Soltar y despedir con amor.
Los días pasaron muy rápido, febrero llegó en un abrir y cerrar de ojos, cuando menos lo imagino era once, día de su presentación, se marcharon temprano, con una Emma más que emocionada, aunque no tanto por la presentación, si no que ella iba a encontrarse con el amor de su vida —asi la llamaba—, que curiosamente era la ex maestra de Mark, Heidi, Nelly, Rebecca y hasta de Marjorine.
Por eso cuando llegaron al lugar, la joven de cabello negro bajo rápido y se abrazo a la mujer pelirroja.
—¡Sophia! Amor de mi vida, te extrañe mucho —exclama.
La mujer sonríe levemente.
—Señorita Martin, yo también la extrañe, relájese un poco, traiga a sus alumnos y entremos, hace mucho frío aquí —dice con suavidad.
—Ah, señora Gray, mi amor, tus órdenes serán cumplidas a la perfección —externa segura —. Vamos chicos, entremos pronto —indica.
Ambos asienten, la rubia toma del brazo al chico.
—Emma y las cincuenta sombras de Gray —susurra con las cejas fruncidas.
El castaño solo rie y niega.
—Silencio, recuerda que si te escucha la clase será más pesada —murmura.
Una advertencia demasiado tardia, pues fueron escuchados, fue un día horriblemente pesado, al salir a presentarse eso se les olvidó, dieron su mejor esfuerzo, Marjorine no dejaba de asombrarse en lo bien que congeniaban ella y Mark.
Todo era más fácil si él estaba a su lado, bailar se había vuelto algo facilisimo con él como compañero, entonces todo salió increíble, muchos aplausos, además de sentir una gran satisfacción de todo lo logrado.
Al terminar e ir a dónde estaban sus amigos se encontró solo con Stan, Craig, Heidi, Nelly, Tweek y Eric, los demás le habían avisado que no podrían asistir, no se molestó ya que sabía tenían algunas otras cosas que hacer, para su sorpresa se encontró con alguien más que no esperaba.
—¿Karen?
La niña corrió al ser nombrada, la abrazo felíz.
—¡Hola, hermana! —saluda animada.
—Hola pequeña, ¡qué bonita estás! —halaga, está feliz de verla, aunque eso pasa a segundo plano cuando también ve a Kenny, su corazón se estruja, así que abre los brazos y sin pensarlo mucho habla —. Kenny, ven y abraza a tus hermanas —dice.
Aquello no le hace mucha gracia, pero aprovecha la oportunidad, abraza a su hermanita y a la rubia con cariño.
Uno que es incómodo de ver para la mayoría, no así para Stan y Mark que solo ven aquello curiosos, cuando se separan Stotch sonríe a la menor.
—Karen, cariño, ¿podrías adelantarte con nuestros amigos? Hay algo que tengo que decirle a Kenny —murmura con suavidad.
La niña asiente, camina directo hacia Cotswolds y lo toma de la mano.
—Parecia que volaban, nunca había visto a un chico bailar así, eres increíble —adula.
—Gracias, me alegro que te gustará, vamos a esperar a Emma, quedó de llevarnos a cenar, en un momento tus hermanos estarán con nosotros —menciona amable.
La castaña obedece y se marcha con él, las chicas los siguen, incluso Stan y Tweek, aunque este último se ve dudoso, quienes no se marchan con facilidad son Tucker y Cartman.
—Butters, no necesitas hacer esto —opina el castaño.
—Lo se, aún no estoy bien, pero es necesario dar la cara, yo empecé esto, yo lo voy a terminar.
—...Está es una mala idea y lo sabes —señala el de cabello negro.
—Eso lo tengo en claro, por favor adelantense, será rápido —asegura.
Los dos chicos se dan la vuelta y se marchan tal y como pidió, al quedarse solos ella se remueve incómoda.
—Kenny, yo lo siento mucho, lo que hice no fue justo, estoy muy arrepentida por lo que te dije, tu no tendrías que estar así, deberías ser felíz, sonreír, ser el chico despreocupado que a todos les cae bien —murmura cabizbaja.
Más el rubio bufa y se cruza de brazos.
—Deja eso, te vez mejor y eso me alegra, lo que me tiene un poco inconforme es que parece que eres muy popular Marjorine.
—¿Popular?
—Si, he visto tus fotos.
—...Oh.
—¿Sabes cuál es mi favorita? En la que estás con un tipo mayor que tu, aunque también las que tienes con Cotswolds son buenas, se nota el amor que te tiene, aunque si hablamos de amor, quien sabe, tal vez sería mejor hablar de Stan, ¿no?
—Kenny, basta.
—¿Por qué? No te la habías pasado tan bien, como para que él le mandará un mensaje a Kyle para que lo cubrieran ya que no iba a dormir en su casa, se la debieron pasar increíble, porque luego de eso volviste a ser su amiga.
—En serio, para con esto —susurra.
—¿Qué pare yo? ¡Por qué no paras tú! ¿Sabes cómo me siento yo?
—Kenny, tu y yo no podemos ser nada más que hermanos —susurra.
—Pues esa es una opción de mierda que no acepto —farfulla con odio.
—No hagamos esto más difícil.
—¿Difícil? La única que está haciendo esto difícil eres tú, nos queremos, no puedes negar tus sentimientos, lo veo en tus ojos, lo sentí cuando tuvimos intimidad. ¡Maldita sea! Incluso Tucker y Cartman lo saben, por eso no quieren que estemos a solas —exclama con fastidio.
La mirada celeste se desvía ante esas palabras, resopla cansada.
—¿Y que si es así? Eso no cambia nada, mi mamá está casada con tu papá, somos hermanos.
—Nosotros no somos hermanos, que se hayan casado es irrelevante para mí, si no les gusta que se jodan ellos, nosotros no les debemos nada, ni que fueran los mejores padres del mundo —escupe y toma sus manos —Mar, no solo te quiero, lo que siento por ti es más que eso, yo te…
Ella pone sus manos en su boca para silenciarlo, no quiere que lo diga, si lo hace la hará dudar y no quiere eso, por tal motivo ha hecho aquello, lo mira con pesar.
—Kenny, yo estoy enferma, si tú padre sabe lo que ha pasado entre nosotros generará un problema horrible, mi madre es feliz con él, no puedo quitarle esto también, por favor, deja esto por la paz —suplica.
—¿Prefieres la felicidad de tu madre que a mí? —cuestiona.
—Si —responde honesta.
El muchacho ladea la cabeza.
—No te entiendo Marjorine, tu madre fue una mierda, no te cuido ni procuro, hizo de tu infancia un infierno, nunca te ayudo cuando tuviste problemas, más que quererla le temías, entonces porque, ¿por qué la prefieres a ella? —pregunta dolido.
—Porque a pesar de todo es mi madre, ella también sufrió mucho, su vida fue un infierno y aunque eso no le daba derecho de hacer la mía igual, se que era su forma de aliviar su dolor. Sé que no fui deseada por ella, que más que una bendición fui una razón de peso para unirse a mi padre, pero aún con todo eso, cuando vio lo que él me hacía me defendió, fue valiente y peleó por mí, por eso yo no me arrepiento de lo que hice, si tuviera que volver a hacerlo con mucho gusto lo haría, tomaría ese cuchillo y salvaría nuevamente a mi madre —asegura con determinación.
McCormick revuelve su cabello molesto.
—Ella no te merece… —silencio, luego un carraspeó—, esta situación es muy cruel, todos pueden demostrarte cuánto te quieren pero yo no, a mi solo me toca observar y maldecir el momento en que nuestros padres decidieron casarse.
La rubia lo mira con pesar, el dolor en sus palabras es palpable, cosa que la hace sentir horrible, no le gusta verlo así, es su culpa y lo sabe, por tal razón toma una decisión que sabe no es la correcta pero servirá para cerrar aquel ciclo.
—Kenny, vengamos a Denver el siguiente fin de semana, cerremos esto de una vez por todas —sugiere cabizbaja.
—... ¿Solo a eso puedo aspirar, cierto?
—Si, lo siento mucho Kenny —se disculpa.
—Bien, lo aceptaré, espero que cumplas tu palabra y no te eches atrás —dice mientras se da la vuelta y se marcha.
La chica no hace más que dejar escapar todo el aire que contenía, sabe que no es una buena idea, más también comprende que es lo mínimo que Kenny se merece, se remueve incomoda al pensar en como podrá explicarle aquello a su madre y amigos.
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El fin de semana paso lento y tortuoso, bien decían que cuando más quieres algo más tarda en llegar.
Sin duda el día que se le hizo más largo fue San Valentín, montones de chicas le llevaron regalos y tarjetitas llenas de declaraciones de amor, más sin embargo de la única persona que quería no recibió nada.
Tuvo que observar como Marjorine le daba montones de cosas a sus amigos más cercanos, incluso el jodido Cartman había tenido la suerte de recibir un presente de ella, pero sin duda el regalo que más le molestó fue el que le dió a Costwolds.
Había notado como al finalizar las clases ambos se habían escabullido, sin dudarlo los siguió, se sorprendió al ver que no era el único que lo hacía, pero lo que sin duda más lo asombraba es ver qué la persona que los sigue es D' Lorne.
Cuando el castaño se esconde, es el turno del rubio de buscar un lugar lo más cercano posible para poder verlos bien.
Por algunos minutos los dos chicos solo parecen estar sentados en el suelo, ni siquiera se hablan parecen concentrados en algo más, cuando parecen terminan Marjorine es la primera en hablar.
—Este vendría siendo el mejor regalo de San Valentín, gracias por esto —susurra feliz.
El chico sonríe y niega.
—Honestamente siento que el regalo es más para mí que para ti —murmura.
Ella ríe feliz.
—Realmente eres encantador, ¿comenzamos?
El contrario no hace más que asentir, entonces comienza la música, ellos comienzan a bailar, obviamente es ballet, la forma en que bailan no le gusta para nada, se miran tanto, se sonríen, se tocan, sus rostros tan cercanos que casi se hacen uno, al finalizar ambos terminan abrazados.
Ella no se separada de él, parece dudosa, razón por la cual el chico habla.
—Si quieres puedes hacerlo —indica.
—Pero yo le prometí a tu papá que no lo haría —murmura.
—Entiendo, entonces,¿supongo que puedo hacerlo yo? —pregunta.
La rubia parece asombrada, la ve mover la cabeza de modo afirmativo rápidamente, cosa que causa una risa en el contrario, el se voltea, acaricia sus mejillas, roza sus narices, luego de un rato así ve que por fin besa sus labios, sus puños se aprietan con rabia.
En medio de su enojo una voz se deja oír.
—Deberias aceptarlo, al final se va a quedar con él —musita en voz baja el contrario.
—Dudo que lo haga, no creo que los besos le basten, ella es más de contacto físico y esas cosas —dice de mal humor.
El castaño ríe con gracia y lo ve fijamente.
—Creo que tú y yo sabemos algo muy importante Mccormick, ella no te ha olvidado, Marsh, Donovan y hasta yo solo hemos sido una representación de ti, en cambio Costwolds es solo el mismo, nunca hay Kenny Mccormick cuando está con él.
—¿Ah sí? ¿Que te hace pensar que no le atrae porque lo relaciona conmigo?
—Sencillo, a él no le tiene lastima.
Silencio, luego un suspiro.
—Marjorine nunca me va a dejar de amar, D' Lorne.
—Si, eso probablemente es cierto, siempre serás su primer amor, pero seras su amor de infancia, el amor maduro que necesita para seguir adelante y crecer es Mark.
El rubio gruñe y mira al castaño con odio.
—Su único amor soy yo, ya lo verán, Mark, Stan o cualquier otro que se cruce no es más que un sustituto, nadie se va a quedar con ella más que yo —asegura.
El francés sonríe con sorna.
—Esperar para ver eso sera divertido, no me decepciones, Kenneth McCormick —pide con gracia mientras se marcha.
Al quedarse solo su vista de fija de nuevo en ambos jóvenes, quienes ahora estan abrazados, mientras que Marjorine tiene los ojos cerrados nota que Mark no, y lo es viendo, ante eso aparta la vista y se va de ahí.
Sus recuerdos se cortan cuando un pequeño toque en la ventana del auto lo sobresalta, al ver a la persona se baja rápidamente.
—Debiste llamarme, podría haberte ayudado —indica el muchacho.
La rubia niega y sonríe incómoda.
—Yo puedo sola Kenny, no te preocupes, ¿nos vamos?
—Si, vámonos —dice él mientras toma sus cosas y las guarda en la cajuela, aún con las protestas de la chica.
Cuando están dentro del auto el muchacho toma la mano de la contraria y la mira fijamente.
—Mar, olvida todo apartir de ahora, tu madre, mi padre, amigos, todo, en este viaje solo somos tu y yo, dos personas que se gustan y que vivirán por fin la vida que merecen.
—Yo no se si…
Silencio él ha puesto con suavidad sus dedos en sus labios.
—Es lo único que me darás, así que por favor, haz esto por mi, si este miserable fin de semana es todo lo que tendré de ti, mínimo quiero olvidarme de toda la gente de mierda —externa con rencor.
Los ojos azules se tornan tristes, entiende la frustración de Kenny, la ha entendido desde que comenzó a tomarse más en serio la terapia, así que no hace más que asentir y aceptar.
Con eso resuelto comienzan su camino a Denver.
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Pensó que no podría, que su mente le recordaría constantemente que eso era un error, que solo dañaría a su madre, más sin embargo se equivocó.
Solo llegar a Denver todas sus preocupaciones se le olvidaron al sentir la mano de Kenny tomando la suya, así que pensó que no sería tan malo dejarse llevar.
Primero la llevo a una visita guiada al zoológico, por largo rato caminaron de un lado a otro mirando los animales, el chico habla sin parar sobre cuán adorables decía Karen que eran los pandas, ella no hacía más que escuchar atenta toda la retahíla de palabras, su tono de voz era tan alto y animado, que el guía incluso tuvo que callarlo varias veces, más él no entendía por lo que terminó corriendo a ambos rubios del tour. Ante la actitud grosera y luego de que el tipo se alejo varios metros ambos se soltaron a reír, luego de eso Mccormick fungió como guía, con información claramente inventada, ¿quien iba a creer que un conejo sería el animal más peligroso del mundo solo por sus dientes? Definitivamente nadie, pero no dejaba de explicar porque según él eso era cierto.
Cuando hubieron terminando con eso ahora fueron a un gran jardín botánico, parecía que había algún evento especial pues mucha gente estaba aquel día, al igual que en el anterior lugar estuvieron en una visita guiada, aunque sorprendentemente en esa el rubio sí estuvo atento.
Recorrieron un camino casi interminable, aunque eso sí, muy bonito y pintoresco, al terminar el muchacho soltó su mano y fue a comprar algo, eso causó mucha curiosidad en la chica, más al preguntar, él solo pudo decir que era una sorpresa que conocería después.
Aunque lo intento no pudo sacarle ni una palabra sobre su adquisición, así que prefirió omitir el tema preguntándole algo más.
—Oye Kenny, la visita ya terminó, ¿ahora qué más haremos? —cuestiona curiosa.
—Te llevare a un lugar que se te gusta mucho —dice con una sonrisa.
—¡Oh! ¿Y qué lugar es ese?
—Ya lo verás, ahora vamos a bañarnos y cambiarnos, debemos prepararnos —indica alegre.
La muchacha, lo mira curiosa, no duda ni un poco que el rubio pueda sorprenderla.
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Kenny no era muy fanático del arte, a decir verdad, era la persona menos artística que existía, vale, que le gustaba cantar, —mas para si mismo que otra cosa— y sabía tocar el bajo —gracias a videos de youtube, para conquistar a una chica rockera de grande curvas claro está—. El caso es que eso no tenía nada que ver con la clase de arte que vería ahora, pues se encontraba en la puta opera de Denver, a punto de ver la maldita bella durmiente, no había nada más marica que eso, estaba seguro, sus pensamientos son cortados al escuchar la vocesita emocionada a su lado.
—¡Oh Kenny! Esto es increíble, la bella durmiente es uno de los ballets más emblemáticos y reconocidos, ¡Dios! Yo ni siquiera e intentado aprender algo sobre él ya que es muy difícil, la técnica debe de ser perfecta, además claro de representar debidamente la historia y…
McCormick no hacía más que escucharla embelesado, aquella forma de expresarse le recordaba tanto a su niñez, que no podía más que sonreír encantado ante cada palabra que pronunciaba, para su mala suerte el espectáculo empezó, lo que hizo que ella se callara.
Un mohín de fastidio se dibujo en su cara al pensar que pasaría varias horas ahí, mismo que no duró casi nada, pues la muchacha tomó su mano con cuidado y entrelazo sus dedos, cuando observo su pequeña mano con la suya sintió que verdaderamente eran de nuevo aquellos niños, que correteaban juntos de un lado a otro tomados de las manos sin que nadie les prestará atención, simplemente solo ellos dos como siempre había sido.
Por eso no le costó soportar aquel espectáculo, porque era algo que Marjorine amaba y por ella haría cualquier cosa.
Luego de varias horas salieron de aquel lugar, sus manos no se habían soltado, —mas que para ir al baño, obviamente— en resumen, caminaban por las calles felices, ella aún parloteaba sobre el ballet que habían visto, el rubio no hacía más que escucharla atento, tratando de entender cada palabra que decía, repentinamente ella guardó silenció, antes de poder decir nada fue arrastrado por la muchacha.
Cuando detuvo su andar la miro extrañado.
—¿Qué pasa, Marjo? —pregunta curioso.
La rubia se gira a verlos, sus grandes ojos fijos en él.
—Lei sobre este lugar, mira — murmura mientras da la vuelta de nuevo y apunta con su dedo.
Al hacerlo puede ver mejor toda la ciudad, el cielo oscuro siendo iluminado tenuemente por las luces de los edificios y negocios, pero entre todo eso lo que más resaltaba era la pequeña figura de la chica que siempre había amado, por eso soltó su mano, y la abrazo por la espalda.
Ella saltó por la impresión, aunque rápido aceptó el contacto, puso sus manos sobre las suyas y cerro los ojos.
—Recuerdo la primera vez que te vi, me pareciste un niño muy tranquilo y silencioso, por lo menos así te veía en prescolar, aunque cuando entramos a la escuela ví como eras el más maduro de todos nosotros, conociendo cosas que nadie sabía, siendo el más valiente y divertido —rememora con una sonrisa.
El chico la abraza más fuerte y suspira.
—Solo era un niño idiota, conociendo cosas de adultos gracias a mis estúpidos padres, haciendo cosas peligrosas para olvidar que mi vida era una mierda —revela.
La contraria asiente, abre sus ojos y su vista de fija en las luces de la ciudad.
—Eres valiente, siempre lo fuiste, aún con tus circunstancias mantuviste una buena actitud, incluso cuando enfermaste gravemente tu sonrisa nunca desapareció, recuerdo claramente cuando te fui a ver para entregarte mi dibujo, tu estabas sonriendo, te faltaba un diente, pero aún así no había visto una sonrisa tan bonita como la tuya, yo te admire aún más desde ese momento —cuenta.
McCormick suelta su agarre y gira a la chica, ella se sorprende demasiado, los ojos de un color casi amatista la miran con intensidad.
—Marjorine Abigail Stotch, te amo, lo he hecho desde que éramos niños, y a decir verdad probablemente lo comencé a hacer desde que fuiste a verme al hospital, causaste en mi gran curiosidad, que solo regresar a la escuela mi primer pensamiento era volver a ver a esa pequeña niña rubia con vestido azul y mallas blancas, pues al igual que tú, no había visto una sonrisa con hoyuelos tan bonita como la tuya —confiesa honesto.
Los ojos azules se llenan de lágrimas, aún así trata de contenerlas y sonríe lo mejor que puede.
—Mi héroe, eso eras, eso eres, tan lleno de valor, hacías mis días miserables tan felices, gracias a ti pude soportar todo —silencio, a su mente viene la imagen de su madre, duda por algunos segundos, más al ver el rostro del chico al que siempre a amado no puede negarse a lo evidente. —Te amo, siempre lo haré, no importa si no podemos estar juntos, no me arrepiento de sentir esto Kenny McCormick.
Ambos se abrazan con amor, por largos minutos están así, cuando comienzan a sentir frío es que se separan.
—Deberíamos de volver al hotel, hace frío y mañana tenemos varias cosas por hacer —sugiere.
La muchacha asiente, se toman de las manos y caminan hasta donde se hospedan, al llegar al lugar el rubio la deja en la puerta de su habitación, se despide y se da la vuelta dispuesto a irse a su habitación, más es detenido por la mano de ella.
—Kenny.
No tiene nada más que decir, el muchacho entiende lo que quiere, así que entra con ella a su habitación.
Con total cuidado lo sienta en la cama y se sube sobre él a horcajadas, inmediatamente sus labios se juntan en un suave beso.
Para el rubio eso es la gloria, pues aunque ya la había besado y tenido sexo, esa vez había sido diferente, pues sabía que todo aquello lo había hecho por rabia y enojó.
Está vez era diferente, pues no había Marjorine enojada, confundida ni nada por el estilo, solo estaba siendo ella misma, tratandolo de la forma más amorosa y sensual.
No tardaron mucho en cortar el beso y quitarse la ropa, entonces sucedió de nuevo, tuvieron sexo, o bueno, más bien hicieron el amor, porque esa era la verdad se amaban.
Aún siendo jóvenes sabían que sus sentimientos no eran simplemente calentura, pues tenían una larga historia de cómo se enamoraron y cómo fueron unos tontos al no darse cuenta.
Largas horas demostrando cuánto se querían, primero de forma dulce y suave, al final de forma dominante y brutal, —tal como le gustaba a la rubia— al final todo era por amor.
Cuando los primeros rayos del sol comenzaron a entrar por la ventana, ambos joves aún estaban despiertos, abrazados, hablando sobre el pasado.
—¿Recuerdas cuando todos ignoraron a Eric y pensó que estaba muerto?
—Oh, claro que lo recuerdo, maldito gordo, aún no puedo creer que se comiera solo la piel del pollo, ¡esa es la parte más genial!
—Yo se, ¿pero no sé pasaron un poco? O por lo menos debieron de decirme, yo tuve que lidiar con toda su atención y luego con toda su rabia, pues creyó que yo lo había engañado —rememora amarga.
—Si, sobre eso lo siento, si mi memoria no falla habías sido castigada, yo no era muy del agrado de tu padre y los estúpidos Kyle y Stan no quisieron tomarse el tiempo de avisarte, aún cuando yo se los pedí —cuenta con pena.
—Oh, está bien, realmente se que nunca fui muy del agrado de esos dos, hasta ahora es que nuestra relación de amistad es más real, antes solo era más como una conocida que no les caía muy bien —admite.
—Bueno, realmente me siento algo similar al respecto, Cartman podrá ser un hijo de puta, pero se que su amistad siempre ha sido real e incondicional, hasta cierto punto, claro está.
—Si, creo que tienes razón, a decir verdad una vez que mi papá me castigo el logro cortar ese castigo haciendo uno de sus planes locos, sin duda Eric es un buen amigo —externa feliz.
—... ¿Aún con la broma fea que dijo que te hiciera? —pregunta serio.
—Si.
—¿Por qué?
—Porque esa broma me salvó, de no haber sido por eso es probable que todo siguiera igual, mamá nunca habría tenido valor de dejar a mi padre y yo nunca lo hubiera acusado, yo le temía, de hecho le sigo temiendo, cuando lo fui a ver el año pasado el me miró de esa maldita forma que solía hacerlo. Me miró como si la mierda fuera yo, ni siquiera se disculpó, incluso disfruto de ver mi dolor al revelarme la verdad de mi nacimiento —recuerda con rencor.
El muchacho abraza más fuerte a la contraria hunde su rostro en su cuello y resopla.
—¿Cuando empezó?
—Tu no quieres saberlo…
—No, yo quiero hacerlo, tal vez no lo sabes pero al igual que todos con los que ahora te juntas he estado tomando terapia, obviamente para resolver cosas en las que estoy mal, pero también para ser un apoyo para ti, quiero ayudarte, puedes decirme todo, se que aún debes de contenerte, siempre haz sido así.
—Inicios de primer grado, al principio no era algo tan malo, en mi inocencia pensaba que mi padre por fin me quería, yo creía que por fin estaba siendo cariñoso conmigo —silencio, luego un carraspeó incómodo —En tercero todo fue peor, por eso progresivamente fui cambiando mi forma de vestir, me corté el cabello de un modo feo, aunque ese fue mi peor error, resulta que mi papá siempre fue homosexual y pues mi cambio me hacía parecer más un niño lo que derivo en eso que tú ya sabes —susurra.
Kenny puede sentir la rabia correr por todo su ser, por largos minutos se queda en silencio, recuerda aquello, luego de su regreso a la escuela después de su enfermedad, hubo un día en que la bonita niña llegó a la escuela con el cabello corto, pantalones y suéter enorme que casi le quedaba de vestido. De la femenina pequeña no quedó nada, nunca entendió su cambio, aunque sí era honesto ni eso detuvo los sentimientos que en él se formaban, luego en cuarto grado regresaron los vestidos, aunque con su cabello aún corto peinado de un modo muy extravagante.
—Eras una niña tan bonita, ahora eres una joven muy hermosa, eso nunca a cambiado y honestamente dudo que cambie algún día, podrás ponerte ropa que te tape hasta la nariz, pero eso no oculta tu hermoso rostro y tú sonrisa deslumbrante. Esa sonrisa enamora a cualquiera, por eso Costwolds está enamorado de ti, incluso Stanley se que se vio atraído por lo brillante que eres y te diré algo que nadie se atreverá a admitir nunca, pero tengo la seguridad de que es verdad.
—¿Y eso es?
—Estoy seguro que cuando éramos niños, a todos los niños del salón les gustabas.
La chica inmediatamente se suelta a reír, lo hace hasta que su estómago duele, cuando ya no puede más habla de nueva cuenta.
—Bebé, no creo que eso sea real, pero gracias por el halago, ahora, mejor vayamos a bañarnos, creeme que si por mí fuera me la pasaría aquí todo el día a tu lado, pero debemos de regresar a casa y a la realidad, disfrutemos lo que resta de este día, ¿si?
—Bien, permitiré que salgamos de la cama solo con la condición de que yo me bañé contigo, ¿aceptas?
—No esperaba menos de ti —sonrie la contraria con gracia.
Ambos se levantan para darse un relajante baño.
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El resto de la tarde transcurrió de buen modo, cuando menos lo imaginaron era momento de volver a casa, aquello no le gustaba para nada a Kenny, por lo que trato de alargar lo más que podía el viaje de regreso, al estar por llegar al pueblo, tomó una desviación a un viejo mirador, pues necesitaba resolver una última duda, cuando se estacionó la rubia lo miró con sus grandes ojos curiosos.
—Kenny, sé que este tiempo ha sido una broma, pero es lo mejor que puedo hacer —murmura culpable.
—Lo entiendo Mar, no estoy de acuerdo pero lo respetaré porque es lo que tú quieres.
—Gracias, Kenny.
—No es nada, ahora que eso está resuelto quiero que tú y yo volvamos a ser amigos.
—Pero Kenny, entiende que…
El la interrumpe y ladea la cabeza.
—Mar, no te estoy pidiendo que me elijas, ya me dejaste muy en claro que no lo haras, solo te estoy pidiendo reanudar nuestra amistad, sin otras intenciones de por medio, en verdad me gustaría ser parte de tu vida nuevamente —dice sincero.
—Oh, bueno, supongo que siendo así no hay problema, hablaré con mamá para que no mal entienda las cosas —susurra.
—Excelente, entonces cómo somos amigos, dime algo con total honestidad.
—Oh, una pregunta, me gusta, ¡dispara! —exclama enérgica.
—¿Te gusta Mark Costwolds?
La cara de la chica se pone roja de vergüenza.
—Yo, verás, bueno, ¿por qué quieres saber eso?
—Pues porque estoy preocupado por ti.
—¡Ah!
—Mira seré honesto, te he observado, sé que también tienes cierto gusto por Stanley, pero el día de San Valentín te ví con Costwolds y me di cuenta que sentías algo por él.
—Oh, entiendo —se remueve incómoda, luego suspira, su vista se fija en un punto fijo mientras habla—. ¿Te puedo contar la verdad y prometes que no se lo dirás a nadie Kenny?
—Claro.
—Bien, la realidad es que yo quiero muchísimo a Stan, pero han pasado tantas cosas que ese sentimiento ya no es tan intenso como antes, a decir verdad lo que sentía ha disminuido y me siento culpable.
—¿Por qué disminuyó?
—Fue un cumulo de cosas, lo que sucedió con Clyde, lo que descubrí de mi padre, mi colapso mental, todo eso me llevo a menguar mis sentimientos, además de su falta de reacción ante todo lo que hice… —resopla y se frota los brazos nerviosa —. Yo sé que él no podría haber hecho nada, que no es su culpa, pero aún con eso, cuando pienso en los días en que estuve encerrada fingiendo no querer ver a nadie, mi corazón esperaba secretamente que él fuera a mi y tratara de salvarme de el cumulo de cosas que me ahogaban —cuenta triste.
—Entiendo.
—Si, bueno, yo espere a Stanley, me ilusione pensando en que sería mi héroe, que un abrazo suyo me libraria de todo lo malo que sentía, más no fue así, me sentí traicionada, en esos momentos crei que mi padre tenía razón, que nadie me querría porque era fea, horrible y estaba rota. Más sin embargo un día, una canción comenzó a llenar mis tardes, esa misma voz comenzó a hablarme y leerme poemas, me contaba como le iba y lo mucho que me extrañaba en su día a día. Sus palabras me llenaban de calidez y esperanza, más también de desconfianza, yo no quería creer en nadie, pues si la persona que dijo quererme no se esforzaba por mi, ¿Por qué alguien más lo haría? Por eso no abri, pensé que él también se rendiría, que la amistad y la lastima se le acabarían, más no fue así, su desesperada canción me llegó al corazón, entonces lo deje entrar, inmediatamente me confesó que me quería, no dude ni un poco en ser una persona grotesca y tratarlo mal para que de una vez por todas se alejará, más no lo logré, a decir verdad nada de lo que decía funcionaba. Él siguió ahí, no me ayudó en mis horribles planes, en cambio cada que me veia solo me sonreía amable y tocaba mi cabeza con suavidad. Con total honestidad me ayudó, me apoyo, estuvo para mí en el tortuoso camino de la recuperación, en mi época más oscura, mi héroe fue él, yo estoy muy agradecida con él, porque me ayudó sin esperar nada a cambio —dice en un susurro.
—No creo que eso sea verdad, eso de andarte besando no es actuar desinteresadamente —señala el rubio.
—¡Ah! Eso no es su culpa, la que está mal ahí soy yo, es decir, hablamos y el comprende que no puedo verlo como nada más que un amigo por el momento, por mi salud mental y esas cosas, se perfectamente que ahora no soy apta para tener un relación, además de que se Mark merece algo muchísimo mejor que una persona que se siente en pedazos.
—No eres una persona en pedazos, aún así comprendo el punto, ¿entonces porque tanta cercanía? —cuestiona.
La chica aparta la vista con sus dedos toma un mechón de su cabello.
—Porque soy egoísta, he sentido el amor que me tiene, incluso observé como rechazo a Wendy de modo educado solo por mi, Mark es el príncipe de los sueños, tan dulce y cálido, tan valiente, lleno de fortaleza y convicción…
Nada, no puede oír nada más, en su cabeza solo resuenan las palabras de Christophe, Marjorine no siente ningún tipo de lastima por Mark, más bien solo puede reconocer cosas buenas en el, ciertamente el podría ser el amor maduro que ella necesita para seguir con su vida y sanar completamente.
Teniendo pleno conocimiento de aquello es que toma una decisión, toma a la rubia por los hombros y le sonríe amable.
—Marjo, esto debe ser ser abrumador para, ¿cierto?
—Supongo.
—Bueno, es mi creencia luego de oír lo que me cuentas, pero no deberías preocuparte mucho, solo deja fluir todo de modo natural y apoyate de las personas que te apreciamos, ¿si?
La chica sonríe y asiente.
—Bien, gracias Kenny, hablar de esto fue liberador, te debo una —musita con agradecimiento.
—Para eso están los amigos —comenta mientras acaricia su cabeza de modo suave—. Ahora vamos a casa, mañana tenemos clases.
El camino es más silencioso, aunque no un silencio incómodo según Marjorine, cuando están frente a la casa de Emma, toma las manos del contrario y lo mira con cariño.
—Muchisimas gracias Kenny, el fin de semana fue lindo, eres una persona increíble que merece solo lo mejor, si puedo ayudarte en algo solo dime, ¿si?
—Claro que lo haré, y no es nada Marjorine, pienso exactamente igual que tú, mereces solo lo mejor, así que eso es lo que recibirás de mi, nos vemos mañana —se despide.
La chica agita la mano y entra a su casa, en el camino a la suya, McCormick no hace más que pensar en lo que debe hacer a partir de ahora, pues ha tomado una decisión y sin duda no dará marcha atrás.
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