Ser igual.

La resaca lo está matando, su cabeza punza horriblemente, a su lado Kyle luce disgustado, sabe que se está conteniendo de darle un regaño, más últimamente está siendo un poco masoquista, por lo que lo invita a hablar.  

—Kyle, me puedes decir lo que quieras, prefiero que lo hagas tú a Kenny o Cartman —dice. 

Ni bien termino de hablar cuando el pelirrojo dejo salir su frustración. 

—Es que no te entiendo Stan, primero que quieres a Marjorine y que no dejarías que nadie interviniera, luego que siempre ya no porque solo le haces daño, luego vuelves con Wendy, te emborrachas cada que puedes e incluso bebes entre clases, ¿en serio que pasa por tu cabeza, Stanley? —pregunta furioso. 

El de cabello negro suspira, pasa una mano por sus cabellos. 

—Kyle, ya te lo dije, me di cuenta de que le hice mucho daño a Marjorine, si no me hubiera fijado en ella nada de esto habría pasado, yo le arruine la vida, ya ni siquiera viene a la escuela, ¿cómo quieres que me sienta con eso? —cuestiona. 

—Tú solo estás imaginando cosas, hasta que no hables con ella no tendrás certeza de nada. 

—Pero Wendy dijo….

—Ya basta con eso Stanley Marsh, acepta la realidad, tú solo estás huyendo del problema, eres un cobarde que no sabe luchar por lo que quiere —declara mientras lo señala, suspira y lo mira con lástima —. Estoy decepcionado de ti amigo, dejar a alguien a la deriva solo por tu falta de valor es vergonzoso. 

Luego de esas palabras el judío se calla y no dice más, ambos amigos caminan al salón, el de cabello oscuro se siente dolido con todo lo que dijo su amigo, más no puede decir nada, pues sabe que tiene razón. 

Cuando llegan a su aula ven a la mayoría de sus compañeros afuera de esta, extrañados por eso preguntan qué sucede. 

—¿Y ahora que les pasa, porque no entran? —pregunta Kyle. 

Nicole se remueve incomoda y contesta. 

—Stotch volvió, está adentro —murmura. 

Stan abre los ojos asombrado ante eso, entonces entra al salón, al hacerlo ve a la rubia sentada en una banca, se ve tan bonita como la recuerda, de hecho cree que está aún más linda.

Ella está sentada en su banca, su espalda recta y su mirada al frente, no le hace caso, de hecho de no ser porque pestañea de vez en cuando pensaría que está frente a una estatua, sin poder evitarlo se le acerca, solo así gira la cabeza, es entonces cuando ve a Craig, al que la muchacha parece susurrarle algo, entonces vuelve la vista enfrente y Tucker habla.

—Ella dice que te alejes, que no habla con cobardes —murmura.

—¿Qué? 

—Lo que escuchaste, no te quiere cerca y no quiere hablar contigo por cobarde —repite.

Marsh mira a la rubia con las cejas fruncidas, cree que aquello es una muy mala broma, pero al ver que ella ni siquiera lo mira sabe que lo que dijo Craig es en serio, solo por eso va a su asiento consternado.

Poco a poco los demás alumnos comienzan a entrar, Stan cree que la rubia ha regresado a su actitud hostil que tenía al principio, más la idea pronto muere cuando ve como le sonríe a la mayoría de alumnos que la ven, aun con eso algo en su sonrisa no le gusta.

En el transcurso de las clases trata de no verla para que Wendy no se ponga loca, pero no puede dejar de pensar en que algo malo pasa con ella.

El presentimiento se vuelve realidad cuando al comenzar el receso, ve como el hermano de Gregory la está esperando, todo se vuelve peor cuando la toma de la mano, la besa frente a todos y le da un cumplido que se escucha honesto.

Quiere que ella lo aleje, desea que haga que alguien le diga algo grosero como con él, más su deseo no se vuelve realidad, en cambio ella sonríe con esa sonrisa que no le gusta nada, lo mira a los ojos y le da un corto beso en los labios.

—Gracias Chris —susurra.

Luego ambos se marchan a la cafetería, ya ahí el muchacho no puede quitarle los ojos de encima, para disgusto de Wendy, aunque pronto la atención de la muchacha se ve centra en Nelly, quien se ha levantado de donde estaba —que casualmente era la mesa de la rubia fácil de Stotch— camina hacia donde ella está, hace como que se tropieza y le tira encima su bebida.

—Ay, lo siento Wendy —se disculpa con falso pesar.

Testaburger rechina los dientes furiosa, se levanta de su lugar y toma a la castaña con violencia, antes de que pueda hacer nada la voz de la directora la detiene.

—¡Wendy Testaburguer! ¿Qué es lo que estás haciendo? —cuestiona con molestia.

—Ella me tiro su refresco encima —responde.

—Pero si yo te pedí perdón, fue un accidente Wendy, no era mi intención —se justifica la contraria con vergüenza.

Aquello sin duda es la actuación más falsa y mala de la historia, más para la rubia mujer no parece ser así, pues se cruza de brazos y mira con reprobación a la de oscuro cabello.

—Necesita cambiar esa actitud violenta señorita Testaburguer, si no lo hace, me veré en la necesidad de hablar nuevamente con sus padres, así que por su bien detenga esos impulsos violentos —indica seria.

Dicho eso la mujer sigue con su camino que no es otro más que la cocina, la joven aprieta los puños con rabia, Nelly le sonríe con burla.

—Excelente trabajo Wendy, Marjorine te envía sus saludos —ironiza.

Solo entonces sus ojos oscuros se enfocan en la rubia, quien le sonríe con suficiencia, le manda un beso y enseguida le hace una señal obscena, ante eso la cara de la chica se contrae de rabia, sin lugar a dudas le va a cobrar eso.

Stanley ve la interacción con preocupación, no le parece una buena idea que Marjorine se meta con Wendy, pues sabe que ese es un juego que no puede ganar.

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En su corta, si corta, relación con Christophe él nunca parecía estar interesado en nada, más que en el mismo, Bebe lo entendía, obnubilada como estaba, su actitud le parecía atractiva, pero luego de un par de semanas deseo más.

Que la abrazara con cariño, que la mirara con amor, con deseo, anhelo palabras cariñosas y amorosas, más nunca obtuvo nada de eso, en cambio, sí que vio como él iba de una chica en otra con mucha facilidad, entonces quiso hacer su relación solo de ellos dos, pero ante la sola mención él dijo que eso no le iba, vio su intensión de terminarla así que ella se apresuró a decir que era una broma, de no ser por eso no habrían durado nada.

El tiempo pasó, paso, Barbara Stevens se enamoró, en verdad lo hizo, más Christophe no, de hecho, la rubia tenía la teoría de que solo se amaba a sí mismo, más esa idea se fue a la mierda cuando Marjorine regreso.

Sus ojos oscuros fijos en ella, mirándola con anhelo, con adoración, sus cumplidos honestos y actitudes cariñosas, casi posesivas, solo bastaba que alguien la estuviera mirando para que él intimidara al pobre tonto que se atrevía a verla. Lo que hacía todo peor es que esos ojos celestes la miraban con burla, incluso una sonrisa se dibujaba en sus labios cuando el francés asustaba a los que la veía.

Bebe sabía que se estaba burlando de ella, no había que ser un genio para eso, por eso una tarde de miércoles, luego de su clase de educación física y sabiendo que su profesor de historia no vendría aquel día, se atrevió a tomar del brazo a la rubia y encararla.

Cuando estuvo lo suficientemente lejos la soltó y la miro con odio.

—Tu juego ya me está cansando, hacer que Christophe finja interés es muy desagradable, además de falso, yo sé bien que él no es así, entonces para con eso, es molesto —declara.

La contraria ni siquiera se inmuta, solo la mira aburrida.

—Si tú crees que el finge, no veo el porqué de tu preocupación.

—Porque es molesto, no sé qué pretendes, pero yo no voy a caer en tu jueguito de los celos —asegura.  

—¿Quieres probar? —pregunta.

—No hay nada que probar, tú solo estás haciendo el ridículo —externa con desagrado.

—¿A si? Pues veamos —murmura, se pone a teclear algo en su celular, cuando lo deja ve como ella misma se golpea, se despeina, se arrodilla en el suelo y se pone a llorar.

No entiende que mierda acaba de pasar, no es hasta que escucha unos pasos apresurados y ve al castaño molesto que comprende que ha caído en una trampa de la chica.

—¿Qué mierda le hiciste? —pregunta furioso.

—Nada, ella se pego y se puso como loca —dice.

La rubia llora más fuerte, se abraza al muchacho y lo mira con sus ojos llorosos.

—Ella está enojada porque te quiere, me amenazo para que me alejara de ti, incluso me pego, dijo cosas feas sobre mí, que soy horrible y que no te puedo gustar porque estoy flaca —lloriquea.

—¿Él no va a creer esas tonterías, no? —piensa Stevens.

El castaño se gira y la mira con rabia.

—Escucha esto y grábatelo en tu hueca cabeza, deja a Abigail en paz, no le hables, ni siquiera la mires, si me entero de que vuelves a decirle algo sobre su aspecto o su físico me vas a conocer, Bárbara Stevens —amenaza.

Dicho eso se gira y mira a la chica llorosa.

—Vamos a la enfermería, ese golpe se ve feo —opina.

—Uh, si, está bien, pero Chris, ¿podrías cargarme? —pide.

El castaño asiente, la levanta, ella pasa sus manos por su cuello, se voltea y mira a Bebe con una sonrisa maliciosa, es entonces cuando la chica comprende que aquello no es una farsa, D’ Lorne en serio se preocupa por Stotch, en verdad le gusta, ante la revelación rebeldes lágrimas comienzan a correr por sus mejillas.

Por fin comprende lo que es querer y no ser correspondida.

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Marjorine mira el techo de aquella habitación, realmente no le presta atención, de hecho se encuentra hundida en sus pensamientos repasando todo lo que ha hecho a lo largo de casi dos semanas.

Ha visto a Barbara llorar, a Wendy la ha metido en problemas, a Clyde lo ha hecho quedan en ridículo frente a todos, aun así con todo eso no se siente feliz.

Realmente pensó que si hacia sufrir a los que iniciaron su desgracia se sentiría un poco menos miserable, pero no es así, nada parece mejorar, no se siente ni más feliz, ni satisfecha, el enojo no disminuye, parece que nada sirve.

En medio de sus pensamientos Emma toca su puerta, su clase esta por comenzar, se cambia y se pone ropa de acuerdo para la ocasión, al bajar y entrar al pequeño estudio ve que Mark ya está ahí, el gira la cabeza por el ruido, cuando la ve le sonríe.

—Hola Marjorine, ¿qué tal va todo? —cuestiona.

La chica frunce las cejas, esta frustrada, nada le sale como ella quiere, desea llorar por la frustración creciente, más antes de poderlo hacer es abrazada por el castaño quien con cuidado da pequeñas caricias a su cabeza.

—Tranquila, hablemos cuando la clase haya terminado, ¿si?

Ella asiente, él la imita, va a alejarse y volver a su lugar, más la chica no lo suelta.

—Espera un poco más, aún tenemos tiempo —susurra.

Cotswolds no dice nada, solo se queda a su lado y continúa con la cariñosa caricia, al entrar Heidi y verlos sonríe, cree que el momento que todos han estado esperando está por llegar, por el lado de Christophe cuando los ve solo rueda los ojos, no le ve caso fingir celos en aquel lugar así que ni les presta mucha atención. 

Emma pronto hace acto de presencia y comienza con la clase, la cual es más pesada de lo normal, cuando ha terminado con los ejercicios, la mujer de cabello negro sonríe feliz.

—Marjorine, Mark, es momento de que Gabrielle vea lo que han logrado en esta semana y media, asi que díganle hola —sugiere mientras muestra su celular.

Está en una videollamada, la mujer le sonríe a los jóvenes.

—Estoy ansiosa por ver que quieren mostrarme, así que adelante —insta.

Los jóvenes asienten y se mira, el francés que no tenía ni idea de que eso iba a pasar se siente curioso, pues si bien detesta todo aquello no sabe que pudieron haber aprendido en tan poco tiempo, así que solo se hace a un lado y espera a ver que tienen.

Cada uno se acomoda en un extremo, cuando Emma pone su teléfono en un buen sitio, se aleja de ahí y reproduce la música, cuando D’ Lorne reconoce la melodia esboza una sonrisa sarcástica.

—No lo van a lograr —escupe.

Turner, quien está a lado suyo, lo mira con suficiencia.

—Te vas a tragar tus palabras —advierte.

El contrario rueda los ojos, planea ver una mediocre ejecución y burlarse por algunos días, más para su total asombro, lo que dijo Heidi parece que va a cumplirse, aquellos dos no parecen dos jóvenes estudiantes, por lo menos en aquel momento no lo son más, cada uno está muy adentrado en su papel, Mark un príncipe enamorado a punto de ser engañado, Marjorine una perfecta mentirosa que busca seducir y engañar al enamorado príncipe.

Entre todos los ballets existentes uno de los que más odia es precisamente ese, pues la historia le parece muy idiota y aburrida, más la mayoría de gente opina diferente, encuentran en aquella historia de engaño algo muy entretenido de ver.   

En serio detesta el puto Swan Lake, pero aun con eso no puede dejar de verlo, la rubia se luce en todo lo que dura aquello, incluso hasta Cotswolds es muy bueno, cuando llega la parte que a todos les gusta, la más difícil de ejecutar para una bailarina, la muchacha lo sorprende aun más al lograr aguantar los treinta y dos fouettés, pero su sorpresa no acaba ahí, Mark, aquel al que llamo debilucho y menosprecio cuando lo vio bailar, gira como todo un profesional.

Se queda quieto sin saber como procesar lo que esta viendo, no es hasta que su madre aplaude feliz y habla alegre que vuelve a la realidad.

—Dios, ¡eso fue increíble! ¿En serio lo hicieron en menos de dos semanas? —cuestiona con asombro.

—¡Así es! Le pusieron mucho esfuerzo, como habrás podido notar los giros y pasos fueron ejecutados a la perfección —dice orgullosa la profesora.

La mujer en el teléfono aplaude encantada.

—Y no solo eso, el personaje es interpretado a la perfección, Mark eres un príncipe increíble, Marjorine, tu eres un excelente cisne negro, tus malvadas intensiones son palpables, me haz asombrado bastante esta vez, de hecho ambos lo han hecho, aun con eso tengo que contarles que justo ayer ya le di ese acto a alguien más —cuenta, la rubia baja la cabeza desanimada, ante eso nuevamente la mujer habla —. Aun con eso creo que hay varios actos más que pueden hacerlos lucir increíbles, les mandaré una lista con Emma, escojan el que quieran, tomen la decisión con calma, todo lo que les envié será exclusivo para ustedes, así que no hay problema en que se repitan actos —asegura.

La chica sonríe y asiente.

—¡Escuchaste eso Mark! Podemos elegir, tal vez incluso podríamos hacer lo de dos actos diferentes, bueno, si es que Heidi no quiere que la ayudes con algo más, claro está —murmura.

—Por mí no hay problema, estoy bien teniendo un acto —responde la nombrada.

—Umm, ¿estás segura de que podrás con tanto Marjorine? Es decir, ya tienes dos actos con Chris, uno de ellos es algo largo, ¿agregarle dos más no sería muy pesado para ti? —interroga.

Más la rubia niega.

—No hay problema, con Chris ya está listo todo, seguiremos ensayando y eso, tengo tiempo para aprender más, además trabajar con Mark es muy fácil, no será difícil acoplarnos —opina.

—¿Y ustedes qué opinan? —pregunta refiriéndose al castaño y a la joven mujer.

—Yo creo que lo lograran, tienen buena química, no será difícil que aprendan —comenta Emma.

—Por mí no hay ningún inconveniente, más que sentirme cansado bailar con Marjorine es divertido, su pasión es contagiosa, así que yo estaré encantado de ayudarla en lo que necesite —dice con una sonrisa.

La mujer francesa no deja de alabar al chico, le da cumplidos y elogios por lo bueno que es, cuando acaba la llamada la profesora da por terminada la clase, aunque ni eso hace que sus bocas se silencien, todos parecen adorar a Mark y su perfecta forma de ser.

Christophe empieza a ver en el a alguien digno de temer, pues no solo se ha ganado el respeto de su madre y simpatía, sino que parece hacer entrar en razón a la rubia, pues luego de que ambos se encierran en su habitación para hablar, ella va a la suya para terminar su acuerdo, le promete que cumplirá lo otro que prometió, pero le dice que ya no necesita más fingir amor.

Ante esas palabras no duda en preguntarle que la hizo cambiar de opinión, a lo que ella responde.

—Me di cuenta de que la infelicidad de los demás no me da felicidad a mí, ya estoy harta de eso, así que he decidido sanar toda la fuente de mi enojo —murmura.

—¿Y cuál viene siendo esa? —cuestiona con los brazos cruzados.

—Es referente a mi pasado —susurra, suspira y mira al castaño con suavidad —. Gracias, lamento haberte metido en esto, ten por seguro que eso no volverá a ocurrir —finaliza y se marcha.

Cuando el muchacho se queda solo no puede evitar sentir una incómoda sensación de vacío, es como si de verdad ella nunca más lo fuera a necesitar.

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•Aaaaaaaaaa• ❤️

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