Kenny.
La semana paso en un abrir y cerrar de ojos para Kenny, cuando menos lo pensó ya era viernes y con la llegada de ese día, un gran suceso.
¡Iba a conocer a la novia de su padre!
Realmente se encontraba emocionado, pues su viejo se la había pasado solo por bastante tiempo, ya venía sospechando que salía con alguien, pero hasta el lunes sus sospechas se confirmaron.
Por eso es que se esmeraba en arreglarse, pues no quería hacer quedar mal a su padre, su hermano miraba eso fastidiado.
—No puedo creer que estés de acuerdo con esto.
—Vamos hermano, tenemos que apoyar a nuestro padre, es bueno que después de varios años él busque a alguien.
—No necesitaría a nadie su hubiera permanecido con nuestra madre —murmura rencoroso.
Kenny solamente suspira y niega, pues a su hermano no le cayó nada bien la separación de sus padres, la verdad no entendía el porqué, ya que su vida había mejorado gracias a eso, decide no prestarle atención al mayor y apurarse para que se puedan ir.
Cuando está listo baja a la sala de su casa seguido por su hermano, quien va maldiciendo entre dientes, pronto ven a su padre quien parece algo nervioso, al verlos sonríe.
—¿Podemos irnos?
—Claro viejo, estamos listos —dice el rubio con una sonrisa.
—Bien, entonces vamos, nos deben estar esperando —menciona nervioso.
Kenny encuentra eso muy gracioso, pero no dice nada, pues en verdad no quiere arruinarle la noche a su padre, en el camino el castaño les pide a sus hijos no ser groseros, aunque la petición va más para Kevin, quien tiene una expresión molesta.
En cuanto llegan a la casa de la pareja de su padre, los ojos de los hermanos se abren con sorpresa al ver que es un lugar algo grande, tiene un jardín delantero muy bonito con algunos rosales y una cerca blanca con algunas decoraciones.
El menor solo puede intuir que la novia de su padre es alguien muy delicada y artística, cosa que le parece graciosa, ya que su padre es todo lo opuesto.
Pronto están frente a la puerta de aquella bonita casa, con algo de nervios el hombre de cabellos castaños toca el timbre, cuando esta se abre toda la emoción de Kenny se esfuma.
—Buenas noches, llegaron justo a tiempo, mamá se estaba poniendo un poco nerviosa —menciona con suavidad la muchacha.
—Lo lamento Marjorine, se nos hizo un poco tarde, el tiempo se nos pasó demasiado rápido —explica avergonzado el mayor.
—¡Oh, no hay problema! Realmente no llegaron tarde, pero pasen por favor, están en su casa —Invita con una sonrisa, mientras se hace a un lado para dejarlos pasar.
Ya adentro una mujer rubia los recibe con alivio en el rostro.
—¡Stuart, que bueno que ya llegaron! —exclama de forma cariñosa yendo hasta donde está el castaño.
—Lo siento, no medimos el tiempo, Linda —responde culpable.
—¡Oh para nada, ya sabes como soy! Me pongo nerviosa cuando van a pasar cosas importantes.
—Lo sé, pero eso te hace ver adorable.
—¡Oh, Stuart!
Al ambiente se estaba poniendo meloso, cosa que le parece muy incomoda a Kevin, mientras que para Kenny nada parece tener importancia ya que se siente en otra dimensión, pues cree que aquello es un sueño, un muy mal sueño.
La rubia menor es quien se encarga de acabar con aquel extraño ambiente cuando habla.
—Mami, ¿no sería mejor que nos presentaran? —cuestiona con inocencia.
—¡Ah sí, es cierto, cariño! Mucho gusto chicos, soy Linda y ella es mi hija Marjorine, me da mucho gusto conocerlos, espero que nos llevemos muy bien porque yo quiero mucho a su papá —declara con una sonrisa.
—Mucho gusto, creo que ya nos conocíamos, aunque solo de vista —murmura Kevin mientras le da la mano a la mujer, luego hace lo mismo con la muchacha, repentinamente se siente avergonzado al verla mejor.
—Eso es cierto, pero ahora podremos conocernos mejor — señala con emoción la mujer, mira a su hija y esta sonríe en respuesta.
—Mucho gusto, Kenneth, Kevin, soy Marjorine, me alegra que vinieran a casa, su padre es muy bueno con mamá, además de muy amable y agradable conmigo, daré mi mejor esfuerzo por llevarme bien con ustedes —externa con suavidad.
El padre de los muchachos suspira aliviado al ver la actitud de la joven, eso le da valor para presentar a sus hijos.
—Me hace feliz saber eso Marjorine, mira ellos son mis hijos, Kevin y Kenny, sé que los conoces y que en el pasado has tenido problemas con uno de ellos, por lo que valoro mucho lo que haces —explica con sinceridad.
—¡Ah! No se preocupe, eso ya es cosa del pasado, mejor olvidemos eso y pasemos al comedor, la comida de mamá es increíble, ¡les va a encantar! —exclama enérgicamente.
Los mayores le dan la razón por lo que se encamina al comedor, el rubio solo los sigue como un autómata, pues no logra comprender nada de lo que pasa.
La cena transcurre de forma amena, los mayores hablan mucho, Marjorine se esfuerza mucho en conversar con los hermanos, Kevin parece dejar sus reservas y mal humor, pues la muchacha es muy amable y su voz le parece muy bonita, Kenny es más bien distante, pues sigue en shock.
Lo único que logra sacarlo de su mundo, son las palabras de su padre.
—Chicos, hay algo que Linda y yo debemos decirles —mira a la mujer, quien asiente y aprieta su mano para darle valor, el suspira y sonríe, luego prosigue. — Verán, ella y yo hemos salido por dos años, y la verdad es que... Bueno, yo le propuse matrimonio el mes pasado, ella acepto, nos vamos a casar en una semana —explica.
—¡Qué! ¿Casarse? —cuestiona el rubio bruscamente.
—Sí, Kenny, Linda y yo nos vamos a casar —dice su padre.
Aquello es una broma, debe serlo, en cualquier momento ellos se reirán y le dirán que es su castigo por exhibir a Marjorine de niña, entonces él se molestara, pero se aliviara de saber que todo es falso. En serio quiere creer eso, pero al ver la sonrisa de su padre y los ojos de amor de la mujer es que comprende que eso no es una broma, un sueño o una pesadilla.
Al entender eso solo se queda mirando, la rubia abraza a su madre y a su padre, parece felicitarlos con real alegría, su hermano parece tan perdido como él, más la intervención de la chica parece hacerlo cambiar de opinión, pues felicita a la pareja. Solo falta que él haga lo mismo, siente que todos lo ven expectantes, de repente siente que le falta el aire por lo que se levanta y sale de la casa.
Ya afuera intenta tranquilizarse, cuando se encuentra un poco más relajado se sienta en los escalones, lleva sus manos a sus cabellos y suspira frustrado.
Él enserio quiere que su padre sea feliz, realmente lo desea, lo que no alcanza a comprender es porque justamente esa felicidad la encontró con Linda Stotch, bueno, ya no era Stotch, pero el punto era, ¿porque ella?
—Habiendo tantas mujeres y se fue a fijar en ella —murmuro.
—Yo pienso exactamente lo mismo.
McCormick giro al escuchar eso, pronto se topó con su compañera rubia, quien lo miraba con comprensión, ella se sentó a su lado y deja salir todo el aire que parecía estar conteniendo.
Por largos minutos ninguno dice nada, solo se escucha su respiración, cuando Kenneth cree estar un poco mejor, mira a la chica.
—¿Por qué no hiciste nada por separarlos? —cuestiona.
—La verdad si lo pensé... Día tras día me imaginaba una y mil formas de destruir esa relación, no tienes ni idea de todo lo que planee.
—¿Y por qué no lo hiciste? —pregunta enojado.
Ella suspira y mira el cielo.
—Porque cuando la vi sonreír mientras me contaba lo feliz que la hacía, me di cuenta de lo egoísta que estaba siendo. Yo solo estaba pensando en mí, en lo que yo quería, nunca tome en consideración los sentimientos de mi madre, yo pensaba que si hacia aquello las dos estaríamos bien, pero no era verdad. Al darme cuenta desistí de hacer cualquier cosa, aun así desee con todas mis fuerzas que ellos terminaran... Como vez eso no se cumplió, así que ahora solo me queda apoyarla, ella es lo único que tengo, yo ya le quite una vez todo, no volveré a hacerlo—declara con melancolía.
Escuchar aquello hace que Kenny se sienta como un tonto, pues en todo momento ha estado pensando en sí mismo, y lo incómodo de la situación, no se ha parado a ver cómo es que se siente su padre, pensar en eso le da el valor de apoyarlo, aunque hay algo que no termina de gustarle.
—Una semana es muy pronto para un matrimonio —murmura.
—Sí, de hecho lo es —responde ella.
Silencio, ambos vuelven a quedarse pensativos, el de ojos violáceos cree que es mejor ocuparse de estos luego, por lo que se levanta y sacude su ropa.
—Supongo que lo mejor es entrar —sugiere.
La muchacha lo mira y asiente.
—Sí creo que tienes razón —ella lo imita y se levanta.
El rubio esta por subir las escaleras, más es detenido por su compañera.
—Kenny.
Un escalofrío recorre su espalda al escuchar la tímida voz que lo llama, gira y ve a su compañera quien frota sus manos con nerviosismo.
—¿Si?
—¿Te gusta cómo me veo hoy? —cuestiona con un sonrojo.
—Ah yo... —por primera vez en esa noche la observa y vaya que se lleva una sorpresa, pues ella no usa su común ropa holgada, si no que más bien opto por una falda corta que dejan ver sus delgadas piernas envueltas en una mallas negras, el suéter que usa es un poco más grande de lo que debería, pero le queda bien, su cabello que siempre está recogido, ahora esta suelto, peinado con solo un par de pasadores, su rostro parece llevar maquillaje, aunque no demasiado, sin lugar a dudas no se parece en nada a su compañera de escuela. Él no puede quitarle los ojos encima por esa razón.
Ella sonríe satisfecha.
—Vamos a casa, hermano mayor —dice con gracia, tomando la mano del contrario.
Kenny solo se deja llevar, la calidez de Marjorine es agradable.
Cuando esta frente a su padre ella lo suelta, él echa en falta su contacto, más deja eso de lado para pedir una disculpa por su comportamiento, luego felicita a la pareja por su compromiso, no dice nada sobre qué le parece demasiado pronto. El trascurso de la noche transcurre de modo divertido, todos tratan de integrarse pues pronto serán familia, Kenny no puede dejar de ver a Marjorine, ella se ve tan bonita y es tan amable como antes, que no puede parar de verla.
Cuando llega a casa y se encierra en su habitación se toca pensando en ella, él olvida que pronto será su hermana.
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