Amistad, indecisión y valor.

Algo pasaba, Marjorine fue consciente de ello, cuando ver a Stan tomado de la mano de Wendy le incomodo, su primer pensamiento fue que ellos habían reanudado su relación, el solo imaginarlo le causó malestar.

El chico rápidamente se excusó, ella asintió pero no sé lo creyó del todo, luego cuando fueron a casa de Emma y la chica se marchó sin contestar su pregunta creyó que Marsh correría detrás de ella pero no lo hizo, en cambio se quedó sentado mirándola solo a ella.

Eso la hizo muy feliz, era egoísta, pero le gustaba que él la mirara así, después cuando salieron de la casa de su maestra se sentía tranquila ante el cómodo ambiente que había entre ellos, mismo que terminó al ver a Wendy esperando al chico.

No quería que se fuera con ella, en serio no lo deseaba, más hizo lo contrario de lo que pensaba lo insto a qué resolviera sus problemas, él no se notaba muy convencido pero al final accedió.

Verlo irse en su auto junto a la bonita chica de cabello negro se sintió fatal, Heidi noto su estado, por lo la ánimo a su manera.

—No volverá con ella, no te preocupes.

—No lo sé, ella se veía tan segura, además Wendy es hermosa, Stan ha estado enamorado por años, algo así no se olvida de la noche a la mañana —murmura.

La castaña ladea la cabeza y ríe.

—También el amor se desgasta Marjorine, pero dejemos eso de lado, ¿vienes a comer a mi casa? Mi mamá quiere conocerte —dice de modo tranquilo.

La muchacha asiente y sonríe.

—Claro que sí, solo le avisare a mi mami —indica mientras saca su celular para llamar a su progenitora.

La tarde es agradable, los padres de Heidi son geniales, la halagan, le hacen cumplidos y le agradecen por ser amiga de su hija.

La castaña está abochornada ante su comportamiento, más la rubia está genuinamente feliz, hace años que no tenía una amiga.

Al terminar la cena y luego de ayudarles a ordenar y limpiar la llevan a su casa, los mayores no se cansan de decirle a su madre lo buena chica que es, Linda escucha feliz los cumplidos, luego de una invitación a cenar los padres de Turner se marchan.

La mayor besa la cabeza de su hija y le deja ver lo orgullosa que está de ella, Marjorine no puede hacer más que sonreír tímidamente mientras sus mejillas se sienten calientes.

Sube a su habitación para hacer sus deberes escolares, en toda la noche no recibe ni un mensaje de Stan, aquello lo toma como una confirmación de su regreso con Testaburger, suspira profundamente, la idea es dolorosa, más se adaptará a ella pues aprecia mucho a Marsh.

Al día siguiente se levanta sin muchas ganas, aún con eso trata de mantener su buena racha y se viste lo mejor que puede, desayuna algo ligero, guarda su almuerzo y se marcha a la escuela.

El día es bastante tranquilo, sus amigos la ayudan a distraerse ante cada ocurrencia que tienen, ella ríe con ganas, Stanley no se le acerca para nada, está pensativo y ausente.

Su actitud se mantiene hasta que acaba la semana, para ese momento ella se siente triste, aquello es doloroso, no creyó que el que le dejara de hablar dolería tanto.

Recostada en su cama se decide a hacer una retrospección de lo que ha ocurrido en los últimos meses, toma una de sus libretas para anotar lo que le parezca más relevante, está a punto de comenzar a escribir cuando un toque en su ventana la distrae.

Se levanta para abrirla, al hacerlo ve al muchacho de cabello negro, se hace a un lado para dejarlo entrar.

Cuando la mira repentinamente se siente nerviosa, el no parece estar mejor, resopla y frota su cuello.

—Umm, hola, siento haber estado tan ausente, hablar con Wendy me dejó pensando muchas cosas —explica.

—Lo entiendo, entonces, ¿volviste con ella? —cuestiona en un susurro.

—¿Qué? No, para nada, ugh, ¿por qué pensaste eso? —pregunta.

—Pues como siempre has querido a Wendy pensé que era lógico que lo volvieras a intentar —responde con simpleza.

—Sí, la quise, pero ya no, espero que ella lo entienda, pero mejor hablemos de otra cosa, ummm, ¿quieres salir a comer algo o ir a algún lado? —cuestiona sin verla.

Verlo así le saca una sonrisa a la rubia, por lo que toma sus manos.

—Quiero, aunque qué te parece si mejor pedimos algo y nos quedamos aquí, no hay nadie en casa, mis padres y Kenny no creo que lleguen hasta dentro de mucho tiempo —menciona alargando la última palabra.

—Claro, por mí no hay problema, lo que quería es pasar tiempo contigo —revela.

—Bueno, estás de suerte, yo también quiero pasar tiempo conmigo, vamos abajo, pidamos algo de comida —sugiere.

Bajan a la cocina y piden una pizza, comen y hablan un poco, no tocan el tema de Wendy, ninguno de los dos quiere siquiera mencionarlo, al terminar lavan lo que usaron suben al cuarto de la muchacha y se ponen a ver películas.

No pueden alcanzar a ver ni una, ya que comienzan a juguetear cuál niños, cosquillas aquí, cosquillas allá, al final terminan besándose, luego pasan a las caricias antes de hacer nada más la rubia detiene al chico y se levanta.

Él la mira extrañado, al ver que pone el seguro a la puerta ella ríe.

—Nunca se sabe —dice con simpleza.

Entonces sucede de nuevo, tienen sexo, uno que se siente diferente, pues Marjorine se atreve decir el nombre de Stan, es más no puede dejar de decirlo en todo lo que dura el acto, cuando él dice el suyo seguido de palabras bonitas y siente una revolución dentro de su vientre, sabe que en verdad algo grande está pasando.

Sin embargo hoy no quiere pensar en eso, solo quiere dormir acurrucada junto a Marsh, ya mañana se preocupara de resolver todo lo que le preocupa.

El sábado el muchacho se va temprano, le invento a su madre que se había quedado con Kyle y ella le ha llamado para decirle que va por él, ya que quiere que la ayude con unas cosas en la casa, antes de salir por la ventana le da un corto beso en los labios y se marcha.

Una sonrisa tonta se instala en los labios femeninos, misma que no desaparece en todo el día, tan en su mundo está que no le hace caso a las miradas molestas o comentarios hirientes de Christophe.

Con los chicos toca y canta con mucha energía, la felicitan y halagan, aquello solo amplía más la sensación de bienestar en su pecho.

Esa noche se va a acostar con una sonrisa en el rostro, el domingo se levanta temprano y se alista para salir con Heidi, desayuna, lava sus dientes, justo termina de realizar aquella acción cuando tocan a la puerta, su madre abre.

Cruza algunas palabras con los padres de la castaña antes de besar las mejillas de su hija y dejarla marchar.

El camino a Denver no es muy largo, aunque la castaña usualmente no es muy conversadora tiene una gran facilidad para encontrar temas de conversación con la rubia, supone que eso se debe a que comparten pasatiempo y algunos hábitos.

Cuando llegan a su destino los adultos les dan su espacio, les indican la hora en que las encontrarán para que cuiden su tiempo, luego de una serie de sugerencias las dejan marcharse a recorrer el centro comercial.

Van directo a la tienda de la que le había hablado Heidi, estando ahí la chica comienza a ver un sin fin de maillots que le parecen hermosos.

Escoge algunos, revisa que le queden bien, además adquiere algunos otros objetos que le hacía falta, está tentada a comprar también zapatillas, más decide esperar, luego de tener todo lo que ocupa y que Heidi tenga lo suyo pagan y salen de la tienda.

La castaña sugiere que vayan a recorrer las otras tiendas, ella acepta, al final termina comprando algunos vestidos, faldas y blusas, agradece internamente el haber traído un poco del dinero que ha estado ahorrando.

Luego de tanto caminar ambas chicas deciden descansar en un café, la castaña prefiere una bebida fría, mientras que la rubia algo caliente, cuando ambas tienen sus respectivos pedidos la de ojos cafés suspira.

—¿Puedo preguntarte algo Marjorine?

—Claro, pregunta lo que quieras.

—Bien, seré directa, ¿te gusta Stan?

—Claro, ¿a quién no le gustaría?

Turner rueda los ojos y niega.

—Me refiero a si estás enamorada de él.

—...La verdad no sé, y si te soy honesta quisiera que no fuera así —susurra.

—¿Y eso es por?

La rubia se remueve incómoda en su lugar, agacha la vista.

—¿Puedes guardar un secreto, Heidi?

—Por supuesto, prometo que lo que me digas nadie nunca lo sabrá —promete la castaña mientras levanta la mano.

Stotch suspira profundamente, frota sus nudillos de forma nerviosa.

—Eres alguien muy observadora, así que supongo que sabes que de niña me gustaba Kenny.

—Sí, es cierto, eras muy obvia —señala.

—Je, lo sé, bueno, el caso es que he estado pensando y llegué a una conclusión muy mala, las personas de las que me he enamorado solo han sido para satisfacer mi egoísta amor infantil —murmura.

—... Explica porque piensas eso.

—Yo salí con Chris, su forma de ser como vez es bastante difícil de tolerar, pero para mí fue bastante fácil, luego de pensar demasiado me di cuenta que me enamore porque en el evoque a un Kenny adolescente, me gustó porque creí que así sería siendo más grande —cuenta.

—Ya veo.

—Mi gusto por Clyde es básicamente lo mismo, su dulzura y sensibilidad era igual a la que me mostraba Kenny.

—¿Aún te gusta Kenny?

La rubia se permite ser honesta por primera vez en mucho tiempo.

—Sí, el me gusta, creo que siempre será así, siento un agradecimiento infinito por él.

—¿Y por Stan que sientes?

—Pues me gusta pasar tiempo con él, hacerlo enojar, reír, es bastante divertido y agradable. Se interesa por lo que me gusta, me escucha y a mí también me gusta escucharlo, es tan dulce y fastidioso a la vez, es un increíble amigo —cuenta con una sonrisa.

Solo bastan esas palabras para que Heidi le devuelva la sonrisa.

—Sabes, eres más agradable de lo que pensé, recuerdo que de niña creía todo lo que decían las demás, por ende me desagradabas, incluso sentí cierto rencor contra ti cuando salí con Cartman.

—En ese tiempo pensé que te agradaba.

—Me agradaste cuando termine con él, bueno, eso no tiene relevancia, a lo que quería llegar es que no se toda tu historia, se nota que algo te ha cambiado demasiado, no me entrometeré a menos que tú quieras que lo haga, solo déjame darte un consejo. Las oportunidades se acaban y nunca vuelven, aclara tus sentimientos —sugiere.

—No sé si sea lo mejor, Stan no merece ser dañado de nuevo, yo no soy su mejor opción, además no soy su tipo, Wendy tiene razón, no soy nada comparada a ella —musita triste.

—No creas todo lo que te dice Wendy, de hecho, ten cuidado, ella hará todo lo posible por eliminarte de su camino.

—Eso suena como si yo fuera un gran obstáculo.

—Y lo eres, solo que no te das el valor que mereces, por eso no te das cuenta de nada —indica.

—No creo que sí quiera yo le guste a Stan, tampoco quiero hacerme ilusiones, me gusta su amistad, no quiero arruinarla pensando cosas que no son —declara cabizbaja.

—Eso nunca lo sabrás ni no hablas con él, queda en ti si seguir o no mi consejo —expresa con suavidad.

—Gracias Heidi, pensaré en lo que me has dicho, si te soy honesta sé que algo pasa entre nosotros, pero no me he dado el tiempo de analizar todo, me tomaré un día para poner en orden mis ideas, dependiendo de eso veré como proceder.

—Eso suena como algo muy metódico, pero si te funciona lo respetó, igual te reitero, ten cuidado con Wendy, las chicas suelen decir que yo soy una perra psicópata, pero creo que más bien ese título se lo puede llevar Testaburger —asegura.

—Esas palabras solo hacen que ella me dé más miedo —se lamenta.

—Pues si debes ser cuidadosa, pero olvidemos de ella, hay algo más de lo que quería hablar contigo.

—¿Ah? ¿Es algo bueno o malo?

—Bueno.

—Entonces pregunta, necesito olvidar a Wendy malvada —musita.

—Es sobre lo que bailaran Christophe y tú.

—Oh, eso, la verdad, yo prefería Coda, o incluso todo el Pas de Deux de Swan Lake —revela con una mueca inconforme.

—Pues de hecho la elección de Emma me parece increíble, lo que me sorprendió es que él se aferrara a querer bailar otra cosa, hasta el punto de que al final bailaran dos actos diferentes —comenta.

—Sí, de hecho, tienes razón, fue extraño, pensé que más bien estaría molesto y se negaría ante cualquier sugerencia o idea —dice pensativa.

—Bueno, espero que no te dé muchos problemas, la verdad es un muy increíble en lo que hace, pero su actitud deja mucho que desear.

—Y que lo digas, los chicos siempre son más rebeldes y problemáticos.

—Muy cierto, aunque tengo que admitir que por lo menos son más unidos que las chicas.

—Sí, tienes razón, ellos son más unidos, nunca los he oído hablar mal a espaldas de los demás, si algo les molesta se lo dicen directamente, incluso las burlas siempre son con las personas presentes.

—... Qué mierda, ahora les tengo envidia —se lamenta.

—Ya somos dos — musita cabizbaja.

Y así la tarde se les pasa entre risas, lamentos y consejos.

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Stan quería ayuda, la conversación con Wendy lo dejo intranquilo y en alerta, no sabe por qué, pero tiene el presentimiento de que si no hace algo pronto en cuanto a sus sentimientos, su exnovia hará algo para joderlo.

Bueno, eso no suena tan descabellado si tiene en cuenta el cómo ella logró que despidieran a su maestra de tercer grado, solo porque él tuvo un flechazo infantil.

Pensar en eso lo abrumaba, por eso no podía prestar atención a nada, solo estaba consumido por sus pensamientos, no fue hasta el viernes en que Cartman le dijo muy sutilmente que Butters lo miraba con una cara de mierda que se dio cuenta de que no había hablado con la chica en varios días.

Por eso fue a su casa, quería pasar tiempo a su lado y explicarle, al final si paso tiempo con ella, pero no le explico nada, más si embargo verla le sirvió para tomar una decisión, le diría a la chica como se sentía.

Aquello sonaba muy fácil, más para él no lo era, así que se decidió a buscar la ayuda de su mejor amigo, para su mala suerte su madre lo ocupo todo el sábado, por lo que tuvo que posponer su visita hasta el domingo.

Se levantó temprano dispuesto a ir a verlo, más su madre lo detuvo.

—Stan, hace mucho que no almorzamos juntos —murmura con nostalgia su madre.

— ¿Si? Qué mal, será otro día —dice restándole importancia.

La castaña masajea sus sienes, habla con voz más firme.

—Stanley, vamos a almorzar todos juntos, no es una sugerencia, es una orden, así que lavarte las manos y ayúdame a poner la mesa —ordena.

—Pero mamá.

—Sin peros, pon la mesa, tu padre tiene hambre.

El muchacho frunce el ceño, molesto, obedece a su madre, en todo el tiempo en que dura la comida no dice nada, ya ni le asombra ver como sus padres pasan de estar molestos e ignorarse, a estar felices y empalagosos cuál adolescentes recién enamorados.

Luego de ayudar a lavar los trastes, recoger la cocina y sonreír incómodo ante tanta demostración de amor, por fin puede marcharse, aunque no sin antes recibir una petición de que les avise cuando vaya a casa, ante eso el de cabello negro no hace más que una mueca de asco, sus padres son demasiado obvios.

Se lleva el auto de su padre, en poco tiempo llega a casa de Kyle, lo recibe la madre de este quien lo deja pasar, le dice que su hijo está en su habitación mientras que ella regresa a hacer lo que sea que estuviera haciendo antes de su llegada.

Entrar al cuarto de su amigo sin tocar, él no se molesta, lo encuentra coloreando con Ike, el pelirrojo lo mira con una ceja arqueada.

—Creí que ya no vendrías.

—Hasta yo lo creí, no sé qué me gusta más, mis padres que no se hablan o mis padres enamorados como adolescentes.

—¿Tener padres normales tal vez?

—Sí, eso sería lo mejor.

—Me imagino, por cierto, querías hablar, ¿qué pasa, amigo? —cuestiona.

—Umm, sí, hay algo de lo que quiero hablarte, pero no sé si podría ser a solas —susurra.

—¡Ah! Si lo dices por Ike no te preocupes, él no contará nada de lo que digas, ¿cierto, Ike?

—Los problemas de adolescentes no me importan, son tan fáciles de resolver que es ridículo que hagan de todo un drama —murmura el menor sin siquiera verlos.

—... Hace ver como si todo fuera muy fácil —le dice al judío.

Este se encoge de hombros despreocupado.

—Sí, así es Ike, su súper inteligencia le hace vernos como insectos, pero dime, ¿qué sucede? —pregunta nuevamente mientras insta a su amigo a sentarse.

El de cabello negro le hace caso, se sienta en la cama y se lleva las manos a la cara.

—QuierodecirleaMarjorinequemegusta —dice con rapidez.

El pelirrojo arquea una ceja.

—¿Disculpa? No te entendí nada.

Marsh resopla, le da vergüenza expresar su sentir cerca de un niño de nueve años, para su sorpresa es este mismo el que suspira y habla.

—Dice que le quiere confesar su amor a la hermana de Kenny —explica el pequeño sin parar de colorear.

La cara de Kyle es un poema, mientras que Stan se pone rojo de la vergüenza, superada la impresión inicial, el pelirrojo tose intentando borrar la incomodidad.

—Amigo, eso es genial, ¿tienes algo en mente?

—La verdad es que no tengo nada en mente, por eso quiero que me ayudes —revela.

—Pedir ayuda a alguien que no se le puede confesar a la chica que le gusta, no es muy sabio —replica el niño.

Broflovski gruñe irritado.

—Ike, ¿no tienes nada mejor que hacer que criticarme?

—No.

—... ¿Por qué mejor no te vas a tu habitación y me dejas hablar con Stan en paz? —cuestiona con molestia.

—Mamá dijo que pasáramos tiempo juntos, además es divertido de escuchar sus grandes problemas —expresa con sarcasmo.

—Pues si tan fácil te parece a ti, ¿dinos que es lo que haría el grandioso niño genio Ike Broflovski? —interroga con una mueca enojada.

El menor despega la vista de su libro para colorear, mira a los dos adolescentes con aburrimiento.

—Para empezar pediría ayuda a alguien que la conozca más, ustedes fueron sus amigos en la infancia, pero ahora no la conocen realmente, yo le pediría ayuda a alguien que la haya conocido en los años que no estuvo aquí, si mal no recuerdo llego al pueblo un amigo que hizo en ese tiempo. Ese sería un buen punto de partida, así podrás hacer algo digno para ambos —insinúa al de cabello negro, luego de eso su atención está nuevamente en su dibujo.

Los ojos azules y verdes se miran incrédulos, el niño tenía un punto, así que con eso en mente se dirigen a casa de Gregory, gracias al cielo Ike no va, la verdad ambos lo agradecen, ese pequeño es demasiado inteligente y mordaz con sus comentarios.

Al llegar a casa del inglés quien los recibe es su el hermano de este, el cual no mira muy bien a Stanley.

—¿Qué quieren? —pregunta con brusquedad.

—Buscamos a Gregory, queríamos preguntarle algo —indica Kyle.

—No está —dice el castaño.

Les va a cerrar la puerta en la cara, más es detenido por la maestra de baile, quien al verlo lo regaña y detiene.

—Chris, ¿qué modales son esos? Además, ¿por qué mientes? Greg está en su habitación.

El chico no dice nada, en cambio, se da la vuelta y los ignora, la mujer suspira y niega.

—No le hagan caso, pasen, los llevaré con Greg —menciona con una sonrisa.

Los chicos agradecen, la siguen escaleras arriba, se detienen frente a una puerta, ella toca, cuando recibe permiso de pasar la abre.

—Oye, te buscan unos chicos de tu grupo.

Fields se gira para mirar quienes son, al ver a Kyle y Stan suspira.

—Gracias Emma, hablare con ellos, luego te ayudare con la cena.

—Vale, iré al supermercado, no tardo —dice mientras se marcha.

El rubio se levanta de la silla en la que estaba y saluda a sus compañeros.

—Es una sorpresa verlos aquí, pero pasen y siéntense, me intriga su visita —revela.

—Pues vinimos porque Stan quiere pedirte ayuda para algo —cuenta el pelirojo.

—¿En qué requieres mi ayuda, Stanley? —pregunta curioso el inglés.

El muchacho suspira, aquello sigue siendo tan vergonzoso, aun así se permite ser un poco valiente y externar su sentir.

—Quiero decirle a Marjorine que me gusta, sé que mis sentimientos pueden ser unilaterales pero quiero intentarlo —susurra.

—Mmm, entiendo, ¿a qué quieres que te ayude? —cuestiona nuevamente.

—Tú sabes más sobre ella, quiero hacer esto de un modo en que la pueda impresionar.

—¿Y si no te corresponde no te arrepentirás?

El de cabello negro niega, Gregory lo mira atento.

—No me arrepentiré, porque vale la pena, yo en verdad la quiero, si ella no me quiere está bien, lo aceptare, aun así quiero hacer algo bonito que le deje ver que mi aprecio y sentimientos son genuinos y verdaderos —manifiesta sin mirar a su amigo y al inglés.

—... Vaya amigo, vas enserio con Mar —dice impresionado Broflovski.

Fields sonríe y asiente.

—Opino igual que Kyle, veo que eres más consciente de lo que sientes, solo por eso te ayudaré, hagamos algo digno de recordar compañeros —declara con tranquilidad el rubio.

Marsh les agradece a ambos con la mirada, en serio desea que todo salga bien ahora que se decidió a confesar sus sentimientos. 

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Tanto para llegar a esto. ♥

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