Kenny.
Todos los días eran iguales para Kenny, levantarse, tomar un baño, desayunar algo si le daba tiempo, salir de casa e ir a la escuela.
Esa mañana no era la excepción, aunque la diferencia es que se le había hecho tarde pues su despertador no había sonado.
Aún con lo tarde que era el chico se levantó con pereza, bostezo y miro el techo buscando el blanco y destartalado de su antigua casa, al no verlo dejó salir un suspiro de alivio.
Lo cierto es que habían pasado unos años desde que su situación económica había mejorado, irónicamente eso pasó cuando sus padres se separaron. Kenny recuerda que en esos tiempos pensó que todo empeoraría en su vida, más para su sorpresa y la de la gente todo fue a mejor, su padre dejó de beber y consiguió un trabajo con un contratista, su madre cortó sus vicios y conoció a un hombre rico con el que se casó. Lo único malo de todo eso es que su madre se había mudado a Denver y se había llevado a su hermanita Karen con ella, él tuvo la opción de irse con ellas más decidió quedarse, pues en South Park estaban sus amigos.
—Tal vez si me hubiera mudado con mamá ya tendría un auto deportivo —murmuró entre dientes mientras se dirigía al baño.
Se lavó la cara y los dientes, se vistió con lo primero que encontró, peino su cabello, tomó su mochila y se encaminó a la cocina. Ya en ella vio a su padre tomando un café, cuando el mayor vio a su hijo lo saludo.
—Buenos días Kenny, ¿tarde en tu primer día de escuela? —cuestiono.
—Si, ya sabes, regresar a clases siempre es un dolor en el culo —contestó de buen humor.
—Supongo que es cierto, aun así debes de ser más responsable, en dos años más irás a la universidad, necesitas mejorar tus calificaciones —recordó.
—Si, si, no te preocupes, por cierto, ¿vas por mi rumbo?
—No, pero puedo ir a dejarte, hoy entro un poco más tarde, toma tus cosas y vámonos.
El rubio asintió, tomó una manzana y se dirigió a la salida, subió a la camioneta de su padre y esperó a que él saliera, el mayor no tardó mucho en imitar a su hijo, encendió el auto y se encaminó a la escuela.
El camino fue tranquilo, en menos de 10 minutos el muchacho ya estaba en su destinó, se despidió de su padre con unas simples palabras y bajó sin más.
En la entrada de la secundaria reconoció a sus viejos amigos.
—¡Hey, Kenny! —saludo Stan.
—¿Se te hizo muy tarde no? Llevamos esperándote más de 20 minutos —gruño Kyle a modo de saludo.
—Si bueno, ya sabes que los inicios de año no son mis favoritos —respondió el rubio de buen humor.
El pelirrojo rodó los ojos.
—Como sea, debemos apurarnos, tenemos matemáticas con la señorita Diane, ya saben cómo se pone si llegamos tarde —murmura el judío.
—Ah sí está bien, por cierto, ¿dónde está Cartman? No me digan que no ha llegado —cuestiona Kenny.
—Él ya está adentró, dijo que tenía algo que hacer, la verdad no le preste mucha atención —responde el de cabello negro.
El rubio solo asiente, opta por no decir nada más y solo caminar hasta el salón. Milagrosamente, llegan justo a tiempo, al entrar ven que Cartman ya está ahí, aunque el castaño se mira bastante molesto, cosa que extraña al trío, pues usualmente su mal humor comienza hasta que empiezan las clases.
Ninguno tiene siquiera tiempo de preguntar, pues el timbre suena y la maestra de matemáticas entra.
—Buenos días, espero que hayan disfrutado de sus vacaciones pues tenemos mucho trabajo por hacer, quiero que abran su libro en la página 25, comenzaremos a leer un poco sobre el nuevo tema que les voy a enseñar y...
Unos toques suaves interrumpen a la mayor, está suspira y abre la puerta, por un par de segundos habla con la persona que la interrumpió, la mayor se hace a un lado y pasa la directora seguida de una muchacha rubia.
A Kenny se le hace un nudo en el estómago al sentir terriblemente familiar a la chica.
—Alumnos buenos días, espero que hayan pasado unas buenas vacaciones, en este año una nueva estudiante se ha sumado a nosotros, quiero que la traten con respeto y sean amables con ella por favor —pide la mujer con seriedad.
La gran mayoría de alumnos asiente aburridos, mientras que unos cuantos miran con curiosidad, pues no es muy común que la directora haga eso con cada alumno nuevo que llega.
—Bien, por favor preséntate.
—Umm, buenos días, mi nombre es Marjorine Scotch, espero poder llevarme bien con todos ustedes —dice con voz dulce mientras sonríe amablemente.
El grupo entero se queda en silencio al escuchar el nombre, la directora se relaja ante eso.
—Bien, cualquier cosa con la que te sientas incómoda o en la que necesites ayuda no dudes en venir a mi oficina —comenta la rubia mayor, se despide de la maestra y se marcha.
La castaña mira a la menor y suspira.
—Bueno, señorita tome asiento y abra su libro en la página 25 —ordena.
La chica asiente y se dirige al asiento vacío a lado de Pip, en el camino Cartman no deja de verla con intensidad, más esta no le presta atención, cuando pasa a lado de Kenny este se tensa más ella parece ni siquiera notarlo.
Ella no hace más que sonreír a su vecino de banca con complicidad, luego de eso la clase se reanuda sin mayor complicación. Más para un grupo de amigos en especial les es difícil prestar atención a cualquier cosa, pues la llegada de Marjorine para ellos solo puede significar problemas.
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