Si no es conmigo.
Lunes *Stan Marsh*
La semana comenzó con una gran noticia de parte de Kenny, ¡tenía novia! La sorpresa fue saber quién era su novia, Henrietta, la chica gótica que no toleraba a nadie más que a sus amigos, ya que consideraba a todos los demás como unos idiotas conformistas.
La noticia se corrió como pólvora, antes de que comenzara el receso ya toda la escuela sabia, dos de los amigos del rubio lo bombardearon con preguntas, mientras que Stan se decidió a seguir su trazado plan.
Quedo con Marjorine para almorzar en la azotea, así que saliendo del salón caminan juntos hacia allá, no se dan cuenta que Wendy los mira fijamente, ya en aquel lugar comparten su almuerzo, eso fue una idea de Marsh, ya que quiere darle a probar lo que el preparo, que si bien no es la gran cosa desea que la muchacha lo pruebe.
Ella le da una mordida a su emparedado, mientras que él come un poco de ensalada.
—Oye, ¿por qué te gusta tanto comer ensalada? —cuestiona el chico buscando un trozo de pollo entre tanta lechuga y verdura.
—Umm, supongo que me acostumbre, además es saludable, por cierto, está bueno el emparedado —felicita dando otra mordida.
—Es mi especialidad, ¡mierda! no encuentro ni un pedazo de pollo en esto —se queja.
La chica ríe y niega.
—Dame eso, lo buscaré por ti, comete lo que resta del emparedado —dice mientras intercambian comida.
El de cabello negro devora inmediatamente lo que le da, en tanto que la chica come un poco de ensalada hasta encontrar lo que buscaba.
—¡Aquí está! Abre la boca —canturrea.
—No es necesario, yo puedo comerlo solo —murmura.
—¡Oh vamos! No seas aburrido, solo abre la boca —repite.
Marsh hace caso a la petición, abre la boca, con cuidado, ella le da la comida, el mastica sin mirarla, su cara está roja, Dios eso fue tan extraño e increíble a partes iguales, dura algunos minutos en silencio, cuando se encuentra un poco más repuesto mete la mano en uno de sus bolsillos.
—Traje algo para ti, ten —le entrega.
La rubia extiende la mano, cuando recibe el objeto y lo ve sonríe con emoción.
—Un conejo de chocolate, es mi favorito, vaya, gracias Stan, ¿cómo lo conseguiste? no he visto que lo vendan en las tiendas de aquí —comenta curiosa.
—Umm, lo vi de casualidad ayer que salí con Kyle, pensé que te gustaría —miente.
Por supuesto que no le iba a contar que viajo hasta Denver solo para encontrar el jodido chocolate, además tampoco le diría que Gregory le contó sobre su gran gusto por esa clase de dulces, así que solo se dedicó a sonreírle en tanto que ella degustaba el dulce.
Estaba tan emocionada que ni siquiera le invito un poco al muchacho, cuando menos lo imagino ya no tenía nada, por lo que avergonzada sonríe.
—Lo siento, ni siquiera te di un poco —se disculpa.
—No hay problema, lo compré para ti.
—Aun así pude darte un pedacito, Dios, qué egoísta soy —se lamenta.
—¡Hey! Está bien, no me molesto, de hecho fue increíble ver con cuantas ganas comías el dulce, usualmente te noto muy desganada al comer —señala.
—¿Enserio?
—Sí.
—Mmm, ya veo —agita la cabeza y niega —, ya que no te di chocolate puedo traerte mañana un mini pastel de chocolate, es la receta de la señora Liane, quedara buenísimo, ¡ya verás! —exclama emocionada.
Stan no pasa por alto como cambio el tema sin más, intuye que su relación con la comida es algo sensible, quiere ayudarla, más necesita tocar el tema poco a poco, aunque su confesión no sea correspondida, su prioridad será apoyarla en lo que sea que le hace mal.
Con esa idea en mente regresa a clases, él solo quiere hacer lo mejor por Marjorine.
Martes. *Wendy Testaburguer*
Espiar y escuchar conversaciones ajenas era caer muy bajo, más ahí estaba ella, escondida cuál hábil espía, ni siquiera su respiración se podía escuchar, lo único que ella oía era a sus compañeros hablar.
Gracias a ello se enteró del ridículo plan de Stan.
"Confesar sus sentimientos a Marjorine Stotch"
Aquella información le revolvió el estómago y encendió su ira, sobre su cadáver, Stan y la puta rubia serian pareja, no importaba lo que tuviera que hacer para evitarlo, así que cuando el grupo de chicos se alejó del lugar en que estaban y ella pudo salir, se dirigió hacia la única persona que podría ayudarla.
Lo encontró sentado en las gradas, fingiéndose enfermo para no participar en la clase de deportes, cuando el sintió su presencia, sus ojos cafés la miraron con aburrimiento.
—Si me vas a dar otro aburrido discurso de porque debo hacer ejercicio con los demás, déjame recordarte que ya te probé que estoy en mi peso adecuado, así que deja de romperme las bolas —externa con hastío.
Wendy rueda los ojos con fastidio, carraspea y niega.
—Esta vez no vengo a "romperte las bolas" de hecho, creo que lo que vengo a ofrecerte puede ser beneficioso para ti —indica sentándose cerca.
Eric arquea una ceja y sonríe con suficiencia.
—¿Qué podrías ofrecerme tú a mí? Además, de una relación tóxica, tus insultos e incluso los rumores que tanto te gusta crear —señala.
—Lastimosamente para ti tengo altos estándares, aunque no creo que eso te moleste, no soy tu tipo, aunque si quieres puedo hablar con Heidi, tal vez ella quiera volver contigo —expresa con burla.
Una que no le cae muy bien al castaño, pues su rostro pasa de tranquilo ha enojado.
—Mejor dime que es lo que quieres de una puta vez —menciona con molestia.
—Odias a Marjorine, yo también la odio, quiero hacerla sufrir, que se arrepienta de haber vuelto, hagamos que se vaya de nuevo, ¿qué dices?
Cartman suspira, hecha la cabeza hacia atrás y responde.
—Yo no odio a Butters, así que no voy a ayudarte y déjame te doy un consejo Wendy, puedes salir con quien te dé la puta gana, no necesitas a Stan, él ya no te quiere y tú ya no lo quieres a él —opina.
La muchacha tiembla ante lo dicho, la forma en que Eric se lo dijo es seria, no hay ni un ápice de burla o maldad, más bien sus palabras parecen estar llenas de entendimiento, uno que no le gusta nada a Testaburguer, pues aprieta los dientes furiosa.
—Tú que vas a saber de amor, le jodiste la vida a Heidi, por tu culpa nadie se le acerca, todos le tienen miedo, tu definición de amor es retorcida, por eso no comprendes que lo que yo tenía con Stan era perfecto —declara.
El contrario deja escapar una risa ligera, se incorpora y fija sus ojos cafés en la chica.
—A diferencia de ti, yo ya acepte que hice mal, incluso le pedí una disculpa a Heidi, he actuado mal, no he sido la mejor persona, sé que he jodido la vida de mucha gente, soy consciente. Yo estoy tratando de cambiar, no voy a justificar nunca más mis malas acciones, ahora solo trabajare por ser mejor persona para mí, así que ve con tu jodido plan inmaduro a otro lado, a mí no me metas en tus mierdas —ordena y aparta la vista.
Wendy se levanta furiosa, no tanto porque le hayan negado la ayuda, si no que más bien algo dentro de ella le dice que todo eso es verdad, que Cartman está cambiando y que lo de ella con Stan es algo que jamás volverá, pues ya no hay amor entre ellos.
Sumida en sus pensamientos no mira por donde va, no es hasta que choca con alguien y cae de sentón que presta atención a su al rededor.
—¡Ah! Lo siento Wendy, no te vi venir, estaba mandándole un mensaje a Tolkien para que me cubra —se disculpa mientras le extiende la mano para ayudarla a levantarse.
—No hay problema, yo también iba distraída, además dudo que el profesor note tu ausencia, hoy está muy distraído, mírame a mí, estoy como si nada por todo el campo —menciona encogiéndose de hombros.
—Bueno, tienes razón, pero igual no quiero tentar mi suerte, suficiente tuve con haberle pegado a Marjorine con un balón en la cara, lleve a la pobre sin que se diera cuenta el profesor, así que mejor me apuro a regresar, espero que Tolkien haya inventado una buena excusa o estoy acabado —expresa nervioso en tanto se marcha.
La de cabello negro se queda quieta, una grandiosa idea se le ha ocurrido, se agarra la cabeza y sonríe feliz.
—Como no se me había ocurrido —externa aliviada.
La forma rápida de quitarse a Stotch de en medio es emparejarla con alguien, ¿quién mejor de Clyde Donovan? El chico por el que parece tener cierta predilección, no sabe si es de modo romántico, o simplemente le agrada mucho, pero la ha visto ayudarlo, solo bastaba recordar que se prestó para molestar a Bebe en el periodo en que el castaño estaba sentido con su amiga.
Su mente terminó de formular un plan maravilloso justo cuando las clases finalizaron, así que guiada por eso se acercó a Bárbara, paso una mano por sus hombros y le sonrió amable.
—Bebe, hay algo de lo que quiero hablar contigo —musita con suavidad.
—¿Qué sucede Wen? —pregunta curiosa.
Wendy quiere mucho a su amiga, más no le importa manipularla para poder lograr su cometido, la rubia es muy predecible, en cosa de nada actúa de acuerdo al plan.
Miércoles. *Bebe Stevens*
Bárbara seguía una rutina de cuidado muy estricta, además de una dieta saludable y sana.
Ella era una muchacha muy bonita, está consciente de ello, su cuerpo lleno de curvas en los lugares exactos la hacían increíblemente deseada y alabada.
Al principio toda la atención le gustaba, más su carácter era secretamente soñador y amoroso, así que no tardó en darse cuenta de que nada de eso la llenaba, aunque entre todo ese mar de gente había alguien que era mortalmente honesto y no quería solo pasar la noche con ella.
Clyde Donovan era muy dulce, le daba cariño y un amor sincero, la colmaba de atenciones honestas y la aceptaba tal y como era, por un tiempo eso funciono, se sentía claramente en un hermoso y bello idilio.
Más, así como era de soñadora y amorosa, también era volátil y se aburría con facilidad, ser amada era genial, pero era tan monótono, el castaño era demasiado dulce como para complacerla en otros sentidos, así que un día cansada de eso termino con él solo para poder divertirse con Kenny.
No sintió culpa ya que no estaba siendo infiel, nunca se arrepintió, solo se lamentó de haber sido descubierta, sabía que al final Clyde la aceptaría de nuevo y todo seguiría como si nada.
Sus suposiciones no fallaron, unos meses después ya estaban juntos de nuevo, el seguía queriéndola a montones, nada había cambiado, eso era bueno, aunque para mala suerte del chico, la rubia se estaba aburriendo con mucha más rapidez que la vez anterior.
Así que, cuando Wendy le hablo sobre un apuesto chico nuevo la atención de Bebe se vio captada por conocer al susodicho, no se esmeró en su atuendo aquel día, sabía que todo le quedaba bien, ¡gracias a la naturaleza por hacerla tan bonita!
En el receso se escabullo de Donovan, Wendy la llevo hasta donde estaba el nuevo, al verlo la chica contuvo la respiración, él era increíblemente guapo, guiada por esto se acercó sin más.
Al verlo más de cerca pudo notar mejor sus facciones duras, se veía como todo un chico rudo, era alto, musculoso y bien formado, ante tanto escrutinio la mirada oscura se fijó en la chica.
—¿Qué quieres? ¿Por qué me miras tanto? —increpa irritado.
Su voz grave hace que la piel de la rubia se erice, ante esa sensación ella toma una decisión.
—Bárbara Stevens, ¿y tú chico nuevo? —pregunta con seguridad.
—Christophe, ¿qué quieres Bárbara? —cuestiona de nueva cuenta.
Bebe sonríe con confianza, una que resulta interesante para el castaño.
—¿No quisieras divertirte un rato conmigo, Chris? —entona sugerente.
—Tú dirás dónde —manifiesta como si de nada se tratara aquella proposición.
La actitud poco interesada solo aumenta más la atracción de la rubia, sin duda con ese chico su aburrida vida se acabara.
Jueves. *Christophe D' Lorne*
La tensión había desaparecido, por consiguiente sus pensamientos habían parado, no había nada, fumaba su cigarro con total calma, una que muy pocas veces tenía.
Varios minutos pasaron, cuando todo volvió a él apagó el cigarro, lo tiró al bote, se puso su ropa y salió de aquel cuarto de paredes blancas y rosadas.
Ni siquiera se giró a ver a la exuberante rubia, salió de aquella casa sin cuidado alguno, estando en la calle camino con rumbo a su hogar.
Al llegar no se encontró con Emma, eso lo alivió un poco, no queriendo tentar su suerte se cambió y espero a escuchar a su tutora temporal.
Cuando ella tocó su puerta y le avisó que había llegado bajo con pereza, entró al pequeño estudio y se quedó parado esperando a que las molestias hicieran acto de presencia.
Tras unos momentos las risas femeninas se escucharon, él rueda los ojos con fastidio, una nueva tarde de sufrimiento le espera.
Cuando las chicas aparecen por el umbral sus pensamientos lo atormentan más, Marjorine se ve diferente, hoy sin lugar a dudas se parece más a Abigail.
La adolescencia le está sentando de maravilla, de la chica flaca y escuálida ya casi no queda nada, pues si bien sigue delgada, se está desarrollando divinamente, el cuerpo femenino está tomando una forma delicada y deliciosa.
Desde esa perspectiva la desea más, pues ya casi es la viva imagen de su prohibido amor, solo hace falta cortar su cabello y será una perfecta imitación.
Todo se torna brumoso a partir de ahí, disfruta de su clase, su tutora estricta no supone un problema como siempre, hace todo lo que le piden de buena manera, su desempeño es magistral.
Aunque odie admitirlo, la coreografía que les estaban enseñando le gustaba mucho, era una de las ultimas que habían bailado sus padres juntos, al terminar la clase las mujeres alaban su gran esfuerzo.
Incluso Heidi, quien siempre parece mirarlo con fastidio se nota sumamente impresionada, todas son sinceras, abochornado se retira del lugar, estando solo se siente estúpido, no quiere disfrutar de ese baile marica, pues lo culpa de separar a su familia.
Odia el ballet, a su madre que lo ama, a su padre que dejo de amarlo, a Abigail por enseñare algo más y separarlos, a él mismo por amar a esa mujer.
Sus pensamientos no paran, lo abruman, lo hastían, solo quiere dejar de pensar y tener paz.
Viernes. *Marjorine Abigail Stotch*
Aquel día se sentía especial, no sabía él porque del presentimiento, solo estaba segura de que algo grande pasaría, guiada por esa corazonada se levantó temprano, se aseo de modo minucioso y se arregló para ir a clases.
Como su madre aún no se levantaba opto por hacer el desayuno, cuando los demás miembros del hogar se despertaron se hallaron con una pila de panqueques y una rubia sonriente, todos desayunaron felices.
El buen ambiente permaneció cuando ambos chicos se marcharon a la escuela, incluso hicieron lo que nunca, se fueron juntos, las cosas entre ellos parecían haber vuelto a mejorar.
Marjorine bromeada sobre acusarlo con su novia luego de verlo mirar a una chica, él se defendía de modo gracioso, entre risas llegaron a la institución.
Cuando se separaron lo hicieron con la idea de que todo iría a mejor a partir de ese momento, pues sentían que ambos habían superado el pasado.
Cuando los ojos celestes divisaron a Marsh se lanzó a abrazarlo sin previo aviso, él se sorprendió, más no la alejo.
—Pareces estar de buen humor.
—Lo estoy, encontrarme con un chico tan guapo por la mañana pondría de buenas a cualquiera —coquetea.
Stan sonríe como tonto, a su lado un carraspeo incomodo se escucha.
—Sí, claro, hola Kyle, ¿estás bien Kyle? ¿Te incomodan nuestros arrumacos? No para nada —dice con sarcasmo.
—Oh, Kyle, pero si yo me refería a ti, hoy te vez increíble, ¿nuevo corte de cabello?
—Ja, ja, que graciosa.
—Kyle, tu eres guapo, no hace falta que yo te lo recuerde, tienes a todas tus admiradoras personales que matarían por estar contigo.
—Eso no me hace sentir mejor.
—¿Y qué te haría sentir mejor? —pregunta.
—Un pastel de chocolate como el que me diste, aun no supera que no le diera más quena pequeña probada —cuenta el de cabello negro.
—Es que fuiste tan egoísta como Cartman, ni una mísera cucharada, ¿qué te costaba darme más? —cuestiona con enfado.
—Mucho, me lo dieron a mí, no a ti —se defiende.
La rubia para la infantil pelea con su risa ligera.
—Si lo que quieres es un pastel puedo hacer uno para ti Kyle.
—¿Enserio?
—Claro, es más, el lunes lo traigo, ¿ya no peleen si?
—Mmm, bueno, está bien, pero que sea más grande que el que le diste a Stan.
—¡Oye! —se queja el nombrado.
—No te preocupes Stan, traeré uno igual para ti, así ya no pelearan.
—Pues ni deberías de darle nada, hace demasiado drama, yo nunca me quejo cuando todas las chicas le dan cosas en el receso.
—Créeme, no quisieras nada de lo que me dan, es perturbador cada cosa que me entregan —se lamenta.
—No me quiero imaginar ni que te dan —murmura la muchacha.
Antes de que puedan seguir hablando, la chica es llamada por uno de sus amigos.
—¡Mar, ayúdame! a Philip lo quiere raptar el gobierno —exclama Tweek.
La chica frunce las cejas y ladea la cabeza.
—Bueno, tengo que irme, nos vemos en clases, ¿almorzamos en el receso? —pregunta a Marsh.
El muchacho sonríe nervioso.
—De hecho tengo algo que hacer, pero podemos irnos juntos a la salida, ¿qué te parece?
—Hoy tengo club, si no te importa esperar por mi está bien.
Stan va a decir algo, más es silenciado por un pisotón de Kyle, Stotch mira esto extrañada.
—No te preocupes, te esperara, mejor ve, Tweek no tiene buena cara —indica el pelirrojo.
Al girar a ver a su rubio amigo se da cuenta que tiene razón, por eso se despide con un ademán y se marcha.
Ya con Tweak él la lleva hasta su salón, ahí se da cuenta que todo fue una falsa alarma, al querer cuestionar al inglés la mira con preocupación.
—Últimamente estas mucho con Marsh —señala.
—Me cae bien, somos amigos, ¿qué tiene eso de malo?
—Mar, él es amigo de Kenny ¿y si te hace daño? —cuestiona con temor.
Los ojos celestes lo miran con comprensión, abraza a ambos chicos y sonríe tranquila.
—Awww, son muy dulces, no se preocupen, Stan es bueno, además mis problemas con Kenny y todos ellos son parte del pasado, estoy saliendo adelante, no hay nada de qué preocuparse —explica.
—¿Estas totalmente segura? —interroga el de ojos bicolor.
—¡Por supuesto!
Pirrup quiere agregar algo, más es silenciado por el ruido del timbre, las clases dan comienzo, todo lo que quiera objetar se lo guarda para decírselo en el almuerzo, más cuando ese momento llega tampoco puede decir nada, ella luce tan feliz con su amistad con Stanley que no puede arruinarle eso, así que da la oportunidad de confiar en que ese grupo no le hará daño de nuevo.
Casi al finalizar el receso Gregory les informa que aquel día no tendrán clases con sus profesores del club, al cuestionarlo les explica que ellos harán una junta pues su madre necesita saber cómo va su progreso en aquellos meses.
Marjorine se lo toma demasiado bien, aquello le da una oportunidad para salir un rato con Stan, se lo sugiere por medio de un mensaje de texto, él le responde rápidamente que está de acuerdo, eso la hace tan feliz.
Aquel parece ser el día de la felicidad. el resto del día escolar se le hace corto, al terminar las clases Millie se acerca a ella, no tiene el corazón para cortar la interacción, sabe que Gregory la quiere y desea llevarse bien con ella, por eso le hace un ademán al de cabello negro para que se adelante.
La chica le pide varios consejos sobre un regalo sorpresa que le quiere dar a su novio, con gran paciencia le da sus sugerencias, más eso parece no llenar la curiosidad de la contraria, los minutos se hacer largos, afortunadamente Jenny interrumpe la conversación.
—Millie, es hora de irnos —dice.
—Oh, entiendo, muchas gracias Marjorine —musita nerviosa.
—No te preocupes, no es nada, que les vaya bien —se despide.
Se gira para tomar sus cosas y marcharse, está a punto de marcar el número del chico para preguntarle donde está, más es detenida por la voz de la de cabello negro.
—Ay si, que tonta, Stanley me dijo que si te veía te dijera que te esperaba en el jardín por donde se reúnen los góticos —menciona.
—Ah, muchas gracias, bueno, hasta el lunes —repite nuevamente.
Sale del salón con prisa, ni siquiera imagina lo que se le avecina, cuando llega al lugar se queda inmóvil, Stan besa a Wendy, algo dentro de ella duele mucho, sostiene su pecho, el dolor punzante no desaparece, más bien incremente al ver que el chico la ve, en un acto reflejo se marcha corriendo del lugar.
Corre, corre, corre, llega a la azotea, su sitio seguro, al hacerlo se da cuenta que hay alguien más ahí.
—¿Clyde?
El nombrado eleva la vista y la ve, algo en la mirada llorosa del chico le causa un mal presentimiento, cuando menos lo piensa él está frente de ella sosteniéndola por los hombros.
—Ayúdame.
—¿Qué?
—Prometiste que me ayudarías en cualquier cosa, dijiste que era tu amigo, así que cumple tu promesa y ayúdame —musita con voz temblorosa.
—¿En qué quieres mi ayuda? —pregunta nerviosa.
—¿Te gusto no? Entonces quiéreme, no me dejes solo —pide.
—Clyde, creo que no lo estás pensando bien, ¿qué hay de Bárbara? Ella y tú son...
—No somos nada, ella no me quiere, nunca lo ha hecho, solo se quiere así misma, me cambio por otro tipo, me dijo que no se arrepiente de nada, que es mi culpa por ser tan aburrido y hacerme falsas esperanzas —gimotea.
Los ojos celestes lo miran con pesar.
—Clyde, entiendo cómo te sientes, no te preocupes, tienes mi apoyo, soy tu amiga, siempre estaré para ti —declara con suavidad.
Más el chico niega, la mira con intensidad.
—No quiero una amiga, quiero a la chica que me quiere, necesito sentir que merezco ser amado, ¿o acaso ya no te gusto? ¿Todo fue una mentira?
—No claro que no, lo que pasa es que...
—¡Qué! ¿Ya encontraste a alguien mejor? Te diste cuenta que soy un perdedor y no valgo nada —gruñe furioso.
—No, yo...
—Me mentiste, eres igual a Bárbara, tú no me quieres, eres una mentirosa que no sabe cumplir sus promesas y da falsas ilusiones a los demás —reclama.
La serie de reclamos no para, solo consigue abrumar más a la chica que se pregunta, porque no puede aceptar.
¿Eso es lo que quería no?
Que Clyde la quisiera, porque es la representación del Kenny que siempre quiso, dulce, considerado y ahora puede ser suyo, por fin puede vivir el idilio de amor que siempre quiso, su sueño de niña puede ser realidad.
¿Por qué no acepta?
Entonces recuerda los ojos azules de Stan fijos en ella, el interés que siempre le presta a sus conversaciones, el día que fueron al cine a ver una película animada, la vez que le enseño a patinar en el hielo, las noches que han pasado juntos solo durmiendo, la vez en Nueva York en que le dijo que era bonita, el conejo de chocolate, la flor... Todos los buenos momentos llenan su mente con rapidez.
Ella quiere, ella quiere...
—Siempre debes cumplir tus promesas, es una orden— recuerda que le dijo su padre con autoridad.
El solo pensar en su progenitor, la hace temblar, de nuevo se siente como una niña, el temor la invade, jala su cabello con fuerza.
—Mi promesa, mi promesa, voy a cumplir, la voy a cumplir, por favor, no me castigues —repite con miedo.
Uno que claramente no nota el castaño, pues él no está mejor que ella, así que solo la abraza y llora agradecido, ya que no estará solo.
Marjorine se queda quieta, no hace nada, se encuentra perdida, cuando por la puerta aparece Stan vuelve en sí, solo entonces se rompe a llorar.
Ella se ha dado cuenta que está enamorada de Stanley Marsh.
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Dios, soy yo de nuevo.
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