Consecuencias.

Dos meses y medio habían pasado desde que Clyde y Marjorine salían, dos meses y medio de puro sufrimiento en que Stan no había podido hacer nada, pues si bien, él sabía que ella lo quería, había pasado justo lo que auguro Donovan.

La rubia se había negado a tocar el tema, y aunque le explico que él no había regresado con Wendy, sus palabras se ponían en duda, pues su exnovia llegó a un nuevo nivel de locura al convertirse en prácticamente su sombra.

Solo bastaba con que él quisiera pasar un rato con Stotch, para que ella se apareciera como por arte de magia, interrumpía sus conversaciones, sus interacciones o sus intentos de disculparse.

Al final seguían siendo amigos, pero unos que no podían pasar ni un segundo solos gracias a Wendy.

Entonces Stan la odio más, la ignoro, hizo como que no existía, pero eso no lastimaba a la de cabello negro, así que empezó con las palabras duras, crueles y verdaderas, le contaba cuan enamorado estaba, le enumeraba todo lo que amaba de la chica, le relataba como se la pasaban.

Solo en esos momentos podía ver el dolor en sus ojos, la inseguridad la embargaba, temblaba de coraje, más nunca lloraba, se quedaba quieta escuchando cuan buena era Marjorine para todo.

Cuando se cansaba de las declaraciones de amor se marchaba con rapidez, solo entonces Marsh podía estar en paz, misma que no duraba, pues del odio a Wendy pasaba al odio a Clyde.

Ese estúpido bastardo egoísta, lo odiaba tanto o más que a su ex. Esto porque el castaño estaba controlando a la chica como quería, primero empezó cambiando su forma de vestir.

De sus atuendos holgados y cómodos ya no quedaba nada, ahora era la maravilla de toda la población masculina, sus faldas y vestidos cortos dejaban ver sus bonitas piernas, las blusas pegadas o los escotes de los vestidos, permitían observar de forma desvergonzada sus atributos.

Y si bien, al principio ella parecía haber aceptado de buena gana, conforme fueron pasando los días se notaba que se había arrepentido de la decisión, los chicos la rodeaban, le hacían cumplidos y la halagaba, aunque nunca mirándola a la cara, siempre miraban otras partes menos su cara.

Luego le siguió con la comida, ella siempre comía como un pajarito, más tenía una afición por las cosas dulces, en especial el chocolate, de boca de Heidi se enteró de algo que paso un día que salieron de sus clases.

Emma les había regalado un chocolate, era una barra pequeña que compartirían entre las dos, yendo a casa decidieron partirla, apenas le iba a dar un bocado la rubia, cuando Clyde apareció de la nada y le arrebato el dulce, lo tiro al suelo y le dijo que no podía comer nada de eso.

La acción dejó descolocada a Stotch, pero no a Heidi quien le reclamo porque hacia eso, la respuesta fue lo más insensible que pudo escuchar.

—Él dijo que ella no debía comer eso porque podía engordar, que nadie querría a una chica gorda, por eso debía cuidarse —murmuro con rabia Turner.

Sus puños se apretaron, sus dientes rechinaron, las ganas de romperle la cara fueron muchas, más eso tampoco lo logro porque Wendy, previendo sus intenciones, no lo dejo solo, no importo lo que dijera, ella no se alejó.

Se tragó la rabia, la amargura, así que solo le quedo rogar al cielo porque la ayudara, pues él había demostrado ser un inútil que no podía hacer nada, pero eso tampoco funciono, pues la convirtió en un trofeo, caminando junto a ella, con la mano en su cintura o trasero.

La sonrisa incómoda en el rostro femenino no importaba, tampoco sus ojos tristes, lo único que le importaba era la cara de Bárbara Stevens enojada.

Entonces odio con toda el alma a alguien más que a Wendy o Clyde, se odió a sí mismo, pues si no hubiera huido del problema, si hubiera sido valiente para confesar sus sentimientos, aun a pesar de todo, tal vez, solo tal vez no habría ojos tristes, sonrisa incómoda o chica trofeo.

Solo existiría Marjorine Stotch, la chica con sonrisa de hoyuelos y ojos celestes y brillantes, cuál cielo despejado, por eso es que no ha dejado de tomar, detesta el rumbo que ha tomado todo en su vida.

Para su fortuna, aquel domingo se deshizo de la molestia de Wendy, ya que no estaba en el pueblo, así que decidió aprovechar eso para salir a caminar y despejarse, estuvo tentando a no ir, pues la resaca lo estaba matando, pero ante la mirada furibunda de su madre al tener no solo a su hijo así, sino que a su marido también, huyo de casa.

Su lugar predilecto era el parque, pues como ya no era tan famoso como años atrás, todo estaba tranquilo y solitario, tomó su bicicleta y se fue hasta allá.

El verano ya casi estaba cerca, lo sabe al sentir el sudor escurriendo por su frente, igual eso no le importa, nadie lo verá, solo quiere llegar y tirarse en el pasto a dormir tranquilo, pronto está en el lugar. Como lo pensó, no se ve nadie, así que comienza a buscar un buen sitio en el cual acomodarse.

Está dando vueltas por el lugar cuando escucha una risa inconfundible, una que hacía mucho no oía, agita la cabeza, tal vez está alucinando, al volverla a escuchar de nueva cuenta, busca el origen de la misma.

Cuando da con la dueña siente que su corazón da un vuelco, sentada en el pasto esta Marjorine, ella sonríe, una sonrisa genuina que extrañaba, bromea con la persona que esta, quien es Mark Costwold, extrañamente el luce relajado y feliz, mira a la rubia con total atención, una que no le gusta mucho a Marsh, por lo que interrumpe lo que sea que estén haciendo.

—¡Hey! ¿Qué hacen? —cuestiona.

La chica gira la cabeza con rapidez, al ver a Stan sus ojos parecen iluminarse, eso causa que su corazón se acelere, enserio extrañaba esa mirada y sonrisa, ella se levanta y lo abraza.

—Stan, es muy bueno verte —dice feliz.

—Pero si siempre me vez —murmura.

—Sí, pero ya sabes, es bueno verte sin tu novia —musita alejándose al nombrarla.

Parece que pensar en eso no la hace feliz, por lo que la abraza de nueva cuenta y suspira.

—Ella no es mi novia y no la nombres, la puedes invocar y como la bruja que es aparecerá, es más, olvídate de esa loca, ¿qué hacen aquí? —pregunta.

La muchacha tiembla, cosa que no pasa desapercibida para él, lo aleja, ve como frota sus nudillos, parece muy nerviosa.

Costwold la calma poniendo una mano en su hombro y sonriéndole.

—Cuéntale, él no te juzgará —asegura mirando fijamente al chico.

Stanley entiende y asiente.

—Mark tiene razón, yo no te juzgaré, ¿dime que paso? —pregunta.

Ella cierra los ojos, agacha su vista y comienza a contarle.

—Clyde y yo tuvimos un problema, fue algo que en verdad me lastimo, él se disculpó, me pidió perdón, para compensarme pasaríamos el día juntos, se supone que nos veríamos aquí, pero él no llego —susurra.

—Ese idiota —masculla con molestia.

—Pero está bien, me encontré a Mark, así que no he tenido tiempo de sentirme triste, de hecho le ayudaba con una canción que está escribiendo, será muy buena al igual que las demás —halaga cambiando de tema.

Marsh suspira, aunque no quiera respetara que Mar no quiera decir más, así que se sienta en el suelo y palmea el sitio a su lado para que ella haga lo mismo.

—¿Podrían mostrarme?

—¿Qué dices Mark?

—Por mí no hay problema, entre más tiempo haga mejor —menciona sentándose junto a ellos.

—¿Por qué quieres hacer tiempo? —pregunta el de cabello negro.

El contrario suspira con pesar.

—Mis padres se fueron de viaje, mi abuela está algo enferma, así que fueron a cuidarla, dijeron que regresan la semana que viene, aunque hay posibilidad de que puedan tardar más, dependiendo del estado en que se encuentre —explica.

—Yo no le veo lo malo a eso, de hecho, si mis padres se fueran yo estaría feliz en mi casa haciendo lo que se me dé la gana —opina.

—Es que Mark no está solo —canturrea la chica.

—¡Ah, sí! Tú hermana, pero no te llevas mal con ella, ¿no?

—Pues no, no me llevo mal con Rebecca, pero a ella se le ocurrió que era una buena idea llevar a Kyle a la casa, así que comprenderás lo incómodo que es para mí, escuchar todo lo que hacen —cuenta molesto.

—... Oh, vaya amigo, eso es terrible, si quieres puedo hablar con Kyle.

—Yo respeto la forma en que es mi hermana, no es nada contra ella o sus actividades, es su inconsciencia al no pensar en los demás, lo que me pone incómodo —dice, resopla y niega —. No le digas nada a Kyle, yo hablare con ella.

—Si tú lo dices.

—Mejor sigamos con la canción, ¿cuál era tu idea para que continuara, Marjorine?

—Pues es que sigue sin quedarme claro el mensaje de la canción —menciona confusa.

—Algo entre pedir una oportunidad a alguien o rendirse —repite.

—¿Enserio se puede hacer algo así? —pregunta Marsh.

—Claro que se puede, solo necesitamos las palabras correctas para cantarlo —asegura.

Por largo rato se dedican a darle ideas al muchacho, la mayoría, por no decir todas son rechazadas, se hace tarde comienza a refrescar, la rubia tiembla, su vestido es demasiado corto, no le alcanza a cubrir el frio, Stan se lamenta por no llevar un suéter para prestárselo.

Mark la ve y suspira, se quita su suéter y se lo da.

—Es el quinto —dice.

—Sí, lo siento, prometo que te los devolveré, solo espero a que se le pase a Clyde la histeria de que lo puedo engañar —susurra.

—Enserio que no entiendo como lo aguantas, pero no quiero comenzar a regañarte, así que mejor cada quien se va a su casa — recomienda, la chica asiente.

El de ojos azules se queda quieto, entre procesando las palabras que dijo el castaño y sus acciones para con la chica, antes de que se vaya Stotch llama su atención.

—Oye Mark, y bueno, también tu Stanley, quería invitarlos a ver mi ensayo del siguiente sábado, Emma me dejo invitar a mis amigos, ya le dije a Philip, Tweek, Kevin y Scott, Heidi practica conmigo, así que ahí estará. Solo me faltaba decirles a ustedes y a Kenny —musita nerviosa.

—Oh, ¿por fin pudiste perfeccionar tu coreografía con D' Lorne? —cuestiona el castaño.

—Si, por fin, creo que Bárbara le dio un descanso o algo así, porque las últimas dos semanas sí que ha tenido energía —cuenta.

—Entiendo, por mi parte yo si iré, quiero ver eso en lo que tanto te has esforzado —admite.

—Gracias, ¿qué hay de ti Stan? —pregunta.

—Si voy —responde sin más.

Ella le sonríe, lo mira con ilusión.

—¡Genial! Entonces los espero ese día, es a las tres, no lleguen tarde o Emma no los va a dejar entrar —advierte.

—No te preocupes, bueno yo me voy, Rebecca debe estar muerta de hambre, no es buena cocinando, así que voy a llegar a cocinar —pronostica, agita la mano en señal de despedida y se marcha.

Entonces se quedan solos, como hace mucho no estaban, ella se remueve incomoda.

—Bueno, creo que yo también me voy, tengo que arreglar mis cosas para mañana —se excusa.

Se da la vuelta dispuesta a marcharse más es detenida por la mano del chico, quien la jala y la abraza, el corazón de ella late desenfrenado, su cara se pone roja.

Lo quiere tanto, se permite ser egoísta y abrazarse a él, escucha su corazón, el cual late muy rápido.

—Así hasta creo que tú también me quieres —piensa con tristeza.

—Te quiero, te quiero mucho, muchísimo, no sabes cuánto —le susurra arrepentido.

Pues se siente tan culpable por todo lo que le pasa, más ella no lo entiende, más bien cree que aquello es una disculpa por no quererla del modo en que ella desea.

.

.

.

.

.

.

.

.

La semana fue agotadora, los profesores estaban haciendo las evaluaciones finales, por fin era verano, estaban a menos de una semana para por fin salir de vacaciones, así que todos estaban vueltos locos entregando proyectos y pidiendo oportunidades para no reprobar.

En su caso todo estaba cubierto, sus calificaciones eran un éxito, eso gracias a no dejar nada al último momento, aunque en el caso de su novio, sí que había problema, el haber pospuesto las cosas le salió muy caro.

Ella como la novia, tuvo que pagar los platos rotos al ayudarlo, por eso estaba agotada, aunque no lo suficiente como para no asistir a su clase del sábado, milagrosamente Clyde acepto ir a ver su avance y aunque eso la debería hacer feliz, la verdad es que no lo hacía.


Últimamente recibía muchas críticas feas por parte de él, todas ellas le sentaban fatal, a veces hasta la hacía llorar, más él siempre decía que no lo hacía por hacerla sentir mal, sino que era para que pudiera mejorar.

Al principio le creía todo, aunque la gota que derramo el vaso e hizo que perdiera la confianza fue descubrir que el chico la engañaba, su primer pensamiento fue terminar con él, se lo dejo en claro, más él le lloro y le suplico que no lo hiciera.

Dijo que había sido un error, algo que paso solo una vez, más no le creyó, entonces cambio sus palabras de excusas por palabras de culpa, ahora la culpable era ella porque no quería tener sexo con él.

Le explico que era muy apresurado, que aún no se sentía lista, él le echó en cara como con todos los demás no se tomó su tiempo, luego saco lo de Stan, la acuso de que con él todo lo quería rápido.

Clyde tenía razón, con Stanley quería su amor apenas unos pocos meses después de hacerse su amiga, la culpabilidad de que dijera la verdad la hizo perdonarlo.

Entonces ahí seguía ella, intentando mejorar y ser una buena novia para Donovan, por eso él, como buen novio había hecho algo de tiempo para ver porque cosa no podía pasar los sábados con él.

Cuando fue la hora de la demostración Gregory dejo pasar a sus amigos, increíblemente Clyde llegó temprano, para hacer todo más "increíble", Bárbara también fue, con ella iba Millie y Wendy, la cual solo vio a Stan y se pegó a él como de costumbre.

Ver aquello fue doloroso, agito su cabeza para alejar los malos pensamientos, no podía dejar mal a su profesora, así que se paró recta y espero a que hablara.

—Hola, buenas tardes, agradezco que se hayan tomado el tiempo de venir a ver esto, la verdad sé que probablemente ninguno sea muy aficionado a este arte, por lo que valoro el esfuerzo —sonríe amable, luego prosigue—. Hemos trabajado muy duro en esto, les presentamos una parte del grand pas de deux del cascanueces, la historia es muy conocida, así que espero que les guste. Esta es una función de prueba para ver sus reacciones —explica, se quita de dónde está y le hace una seña a Gregory para que toque.

Al escuchar la música la chica entra en su papel, por eso no le presta atención a nada, más que a su compañero, que ahora es el príncipe y ella es la hada de azúcar.

Sus movimientos son suaves, lentos y precisos, su sonrisa es tranquila, está disfrutando el momento, cuando llega la parte en que la carga le da toda su confianza y se deja hacer, cuando es elevada completamente cierra los ojos ante la gratificante sensación de que todo está saliendo bien, pronto todo termina, les aplauden, una reverencia y su sonrisa es más amplia.

—¿Qué les pareció? —pregunta la adulta.

—No sé de eso, pero la verdad es increíble, la forma tan fácil y hasta bonita en que elevo a Mar fue genial—comenta Kevin.

—Pues yo he visto películas sobre el libro, sin duda prefiero lo que hicieron, no sé, me causa como una sensación de nostalgia al verlos y escuchar la música —dice Scott.

—¡Eso fue increíble Mar! Enserio parecías toda un hada, les quedó muy bonito, ansío verlos pronto en el escenario —externa con emoción Tweek.

—Tweek tiene razón, es simplemente increíble lo bien que te acoplas al personaje, tus presencia en el escenario será magnífica —halaga Philip.

—Yo no sé qué decir, pareces demasiado ligera y hasta siento que puedes volar o algo así, tus vueltas son lentas pero se ve lindo, ¿cómo no te mareas? —cuestiona Kenny.

—Bonito, supongo —dice la novia de este mirando al castaño.

—... Me has dejado sin palabras, eres genial, todo lo que haces te sale a la perfección —proclama Stan.

—Coincido con todo, tu interpretación es magnífica, la de D' Lorne también, eres una extraordinaria hada de azúcar, solemne e inocente y él es un príncipe confiable y fuerte, las elevaciones fueron sorprendentes, los movimientos excelentes, le hicieron honor a la palabra adagio. Simplemente son muy buenos bailando juntos, tienen una maestra fantástica, les ha enseñado muy bien —declara Mark.

Una sonrisa se forma en sus labios, misma que es borrada al ver la cara de su novio, él no se ve muy feliz, lo mira con súplica, ruega al cielo porque no haga una escena desagradable frente a los demás.

Lamentablemente, sus súplicas no son escuchadas, pues él se cruza de brazos y habla.

—Sí, muy bonito y todo, ¿sabes que es lo que más me gusta? La parte en que te manosean toda y tú sonríes feliz como si nada, ya entiendo porque nunca quieres faltar, incluso estoy comenzando a comprender el porqué de tus negativas a mis avances —acusa con molestia.

La cara de todos se llena de asombro, incluso las chicas se miran extrañadas entre sí, la rubia se pone nerviosa, se acerca al chico.

—Por favor, no hagas esto aquí —pide entre dientes.

—¿Hacer qué? ¿Decir la verdad? Es obvio porque vienes, todos aquí se han dado cuenta, nadie está ciego, el baile es una excusa, lo que a ti te encanta es que te toquen otras personas y no yo —le reclama.

—Oye niño que dices, estas mal de tu cabecita, si no la sujetan se cae, no puedo creer la idiotez que estás diciendo —externa con molestia la mujer.

—Clyde, amigo, estas siendo muy grosero, esa no es forma de tratar a tu novia —regaña Tweek con inconformidad.

Los demás se notan incomodos, no saben cómo reaccionar, las cosas se ponen feas cuando el castaño jala del brazo a la chica.

—Ella es mi novia y la trato como quiera, es más, a la mierda esto, solo es una pérdida de tiempo, así que nos vamos, busquen a otra persona que quiera hacer esto, ¡porque Marjorine ya no lo hará! —exclama con autoridad.

La chica tiembla, siente ganas de llorar, más trata de mantenerse firme.

—Clyde, yo prometí ayudar, nadie me está tocando, lo único que Chris hace es ser mi soporte, esto ni siquiera es demasiado empalagoso —trata de explicar.

—¿Chris? Ahora veo, ¿tú también te quieres acostar con él no?

—Clyde, te estás pasando —advierte Kenny.

—Yo no me estoy pasando, yo solo trato de esto funcioné, es ella quien lo arruina, ¿cómo quiere que confié? Si viene, se deja tocar, agarrar y todavía sonríe gustosa —replica.

—Ya cállate la puta boca, Donovan —masculla con ira contenida Stanley.

—Los que deberían de callarse son ustedes, no saben nada, Marjorine solo pone su cara de niña buena para que la compadezcan, pero es una...

No puede completar la frase, pues es golpeado por Mark, quien luce sumamente furioso, las chicas ahogan un grito, los demás abren los ojos impresionados.

—Ya basta, quien debería de callarse eres tú, ¿quieres que juzguen a alguien? ¿Por qué no les decimos lo que tú le hiciste a ella? —amenaza.

—¿Tú le dijiste? —cuestiona mirando enojado a la rubia.

Ella tiembla más, clava las uñas en su brazo y mira llorosa al contrario.

—¿Por qué me haces esto Clyde? Te dije que era importante, yo solo quería que vieras y apreciarás lo que me gusta hacer —murmura con voz temblorosa.

Se siente ridícula, avergonzada y triste, así que se da la vuelta y se va al cuarto donde se cambia de ropa, Heidi la sigue, el castaño la trata de seguir, más es detenido por D' Lorne, quien sin decir palabra lo saca de su casa.

Luego de eso no sabe más, solo puede llorar con Turner consolándola, cuando recupera un poco la tranquilidad la castaña la mira con pena.

—Esto no puede seguir así, tú no me habías dicho que te trataba así.

—Y no lo hace, solo se pone un poco celoso —justifica, no sabe porque lo hace, de hecho fue una respuesta en automático.

Heidi la mira fijamente, obviamente no le cree, lo que la preocupa es la rapidez con que lo justifico, así que suspira y toma sus manos.

—Sé que a nosotros como mujeres nos enseñan a romantizar ese tipo de actitudes, pero la verdad, tú y yo sabemos que eso no está bien, él no tiene motivos para desconfiar de ti —considera.

—Si los tiene, la reputación que me cree lo afecta negativamente —susurra.

—¡Tonterías! Bebe estuvo con muchos más chicos que tú y nunca le hizo una escena similar, lo que pasa es que él es un idiota, no tiene derecho a desquitarse contigo por algo que le hizo otra. Tú no eres ella, tu no le hiciste nada y no le debes nada —indica.

—Pero soy su novia y...

—¡Pues deja de serlo! No lo necesitas, tú eres lo suficientemente bonita para estar con alguien más, alguien que si te valore y te apoye, no un idiota que en vez de tu novio parece tu verdugo y peor enemigo —señala.

—Yo no sé...

Los ojos cafés la miran con pena y niega.

—Sé lo difícil que puede ser dejar a alguien, también comprendo que las expectativas que crees que tu madre tiene pesan sobre ti, mira, yo solo te sugiero que lo pienses, la verdad Clyde es un gran idiota, no te merece —finaliza.

—Gracias Heidi, lo pensare —murmura.

—Pero piénsalo, ¿sí? —la rubia asiente, Turner suspira —. Me iré adelantando, quede de cenar con mis padres, tomate tú tiempo.

Dicho esto toma sus cosas y sale de ahí, al quedarse sola Stotch suspira, no entiende cómo es que ha llegado a eso, incluso no comprende como Donovan ha cambiado tanto, al principio todo iba bien, era dulce, atentó y cariñoso.

¿Cómo se torció de modo tan feo todo?

No le encuentra sentido a nada, necesita descansar, por eso se cambia y toma sus cosas dispuesta a ir a casa, al salir se encuentra con que Christophe está afuera esperándola, resopla con cansancio, espera algún comentario mal intencionado, más él toma su mano y la observa.

Aquello es incómodo, antes de que pueda decir algo la suelta y le gana la palabra.

—Tu amigo inglés, el rubio tembloroso, el castaño y pelinegro que no se separan y Costwold, me dijeron que te avisara que no te preocuparas por su trabajo de hoy, que ellos te cubrirán.

—Ya veo, gracias —va a darse la vuelta, más nuevamente es detenida.

—Ponte algo en el brazo, alcanzaste a lastimarte, tu hermano está afuera esperándote —informa y se va sin escuchar el escueto gracias que la chica le da.

Mira su brazo, en efecto se lastimo, llegando a casa se pondrá algo, al salir ve a Kenny sentado en los escalones, gira a verla al escuchar la puerta abrirse.

—¿Vamos a casa?

—Sí, vamos a casa.

Caminan juntos, su andar es silencioso, al entrar a la casa solo quiere ir a su habitación para acostarse y dormir.

El rubio interviene en sus planes.

—Veamos una película juntos —sugiere.

—No es una buena idea, estoy cansada —se excusa.

Él la mira con súplica.

—Por favor, será solo una, yo preparo las palomitas —promete.

Ella no puede ignorar esa mirada, así que asiente, ofrece su habitación, pues se sentiría más cómoda ahí, él acepta, antes de que llegué ella lava su brazo, pone un poco de alcohol y se pone un suéter para taparse, pronto Kenny lleva un montón de palomitas y dulces, comienzan a ver la película en silencio.

Luego de un par de minutos, McCormick habla.

—Lo que paso hoy no tiene justificación, Clyde no tiene derecho a tratarte así, lo que sea que hayas hecho antes de él es irrelevante, tú eres bonita, talentosa, increíble y buena sin importar que, así que por favor, considera si esa relación te está haciendo bien —pide.

—Yo...

—No digas nada, solo piénsalo por favor, ahora olvida eso, solo enfócate en la película, come palomitas o me las acabare yo solo —bromea.

Ella asiente y come, no presta atención, su mente no puede dejar de pensar y rememorar todo, pues sigue buscando cuando fue que todo se convirtió en esa mierda.

El domingo se levanta temprano, necesita hablar con el chico, está desesperada por saber el porqué de su cambio, él no era así, no la hería con sus palabras, no la trataba como una cualquiera, la respetaba, ¿por qué ahora era diferente?

Camino con prisa, cuando llego a casa del castaño quien le abrió fue Eric, quien la miro arqueando una ceja.

—Es muy temprano para que estés aquí, el idiota no se ha levantado, puedes subir a verlo si quieres, creo que está despierto, aunque tal vez esté viendo la TV, se escuchaba ruido en su habitación —explica haciéndose a un lado.

—Gracias, Eric.

Sube la escalera, toca la puerta, al no recibir respuesta entra el chico está sentado de espaldas, ella carraspea.

—Clyde, necesitamos hablar, la verdad es que...

Silencio, sus ojos de abren de par en par, de la confusión pasa a la ira, como se atrevía a pensar mal de ella, cuando quien la estaba engañando nuevamente era él.

La chica a quien no reconoció se levantó asustada, tomo su ropa y se vistió con prisa, Marjorine estaba enojada, con él, con ella, ¿por qué seguía aguantando eso?

—Eres un maldito hipócrita, diciendo cosas horribles sobre mi cuando tu solo te dedicas a verme la cara de estúpida —escupe mientras le lanza lo primero que ve.

—Oye, cálmate maldita loca, esto es tu culpa, si tu accedieras a tener sexo nada de esto estaría pasando —se defiende cubriéndose con sus manos y levantándose de donde estaba.

—No, basta, yo no tengo la culpa de que para que te sientas hombre te estés acostando con cuanta persona se te cruce en el camino —masculla con ira, le lanza un zapato que le da justo en la cabeza.

La desconocida por fin huye de ahí, Donovan se queja, el golpe le dolió, lo siguiente que hace deja estupefacta a la chica.

—¡Eso me dolió, idiota! —exclama dándole un golpe en la mejilla que la hace caer y pegarse contra el buro.

Cae de sentón, el ruido de las cosas, más la tipa que bajo corriendo de las escaleras llama la atención de Cartman, quien sube con prisa, al entrar a la habitación de su hermanastro se queda sin habla.

Butters sostiene su mejilla, su mirada perdida, Clyde que mira su mano y luego a la rubia, una expresión de angustia se refleja en su rostro.

—Marjo, no era mi intención, discúlpame —declara arrepentido tratando de acercase.

Más ella evita el contacto, se levanta rápido y se marcha del lugar corriendo.

Ahora entiende, todo tiene sentido, ya sabe porque aguanta todo eso, es que ya no es Marjorine, Abigail o alguno de sus personajes de Ballet, ella es, ella es, no quiere aceptarlo.

Sus pies la llevan a la casa de Mark, toca con insistencia, Kyle le abre, antes de que pueda decirle nada lo pasa de largo, Rebecca la ve y levanta las cejas impresionada.

Llega al jardín, Mark afina su guitarra, ella solo lo mira, el levanta la vista al sentirse observado, al verla suelta el instrumento y se levanta.

—¿Qué te pasó? —pregunta preocupado.

No puede hablar, su voz parece haberse marchado, él nota la desesperación en sus ojos, además de las lágrimas que han empezado a correr por estos mismos, para hacer todo peor ve su mejilla, así que la abraza.

—¿Te gusta bailar verdad? Vamos a bailar, no pienses en nada, solo baila, cierra los ojos, no piense más —insta mientras la mueve de un lado a otro.

Su mente trabaja a mil por hora, trata de pensar en alguna explicación lógica y buena, más no la hay, entonces su corazón duele, pues ella no se merece nada de eso, tomó una mala decisión por ignorancia, no porque fuera mala y se merezca toda esa mierda.

Mientras que Costwold piensa eso, Marjorine, se halla sumida en la desesperación de saberse una copia exacta de su madre, que está con alguien que le causa terror como el monstruo de su padre. 

.

-

-

-

-


Su novela de las 9 les trae más traumas y decepciones, todo porque no gane el 50-50. 


Bạn đang đọc truyện trên: AzTruyen.Top