Marjorine
Las situaciones de riesgo eran algo que a Marjorine le gustaban.
Ciertamente, desde que empezó con su vida sexual comenzó a hacer cosas riesgosas para sentir la adrenalina, Pip creía que aquello estaba mal, pues lo veía como algo demasiado peligroso, le había dicho una y mil veces a la rubia que tenía que controlar su libido y sus locas ideas.
Stotch siempre lo calmaba diciéndole que nunca haría algo tan tonto que la pusiera en peligro, claro está ella siempre cruzaba los dedos para no cumplir su promesa, claramente ahora lamentaba su imprudencia.
—¿Qué haremos si le dicen a la directora? ¿O a nuestros padres? ¡Oh, Dios! —murmuraba aterrado el castaño mientras se retuerce los dedos.
Marjorine suspira cansada, toma las manos del chico y le sonríe con confianza.
—Scott, no te preocupes, pase lo que pase yo encontraré una solución, así que si alguien te dice algo no dudes en avisarme, yo me encargaré, ¿de acuerdo? —asegura con calma.
El muchacho mira a la chica por un par de segundos, ella se ve tan segura de lo que dice que no duda ni un poco, por lo que pronto se relaja y asiente.
—Gracias, Marjo, siento mucho ponernos en este problema —susurra apenado.
Pues la idea de hacerlo en la escuela fue principalmente de él.
La rubia niega mientras sonríe.
—Es culpa de ambos, yo sugerí lo de usar esa cosa en la escuela, tú lo de hacerlo aquí. Fue riesgoso, claro que sí, pero también fue bastante emocionante —declara con honestidad.
—Sí, cierto, pero no será emocionante si llaman a nuestros padres —murmura con miedo el contrario.
La chica se encoge de hombros.
—Habrá valido la pena, ahora vamos a la cafetería, de seguro Pip debe de estar preocupado y molesto —dice con gracia.
—Aún no entiendo porque le desagrado tanto, es decir, nunca le hice nada, aunque bueno, tampoco lo ayude cuando lo molestaban —musita avergonzado.
—Ya te dije que no le desagradas.
—Pues me mira como si quisiera desaparecerme.
—No le tomes importancia, no es contra ti.
—¿Segura?
—Si.
—Bueno, confiaré en ti.
La muchacha no dijo nada más, solo camino en silencio, antes de poder entrar a la cafetería sintió que la tomaban de la mano.
—Mar, antes de que entremos, ¿podrías darme un beso? —cuestiono con timidez el castaño.
El corazón de la rubia se encogió, sabía que las cosas ya se estaban torciendo a un rumbo desagradable, era fácil saberlo al mirar los ojos del chico, pues la veía con cariño y adoración, eso solo podía significar una cosa: Ella le gustaba.
Por supuesto eso no estaba bien, pues sus sentimientos no podrían ser correspondidos.
—No creo que sea una buena idea —negó con suavidad, pues tampoco quería hacerlo sentir mal.
—¡Oh, bueno! Está bien —exclamo desanimado.
Stotch se sintió culpable al oírlo así, por lo que con rapidez tomo su cara y le planto un beso, lo soltó y se alejó a pasos agigantados del chico, con rapidez busco a sus rubios amigos, por el camino paso por la mesa donde se reunían varias chicas de su salón. Pronto empezó a escuchar la palabra Puta dirigida a su persona, noto como unas pocas chicas regañaban a las que hacían esto.
La de orbes azules solo rodó los ojos ante el infantil comportamiento, para su suerte logro ver a sus amigos en una mesa muy alejada del resto, apresuro su paso, aunque antes de llegar a su destino alguien se atravesó en su camino, por suerte alcanzo a parar antes de chocar.
—Marjorine, que suerte que te encuentro, ¡justo tenía algo que hablar contigo! —exclama el chico frente a ella.
La rubia ladea la cabeza.
—Kevin, hola, amm, ¿no puede ser después? Ahora mismo iba a comer y mis amigos me están esperando —señala al par de rubios, quienes la miran, pues al escuchar su nombre voltearon para ver qué pasaba.
—Es algo urgente, no nos tomará mucho tiempo —insta el muchacho.
Ella lo ve con las cejas fruncidas.
—La verdad es que tengo algo de hambre —susurra ella.
—No te preocupes, yo te daré de comer.
—¿Ah?
El muchacho no espera más, la toma del brazo y la arrastra con rapidez a quién sabe dónde. En su camino cree ver qué una chica de cabello rojo la asesina con la mirada, pero ni siquiera tiene tiempo de preocuparse por esto pues sus ojos se fijan en alguien con quien se topa de frente.
—Oye Kevin, Scott te estaba buscando —menciona un castaño.
—¿Ah, sí? Bueno, lo veré después, gracias por avisarme, Clyde—contesta sin detener su andar.
La rubia observa como el nombrado la mira curioso, aquello le saca un sonrojó, el camino se siente como nada después de eso, pues aún puede sentir los ojos cafés de Clyde sobre ella, tan perdida está que no se da cuenta a dónde fue a parar. No es hasta que el chico la pega a la pared que es consciente de dónde está.
—¿Por qué estamos en el cuarto del conserje? —pregunta con extrañez.
El muchacho no le contesta, en cambio, sus ojos oscuros la mira con intensidad.
—¿Kevin?
—Lo que hiciste en la biblioteca, quiero que lo vuelvas a hacer —ordena.
—La biblioteca... ¡Ah! —repentinamente el recuerdo del viernes regresa a su mente, ciertamente aquello no fue la gran cosa, por lo que no pensó mucho en ello, aunque parecía que su compañero no pensaba lo mismo. —Pensé que estar en el equipo de futbol americano te daba más facilidades de conseguir a quien quisieras —dice repitiendo sus palabras.
Él resopla con fastidio.
—Recuerdo lo que dije y yo... —silencio, él parece estar pensando lo que va a decir.
Stotch arquea una ceja, espera que el otro diga algo, más parece demasiado concentrado, aquello ya comienza a aburrirla, por lo que frunce la boca y hace un mohín.
—No es tan difícil Kevin, solo tienes que decir Marjorine, me equivoque, ¡el sexo oral contigo es maravilloso! Ni siquiera las chicas más bonitas y populares se te comparan —recalca con burla.
—Tampoco exageres —suelta con el ceño fruncido.
—Bueno, yo exagero, ¿entonces por qué estoy aquí? —cuestiona con malicia.
Cierto, muy cierto, ¿por qué estaba ahí? Kevin ya no era el mismo niño de antes, había crecido para ser atractivo, las chicas parecían haber olvidado su época en que era un friki y un nerd, incluso logro ingresar al equipo de futbol americano, lo que solamente aumento más su popularidad. Sabía que a varias chicas les gustaba, había pasado el rato con algunas, ya no era un torpe chico virgen, entonces ¿por qué estaba ahí?
Marjorine era todo lo contrario a él, seguía siendo la misma niña mal vestida y apartada de los demás, no era atractiva, ni bonita y aunque en el pasado eso nunca lo molesto, ahora lo hacía, pues en esa persona no se encontraba su vieja amiga.
Ya no estaba su amabilidad, su timidez, su sonrisa dulce, sus sonrojos, la buena persona ya no existía, algo parecía habérsela tragado y no comprendía que podía ser.
¿Tal vez fue la broma de la pandilla de Stan? Si bien eso le había parecido muy cruel, no creía que aquello pudiera acabar con toda su bondad, su mente solo siguió pensando, pensando...
Todo rastro de ideas se detuvo cuando sintió una caricia.
—Cuando éramos niños nos llevábamos bien, pero ahora parece que te desagrado —susurra sin detener su toque.
—Cambiaste, le haces daño a las demás personas —contesta con las mejillas rojas.
—Yo no le dije a Tweek que terminara con Craig.
—¿Entonces porque...? —un gruñido escapa de labios del muchacho.
—Ellos terminaron, es obvio que Tweek quiera su espacio, por eso no se ha juntado con Token o Clyde. Mi intensión únicamente es ser una buena amiga, yo solo estoy apoyando a alguien a quien quiero mucho, pero eso a los ojos de la mayoría parece malo, ¿por qué mejor no se dedican a investigar antes de inventar cosas?
Los ojos azules se fijan en su compañero, él ya no es su pequeño amigo, quien gustaba de ver sagas de ciencia ficción, el joven frente a ella era alto, bien parecido y estaba sonrojado disfrutando del toque a su intimidad.
Un solo pensamiento viene a su mente al verlo así.
—Todos cambiamos para bien o para mal —piensa con resignación, suelta al hombre y se da la vuelta para irse.
Antes de marcharse él la detiene.
—¡Oye que demonios! No puedes simplemente calentarme e irte —reclama molesto.
Ella se gira a mirarlo y sonríe de forma torcida.
—Stoley, yo no soy tu amiga, tú no eres mi amigo, yo no deseo tener nada contigo, como tampoco quiero que me vuelvas a molestar, no te me acerques de nuevo, porque si lo haces, te rompo la cara —amenaza seria.
Luego de eso se va sin más de aquel lugar, dejando al de cabello negro pasmado por la amenaza, pues claramente sintió que aquello iba en serio.
Para mala suerte de Marjorine el timbre suena, por lo que debe de regresar a su aula, ella maldice a Kevin, pues gracias a él no logro comer nada. El resto del día trascurre tranquilo, aunque la rubia siente que aquel día ha sido una mierda, piensa que no podría ponerse peor, pero al llegar a casa y ver a su madre sonriendo felizmente, sabe que el momento que más ha rogado que no llegue va a suceder.
—Mar, cariño, es momento de que los hijos de Stuart vengan a casa. ¡Les tenemos que dar una grandiosa noticia! —exclama la mujer con emoción.
—¿Se van a casar, cierto?
—¿¡Oh, como lo sabes!? —susurra nerviosa la mayor al saberse descubierta.
—Por el anillo.
—¡Ay, que tonta!, se me olvido quitarlo, ahora vas a tener que prometerme guardar el secreto, debes actuar muy sorprendida el viernes que les digamos —pide mientras toma las manos de su hija.
—Si por supuesto, no te preocupes por eso, yo actuaré muy sorprendida —menciona con suavidad.
—¡Oh gracias, cariño! Ahora hay que planear la cena, voy a necesitar de tu ayuda, quiero que todo quede estupendo para ese día y...
Marjorine ve a su madre muy emocionada, hablando de una y mil cosas, una sonrisa resignada surca su rostro ante eso, pues aunque sabía que aquello podría pasar, había preferido engañarse y evitar ver la realidad.
La ironía era demasiada, su madre se había enamorado del padre de Kenny McCormick e iban a casarse, sin lugar a dudas a la vida le gustaba ensañarse con la pobre rubia.
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