Un intento desesperado e infructuoso.
Las clases eran aburridas a más no poder Kenny observaba a la profesora hablar sin prestarle real atención, así se la paso en todo el horario escolar, solo paro con aquello cuando el timbre que anunciaba el fin de clases se escuchó.
Aquello fue música para sus oídos, guardó sus cosas con prisa, sus amigos lo miraron extrañados cuando salió del salón corriendo.
Cuando el rubio llegó a su destino, la chica de cabello negro lo mira irritada.
—Te dije que yo te llamaría, ¿tu pequeño cerebro no sabe acatar órdenes? —cuestiona con brusquedad la chica.
—Soy capaz de tomar mis propias decisiones, por eso estoy aquí, ¿quieres volver a ir a mi casa? —pregunta ignorando la molestia de la contraria.
—McCormick, yo no soy una de esas chicas que tanto esperan tener una oportunidad contigo, a mi me importa poco todo eso y lo sabes, ahora lárgate, tengo cosas que hacer —ordena.
—¡Ay, vamos! Pero si nos la pasamos super Henrrieta, ¿oh me lo vas a negar?
—... Tienes suerte de que me agrades un poco, así que dejaré pasar esto, solo vete, mis amigos están por llegar, no quiero que me vean contigo —susurra.
—Bueno, tu te lo pierdes —alega ofendido y se va de ahí.
La chica gótica no hace más que rodar los ojos y suspirar, ¿en qué momento se le ocurrió que meterse con Kenny McCormick era una buena idea?
En tanto que el rubio no hace más que caminar desanimado, su padre le aviso que Linda y él llegarían bastante noche ya que tenían algo que hacer, obviamente lo único que querían hacer era estar como los adolescentes calenturientos, pero bueno, ¿que se le iba a hacer?
El caso es que no quería estar solo con Marjorine, se sentía tan incómodo y molesto de solo verla que buscaba cualquier excusa para no estar junto a ella a solas.
Maldijo en sus adentros a sus amigos, pues según iban a estar muy ocupados aquel día, así que su única opción era Henrrieta, pero ella no cedió ante su ofrecimiento, lo que lo dejo sin ninguna opción más que ir a su casa a encerrarse en su cuarto.
Estaba tan fastidiado que ni siquiera se dió el tiempo de ver la bicicleta que estaba en la entrada de su casa, solo fue consciente de que la chica no estaba sola al escuchar risas y la inconfundible voz de Stan.
Ante eso sus pies se mueven solos, pronto está frente a la habitación de la rubia, la puerta está convenientemente abierta, ellos están sentados frente a la computadora mirando lo que parece ser un vídeo.
Ella habla mucho, parece estarle explicando algo al contrario pues él le está prestando total atención, verlos así le recuerda tanto a él mismo que no hace más que carraspear para acabar con aquel ambiente.
—¡Oh, Kenny! Pensé que llegarías tarde —dice ella.
Pero el rubio ni siquiera le contesta, mira con intensidad a su amigo y frunce el ceño.
—¿Así que muy ocupado no? —reclama.
—Pues si estoy ocupado —se defiende.
—... Como sea —se da la vuelta, sale de ahí y se encierra en su habitación.
Ya ahí se acuesta en su cama y resopla con cansancio, el sabe que Stan no tiene la culpa, más bien la única culpable es Marjorine, tiene un tipo de encantó único que atrae a los chicos, eso lo sabe muy bien, sin poder evitarlo se pierde en sus recuerdos.
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Había llegado temprano a la escuela, su madre gracias al cielo no había tomado el día anterior, por lo que no tuvo la necesidad de faltar aquel día a clases, aun con eso se sentía un poco preocupado por Karen, ella era todavía tan pequeñita y frágil que dudaba de la capacidad de su mamá para mantenerla a salvó.
De repente le pareció una muy mala idea el haber ido ahí, por eso se dió la vuelta dispuesto a irse, no pudo dar ni siquiera dos pasos cuando en su campo de visión apareció cierta rubia quien caminaba muy concentrada mirando el suelo.
Sus pies se quedaron pegados en el suelo, su estómago se contrajo nervioso, las manos le comenzaron a sudar, se encogió cuando los ojos celestes lo miraron, una sonrisa surcó sus labios.
—Hola Kenny, ¡que bueno que viniste! ¿tienes hambre? Traje emparedados, ¡también traje un jugo para ti! Además de galletas y algunos dulces, ah sí y mira esto —murmura rebuscando en su morral, cuando encuentra lo que busca lo saca y se lo muestra al contrario quien no puede evitar sentir ternura —. Se que no es lo más increíble pero la hice con cariño, espero que le guste a Karen —susurra nerviosa.
El niño no puede hacer más que abrazar a la niña, ella es tan dulce y amable que es inevitable no quererla, se separa de ella y la mira tímido.
—Butterscotch, ¿te saltarás las clases conmigo para ir a cuidar a Karen?
—¡Salchichas! Eso es muy arriesgado Ken.
—Umm, entiendo, bueno, supongo que entonces me voy yendo antes de que alguien más me vea —dice desanimado.
—Ken, espera —dice nerviosa mientras frota sus nudillos—. Yo si quiero ir contigo —musita.
—¿Segura? Tampoco quiero causarte problemas o que tus padres te castiguen.
—No importa Ken, igual siempre me castigan por todo, por lo menos si voy contigo pasaré un buen día —admite mientras baja la vista nerviosa.
—Bueno en eso tienes razón… ¡Entonces vamos! A Karen le gustará verte, ¡le agradas mucho!
—Y ella me agrada a mi, es tan pequeñita, frágil y pura —musita con suavidad.
Ambos niños se van corriendo rumbo a casa de Kenny, en el camino se toman de las manos, pues la rubia es bastante torpe y tiende a tropezar y caer.
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Sus recuerdos se cortan cuando escucha ruido de muebles moviéndose, sabe que deben de ser Marjorine y Stan, por lo que no tiene nada de qué preocuparse, más la curiosidad hace mella en su interior.
¿Qué estarán haciendo?
Trata de no pensar en eso, más los ruidos no paran, su curiosidad es más grande por lo que termina cediendo, sale de su habitación, observa la de la contraria, no están ahí, por tal razón baja.
Lo primero que puede notar solo pisar el último escalón es gran parte de los sillones casi en la puerta de la entrada, eso significa que están en la sala, con algo de dificultad logra pasar.
Va a preguntar que demonios creen que hacen, más todas sus palabras mueren al ver a Marjorine bailando, o bueno, eso cree.
Se mueve de un lado a otro, parece ponerse de puntas y girar, eso le recuerda a las muñecas con que juega Karen, aunque lo que verdaderamente le asombra es cuando gira tan rápido, solo verla lo marea, cuando parece terminar con eso la rubia resopla y se tira al suelo.
—Necesito un espacio más grande, así salió muy feo —se lamenta.
—¡Para nada! Fue genial, casi tan rápido como el vídeo.
—Podría ser igual de rápida, pero… —silencio, los ojos celestes se posan en los amatistas —. ¿Te despertamos? Lo siento, teníamos que probar algo —se disculpa desviando la mirada.
—Está bien, solo regresen todo a su lugar —murmura, luego de esas palabras se marcha de nuevo a su habitación.
Se tira de nueva cuenta a su cama pero está vez con una sensación amarga en el estómago.
—Prometiste que yo sería el primero en mirar —susurra con desánimo.
Todas sus emociones lo están abrumando y torturado horriblemente, pues pasa del enojo y desagradó, a la tristeza y añoranza.
En verdad se arrepiente de haberse fijado en Marjorine pues gracias a eso está muy jodido.
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La última clase era muy aburrida, para su buena suerte el timbre suena, lo que da por terminada esa semana de mierda, el castaño se estira con pereza.
—Por fin se acabó está tortura —dice victorioso.
—Para ti todo es una tortura culon —ataca Kyle.
El castaño se encoge de hombros y responde tranquilo.
—Como sea, es fin de semana, mi juego tiene una nueva actualización, así que pasaré estos días alejado de Hippies borrachos, ladrones judios y rubios más fáciles que la tabla del uno, jodanse, me voy a casa —declara de buen humor.
No sé espera a ver si le dicen algo, enseguida se marcha, camina por los pasillos con calma, aunque internamente está emocionado, la actualización de ese día luce prometedora, si todo sale bien tendrá un fin de semana muy divertido y relajante.
Para su maldita mala suerte Kenny lo intercepta tomándolo del hombro.
—Cartman, necesito que me ayudes con algo —pide.
—No, jodete Kenny, este fin de semana estoy muy ocupado, así que ve y busca una de tus putas y ponla a trabajar —dice despectivo zafandose de su agarre.
El rubio es insistente, ahora lo sujeta con más fuerza y lo mira fijamente.
—Esto es serio, tienes que ayudarme.
—El significado de seriedad contigo no es muy alentador, casi siempre es una tontería, así que resuelvelo tu solo, ya estás grande para saber cómo resolver tus problemas Ken.
—Esto no es por mi, es por Stan.
—¿Stan?
—Si.
—Entonces pídele ayuda al judío, a mi Stan ni me cae bien.
—Eric, deja tu pose de chico chulo, esto es serio, necesitamos alejar a Stan de Stotch —declara.
—Uh, Stotch, que interesante Kenny, ya no hay Marjorine —se burla.
—Esto es serio, si no hacemos algo él va a terminar como yo.
—Dudo que pueda dejarlo peor que Wendy, no deberías preocuparte, Stan echara a perder las cosas él solo, no necesitas hacer nada —externa aburrido.
—Es que no me estás entendiendo, a él le gusta —advierte.
—No le gusta, solo está muy afectado aún por lo de Wendy, quien mejor para consolarlo que una rubia igual de fácil que tú —ironiza trata de zafarse nuevamente pero la voz sería de Kenny lo detiene de su intento.
—Enserio le gusta, la escucha, la mira del mismo modo en que lo hacía con Wendy, se interesa por las cosas que le gustan, él va enserio —musita cabizbajo.
El castaño rueda los ojos y gruñe con fastidio.
—¿Y que se supone que quieres que hagamos?
—No tengo un plan, pero sé que tú puedes hacer uno.
—...¡Diablos Kenny! Otro poco y me pones a salir con tus mujeres —brama molesto.
Ambos se van caminando juntos mientras hablan de la mejor forma de alejar a Stan de Marjorine.
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Podría estar durmiendo en aquellos momentos, soñando con un mundo sin judios pero no, ahí estaba él, un domingo por la mañana en el viejo refugio de animales a las afueras del pueblo.
Su ánimo es sombrío, joder a Butters es divertido, pero no lo es tanto cuando su tiempo de sueño a sido interrumpido, mira al rubio con fastidio.
—Kenny, si te equivocaste te parto las bolas —amenaza.
—Ya te dije que no me equivoqué, no deben tardar en llegar —repite con hastío.
El castaño rueda los ojos ante las palabras, tienen más de media hora parados como idiotas, está a nada de mandar a la mierda al rubio, para buena fortuna de este las personas que esperaban se hacen presentes.
Lucen animados, aunque todo el buen humor parece desaparecer de sus rostros cuando los ven ahí.
El primero en hablar es Stan, quien detiene la bicicleta y mira con extrañes a sus amigos.
—¿Y ustedes qué hacen aquí? —cuestiona.
—Solo vinimos a prestar ayuda a los animales necesitados —responde Eric.
Las cejas de Stan se fruncen con incredulidad.
—¿Enserio? Pero si nunca habían querido acompáñame —rememora.
—Bueno, siempre hay una primera vez, ¿no? —dice ahora Kenny.
—Si, supongo, umm, lo mejor será entrar, hay muchas cosas por hacer hoy —declara con más ánimo el de cabello negro.
Los tres no hacen más que seguirlo, solo entrar son saludados con educación y llevados uno a uno por personas diferentes, cuando menos se lo imagina está limpiando la mierda de los animales.
Cartman maldice a Kenny de una y mil formas, se pasa más de medio día haciendo aquello, para ese momento ya se siente asqueado, afortunadamente la persona con la que esta le dice que ese es el último lugar por limpiar.
Aún con eso no canta victoria pues tiene que ir a ayudar a terminar de poner una cerca y luego pintarla, su paciencia ya está al límite, a las dos de la tarde paran con las actividades para sentarse a comer algo.
La comida le sabe a gloria, ya que no pudo desayunar en la mañana, cuando ya tiene un poco más de energías observa que ahí están Stan y Kenny, pero de Butters ni sus luces.
Cuando termina con los alimentos lo mandan con sus amigos, quienes ahora están pintando la cerca, su mal humor regresa, enserio se vengará del rubio por hacerle perder el tiempo de ese modo.
El encargado del lugar llama a Stan, eso lo deja solo con McCormick, a quien enseguida le hace saber su disconformidad.
—Kenny, arruinaste mi fin de semana, espero que estés preparado para las consecuencias —advierte.
—Realmente pensé que esto sería diferente, nunca creí que en verdad vinieran a ayudar —murmura.
—Tu cerebro es un inútil al igual que tú, he estado todo el maldito día como la cenicienta, se supone que el fin de semana es para descansar pero gracias a ti no fue así —escupe frustrado.
El contrario no sabe que decir, él se siente muy estúpido por haber echo todo aquello, sabe que una disculpa no calmara el mal humor y sed de venganza del castaño, aunque por ahora es lo único que puede hacer.
Va a abrir la boca para disculparse, más es interrumpido por uno de los adultos encargados.
—Chicos, ya es suficiente, agradecemos mucho la ayuda que nos han dado hoy, no saben cuánto apreciamos el tiempo que nos han dado, esperamos verlos más seguido por aquí, las manos jóvenes siempre nos vienen bien —halaga el hombre.
—¡Oh no es nada! Es un placer ayudar —dice Eric con una falsa sonrisa amable.
El contrario le devuelve la sonrisa.
—Bien, nos estamos viendo —se despide.
Antes de que se pueda marchar Kenny habla.
—Huh, disculpé, ¿sabe dónde están nuestros otros dos amigos?
—¡Ah sí! Stan estaba ayudando a mover algunas cosas, la chica rubia está terminando de bañar a algunos perros, les recomiendo que vayan antes de que termine, su concierto ha gustado mucho a todos los que la han escuchado —finaliza y ahora sí se va.
Café y amatista se miran fijamente, pronto preguntan en dónde está el lugar donde bañan a los animales, cuando reciben las indicaciones inmediatamente se marchan para allá.
Al irse acercando al lugar pueden escuchar a alguien cantado, reconocen que es la rubia, pues recuerdan la vez que cantó con Scott, cuando llegan al lugar ven que el de cabello negro ya está ahí, el observa absorto mientras ella sigue en lo suyo.
Cuando la canción para la rubia se gira a mirarlo y le sonríe, parecen hablar de algo pues comienzan a reír, el cabello siendo enrollado en el dedo femenino, las mejillas rojas, la forma tan peculiar de batir las pestañas le hace saber que no solo Stan gusta de ella, si no que el sentimiento es mutuo.
Aquello es tan irreal, que no puede evitar hacer una mueca de desagrado.
A su lado Kenny solo puede sentir la conocida sensación de vacío y amargura en su interior, sus pies se mueven solos, como le pasa siempre que ve a esos dos juntos.
—¡Hey! Deberíamos irnos, creo que ya no somos necesarios aquí —opina.
—¡Ah, si! Pueden irse adelantando si quieren, Mar tiene que cambiarse de ropa si no quiere enfermarse —indica.
—Sip, ya terminé, solo necesito llevar a estos amiguitos a su casa, enseguida de eso me cambio y nos vamos —comenta mirando al de ojos azules.
El rubio claramente se siente excluido, va a decir algo más no puede, pues la voz de Cartman silencia cualquier cosa que quiera decir.
—Stan, ¿sabías que Butters odia el alcohol?
—¿Qué?
—Si, ella enserio lo odia, casi tanto como a los borrachos de mierda, ¿es curioso no crees?
—¿Qué de eso te puede parecer curioso? —cuestiona la chica con suavidad—. A todos nos disgusta algo, no creo que tenga nada de malo —señala.
Marsh tiembla ante esas palabras, mira al castaño con súplica, más eso no sirve, pues él sonríe torcidamente.
—Es curioso porque eres amiga del mayor borracho en todo South Park —revela señalado a Stan.
Este mira a la chica avergonzado, su vergüenza es tal que no hace más que huir de ahí pues se siente humillado.
—¡Stan, espera! —exclama preocupada, más eso no detiene al chico, chasquea la lengua con molestia, su mirada se ensombrece al mirar a ambos chicos—. Ustedes dos son unos amigos de mierda —escupe con desprecio, acto seguido se va por el mismo lugar que el pelinegro.
—¡Qué demonios fue eso Cartman!
—Eso fue lo que querías, ¿no?
—Pero no de este modo, no tenías porque avergonzar así a Stan, ¡es nuestro amigo! —reprende.
—¿Amigo? Por Dios Kenny para con tu farsa.
—No sé de qué demonios hablas Gordo.
—Claro que sabes de lo que hablo, no te hagas idiota, lo que pasa es que a ti te sigue gustando Butters.
—Estás equivocado, yo solo estaba preocupado por Stan.
—Si, ajá, y yo soy el mejor amigo de Kyle, por favor, tus celos son demasiado evidentes, no eres nada sutil. Te la pasas viéndolos en clases, tu reciente actitud solo lo confirma, además de que el día que sugerimos que Stan podría estar saliendo con esa extraña chica gótica te hizo sonreír tranquilo —pausa, luego un carraspeo—. Admitelo Ken, ella te sigue gustando, por eso me pediste ayuda a mi, porque no te importo joder a Stan con tal de alejarlo de tu "hermanita" ya está hecho, aún así ella nunca será para ti pues tienes la mala suerte de que ahora son familia, así que déjate de quejas y disfruta del momento que tanto querías —menciona con burla, dicho eso se da la vuelta y se marcha por fin de aquel horrible lugar dejando a un rubio arrepentido y pensativo.
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Mar corrió detrás de Stan, cuando por fin lo alcanzó se detuvo y se inclinó a su lado.
—Carajo, eres muy rápido, otro poco y no te alcanzaba —se queja con falso pesar.
Más sin en cambio, el chico ni la mira, mucho menos le dice nada, eso solo logra hacer que ella suspiré y acaricie el puente de su nariz.
—¿Lo que dijo Eric es cierto?
—Si.
—¿Cuándo comenzó?
—No sé, honestamente no es algo que recuerde, pero creo que fue a los 10 u 11 años.
—¡Qué! ¡Eso es mucho! —exclama con asombro.
—Lo es… ¿Quiero suponer que lo que dijo Cartman de tu odio hacía el alcohol es cierto? —cuestiona en un susurro.
—Si, es cierto.
—Supongo que ahora que sabes que tiendo a tener momentos en que me alcoholizo nuestra amistad se acabó —menciona cabizbajo.
—No, nada se va a acabar.
Él se gira a verla con confusión.
—Pero…
Ella lo silencia tapando su boca con su mano.
—Tu no eres un monstruo, eres alguien increíble, tu problema me preocupa, pero sé que es algo que tienes que manejar tu, igual cuentas conmigo, ¿por algo somos amigos ahora, no? —proclama con seguridad.
Él asiente moviendo la cabeza, con suavidad quita su mano de su boca y sonríe levemente.
—En verdad me siento aliviado, mi condición no es algo que me enorgullezca, de hecho quisiera creer que no es tan sabido, igual, este no era el modo en que quería que te enteraras —dice consternado.
—Entiendo, hay cosas que nos corresponden solo a nosotros decirlas, el actuar de Eric y la pasividad de Kenny estuvo mal, fueron unos pendejos totales —escupe furiosa.
—De Cartman se esperan este tipo de cosas, a favor de Kenny solo puedo decirte que estás situaciones lo pillan con la guardia baja —asegura.
—¡Eso no es justificación! Esos idiotas de mierda, ¿quienes se creen ellos para estar diciendo cosas que no les incumbe? —vocifera molesta.
—Oye tranquila.
—No, nada de tranquilidad, debes de patearles el trasero, es lo mínimo que se merecen.
Marsh mira a la rubia quien habla sin parar sobre cómo debería vengarse, ella enserio parece molesta, no se le ocurre mejor forma de tranquilizarla que pasarle un brazo por el hombro y medio abrazarla.
—Oye, enserio no te debes preocupar, si me moleste por lo que pasó, pero como te digo, Cartman es así y Kenny nunca actúa con malicia —explica.
Ella hace un puchero cuál niña pequeña.
—Enserio, no sé si admirarte o darte un golpe para que recapacites —susurra.
—Bueno, creo que ninguna opción es viable, tú eras igual de niña, le perdonabas todo a Cartman.
—¡Auch! Buena jugada del capitán Marsh.
—Olvidemos eso, ¿regresamos? Sigues mojada y hace algo de frío.
—Umm, espera, quiero quedarme un poco más aquí.
—¿Por qué?
—Te voy a enseñar algo para que estemos en igualdad.
El muchacho arquea las cejas confuso, ve como ella talla uno de sus ojos con su suéter, cuando se gira a verlo él nota algo diferente.
—¿Qué te pasó en el ojo?
—Pelee con un monstruo y gane, aunque bueno, me dejó esto y la cicatriz que tengo por el abdomen, ¿la recuerdas?
—¿Un monstruo?... Te refieres a…
La muchacha lo besa para silenciarlo, sabe lo que dira, tiene toda la razón, más no quiere confirmarlo, pues eso solo traerá más preguntas, las cuales no tiene deseos de responder.
Cuando se separan ella lo abraza y esconde la cara en su cuello.
—No digas nada —pide.
—Está bien —responde.
Permanecen de ese modo por mucho tiempo, Stan comprende que hay algo que la rubia esconde, lo comenzó a intuir desde que se hizo más cercano a ella, honestamente espera que algún día tenga la confianza de contarle lo que la lastima.
Sin que ellos se den cuenta Kenny ha presenciado todo, pues luego de reflexionar quiso pedirle una disculpa a su amigo, además de querer cortar lo que sea que le pase con Marjorine.
Para su mala suerte lo único que obtuvo es una vista de aquellos dos besándose y abrazándose como si fueran novios, su interior duele, unas increíbles ganas de alejarlos nacen en él.
Ante eso no hace más darle la razón a Cartman, aún no ha olvidado a Mar, el amor infantil es más fuerte de lo que llegó a imaginar, sin duda no es algo para lo que estuviera preparado, por tal razón solamente se da la vuelta y se marcha.
En el camino a su casa reflexiona, montones de pensamientos, recuerdos e ideas llegan a su cerebro, este estado finaliza cuando tocan la puerta de su habitación y la abren con cautela.
—Kenny, mamá dice que bajes a cenar —pide en un susurro.
Los ojos amatistas se posan en la figura femenina, la mira fijamente, esto incómoda a la contraria quien se remueve nerviosa.
—Amm, no tardes, baja pronto —sugiere, cierra la puerta, sus pasos apresurados bajando la escalera se pueden escuchar.
Ese pequeño momento le da la respuesta sobre lo que tiene que hacer, toma su celular, teclea de forma rápida, cuando termina lo lanza a la cama y baja a cenar con su familia.
En otro lado más específicamente en el hogar Cartman—Donovan, un mensaje le llega al hijo de Liane, por inercia toma el aparato, pues puede tratarse de algún mensaje de sus amigos de juego, al ver el nombre de Kenny frunce el ceño, está tentando a no abrir el mensaje, más la curiosidad de saber que quiere decirle lo hace abrir el mensaje.
Ante cada línea del texto su rostro se ensombrece, cuando termina de leer deja el aparato en su buró y sale de su habitación, baja las escaleras hasta la cocina.
—Mamá, hay algo que quiero preguntarte.
—Si, ¿qué es cariño?
—Porque Marjorine odia a los borrachos.
El vaso que lavaba la castaña se le resbala de los dedos y se rompe en pedazos, se gira a ver a su hijo.
—¿Por qué quieres saber eso cariño?
—Es simple curiosidad.
—...¿Por qué no regresas a tu habitación? Te llevaré algunas galletas que acabo de hacer, son tus favoritas —dice evadiendo el tema.
—No quiero galletas mamá, quiero saber el porqué de tanto odio hacía esas cosas en específico.
—Eric, hay cosas que es mejor no saber, por favor, se un niño bueno y olvida el tema —pide.
—Madre, yo soy tu hijo, no la estúpida rubia, así que ve abriendo la boca y dime lo que quiero saber o nunca más te volveré a dirigir la palabra —amenaza.
La mujer suspira cansada, sería tan fácil mentirle a su hijo, más sabe que cuando sepa la verdad todo será peor, así que no tiene otra salida más que ser honesta.
—Cariño, lo mejor será que te sientes —sugiere.
El castaño hace lo que su madre le dice, ella lo imita, ya sentada comienza a relatarle una historia, una que al principio le parece tan aburrida que bosteza, al pasar de los minutos su actitud cambia, sus ojos se abren incrédulos, ante cada palabra su estómago se revuelve, cuando su madre finaliza lo mira con pesar.
—Hijo, nadie puede saber esto, no sé que pasó entre tu y Marjorine, pero te suplico en nombre de su amistad pasada que no comentes nada de lo que te acabo de decir.
El muchacho asiente, se levanta de su sitio y sube de modo mecánico, su madre lo mira preocupada.
Haberle dicho aquello no fue lo más inteligente, más no lo pudo evitar, ella quiere tanto a su hijo que no soportaría ser ignorada por este, solo espera que el cumpla su palabra y no divulgue entre sus amigos el secreto de Linda y Marjorine Stotch.
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¡Viva, la una de la mañana! Hora de publicar 😎
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