Descubrir, aceptar, cambiar.
Era viernes, la semana, si bien pensaron sería tranquila ante la ausencia de Cartman —quien llevaba desde el lunes sin ir— resulto ser todo lo contrario.
Sin tener con quien pelear, Kyle estaba de mal humor, Kenny se sentía falto de energía, el único que estaba un poquito mejor era Stan, pero solo cuando Marjorine se le pegaba como lapa, pues ella hablaba tanto que se le olvidaba todo.
Al final decidieron que irían a ver al castaño aun cuando él no quisiera, ya que habían tratado el día anterior, más la madre de este les negó la entrada alegando que su hijo no estaba en condiciones de recibir visitas. Aquello les pareció muy raro, por eso hoy irían e insistirían, pues tanto tiempo sin ir a la escuela era preocupante.
Los tres habían quedado en que ese sería el plan, por eso cuando las clases terminaron y vieron a Stan levantarse mirándolos nervioso supieron que nada saldría como ellos planearon.
—Tengo algo que hacer, prometo ir enseguida que termine —asegura.
—Stan, ¡ya habíamos quedado en algo! —exclama Kyle.
—Pero...
—Tenemos que saber que le pasa al gordo, lo que sea que vayas a hacer puede esperar —comenta Kenny.
—También estoy preocupado por él, lo que voy a hacer no tomara mucho tiempo, por favor, solo denme un par de minutos —pide.
—¿Pues qué vas a hacer que es tan importante? —cuestiona el pelirrojo.
—Verán...
Marsh les comienza a relatar una plática que tuvo con la rubia, en ella le contaba que la profesora Emma había peleado con Red y Mercedes, ya que ellas se habían atrevido a decir que el ballet era la cosas más aburrida, además de que no tenía nada de gracia ni chiste.
La mujer, en vez de comportarse como una adulta responsable y explicarles que cada tipo de baile era diferente, se enfrascó en una discusión de porque ellas eran unas tontas ignorantes, al final solamente pararon aquello cuando Rebecca sugirió que cada una de las implicadas mostrara según ellas porque tenían la razón.
Eso llevo a que la profesora solicitara la ayuda de la rubia, quien al principio se negó, pues estaba muy feliz cantando canciones con sus compañeros de música, aunque ante la promesa de un premio, la negativa cambio.
—¿Entonces quieres ver a Mar bailar?
—Sí.
—Ballet.
—Aja.
—... Eso lo puedes hacer después Stanley —espeta Kyle.
—¡Es que no lo entiendes! Necesito verlo ahora.
—Sin ofender amigo, pero eso me parece muy marica.
—No dirás eso cuando lo mires, créeme, ¡vale mucho la pena! —exclama con emoción.
—Estoy impresionado por tu emoción, pero ese tipo de cosas no es algo que me atraiga mucho.
—Deberíamos ir —comenta el rubio.
—¿Enserio Kenny? Y ahora qué cosa te pico —menciona extrañado Kyle.
—Solo es simple curiosidad, quiero ver qué es lo que hacer incumplir a Stan su promesa —susurra mientras se encoge de hombros.
El judío rueda los ojos y resopla.
—¡Está bien! Pero solamente termina y nos vamos —ordena.
—Claro amigo, además si no te gusta eso, seguro que te gusta ver a Mercedes y Red bailando.
—Red no es muy de mi agrado.
—¡Pero del mío sí! —exclama Kenny.
El rubio y pelirrojo comienzan una conversación sobre chicas y que las hace atractivas, Stan únicamente escucha todo lo que dicen, pero no opina, no cree que su opinión sea muy valorada, pues su vida amorosa no es muy amplia como la de sus amigos.
En poco tiempo llegan al salón de teatro, observan que la gran mayoría están rodeando el escenario, ellos deciden hacer lo mismo y subir, cuando están ahí Kevin los ve y los llama con algunos movimientos de manos, se acercan sin más.
—¿También vienen a ver esto? —cuestiona.
—Stan quería venir, nosotros recién nos enteramos —responde Kyle.
—Bueno, fue una buena idea, Red es muy buena bailando, nunca he visto a Mercedes, aunque supongo que también lo es —murmura Stonley.
—Eso es interesante, ¿ya has visto a Red bailando? —interroga el rubio.
—Pues sí.
—¿Bailando para ti solo? —pregunta moviendo las cejas de modo sugestivo.
—¿Qué? ¡No, claro que no! La vi cuando fuimos a una fiesta, ¡por Dios! —exclama con vergüenza el contrario.
—No le hagas caso a Kenny, ya sabes que le gusta joder —le recuerda Kyle.
—Lo sé, es solo que me tomo con la guardia baja, como sea, sabía que Red bailaba y tenía la idea de que Mar lo hacía, pero solo conocía lo del tap, nunca hablo de ballet, ¿alguno de ustedes sabia?
—La verdad no —contesta Kyle.
—Lo supuse porque hace poco la vi —dice McCormick encogiéndose de hombros.
—No tiene mucho que lo sé —murmura Stan.
—Vaya, tú y ella son ahora muy amigos, ¿no? —cuestiona.
—Sí, nos llevamos bien —dice como si nada.
—Es extraño, ya sabes que de niños no fueron muy unidos, siempre anduvo más con Cartman y Kenny que contigo o Kyle —recuerda Kevin.
—Si eso lo recuerdo, de hecho siempre pensé que ella era desesperante y se lo he dicho, pero ahora tenemos más en común, supongo —declara tranquilo.
Kenny ni siquiera tiene tiempo de reflexionar sobre esas palabras, pues Red y Mercedes salen vestidas de un modo muy llamativo, tan llamativo que incluso Kyle se queda sin palabras.
—Esto no era un espectáculo —comenta la rubia.
—Como sea, solo acabemos con esto para que nos dé la razón la profesora —comenta Red.
—¡Sobre mi cadáver, mocosas! —exclama una voz a lo lejos.
A excepción de Stan, quien mira preocupado a la mayor, nadie le hace mucho caso, únicamente miran atentamente a las muchachas, quienes le piden a uno de sus compañeros que ponga la música y ellas comienzan con su coreografía.
Su modo de bailar es atrayente, eso no lo va a negar el de ojos azules, aun con eso lo que él quiere ver es a su amiga rubia, a quien parece llamar con el pensamiento, pues alguien toca su hombro, cuando se gira a mirar quien es ve la perfecta sonrisa de Stotch.
—Sí, yo también babearía por ellas, son muy sexis —asegura.
—Una chica diciendo que otras chicas son muy sexis, vaya, eso no se escucha mucho —murmura.
—Bueno, no estoy ciega, puedo reconocer que ellas son muy bonitas.
—Lo son, aunque no serán tan bonitas si la profesora pelea con ellas.
—Para eso estoy yo, para evitar la pelea de gatas, o bueno, eso pretendo, espero que esta sea una buena idea —externa preocupada.
—Pensé que esta era la decisión pacífica y más segura —menciona.
—Pues en apariencia lo es, pero si ninguna acepta lo que la otra dice nada tendrá caso, igual daré mi mejor esfuerzo, espero impresionarlas —pronuncia preocupada.
—Lo harás, solo sonríe, gira rápido y no vomites —dice con algo de burla.
—Ni que fuera tú para vomitar encima de las personas —señala con una mueca.
—Eso fue un golpe bajo.
—Te lo mereces, por cierto, observa bien a mi mamá y a la princesa, esto valdrá oro —indica sonriendo con maldad.
—¿A qué te refieres?
La muchacha se encoge de hombros, el baile de Red y Mercedes termina, todos les aplauden, puede escuchar a Kenny hablando sobre lo magnífico que ha sido aquello, Kyle nada más le da la razón moviendo la cabeza y asintiendo, mientras que Kevin trata de no perder la paciencia con el rubio ante tanto halago a Red.
Ahora es el turno de Stotch, antes de que ella baile, la mujer de cabello negro se para recta y orgullosa mirando a sus dos alumnas.
—El ballet no es solo pararse de puntitas, moverse de un lado a otro y girar, es mucho más que eso, espero que sus pequeñas cabecitas lo puedan entender —murmura molesta, luego mira a la rubia —. Mi alumna bailará la variación de Giselle del acto uno, para eso tendrá la ayuda de dos personas que no bailaran, sino que desempeñaran un papel mínimo —finaliza, parece decirle algo con su mirada a la menor, quien solamente asiente.
Dos personas se paran a lado de la muchacha, los ojos de todos se abren con impresión al ver que son los dos amigos ingleses de ella, aunque lo que les asombra es que los dos muchachos están vestidos como mujeres.
Philip parece querer que se lo trague la tierra, mientras que Gregory luce despreocupado, luego de la impresión inicial la música comienza.
La actuación de Pip es la de alguien preocupado, Fields parece alguna clase de diva que incita a la muchacha a bailar, luego de eso ambos se sientan alejados el uno del otro, entonces empieza la danza.
Al principio solo son movimientos de manos, balancearse de un lado a otro, un giro, ella sonriendo.
Honestamente la mayoría si ve aquello como algo aburrido, aunque algunos pocos como Rebecca, Porsche, Kenny y Stan ven verdaderamente atentos sus movimientos.
El acto empieza a captar la atención cuando salta con un pie estando de puntas, eso no luce nada fácil, todo parece más complicado cuando se da el tiempo de dar una vuelta así.
Parece no causarle molestias pues ella es toda sonrisas, lo que sigue es lo que verdaderamente hace abrir la boca de todos, ella da algunos pasos hasta quedar al centro, toma un lado de su vestido con sus manos y gira, gira muy rápido, al estar cerca de Gregory da dos vueltas seguidas en el mismo sitio y se inclina, entonces termina.
Todos se quedan en silencio, el primero en romperlo es Stan, quien está asombrado, pues la danza de Mar es igual a la que vieron en vídeos, luego sigue Rebecca, quien está genuinamente asombrada, poco a poco todos se unen en aplausos lo que hace sonreír aliviada a la rubia.
—Parece que todo salió mejor de lo esperado, ¿no? —pregunta el inglés.
—Creo que si, por cierto, qué bonita princesa eres, si no tuvieras novia, yo si te daba —se burla mientras le guiña el ojo.
—Lo sé, me veo divino, ah, sí, y aunque no tuviera novia tendrías que hacer mucho por tener a esta reina —dice arrogante.
La muchacha solo niega y se sienta en el suelo de modo poco femenino, ahora solo espera a ver qué pasará.
Red tiene una expresión pensativa en el rostro, Mercedes más bien está tensa, la mayor las mira sería.
—¿Y bien?
—Es impresionante, no se lo vamos a negar —murmura la de cabello rojo.
—Pero igual es algo sin gracia, girar no es la gran cosa —termina Mercedes.
La rubia se lleva una mano a la frente, a su lado Gregory resopla, va a decir algo más la palabra se la gana la mujer mayor.
—...Bien, entiendo, entonces si no es la gran cosa ustedes lo harán la semana que viene —ordena.
—¡Pero Emma, necesitan mucha preparación! —protesta Stotch.
La de cabello negro la mira fijamente.
—Sí, tienes razón, pero yo no pienso ayudarlas por mal educadas, así que hazlo tú —indica seria y se va.
—¡Ay no! ¡Yo por qué! —exclama abatida.
Las personas se empiezan a dispersar, al final solo quedan unas pocas ahí viendo a Marjorine murmura entre dientes cosas ininteligibles.
—Cálmate rubia, ni que fuera tan difícil —le resta importancia Mercedes.
—¡QUÉ NO ES DIFÍCIL! —grita consternada.
—Tranquila, Mar—murmura Philip.
—No puedo calmarme, yo no tengo nada que ver en esto, no puedo enseñar nada porque yo me pase cinco putos años antes de subir a puntas, pase de tres a cinco clases diarias, deje medio año esto, recién estoy retomando el ritmo y ahora tengo que enseñar en una semana, lo que yo he aprendido en casi nueve años. ¡Están locas! Pídanle disculpas a Emma y asunto arreglado —insta sombríamente.
—Eso es algo que no podemos hacer porque genuinamente no estamos impresionadas —revela Red.
—Bueno, como quieran, pero yo estoy fuera, este es su problema, no el mío, me voy con mis compañeros de música, vamos Philip, interrumpamos el idilio de amor de Tweek y regresemos a clases —insta.
Pip asiente, se despide de modo educado aun con la vergüenza, la rubia solo se da la vuelta y se marcha a su lado, Gregory se encoge de hombros y se va tras ellos, las chicas de danza comienzan a quejarse contra las dos provocadoras del desastre, ante eso los tres amigos deciden irse.
Marsh está entretenido tecleando algo en su celular, Kenny se ve pensativo, Broflovski únicamente suspira y niega.
—Mejor no hablemos de esto con Cartman, no es la gran cosa, pero escuchar el nombre de Mar no hará más que ponerlo de mal humor —intuye.
—Vale, no hay problema —dice el de negros cabellos.
—Sí, entiendo, por cierto, ¿viste a Red? Cada vez está más guapa, si Kevin no hace algo se la van a ganar —canturrea.
—Eso suena a qué te gusta —dice el pelirrojo.
Y así, entre pláticas sobre los malos gustos de McCormick —según Kyle— llegaron a la casa de Eric, tocaron la puerta y pusieron su cara más decidida y sería.
Tenían un montón de argumentos preparados para decirle a Liane, solo bastaba con que ella abriera la puerta para recibir una lluvia de palabras, cuando esta se abrió los jóvenes comenzaron con su magnífico plan, que no resultó tan genial cuando la osca voz de su amigo los mando callar.
—¿En serio ese era su plan para que yo los dejara pasar? Que patéticos son, esperaba más de ustedes —se queja rodando los ojos.
—Gordo, ¡estás bien! —abraza el rubio efusivamente al castaño.
Este hace una mueca de desagrado.
—Para empezar ya no estoy gordo, para terminar, ¡qué asco Ken! Si sigues así comenzaré a creer que eres marica y te gustó —escupe grosero mientras lo empuja.
—No lo puedes culpar, incluso nosotros estábamos preocupados de no saber nada de ti —comenta Kyle.
—Es cierto, no contestabas mensajes ni llamadas —apoya Marsh.
El castaño se encoge de hombros.
—Estaba ocupado, alguien arruino mi fin de semana, tenía que recuperar el tiempo perdido —se excusa.
—¡Eso no tiene lógica! Tu mamá no te dejaría faltar solo por eso —exclama el pelirrojo.
El rubio ladea la cabeza y sonríe infantilmente.
—Opino que subestimas a la señora Liane, ella si sería capaz de ceder a los caprichos de Cartman —asegura.
—Como sea, ¿van a pasar o se quedaran ahí parados como idiotas? —cuestiona.
El trío de amigos se adentra en la casa, como es común terminan subiendo directamente a la habitación del castaño, al entrar se asombran de ver todo ordenado, cosa demasiado extraña, le restan importancia y se sientan en el suelo dispuestos a hablar.
—¿Y bien? —pregunta Kyle
—No entiendo a qué te refieres —admite regresando a su silla.
—Eso de que faltaste por tu juego no te lo creo —apunta el pelirrojo con el dedo, su ceño fruncido denota molestia.
Ante eso el castaño rueda los ojos y recarga su mentón en su palma.
—Kyle, si no quieres creerme es tu problema, suficiente tengo con mi madre y su excesiva preocupación para ahora también tener que lidiar con la tuya —escupe con fastidio, la boca del pelirrojo se aprieta con molestia, antes de que pueda decir algo los ojos cafés lo miran aburrido —. Ya que eres igual a mi madre deberías de traer algo para comer, ah sí, llévate a Kenny, que haga algo y te ayude —ordena despectivo.
La rabia se refleja en todo su cara, el rubio lo nota, por lo que solo lo jala y le sonríe amable.
—Vamos amigo, con suerte la señora Liane tendrá un poco de su famoso pastel de chocolate, recuerda que es tu favorito —le susurra quedito.
El de cabello rojo se deja llevar, aun así su cara de enojo no cambia, se marcha diciendo entre dientes por qué se preocupa por aquel gordo malagradecido.
Al quedarse únicamente Stan y Eric el primero mira al castaño con duda.
—Estás extraño, usualmente serias más agresivo —comenta.
—Puedo decir lo mismo de ti, usualmente defiendes a Kyle, pero ahora te veo demasiado ocupado en tu celular como para si quiera prestarle atención a algo más —señala.
—¡Ah! Estaba algo entretenido, pero eso no quiere decir que no escuche todo lo que le dijiste —indica mientras guarda el aparato en su bolsillo.
—Como sea, tengo algo que preguntarte.
—¿Y eso es?
—¿Cómo está Butters?
El muchacho abre la boca con impresión, pellizca su brazo como para asegurarse de que no está soñando, al ver que eso no es un sueño mira con extrañes al contrario.
—Disculpa, creo que escuche mal, ¿qué me preguntaste?
Cartman rueda los ojos con fastidio.
—Stan, no creo que el alcohol te haya jodido tanto el cerebro como para no entender lo que te estoy preguntando —espeta irritado.
—Disculpa, pero hasta hace unos días todo lo relacionado con ella te molestaba, no entiendo tu repentino interés —recrimina.
—Eso no te importa, solo quiero saber algo, ¿es mucha molestia el responderme? —cuestiona.
—Lo es si le vas a hacer algo —dice serio.
—Stanley, si yo quisiera hacerle algo no te pediría información a ti, con lo enamorado que estás mentirías y harías cualquier cosa por arruinar mis planes — indica.
—Qu...Que demonios dices, ¡yo no estoy enamorado de nadie! —exclama avergonzado.
—Sí, si, como sea, ¿me dirás cómo está o le tengo que preguntar a los otros idiotas?
Marsh cierra los ojos y acaricia el puente de su nariz.
—Ella está bien, lo único fuera de lo común es que ayudó a la maestra de danza, ella práctica ballet, dio una demostración —menciona.
—Umm, así que sigue con eso, eso explica porque sigue siendo tan delgada —murmura.
—¿Sabías que practicaba ballet? —cuestiona el de cabello negro.
—Claro, nos llegó a contar a Kenny y a mí como es que le iba en sus clases, ella parecía siempre muy orgullosa cuando nos decía cuánto la halagaba su profesora —rememora Eric mientras se encoje de hombros.
—... ¿La viste bailar cuando éramos niños? —pregunta curioso.
El castaño gira la cabeza de un lado a otro, resopla y pasa una mano por su cabello.
—Sí, lo hice, pero nunca se lo digas a Kenny —advierte.
—¿Qué tiene de malo que él lo sepa?
—Mucho, él siempre quiso ser el primero en verla bailar, incluso ella le prometió que así seria, pero el día en que le iba a mostrar él no pudo por cuidar a Karen, así que tome su lugar sin que supiera —cuenta mientras rebusca entre sus cajones, cuando encuentra lo que busca se lo extiende al contrario.
Stan observa la fotografía que le entrego, en ella puede ver a la rubia junto a Cartman, la niña se ve algo temerosa mientras que el joven castaño se nota que no quiere estar ahí, al terminar de verla se la devuelve a su amigo.
—No parecías muy feliz.
—Y no lo estaba, mi madre estuvo molestando hasta que nos tomamos esa jodida foto, igual eso no es importante, como no deben de tardar el judío y Kenny, solo te diré una cosa más, ella puede haber cambiado pero siempre fue una romántica de mierda, llévale flores o cualquiera de esas mariconadas y la harás muy feliz —declara en un susurro.
Marsh le va a cuestionar el porqué de esa información, más no puede hacerlo, ya que sus amigos entran a la habitación con varias cosas para comer, entonces la conversación gira en torno a otras cosas, hablan de la escuela, le pasan las tareas al castaño, incluso Kyle se toma el tiempo de explicarle lo más relevante que hicieron en su semana escolar.
La idea era pasar la noche en casa del castaño, más al final Kyle se termina marchando pues su hermanito lo llamo, así que al final solo quedan Stan, Eric y Kenny, cuando este último va al baño, el castaño mira al de ojos azules.
—Inventa algo y vete, tengo que hablar con Kenny —comenta.
—Repentinamente suenas muy serio.
—Eso no es de tu incumbencia, solo hazlo, seguro encontraras algo mejor que hacer —señala.
El muchacho se encoge de hombros, cuando el rubio regresa hace exactamente lo que le pidió el contrario, inventa una excusa y se marcha, no porque se lo haya ordenado Cartman, sino porque su extraña actitud lo perturba.
En el camino a la parada del autobús le presta demasiada atención a una casa por donde pasa, en esta hay un hermoso jardín con varias flores, entre ellas rosas, sin querer recuerda las palabras de su amigo.
—¿Enserio se pondría feliz si le doy algo tan simple como una flor? —se cuestiona mentalmente.
La duda se instala en su mente, así que para sacar eso de su cabeza con cautela arranca una de las rosas, en el proceso se lastima por las espinas, aun con eso no se queja, pues los dueños de esa casa son algo especiales y no quiere tener problemas con ellos.
Cuando termina se encamina con prisa a la casa de la rubia, no sabe si hay alguien más además de ella, por tal razón opta por subirse al árbol y tocar su ventana, la cortina obstruye su vista por lo que no puede ver que está haciendo, ella se tarda un poco más de lo normal en abrirle, cuando lo hace sus cejas se arquean.
—Pensé que te quedarías con Eric —murmura en un bostezo.
—Ah sí, cambio de planes.
—¿Y eso? —pregunta intrigada.
—Pues era muy aburrido ya que Kyle se fue, me sentí algo apartado ya que Cartman tiene más en común con Kenny, que conmigo —explica.
—Entiendo, ¿por eso viniste?
—A decir verdad vine porque quería darte algo —pronuncia un poco nervioso y le extiende la flor.
La rubia se queda pasmada, estira la mano en automático y la toma, se queda por unos segundos absorta.
Stan cree que aquello no fue una buena idea, es más, hasta cree que fue alguna clase de broma por parte de Cartman, apenas va empezar a maldecirlo cuando la suave voz femenina llama su atención.
—Es preciosa, muchas gracias Stan —agradece con una amplia sonrisa que hace resaltar sus hoyuelos.
Aquello parece ser demasiado para el corazón del chico, su cara se pone totalmente roja, avergonzado se cubre con ambas manos.
—No es nada, que bueno que te gusto, eso era todo, nos vemos luego, debo ir a casa —escupe de forma rápida.
Esta dispuesto a bajar y marcharse de ahí como alma que lleva el diablo, pero la voz de ella lo vuelve a detener.
—¿Enserio tienes que irte? ¿No quieres quedarte conmigo? —pregunta tímida.
Una sensación extraña se forma en su estómago al escuchar eso, no dice nada, en cambio entra por la ventana, ya ahí se sienta en el suelo, ella hace lo mismo, no hablan, no hacen nada, solo están sentados en silencio.
El ambiente no es incómodo, más bien es desconocido, la primera en hacer algo es la rubia, quien sutilmente acerca su mano a la del chico, el corresponde entrelazando sus dedos.
¿Y ahora qué? Que se supone que debe de hacer, en su corta vida no había experimentando nada como eso, ni con Wendy, ¿qué debería de hacer ahora?
Mientras él pensaba eso de modo automático se acercó a la muchacha, quien solo esperaba expectante, su corazón latía como loco, parecía que iba a explotar cada que la distancia se acortaba, casi cuando sus labios se iban a rozar el contrario se detuvo, sus ojos la miraron inseguro.
—¿Puedo? —cuestiona nervioso.
Ella asiente en respuesta, no puede hablar, teme que su voz salga temblorosa y lo asuste, cierra los ojos, el hace lo mismo y la besa de un modo suave y tranquilo.
Marjorine siente una revolución de cosas en su estómago, es algo como cosquillas pero a la vez cálido, es tan extraño y agradable.
Stan se siente igual, aquel agradable sentimiento le es familiar, así que ya no puede negarse más a la realidad, el está enamorado de Marjorine Stotch.
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Kenny estaba extrañado, la repentina partida de Stan le parecía rara, pero lo que era aún más raro era la actitud tan calmada y tranquila que estaba demostrando Eric, aquello no le causaba buena espina.
Trata de permanecer relajado, más a cada segundo que pasa se siente más nervioso, cuando los orbes cafés se posan en él siente un escalofrió recorrer todo su ser.
—Hable con Stan, no será un problema —anuncia calmado.
—¿Ah? ¿Hablaste con el cuándo me fui con Kyle? —pregunta.
—Si.
—¿Qué te dijo?
—Cosas maricas sobre amistad, para resumir, solo la ve como una buena amiga —susurra mientras desvía la vista a la pantalla de la computadora.
El rubio ladea la cabeza con una expresión seria.
—¿Estás seguro? Si fueran solo amigos no se besarían —comenta inseguro.
—Que se besen no es la gran cosa, tú te besas con un montón de tipas y no es nada especial, ¿no?
—Pues sí pero...
—Pero nada, ¿sabes? Creo que lo que tú necesitas es una novia, así dejaras de ver cosas donde no hay nada —opina.
—Sí, eso sería bueno, aunque tú sabes que las relaciones serias no se me dan muy bien —murmura.
—Eso no es del todo cierto, podrías intentarlo con tu amiga la perra gótica —se burla.
La cara de McCormick es un poema, se supone que nadie sabía de su cercanía con Henrrieta, la duda está reflejada en todo su rostro, por tal razón el castaño carraspea.
—Si te sirve de consuelo dudo que Kyle o Stan se hayan dado cuenta de tus exóticos gustos.
—¿Y cómo lo supiste tú?
—Porque te conozco y eres muy obvio, por esa misma razón sé que sigues sintiendo algo por Butters, lo mejor que puedes hacer es mantener tu distancia y salir con alguien —sugiere.
—Es una buena idea, no lo voy a negar, pero no sé, no me convence del todo —dice poco convencido.
Cartman rueda los ojos, frota el puente de su nariz y sigue con su expresión tranquila.
—Ken, ya no somos niños, el pasado ya quedo atrás, ahora solo vive tu presente, a la mierda lo demás, deja de llorar y haz algo para ti, no solo te la pases lamentándote en que no puedes estar con nadie por tu estúpido miedo a que te mientan —manifiesta Eric con una seriedad poco común.
—... Viejo, vaya, eso sono tan maduro, ¿te sientes bien? —cuestiona asombrado.
—Solo estoy creciendo, tu deberías hacer lo mismo —finaliza y se gira para tomar los mandos de su consola, le lanza uno al rubio quien lo agarra —. Ahora juguemos, quiero patear tu trasero —se burla.
El contrario sonríe de lado y niega.
—¡El único que morderá el polvo serás tu gordo! —exclama enérgicamente.
La noche transcurre tranquila luego de aquella conversación, aunque en la cabeza de Kenny se queda muy presente todo lo que hablaron, él tiene toda la disposición de seguir el consejo de su amigo.
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