MENTÍA.


Las clases terminaron sin ningún otro contratiempo, que la actitud desanimada de Marjorine, sus amigos se habían preocupado luego de su apresurada huida, incluso las otras personas que estaban ahí se sintieron levemente inquietos por lo que pasó.

La rubia había regresado a las clases con un semblante muy malo, se veía pálida y desganada, sus rubios amigos habían tratado de preguntarle qué le sucedió, pero la muchacha ignoró todo y se sumió en el mutismo.

Ni siquiera el fin de las clases la hicieron cambiar su actitud, eso sí que preocupo a Tweek y Philip, quienes se miraron preocupados.

De reojo Kenny miró a la chica con preocupación, se sentía culpable pues creía que había avergonzado a la chica frente a todos y por eso estaba así. Alejo la vista cuando Cartman le habló, ya luego se disculparía con ella.

En tanto que con el trío de amigos todo estaba silencioso, Stotch caminaba en automático, los chicos trataban de pensar una buena forma de sacar el tema de porque estaba así, cuando el inglés estaba a punto de decir algo, su compañero del club musical, Mark, se acercó a ellos.

—Hola, Philip, Tweek, Marjorine —saluda educado.

—Hola Mark, ¿cómo estás? —responde Pip

—Hola —dice Tweak nervioso.

La rubia solo hace un asentimiento a modo de saludo.

El chico sonríe lo más amable que puede.

—Estoy bien, la verdad es que quería hablar con ustedes por lo de hoy —revela.

—Si es por lo de Mar, ella lo siente, la verdad se sorprendió mucho por lo que pasó —justifica el inglés.

—Mar siempre es muy dedicada, lo de hoy fue un mal momento —apoya el otro rubio.

El muchacho niega tranquilo.

—No, de hecho eso lo comprendo, su actuación quedó bastante bien, puedo cortar la última parte, no afectará en nada —explica, sonríe tensamente y continua—. La verdad es que yo quería pedirles su ayuda, bueno, a ustedes tres y a Scott —susurra.

—¿Ayuda?

—¡Nos vas a vender al gobierno! —exclama Tweek con miedo.

—¿Qué? ¡No! Nada de eso, ¡Dios! ¿Por qué piensas eso? —pregunta abrumado el castaño.

—Lo siento Mark, Tweek actualmente está tratando de dejar de consumir tanto café, suele ponerse así por las tardes —se disculpa mientras pone una mano en el hombro del contrario para tranquilizarlo—. ¿Para qué necesitas nuestra ayuda?

—Ah, bueno, la verdad es que yo estaba en una "banda" —dice entre comillas—, habíamos conseguido poder tener una presentación en pasitas para Halloween, ya saben, animar un poco por la fecha, pero tuvimos una pequeña pelea, así que ellos no quieren cumplir, me preguntaba si tal vez ustedes me pueden ayudar con eso. No pagarán mucho, pero les puedo dar el dinero que nos den, realmente no me importa mucho eso, solo quería una oportunidad para que la gente conociera mi música —explica honesto.

—Oh amigo, lo siento mucho, con gusto yo te ayudaría, ¿pero no es un poco apresurado? Es decir, ¿crees que podamos aprender lo que iban a tocar en tan poco tiempo? —cuestiona preocupado Philip.

—De hecho mayormente serán covers de canciones conocidas, únicamente será una canción original, para eso ocupo la ayuda de Marjorine.

—¿Mi ayuda? —pregunta la chica prestándole por fin atención al castaño.

—Si, tu ayuda, verás, para que pasitas nos dejara tocar nos exigían que un miembro tenía que ser una chica, así que hice una canción que estaba pensada para ser cantada por un hombre y una mujer. Al escucharte hoy me asombraste, tienes una buena voz, pienso que quedaría genial con lo que escribí —Mark expresa con honestidad.

—Huh, gracias, amm, ¿si te ayudo estaremos muy ocupados ensayando no? —cuestiona con interés la rubia.

—Pues sí, eso supongo, el sábado es Halloween —indica.

—Acepto, ¿ustedes también, verdad, amigos?

—¡Ah! Es mucha presión, no creo poder —exclama Tweek.

—¡Oh, por favor! ¡Hagamos esto juntos! —suplica la chica.

—Supongo que podemos intentarlo, ¿qué dices amigo? —pregunta el inglés.

—Bueno, está bien, ¡pero no me vendan si esto sale mal!

—Gracias, ahora solo me falta hablar con Scott, espérenme en la entrada, voy a buscarlo —pide, se da la vuelta y se marcha rápido.

Los amigos caminan a la entrada para esperar al castaño, cuando están ahí la muchacha suspira y los mira con pena.

—Siento mucho lo de hoy, mi actitud no ha sido la mejor, lamento si los preocupe, de repente me sentí mal —aclara.

—Lo importante es que estás bien, si quieres hablar de ello siempre puedes contar con nosotros, lo sabes, ¿no? —expresa amable el de ojos azules.

—Lo sé Philip, y lo agradezco, no es nada grave, solo fue algo momentáneo, me regresó el pánico al público, ya sabes que estoy habituada a actuar solo con Gregory, su confianza es muy grande, la mía flaquea en momentos —declara avergonzada.

—Pues yo creo que aún con eso lo hiciste genial, Mark tiene razón, tu voz es muy bonita, también la de Scott es buena, eso sí que fue una sorpresa, ¿desde cuándo dejó su seseo? —opina Tweak.

—Según lo que me contó ha estado acudiendo por varios años a un fonoaudiólogo —dice la chica.

—Entiendo, eso es bueno, muchos solían hacerle bromas hirientes por eso, aunque también supe que pararon un poco desde que entramos a secundaria —menciona Pip.

—Eso fue por Kevin —indican los tres a coro.

Se sonríe entre sí al pensar lo mismo, los pasos apresurados les hacen voltear a ver quién viene, se encuentran con dos castaños que corren y solo se detienen hasta estar frente a ellos.

—El acepto, vamos a mi casa, ahí podemos hablar mejor de todo esto, además de que les enseñó lo que tenía planeado para ese día —propone agitado Mark.

Todos asienten, comienzan a caminar detrás de él, pronto se ponen a hablar entre ellos, la idea es emocionante, incluso Scott se muestra muy animado de hacer aquello, contagiando a los dudosos rubios.

Marjorine no hace más que sonreír, ella lo único que quiere es mantener ocupada su mente para no pensar en lo que pasó aquel día.

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Sábado 30 de octubre, aquel día era Halloween, por consiguiente, la gran fiesta anual de Tolkien Black.

El muchacho era amable e invitaba a quien sea que quisiera ir, la única condición era tenían que ir disfrazados, pues para él de eso trataba Halloween.

Por eso Stan revolvía las cosas de su armario, buscando alguna cosa que le sirviera para hacer un disfraz. Comúnmente sus atuendos de Halloween eran elegidos por Wendy, pero en aquella loca semana, las cosas no andaban muy bien entre ellos.

La muchacha se la había pasado criticando a Kyle, pues luego de lo que pasó el lunes el chico se la pasó entre las chicas de pasitas.

Todas ellas eran conocidas por tener una reputación dudosa, creada, claro, por las otras chicas.

Testaburger, estaba convencida de que si Kyle estaba con esas chicas, Stan también las conocía y la podría haber engañado con ellas.

El de cabello negro negó la acusación, explicando que no tenía conocimiento de aquella amistad, aún con eso Wendy no le creía, así que se la paso la mayor parte de la semana irritable y tratando de que el chico admitiera su culpa.

Como él no cedió, ella se molestó aún más y desde el viernes se dedicó a ignorarlo, aquello angustio a Marsh, quién trato por todos los medios de contentar a su novia, pero nada sirvió, así que como una forma de obtener su perdón decidió que su puto disfraz sería el mejor, así tal vez ella se sentiría orgullosa y aceptaría escucharlo y perdonarlo.

Era una idea simple, pero podría funcionar, Wendy amaba ser el centro de atención, si él lograba tener un buen disfraz, el enojo disminuiría un poco.

Por eso revolvía sus cosas buscando algo que le sirviera, la verdad no tenía nada grandioso, así que al final terminó con un disfraz muy simple de pirata.

Cuando eso estuvo listo bajó de su cuarto, tomó las llaves del auto de su padre y salió de la granja con rumbo a la casa de Tolkien.

El camino fue largo, la radio era su única compañía, cuando vislumbro los autos y el ruido de la música sonrió, había llegado a su destino.

Estacionó su auto y bajó con prisa, revisó una última vez su disfraz y se encaminó a la entrada, entro sin siquiera tocar, al estar dentro de la casa observó que ya había mucha gente, saludo a algunos cuantos, camino buscando a sus amigos, cuando los encontró se acercó a ellos.

—Kenny, Cartman, ¿tiene mucho que llegaron? —pregunta el de cabello negro.

—Un rato amigo, Clyde estaba desesperado por llegar, dijo que necesitaba ver el disfraz de bruja sexy de Bebé —dice el rubio con una sonrisa.

—El tonto de Clyde dijo que sería algo único de ver, pero lo que no pensó el idiota es que Bebe siempre anda vestida como puta —dice despectivo el castaño.

—¡Amigo, basta! Lo que tú necesitas es una novia que te quite el mal humor —sugiere McCormick.

—Y tú necesitas una correa, para que dejes de ser tan perro —escupe mordaz Eric.

—Si, como sea, ¿han visto a Wendy? —pregunta Marsh.

—Huh, la verdad yo no la he visto —responde Kenny.

—Yo menos, y prefiero no verla, me arruinaría la noche —escupe Cartman.

Stan frunce el ceño al escuchar aquello, prefiere cambiar el tema.

—¿Kyle va a venir?

—Quien sabe, el judío anda muy ocupado haciendo orgías con las putas de la escuela —hace una mueca de desagrado el castaño mientras contesta.

—Pues yo hablé con él, dijo que intentaría venir, pero no aseguraba nada, según entendí iba a salir con Rebecca después de su trabajo en pasitas —menciona el rubio, ladea la cabeza y mira al pelinegro con cautela —¿Aún no vas a hablar con Kyle? —cuestiona.

—Tal vez cuando resuelva las cosas con Wendy, la verdad ahora estoy enojado con él, me causó problemas que yo no necesitaba por juntarse con esas chicas —aprieta los labios con desprecio en tanto responde.

—Stan, no creo que el enojo de Wendy sea culpa de Kyle, o sea, tú no eres Kyle, tú no eres quien sale con esas chicas, no son tus amigas, tampoco tienes nada que ver con ellas, así que creo que él no merece que estés molesto, cuando no ha hecho nada —opina.

—Si Stan, tú no te jodes el culo de las más putas, ese solo es Kyle, todos sabemos que besas el suelo por dónde camina Testaburger. Además, seamos honestos, tú sabes que esto pasa constantemente, tu novia busca una excusa de vez en cuando para terminarte, casi siempre lo hace porque ya conoció a otro tipo, entonces te deja, tú te emborrachas, lloras como un marica por semanas o meses, luego ella regresa y tú la perdonas. El ciclo siempre es el mismo, nunca cambia, ¿sabes que? Kyle no arruina tu relación, porque no hay nada que arruinar —declara con desagrado, se da la vuelta y mira sus amigos con aburrimiento —. Diviértanse, yo me largo a casa, no quiero ver el patético espectáculo que se viene —se marcha sin decir nada más.

Kenny sonríe con disculpa.

—Amigo, no le hagas caso a Cartman, estaba muy enojado porque Clyde le copio el disfraz, mejor vamos a buscar a Wendy, seguro que está por aquí cerca —sugiere en tanto comienza a caminar.

—Sí, tienes razón, además Cartman es un idiota —menciona tratando de creer sus propias palabras, pues lo que dijo el castaño sí que lo afectó.

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La fiesta es divertida, el ambiente es jovial, los jóvenes se mueven al ritmo de la música, sin duda todos se la están pasando bien, aunque ese no es el caso de Stan, quien sigue sin tener ni un rastro de Wendy.

Desde que llegó no ha hecho más que buscarla, incluso ha preguntado a sus amigas por ella, pero ninguna le ha querido dar razón, así que ahora está solo, sentado en un sofá viendo a todos divertirse mientras que él solo espera encontrar a su amada novia.

Kenny se ha marchado con una chica, lo cual no es novedad, así que solamente ruega poder encontrar a su pareja para aclarar sus problemas y poder divertirse por fin en aquella gran fiesta.

Parece que Dios se apiada de él, pues entre el mar de gente ve a Wendy caminando a lado de Millie, ellas ríen mientras hablan, Stan se levanta de dónde está cuál rayo y se planta enfrente de la pelinegra.

—¿Qué quieres, Stanley? —pregunta con desagrado.

—¿Podemos hablar? —pide.

—Bien, nos vemos en un rato Millie.

—Vale, ya sabes dónde estamos —se despide la contraria.

El par de chicos caminan, cuando están un poco lejos de la gente la mujer mira al pelinegro esperando a que inicie la conversación.

—Wendy, sé que estás molesta, tienes todo el derecho a estarlo, pero la verdad es que yo no estaba enterado de las amistades que tenía Kyle, si lo hubiera sabido te habría dicho, es decir, sabes que nunca te oculto nada, además también sabes que eres la única chica a la que quiero. No me gustaría perderte, mucho menos por algo que ni siquiera tiene nada que ver conmigo, por favor Wendy, se justa conmigo —pide.

—¿Quieres que sea justa contigo?

—Si, yo no merezco esto, lo que Kyle haya hecho no tiene nada que ver conmigo, siempre te he respetado, nunca haría nada que te dañará.

—Mientes, siempre haces cosas que me dañan.

—¡Que! ¿De qué hablas?

—Stanley, no soy estúpida, sé que tú me estás mintiendo, no entiendo cómo tienes el valor de verme a la cara y seguir con tus mentiras —espeta furiosa.

—Yo no miento, no sé dé que hablas —dice con desesperación.

—¡Oh, vamos! Todos en la escuela saben que tú y Kyle son mejores amigos, ¿cómo no vas a saber que él se relacionaba con esas chicas?

—¡Pero es que yo no lo sabía!

—Stan, tú te la pasas con Kyle, siempre estás diciendo, voy a dormir a casa de Kyle, voy a hacer la tarea con Kyle, Kyle me invitó a cenar en su casa. Kyle, Kyle, todo siempre es Kyle, ¿cómo no ibas a saber lo que hacía tu mejor amigo? Si te la pasas con él, es obvio que tu cercanía se debe a que me has estado viendo la cara de estúpida —grita con enfado.

—Wendy, eso no es así, yo nunca, nunca te traicionaría, ¡lo juro!

—¡No jures en vano! Ten el valor por lo menos de admitir lo que hiciste —exige.

—Pero es que yo no he hecho nada, la única chica con la que he estado has sido tú —asegura con voz trémula.

Los ojos de la chica lo miran con rencor.

—Que asco me das Stan, ni siquiera tienes el valor de admitir tu error, ¿sabes que? Vete al demonio, está relación se terminó —anuncia en voz alta.

—¿Qué? No, espera Wendy, por favor, tienes que escucharme, yo no he hecho nada de lo que piensas —le dice mientras la sigue.

—Vete a la mierda, yo ya no tengo nada que hablar contigo.

—No, por favor, por favor espera, hablemos, podemos solucionar esto, Wendy, yo te amo, lo he hecho desde que tenemos ocho años —clama con vehemencia.

La de cabello negro se gira.

—No seas patético, si me amarás habrías tenido el valor de admitir tu error, además de que no me habrías engañado.

—¡Pero es que yo no te engañe!

—¡Y sigues igual! ¿Sabes que? Lárgate con esas tipas de pasitas y con tu ex amiga puta, a mí ya no me jodas más —exige, se da la vuelta y se marcha a paso rápido.

Marsh cae de rodillas al suelo, clava sus uñas en sus brazos a modo de castigo, para ese momento ya está entre más personas, por lo que su discusión fue escuchada ya por gran parte de la gente.

Una que otra risa se deja oír, lo que hace al muchacho levantarse y correr a su auto, ya en el jala sus cabellos con desesperación.

Se siente como una mierda, Wendy lo ha dejado de nuevo, pero está vez no ha sido como las otras, pues pudo ver en sus ojos rencor, algo que nunca antes había visto.

El aire le comienza a faltar, sus manos tiemblan, muerde sus labios con fuerza, solo hay una cosa que lo pude calmar, así que enciende el auto y se encamina a la tienda de conveniencia más cercana, pues necesita comprar el antídoto que le hace olvidar que todo en su vida es una mierda.

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La presentación ha salido increíble, mucho mejor de lo esperado, han tocado poco más de tres horas, cuando se suponía que solo lo harían por dos.

Mark está feliz, les han pedido ir también el próximo sábado, además de que les han dado 50 dólares a cada uno, que si bien no es mucho, hace felices a los chicos pues es su primer dinero ganado por ellos mismo.

Luego de lo de ese día han quedado de hablar con más calma sobre la opción de ser miembros permanentes de la banda del castaño, no han querido hacerlo por ahora, ya que prefirieron irse a sus casas pues ya era tarde.

Kyle se fue junto con Mark y Rebecca, Scott se marchó con Kevin, quien lo fue a apoyar, como el amigo incondicional que era, eso les pareció a todos un gran gesto, pues prefirió ir ahí que a la fiesta de Tolkien. Philip, Tweek y Marjorine se fueron juntos, aunque pronto se separaron pues sus casas quedaban en diferentes direcciones, los chicos se habían ofrecido a dejarla en su hogar, pero ella rechazó el ofrecimiento, pues sabía que perderían mucho tiempo si hacían eso.

Se despidió de ellos con una sonrisa, le dijeron que tuviera mucho cuidado, que ante cualquier cosa los llamará, con eso dicho se marcharon por caminos diferentes.

La rubia caminaba con tranquilidad, tarareaba la canción que había cantado con Mark, el aire frío le daba de lleno en las mejillas, las solitarias calles no la asustaban, más bien la hacían sentir tranquila.

Entre su caminata veía de tanto en tanto el cielo, aquel día estaba hermosamente estrellado, cosa que le saco una sonrisa, cerró los ojos respirando el frío aire.

—Desearía que todos los días fueran así, tranquilos, fríos y con cielos llenos de estrellas —susurra tranquila.

De repente una mano en su espalda la sobresalta, se maldice por ser siempre ser tan despistada, piensa que lo mejor será patear y correr, antes de hacer cualquier cosa una voz pastosa le eriza los vellos.

—Tú, puta, si no hubieras regresado nada de esto habría pasado —maldice con dificultad.

La rubia se gira y mira al muchacho con las cejas fruncidas.

—Stanley, ¿estás borracho? —pregunta cautelosa.

—Eso no te importa puta, pero solo para que sepas, yo no estoy borracho, puta, ¿por qué no te largas de aquí? No mejor, ¿por qué regresaste aquí? Únicamente llegaste a joderme la vida —masculla iracundo.

—Estás mal, ¿cómo voy a joderte la vida si ni me he acercado a ti? Sabes que, ve a casa Stanley, es peligroso que andes por la calle en ese estado —le sugiere, se da la vuelta para marcharse, aunque el chico no la deja, la voltea con brusquedad y la agarra de los hombros.

—¿Por qué estás haciendo todo esto? —le cuestiona sin soltarla.

—No entiendo de que hablas, por favor suéltame —pide incómoda, la gente borracha le desagrada mucho.

Pero el pelinegro no la suelta, en cambio, la zarandea.

—No digas tonterías, tú sabes bien de lo que hablo, por tu culpa Wendy me dejo, me quitaste a mi mejor amigo, todo es tu culpa, antes de ti todo estaba bien, pero llegaste e hiciste mi vida una mierda —reclama con odio.

—Oye, ¡ya suéltame! Ya te dije que yo no hice nada, no me he acercado a ti, mucho menos a Wendy, lo de Kyle es algo que no tiene por qué afectar tu amistad, que tú no quieras aceptar a tu amigo es tu problema ¡Ahora déjame, por favor! Me estás lastimando —se queja pues su agarre es fuerte.

El chico no hace caso, solo sigue reclamándole cosas de modo torpe, algunas ni siquiera las entiende la rubia, pues la lengua del chico parece enredarse con las palabras.

Marjorine no hace más que lamentarse, si hubiera aceptado el ofrecimiento de sus amigos nada de eso habría pasado, de seguro ahora estaría en su casa, viendo alguna película antes de dormir y no estaría ahí escuchando las tonterías de un borracho de mierda.

—Bueno, nada peor me podría pasar —piensa con ironía.

Entonces Stan detiene su zangoloteo, su rostro se contrae en una mueca de malestar, la chica mira esto con curiosidad, va a preguntar que le pasa, no alcanza a externar la cuestión, pues la respuesta llega en forma de vómito a su ropa.

Se queda pasmada, ahora está llena de vómito, con un tipo borracho, que luego de lo que ha hecho se sentó en la calle y se puso a llorar diciendo repetidamente el nombre de su novia.

Sus labios se tensan en una línea recta, odia a Stan, a Wendy, a todos... ¿Por qué le tiene que pasar cosas malas siempre? Ella solo ha tratado de mantenerse alejada de los problemas, pero parece que es un imán de desagradables situaciones en aquel pueblo.

Quiere marcharse a su casa y ponerse a llorar por el descubrimiento, pues cree que el mundo ya ha sido demasiado injusto con ella, no cree merecer más de aquello, está dispuesta a irse y dejar a aquel chico, aunque al verlo sentado en el suelo implorando por Wendy, le hace sentir pena por él.

Decide que lo mejor será llamar a alguno de sus amigos para que vayan por él, así no lo deja a merced de quien sabe que peligros.

Toma su celular, su primera opción es Kyle, al llevarse bien no le costará hablar con él, marca su número, una, dos, tres, cuatro... No hay respuesta, de seguro el chico ya está dormido, o tal vez se escabullo a algún lugar con Rebecca, maldice su mala suerte.

Su segunda opción es Kenny, eso ya es un poco más difícil, lo ha estado evitando desde el lunes, no le apetece hablar con él, pero tendrá que hacerlo, así que toma valor y le marca, al igual que Kyle, no contesta, gime con frustración al pensar que tendrá que llamar a la última opción.

Cartman.

Casi podía escucharlo, se burlaría de ella, la trataría de modo horrendo, posiblemente la humillaría, pero pues no tenía otra opción, así que busco entre sus contactos, al dar con el número marco, para su sorpresa se dio cuenta de que la llamada no entraba, lo que solo significaba una cosa, había bloqueado su número.

Se rio ante lo obvio, él no la toleraba, era lógico que no quisiera tener ningún tipo de contacto con ella, suspiro frustrada, no podía dejar a Stan ahí, por mucho que le desagradara no deseaba que le pasara algo malo, así que haciendo uso de todas sus fuerzas le tendió la mano.

—Vamos Stanley, te llevaré a mi casa, cuando llegue Kenny él te llevara a la tuya —sugiere.

El muchacho, quien no ha parado de tomar, solo toma la mano de la muchacha, el alcohol parece haberlo atontado, pues ahora está tranquilo, aunque sigue berreando el nombre de Wendy de tanto en tanto.

La muchacha pasa el brazo del chico por su hombro, para ayudarlo a apoyarse, entonces comienzan a caminar, en el camino Marsh sigue hablando de Wendy, también se queja de Kyle, las chicas con las que sale y por supuesto sobre ella, solo le da la razón a todo lo que dice. Para este punto ya ni siquiera la reconoce, no entiende como es posible, si hasta hace un rato la estaba maldiciendo y zarandeando.

Cuando divisa su hogar un suspiro de alivio la inunda, entran a su casa sin dificultad, la mejor opción es recostar al chico, por lo que lo lleva a su habitación y lo acuesta de lado en su cama, para su mala suerte, al hacer esto el muchacho vuelve a vomitar.

Marjorine quiere llorar, ha ensuciado su cobertor de ositos nuevo, el suelo y de paso su propia camisa, así que lo sienta en la cama, le quita la prenda sucia, busca entre su ropa una vieja playera que era de Christophe, duda mucho en prestársela, aunque no es que tenga muchas opciones, no puede ir al cuarto de su madre o al de Kenny a tomar cosas que no son suyas.

Con todo el dolor de su corazón se la termina poniendo al chico, quita el cobertor sucio, le quita los zapatos y lo recuesta nuevamente de lado, solo hacer eso el de cabello negro se queda dormido.

La rubia suspira de alivio, toma ropa limpia, su toalla y se va a dar un baño rápido para eliminar el nauseabundo olor que hay en su ropa, cuando termina se viste, toma su ropa sucia, el cobertor, la playera del chico y las pone a lavar.

Mientras la lavadora hace su trabajo llena una cubeta con agua, le pone varios productos de limpieza y se dedica a limpiar el piso de su habitación, únicamente para con la labor hasta que el aroma a desinfectante y cloro inunda su nariz. Entonces regresa al cuarto de lavado, comienza el ciclo de enjuague, cuando termina comienza el de secado.

Regresa a su cuarto, no sin antes llevarse una cubeta con ella, pues no quiere pasársela limpiando vomito a cada rato, acomoda el objeto justo alado de donde está Stan, se sienta en el suelo a lado de la cama y espera a que su hermanastro haga acto de presencia para que se ocupe de su amigo.

Las, dos de la mañana, las tres, las cuatro, las cinco... Y de Kenny ni sus luces, Marjorine no hace más que maldecir, se la ha pasado acercándole el balde a Stan, ayudándolo a que no se ensucie, incluso tuvo que acompañarlo al baño, pues se tambaleaba y no podía mantener el equilibrio por sí mismo.

No ha dormido nada, su mamá y su esposo tampoco han llegado a la casa, tal parece que eso lo sabía Kenny y por eso no ha llegado a casa, así que ahí está ella, un domingo por la madrugada, cuidando de un borracho, que ni es su amigo, que la insulto y la culpo de algo que no hizo.

Esa es Marjorine y su suerte del demonio, solo observa como se mueven las manecillas del reloj, para ese momento ya está envuelta en una frazada, aunque sigue en el frío suelo, no puede dormir pues no quiere que Marsh le haga un desagradable desastre con su vómito.

Trata con todas sus fuerzas de no sucumbir al sueño, pero cuado el reloj marca las seis y media, sus ojos se comienzan a cerrarse poco a poco, sin querer se queda dormida, en una posición muy incómoda.

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Lo primero que Stan ve solamente abrir los ojos es el techo azul lleno de estrellas, su cabeza punza de dolor, siente la boca seca, eso únicamente puede significar que bebió demasiado, se remueve entre las sabanas incómodo, dormir un rato más no estaría mal. Cierra los ojos tratando de retomar su sueño, solo entonces recuerda algo.

—Mi techo no es azul —musita.

Se levanta de golpe, mira de un lado a otro, paredes pintadas de color morado y blanco, decoradas con varios dibujos, estantes bien ordenados, un escritorio negro con un portátil, una silla ergonómica color azul, cobertor y sabanas muy aniñadas. Y ahí, en una esquina de la cama en el suelo, una rubia sentada y dormida.

Se mira a sí mismo, trae una playera que no es de él, ante eso se pone pálido.

—Ay no, por favor, no —ruega desesperado.

Pues si está en la casa de Marjorine, con ropa que no es suya y acostado en su cama solamente se puede significar una cosa.

—Me acosté con ella, mierda, mierda, mierda —escupe asqueado, se levanta de un salto de la cama, busca sus zapatos dispuesto a marcharse enseguida de aquel lugar, no lo encuentra, está comenzando a desesperarse, comienza mover cosas y hacer ruido, mismo que despierta la chica.

Ella se talla los ojos con pereza, pronto su vista se enfoca en el chico, quien remueve todo sin vergüenza alguna, ante eso la muchacha carraspea con molestia.

—Marsh, créeme que nada me haría más feliz que te fueras, pero por favor deja de mover mis cosas, es de mala educación —replica.

—Yo, yo solo quiero mis zapatos, lo que sea que haya pasado fue un error, así que solo olvidémoslo —exige avergonzado.

La muchacha arquea una ceja con duda.

—¿Qué supones que paso?

Stan se detiene, aprieta sus puños.

—Nos acostamos, ¿no? Mira, la verdad es que yo quiero a Wendy, lo que paso fue un error, así que te agradecería si no dices nada —pide con los dientes apretados.

La rubia se levanta, lo mira con desagrado.

—Yo no me acosté contigo, lo único que me la pase haciendo toda la noche fue cuidarte, me vomitaste encima, ensuciaste mi cobertor nuevo, mi cuarto... ¡Ah! Y no olvidemos que en medio de la calle me culpaste de que estoy destruyendo su vida —silencio, toma aire y resopla molesta —Te diré algo, Stan, lo que yo menos quiero es cruzarme contigo o con cualquier otra persona que me cause problemas, así que, no te preocupes, me alejaré de Kyle, todo sea por no tener más problemas, que suficiente tengo con los míos como para agregarle otros —suelta molesta.

Sale de su cuarto a paso rápido, el de cabello negro la mira, está bastante aliviado de no haber hecho nada estúpido, además de que se siente mejor al escuchar que ella se alejara de su amigo, tal vez eso no solucione lo de Wendy, pero por lo menos ya no intervendrá en su amistad.

Una cosa golpeado su cara lo saca de sus pensamientos.

—Hay esta tu ropa, póntela y regrésame la mía —ordena.

Prefiere no decir nada, solo hace lo que le pide, cuando tiene puesta su camisa ella lo mira con rencor.

—Tus zapatos estaban justo a lado de la cubeta en donde te estuviste vomitando, ahora si, ya puedes largarte.

—Bien, como sea —dice como si nada, se pone sus zapatos y se encamina a la salida, antes de poder marcharse la muchacha lo llama con desprecio.

—Yo no me acostaría con un alcohólico, yo aborrezco a la gente así, por eso no tienes que preocuparte —declara.

—Mejor para mí, igual no me gustan las putas —se burla y se va.

Luego de eso se la pasa descansado, por fortuna dejo el auto de su padre aparcado en un buen lugar, lo que le evita problemas.

Al regresar a clases el lunes se siente mejor, no tiene a Wendy, lo puedo arreglar, pues tendrá a su mejor amigo que lo ayudara, por eso se presenta a la escuela con una sonrisa, misma que muere al ver a la gente reunida en torno al casillero de su ex.

Aquello no le da un buen presentimiento, por eso se acerca con cautela, al hacerlo ve a Wendy mirando a Marjorine con desagrado, el sentimiento es mutuo, el silencio es cortado por la rubia, quien frunce los labios con enfado.

—Tú eres una persona irrelevante para mí, como yo lo soy para ti, así que solo te diré esto una vez, deja de usarme como pretexto para dejar a Marsh, yo no tengo interés en él, como sé que no lo tienen ninguna de las otras chicas que son amigas de Kyle —la de cabello negro quiere decir algo, pero la de ojos celestes la mira con dureza, lo que hace que silencie cualquier cosa que quiera decir —. Si lo que te preocupa es que yo estaba cerca de Kyle, déjame te aviso que he decidido alejarme de él, así que busca algo más creíble, porque ya no tienes motivos para no regresar con él —declara, se da la vuelta y se marcha con la espalda en alto.

Wendy se muerde los labios con frustración, sus ojos negros se cruzan con los azules de Stan, la gente los mira con atención, luego de escuchar lo que dijo la rubia ellos también creen que no hay motivo para una ruptura.

El pelinegro tiene esperanza, misma que se apaga al ver que Testaburger evita mirarlo.

—No, no regresaré contigo, yo sé que me mientes —susurra, se marcha de ahí con prisa.

Las personas comienzan a murmurar sobre lo nerviosa que se veía Wendy, opinan que esconde algo que la hizo querer terminar con Stan, todos hacen sus teorías, algunos le dan la razón, mientras que otros dicen que ya se había tardado en inventar algo para terminar como él siempre.

Esas palabras calan profundamente en la mente de Stanley, quien recuerda lo que le dijo Cartman el día de la fiesta, unas ganas incontrolables de beber alcohol lo inundan, su vida siempre es una mierda. 

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