura.
—Bueno, entonces me voy yo —susurra tratando de marcharse, más es detenida por el rubio.
—Tampoco te vas a ir, no voy a dejar que te hagas daño, tu madre está preocupada, te está buscando por todos lados —recalca.
—¿Y eso a mi que?
—Es tu madre, te está buscando, ¿no te causa pena ver toda la angustia que le generas?
—No, la verdad no, ¿crees que voy a sentirme mal por la persona que ni siquiera me quería tener?
—¿Qué?
—Si, lo que oyes, ella no me quería, la única persona que lo hacía es un estúpido mal nacido al que le arruiné la vida, ¿y sabes que? No me arrepiento, por mi ambos se pueden ir a la mierda, los odio, desearía nunca haber nacido, así no habría tenido que vivir todo este infierno —declara con odio.
—...Yo no sabía.
—Pues ya lo sabes, entonces, ¿ahora sí puedes regresarme lo que me quitaste y dejarme sola?
—No, yo no puedo.
—Kenny, ¿no entiendes? Nadie me quiere, nunca debí de existir, ahora devuelveme esas malditas tijeras y lárgate de aquí —grita enfurecida.
La mente del rubio no puede procesar correctamente todo de lo que se acaba de enterar, aún con eso sabe que dejarla sola no es una opción, por lo que la toma de las manos y le dice aquello que ha guardado desde niño.
—Yo siempre te he querido, lo hice desde niño, no me importa que tú no me hayas querido, ni siquiera me importa si al que haz querido desde niños resultó ser un idiota, yo te quiero, lo he hecho desde que era un mocoso, lo sigo haciendo ahora que somos jóvenes, por favor, se que no soy nadie, pero vive por mi, por favor —le ruega.
Un nudo se le forma en la garganta, sostiene su pecho, las lágrimas vuelven a correr por sus ojos.
—Yo también te he querido desde que somos niños, lo sigo haciendo, eras lo único que tenía, ¿por qué me hiciste esa broma tan fea? —cuestiona dolida.
—Porque me puse celoso, tu estabas con Clyde, le sonreíste de un modo en que nunca lo habías hecho conmigo, entonces yo creí que te gustaba, me enoje, me deje llevar por lo que me dijo Cartman, lo siento, yo no sabía que tú me querías —pronuncia avergonzado.
Ella lo abraza y llora, no sabe que siente, pues todo en ella es una mezcla de sentimientos, solo sabe que necesita aferrarse a alguien, Kenny va a ser el afortunado o desafortunado en llevar a cabo ese papel.
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