Día 3: Universo Alternativo

"Promesa de reencuentro"

Historia participante de la GiyuuShino Week 2020 en el grupo de Facebook "GiyuShino – is love, is live".

Advertencia: La siguiente historia se trata de un Au (Universo alternativo) que toma ciertas cosas del canon oficial de Kimetsu no Yaiba por lo que la presente historia CONTIENE SPOILERS RELACIONADOS CON EL MANGA.

Descargo de responsabilidad. Kimetsu no Yaiba ni ninguno de sus personajes me pertenecen. La historia fue hecha sin fines lucrativos pero si de distracción para las personas que la lean y para mí misma. Ignoro si hay una historia parecida en la extensa cantidad de relatos con la que cuenta Fanfiction, Wattpad o cualquier otra plataforma similar.

Summary:

—Perdón pero...¿Nos hemos conocido antes del martes?

Ella lo había recordado todo.

Entiende que el universo le había dado una segunda oportunidad. No había demonios ni batallas en donde el más mínimo descuido la haría perecer. Ya no había necesidad de convertirse en un veneno ambulante para llevar a cabo su venganza. 

En comparación a como era antes, su nueva vida era pacífica y agradable la mayor parte del tiempo; su familia vivía, y todas y cada una las niñas de la finca mariposa, crecían en ambientes familiares y sanos que tanto hubiese deseado en el pasado para ellas.

Su infancia había sido de lo más normal, no fue hasta que los "sueños" aparecieron. En ellos, se veía correr a gran velocidad entre los árboles de un denso bosque, portando una extraña vestimenta negra con un haori parecido a las alas de un insecto y maniobrando una espada demasiado delgada con una gracia y asertividad dignas de alabanza.

Esos sueños no le mostraban mucho en un principio, principalmente eran lugares desconocidos en los que no había estado y a ella misma realizando alguna actividad. Con el tiempo, las cosas que divisaba en ellos se intensificaron, aparecieron rostros que nunca había visto; la sangre, el dolor y la muerte plagaron gran parte de los escenarios que su inconsciencia proyectaba.

Varios psicólogos infantiles después, ella dejo de hablar de ello con sus padres, haciéndolo parecer como una etapa extraña y pasajera. No obstante, los sueños no pararon y la única con la que podía hablarlo era con Kanae, quien la escuchaba atentamente siempre y la tranquilizaba aquellas veces cuando iba en busca de consuelo a su habitación.

¡Hermana, te vi morir en mis brazos, no pude ayudarte! le había externado a su hermana en medio de un llanto inconsolable con su respiración entrecortada.

Tranquila, estoy aquí, no necesitas contarme nada si no quieres, todo estará bienKanae, en medio de su preocupación, únicamente la abrazaba protectoramente, tratando de tranquilizarla lo mejor que podía con su abrazo y  proporcionándole caricias suaves en su espalda.

Permanecieron juntas durante lo que le habían parecido horas aquella madrugada.

Para el año en que cumplió dieciocho encontró a Kanao y su panorama empezó a esclarecerse. 

Era su primer día en la universidad, al finalizar sus clases tuvo que desviarse hacia la farmacia de su familia por petición de sus padres, ella cubriría el resto del turno de la tarde. Fue ahí donde sucedió.

¿Ust- usted es Shinobu Kochou?la joven frente a ella la miraba con una mezcla de sorpresa, esperanza y miedo en sus ojos color de rosa. 

No la había visto entrar, ella estaba agachada acomodando unos productos en las estanterías de uno de los pasillos de la farmacia, por lo que no se percató de su cercanía hasta que la tuvo a su lado, supone que había entrado a comprar algo.

Fue entonces que subió la mirada e inmediatamente todo a su alrededor parecía haberse paralizado. Esta chica era una de las personas de sus sueños.

Trató de disimular lo mejor que pudo, se encontraba nerviosa, la joven podía bien saber algo al respecto de ella, era alguien recurrente en sus sueños, así que debía de ser cuidadosa con esto. Tomó una respiración profunda para calmarse y hablar.

Así es, ¿puedo ayudar no terminó de hablar cuando Kanao la abrazó fuertemente mientras lloraba.

¡No pude protegerla de Douma, hice todo lo que pude pero no fue suficiente, no llegué a tiempo, yo debí haberla encontrado antes, por favor, perdóneme!

Kanao temblaba y luchaba por contener las lágrimas mientras que ella no podía salir de su estupor, definitivamente estaban en la misma condición. Afortunadamente para ambas, la farmacia estaba vacía y casi nadie entró ese día.

Kanao le había hecho entender que los "sueños" no eran sueños. Por alguna razón que ambas desconocían, eran capaces de recordar su vida como cazadoras de demonios. Ciertamente ella no sabía que Kanao era su hermana adoptiva hasta después de hablar con ella, sus sueños siempre habían sido carentes de sonido, pues únicamente había sido capaz de ser una mera espectadora de las imágenes, por lo que desconocía mucha información relevante para comprender lo que sucedía. Desde entonces se mantienen en contacto y la ha llevado varias veces a casa, Kanao también merecía saber que su hermana, Kanae, vivía pacíficamente. También, gracias a ella se reencontró con los hermanos Kamado, Inosuke, Zenitzu y Aoi, está última le menciono que las otras tres pequeñas niñas de la finca estaban bien pero no recordaban lo sucedido.

Durante su estancia en la universidad, el sonido fue apareciendo también en sus sueños, poco a poco fue capaz de entender mejor todo aquello que había visto por años y constató lo dicho por Kanao y compañía. Aunque aún quedaban partes de su anterior vida que no habían sido esclarecidas, de entre ellas la presencia de un muchacho en particular del que no sabe nada aún, solo interacciones al azar, pero ciertamente parecían más cercanos el uno con el otro que con los demás pilares. Cuando le preguntó sobre él a Kanao, ella no tuvo muchas cosas que decirle, solo que habían sido compañeros pilares y lo que pudo haber sido lo más rescatable era su nombre, Giyuu Tomioka. Era información que le sonaba demasiado genérica.

Giyuu Tomioka, era el pilar del agua fue la respuesta que le dio Kanao tras haberle descrito al hombre solía venir mucho a la finca, a usted le gustaba molestarlo. De hecho, diría que ambos parecían disfrutar mucho de estar en compañía del otro.

La chica nunca había dejado de hablarte con respeto a pesar de pedirle que no lo hiciese, lo que se debía a que seguía viéndola como su hermana mayor y mentora.

¿Venía por tratamiento médico?

Muchas veces sí pero generalmente venía de visita. Pasaban la mayor parte del tiempo juntos cuando no tenían misiones finalizó ella.

Shinobu sospechaba que había más cosas que su antigua tsuguko sabe pero que , por alguna razón desconocida, prefería no decirlo.

Los años pasaron, poco a poco fue desvelando más aspectos de su vida pasada referentes e este hombre, la verdad a medias que Kanao Tsuyuri le había contado había sido completada. Recordó la relación que habían forjado, los besos, las caricias, las noches que compartieron, los secretos que se contaron y la promesa que hicieron. Una que no podía evitar hacerla sentir mal por no haber cumplido.

Si sobrevivimos a Muzan y al resto de demonios, ¿quisieras permanecer a mi lado después?

Si.

Giyuu, escucha...si muero...

Iré a donde estés y haré que cumplas tu promesa

Odiaba despertarse agitada en las noches en que soñaba con él, sintiéndose frustrada por cada vez que intentó hablarle o tocarlo, y siempre que estaban lo suficientemente cerca, él se deshacía frente a ella en forma de agua, filtrándose entre sus dedos sin darle oportunidad de hacer o preguntar nada.

La noche en la que recordó la promesa se había despertado jadeando, tuvo que controlarse para no despertar a Kanae ni mandarle un mensaje a Kanao. Al final, decidió no contarle a ninguna.

¿Qué será de él?, ¿estaría vivo?, ¿tendría una buena vida?, ¿estaría bien si lo buscase?, ¿quería algo con él?, ¿él la recordaría?, ¿seguiría sintiendo lo mismo? y, si fuese así, ¿las cosas volverían a ser como era antes?, ¿la relación se reanudaría sin mayores complicaciones?, ella no tenía la respuesta a ninguna de esas preguntas, una parte de ella se debatía en aceptar esos sentimientos que existieron en el pasado porque, después de todo, esa Shinobu que había sido no era la misma que era ahora.

En serio trató de ignorar el revoloteo en su estómago y los latidos acelerados cuando pensaba en él. No funcionó muy bien.

Kanae enfermó recientemente, había pasado todo el fin de semana en cama con fiebres altas y dolor estomacal. La preparatoria en la que trabaja como maestra de biología y química le había concedido una licencia para ausentarse hasta el miércoles y recuperarse por completo, cosa en la que ella y sus padres estaban de acuerdo, únicamente fue su misma hermana mayor la que se había opuesto aunque sin mucho éxito.

Como un favor, su hermana le había pedido cubrir sus horas en la preparatoria, por lo menos los días lunes y martes, ya que su horario universitario conflictuaba con el laboral de su hermana el miércoles. No pudo negarse a su solicitud y finalmente aceptó.

El primer día transcurrió como si nada, todo fue normal. Era perceptible en el aula el gran cariño que los alumnos sentían por su hermana. Muchos de ellos se habían acercado a darle sus buenos deseos para su hermana y otros pocos le habían dado unos cuantos dulces para que se los hiciese llegar más tarde. Todo había salido muy bien.

Hoy era el segundo día.

La clase era de las siete a las nueve de la mañana. El tráfico y las pésimas condiciones climáticas la hicieron arribar tarde, llegando pasada de la hora por unos quince minutos. Al entrar, se escuchaban los cuchicheos de los alumnos y las sillas deslizándose en el suelo.

Dejó el material que le había dado su hermana, casi todos los pupitres  a excepción de dos estaban ocupados, por lo que prefirió esperar hasta un poco más tarde para pasar lista. Era necesario que le diese a aquellos pobres alumnos más tolerencia, afuera estaba espantoso.

—Hola, buen día a todos, su maestra, Kanae Kochou, no pudo asistir el día de hoy, por lo que en esta ocasión he venido a cubrirla— tomó uno de los plumones que llevaba entre los materiales para la clase —mi nombre es Shinobu Kochou—había dicho anotando su nombre en una esquina del pizarrón — su maestra me anotó los temas que veremos el día de hoy y les dejó preparadas algunas actividades de tarea para su clase del día jueves, así que, por favor, abran sus libros de texto en la página cincuenta y dos, veremos la teoría celular.

El ruido de la puerta corriéndose la hizo voltear al igual que a los demás estudiantes. En la entrada estaba un estudiante empapado completamente por la lluvia. El joven de cabello de naranja claro se veía conflictuado, probablemente por no ver a su hermana dando la clase.

— Ammm...buen día, ¿puedo pasar? 

—¿No preferirías irte a cambiar? — Ella dejo escapar una sútil y leve risa cuando el adolescente frente a ella se rasco la cabeza de forma nerviosa y abochornada.

— ¿Puedo?

—Sí, no hay ningún problema —dijo sonriendo como lo hacía habitualmente.

—¡Muchas gracias! — le contestó el joven haciendo una ligera reverencia y sonriéndole de vuelta. 

Justo antes de cerrar la puerta corrediza, él chico volteo a un lado, esbozando una cara ligeramente preocupada, casi de inmediato empezó a hacerle señas a alguien más y unos pasos apresurados resonaron afuera del aula.

Ella se congeló en cuanto lo vio. No tenía el cabello largo como todas esas veces que lo había visto en su inconsciencia pero definitivamente era él.

Un muchacho de tez blanca con cabello negro como la tinta y ojos de un azul profundo asomó su cabeza. El estudiante que había llegado primero jaló bruscamente por el cuello al recién llegado hacía él mientras se reía ligeramente a forma de que ambos estuviesen parados justo frente a ella.

—¿Él también puede irse a cambiar?

Si hubiese estado en sus cinco sentidos en ése momento, podría haber observado lo que inició como un ligero ápice de pánico en el rostro del adolescente y cómo rápidamente empezó a respirar con dificultad, teniendo que desviar la mirada al suelo para no hacer contacto visual con ella. También que el otro chico, el que había llegado primero, había borrado la sonrisa de su rostro por una cara preocupada.

Había pasado un mes desde el incidente en el salón de clases de la preparatoria.

Ése día no tiene ni idea de cómo pudo terminar de dar la clase al grupo, las dos horas que duraba la lección se le hicieron tan extensas como nunca había sentido algo antes en su vida con todo y que ambos estudiantes no habían regresado, lo cual agradece infinitamente. Hasta el momento ha hecho un buen trabajo para aislar esos ruidosos pensamientos y continuar con sus actividades regulares como si no hubiese ocurrido nada aquel día.

Ella se permite recargar su cabeza contra la ventanilla al lado de su asiento en el autobús, cierra sus ojos y divaga un poco sobre lo que pasó mientras que espera pacientemente llegar a la estación del metro tras haber ido al centro de la ciudad para conseguir algunos materiales que usará en su práctica de laboratorio de mañana. La música suave que sale de sus auriculares la ayuda a relajarse y despejarse un poco.

Él no parece recordar, o al menos es lo que piensa por la falta alguna de gesticulación que lo delatase ese día. Bueno, también reconoce que por la impresión del momento no estuvo precisamente atenta observando cualquier tipo de reacción por su parte. Error suyo.

¿Debería hablar de esto con alguien?, quizá sería lo más sano pero aún no está del todo segura. Por otro lado, la incertidumbre sobre si debería buscar averiguar si Tomioka la recuerda o no la hace querer abofetearse a sí misma por sentirse como una colegiala enamorada y preocupada por saber si es correspondida. Tenía veintitrés años, esas cosas no deberían afectarle tanto.

Cuando finalmente trasbordó del autobús al metro, mecánicamente fue a sentarse en el primer sitio vació que encontró por lo que no se esperó que al alzar la vista de su teléfono, aquella persona que la ha venido atormentado psicológicamente durante el último mes esté sentada en la hilera frente a ella.

No le hables, haz de cuenta que no está, no lo viste.

Su intento de no llamar su atención resulta contraproducente, pues definitivamente ha hecho lo que no quería y ahora ambos se observan directamente a los ojos por un rato que se le hace muy largo. El susodicho adopta una actitud un tanto nerviosa, pareciendo conflictuado por algo y eso hace que su interior se altere.

Ella corta el contacto visual tras forzar una sonrisa y agitar su mano en señal de saludo, esperando que el asunto quede zanjado e, inquieta, devuelve la vista a su celular. Sin embargo, logra ver de reojo que el chico pausa lo que sea que estuviese escuchando para después guardar tanto su celular como sus audífonos dentro de su chaqueta de color vino, ella decide imitarlo. No hay alternativa, sabe que una conversación está a punto de empezar y empieza a tensarse inconscientemente por la anticipación.

—Muchas gracias por lo del martes, no le agradecí apropiadamente— dice él con una expresión nerviosa pero que sigue siendo seria.

Shinobu quiere evitar pensar que su actitud se debe a que la recuerda, por lo que hace su mejor esfuerzo para convencerse a sí misma que quizá solamente está nervioso de volverla a ver tras no haber regresado al aula y saltarse la clase de ese día.

—No fue nada, mi hermana hubiese hecho lo mismo — le sonríe con el mejor intento de tranquilidad que puede hacer —¿eres...? — finge no saber su nombre pero está más que claro que realmente no es así. Todas los focos rojos en su cerebro se encienden cuando el chico de preparatoria se traslada y se acomoda en el asiento vacío a su lado.

— Giyuu Tomioka — le tiende la mano en señal de saludo, hay un ligero temblor en su mano que ella nota.

—Cierto, ya recuerdo —accede a devolver el saludo con cierta duda pero no trata de que se refleje en su actitud— Shinobu Kochou.

Ella continua sonriendo como de costumbre a pesar de la incomodidad y de su nerviosismo. Sacuden ligeramente las manos entrelazadas por más segundos de los que podrían considerarse necesarios y cuando intenta  retirar su mano de la de él no pude.

—¿Pasa algo? — está empezando a ponerse más nerviosa de lo que inicialmente estaba. El contacto aún perdura, más firme que cuando inicio y sin intenciones claras de que vaya a acabar pronto. Él la mira fijamente a los ojos durante un largo tiempo . Es hasta que lo ve fruncir el ceño y debatirse para decir algo que finalmente habla.

—Perdón pero...¿Nos hemos conocido antes del martes?

Ella jura que podría vomitar ahora.

Giyuu Tomioka siempre ha tenido la extraña sensación de que olvidó algo importante desde que tiene uso de razón y, sin importar cuánto piense en ello, no ha logrado hacer un gran avance en esclarecer qué aquello que le provoca sentirse de esa manera. Ello se debía a las "visiones" que suele tener desde que era un niño. Empezaron como mariposas con patrón de color muy peculiar y constante que lo seguían a donde quiera que fuese y que, hasta la fecha, siguen pululando todo el tiempo a su alrededor; y posteriormente, aquellos insectos no era lo único que veía, sino que también las cosas dentro de su campo de visión solían alterarse, mostrando cosas que anteriormente no estaban ahí.

Cuando era pequeño, pensó que algo malo ocurría con sus ojos debido a ello. Donde había edificios, centros comerciales, largas carreteras o cualquier tipo de construcciones producto de la urbanización, él divisaba grandes y verdes jardines, pequeños mercados abarrotados de gente, senderos de gravilla y casas tradicionales de madera. Algo parecido ocurría también con la gente. Recuerda también haber visto en ocasiones a muchas personas portando kimonos y yukatas como si ése día fuese un festival, también un número muy reducido de individuos que usaban un uniforme negro, haoris y espadas. Nada relativamente muy escandaloso al principio.

Lo más alarmante de todo el asunto fue cuando empezó a divisar heridas mortales de la nada en las personas, lesiones que no deberían estar ahí en primer lugar.

La primera vez que le sucedió eso tenía siete años, se paralizó completamente, sudaba frío y de su boca salieron ruidos incoherentes mientras lloraba. Su hermana, Tsutako, había entrado a su habitación para llamarlo a cenar cuando estaba haciendo una tarea para la escuela y lo que vio lo horrorizó: alguien sobre ella dejaba mordidas aberrantes, arrancando partes de su cuerpo y salpicando sangre por todos lados. Cuando su hermana y su padre adoptivo lograron tranquilizarlo y él,  en medio de un llanto incesante les contó lo que había visto al día siguiente estaba yendo con un psicólogo que tras unas cuantas visitas más terminó por atiborrarlo de fármacos que nunca le ayudaron, los cuales terminó por dejar de consumir si es que quería sobrevivir a la vida estudiantil sin parecer un muerto viviente. Se vio en la necesidad de negarle tanto a Tsutako como a Urokodaki que recordaba haber visto esas cosas y que todo estaba bien. Funcionó con ellos pero no con Sabito.

Había visto una vez a un sujeto en el metro, de cabellera negra, con pestañas y cejas rosas, a quien, de un momento a otro, tras un destello rojo, su cabeza cayó al suelo, el cuello cercenado se abultaba de forma grotesca, dando paso al nacimiento de una cabeza nueva que no logró completarse y segundos después de eso el cuerpo de ése joven  explotó en varios lugares; y a su mejor amigo le había estallado la cabeza una tarde de verano mientras andaban en bicicleta. Incluso una mañana frente al espejo en su habitación, se había visto con el rostro hinchado y un tanto deforme, venas saltando por varios lugares, y su brazo derecho no estaba.

Todas y cada una de esas alucinaciones lo hacían apartar la vista de forma violenta, sus ojos se cerraban apretadamente y debía tomar respiraciones profundas para calmarse.

No es real, no es real. Respira, cálmate, no hay sangre, no hay heridas, todo está bien.

Era el mantra que se repetía mentalmente siempre antes de abrir los ojos y que las cosas volviesen a la normalidad. A veces caminaba lo más rápido que pudiese a un baño para mojarse la cabeza en el lavamanos, o huía a algún lugar solitario con su botella de agua y hacía lo mismo, era raro pero el agua lo hacía recobrar la compostura más rápido.

Había tenido que aprender a sobrellevar las visiones pero no por eso dejaban de ocasionar estragos en su persona.

Por más que lo intentó no le fue posible estar temprano en la escuela, el clima era terrible, no llegó a tiempo a su primera clase del día: biología con la profesora Kanae Kochou. Arribó hecho un charco a la preparatoria y caminó lo más rápido que pudo para no resbalarse por los pasillos, divisando tras unos minutos de caminata apresurada a su mejor amigo en la entrada del salón de clases.

—¿Puedo?

—Sí, no hay ningún problema.

— ¡Muchas gracias!

Su amigo hablaba con alguien desde su posición. La voz femenina que escuchaba no era la de la profesora Kochou, parecida pero estaba seguro de que no era ella. Realmente no tenía idea con quién hablaba Sabito.

Cuando su amigo se enderezó de la reverencia que estaba haciendo y lo vio, rápidamente le hizo señas para que apresurase el paso, lo cual hizo. Al estar parado junto al aula de clases asomó su cabeza por la puerta. Definitivamente no esperaba ver como la imagen real de la chica frente a él se distorsionaba por una en donde sangraba por la boca y atrás de ella había un hombre que no podía distinguir muy bien, absorbiendo su pequeño cuerpo lentamente y emitiendo un sonido desagradable en el proceso.

Notó la horquilla de mariposa en su cabeza, era la replica exacta de las mariposas que tantas veces habían revoloteado cerca de él. Dicho accesorio para el cabello, que a simple vista podía verse inocente y lindo para cualquiera, para él fue un objeto que disparó todas las alarmas en su atormentada mente.

No es real, no es real ¡no es real! ¡cálmate y respira!

— ¿Él también puede irse a cambiar? — su amigo rió por unos segundos hasta que notó la peculiar forma en que él se estaba tensando y cómo su respiración se volvía errática.

Sabito no esperó a oír la respuesta de la maestra suplente para llevárselo a los vestidores masculinos del colegio. En cuanto entraron, su amigo cerro la puerta con seguro y lo llevó a sentarse a una de las bancas.

—¿Giyuu, estás bien?, ¿qué te pasa?— la voz de su amigo se escuchaba muy lejana, a penas y era perceptible, como un susurro en el aire. 

Trataba de recobrar la compostura tras lo que había visto en el aula pero no podía, la imagen se repetía una y otra vez en su mente, estaba temblando, no conseguía acompasar la respiración y sentía que se ahogaba. Su capacidad de articular palabra alguna se había esfumado, tal y como le pasó la primera vez hace ya diez años.

Todo deja de existir a su alrededor, aquellas mariposas aparecen de nuevo y revolotean cerca suyo con aquél aleteó juguetón que siempre hacen , apareciendo de poco en poco hasta formar una colonia dentro de las cuatro paredes  que lo resguardan de la lluvia. El ruido de sus alas batiendo el aire es alto y ensordecedor, opacando por completo cualquier ruido del exterior. Poco a poco algunas de ellas fueron posando sus diminutas patas sobre cualquier parte de su cuerpo: brazos, piernas, torso, hasta que pronto casi todo su cuerpo estaba cubierto por ellas a excepción de su cara.

Empezó a escuchar la voz femenina de la chica que estaba dando la clase hoy en el salón, ella reía y repetía su nombre.

Por eso todos te odian, Tomioka.

A mí nadie me odia.

Pequeños fragmentos de conversaciones entre él y ella fueron audibles. Los escenarios en donde se habían dicho esas palabras también pasaban frente a sus ojos. No la había visto antes, ¿por qué estaba teniendo visiones con ella?

¿Por qué no viniste antes por tratamiento médico?, ¿tanto quieres morirte ya?

Se ve peor de lo que realmente es.

¿Qué estaba pasando?, ¿cuándo había pasado eso?

¿Qué estás haciendo?

Escribo una carta para Urokodaki; Tanjiro y yo queremos saber cómo se encuentra. Nezuko también hizo algo para él.

¿Quiénes eran Tanjiro y Nezuko?, ¿Por qué le están escribiendo a su padre una carta?, ¿por qué vestían esos uniformes tan raros?, ¿qué hacía él ahí?, ni siquiera ha sostenido una espada en toda su vida, ¿por qué tiene una colgada de su cintura?

Volví.

Vaya, no esperaba que regresaras a la finca hasta mañana.

Los lugares que veía ahora eran los mismos que ha estado viendo durante estos años cuando caminaba por las calles de la ciudad.

Las mariposas seguían acomodándose en los espacios libres de su rostro hasta que finalmente solo su ojo derecho estaba descubierto.

¡Caaaaw! ¡Muerta! ¡Shinobu Kochou está muerta! ¡Murió en su enfrentamiento con la luna superior dos!

¿Shinobu Kochou?, ¿cómo su maestra, Kanae Kochou?, ¿así se llamaba la chica que vio en el aula impartiendo clase?, ¿qué demonios era una luna superior?

Tras escuchar a ése cuervo parlante, el último pedazo de su rostro sin el insecto fue ocupado por uno. Las voces se silenciaron, todo se volvió oscuro. No sabe qué pasó ni cuánto tiempo estuvo así hasta que el ruido de una corriente de agua fue audible y apareció una sensación de un gran vacío bajo sus pies. Se sintió caer durante unos segundos y cuando abrió los ojos estaba bajo el agua, las mariposas en su cuerpo se habían ido.

Frente a él solo había una de ellas que revoloteaba en su dirección, acercándose. Parpadeo y el insecto había sido remplazado por una muchacha sonriente de ojos color morado, ella portaba ese uniforme negro que tanto había visto anteriormente con un haori similar a las alas de la mariposa que había desaparecido hace un segundo.

Ella se acercó lentamente, apenas formando algunas burbujas en el agua que los rodeaba.

Si sobrevivimos a Muzan y al resto de demonios, ¿quisieras permanecer a mi lado después?

Ella le habló con calma y se paró de puntillas para tomarlo de las mejillas, obligándolo a verla directamente a los ojos.

Pudo escuchar su propia voz de fondo contestando esa pregunta aunque lo que dijo no salió de su boca.

Si.

Ella le sonrió y habló nuevamente para preguntar algo más.

Giyuu, escucha...si muero...

Iré a donde estés y haré que cumplas tu promesa.

La chica rió, su sonrisa se volvió triste pero cargada de afecto.

No podía moverse, estaba estático viendo como ella acercaba su boca con la suya pero de repente y sin consumar el acto, la mujer frente a él se había fragmentado en cientos de mariposas que huyeron despavoridas del lugar.

El fuerte dolor en una de sus mejillas lo sacó de su deplorable estado, Sabito lo había abofeteado.

Desde ese incidente, el tiempo paso tortuosamente lento y agobiante, las visiones se aparecían sin descanso y gracias a ello había visto cosas nuevas, así como también no lo habían dejado dormir casi nada. Fue hasta que unos días después decidió contarle a su amigo que había pasado ese martes en los vestidores de la escuela mientras que caminaban de regreso a casa.

Giyuu, escucha, a mí no me molesta que me cuentes esto, en serio, y sé que en el pasado probaste con la ayuda profesional y que no resultó del todo bien pero esta vez podría funcionar, ¿no quieres intentarlo de nuevo?, quizá podrían darte una medicación menos agresiva.

Sabito, después de lo que pasó, muy seguramente me ingresarán a un hospital psiquiátrico o pase la mayor parte del día drogado. No hay forma de que explique lo que vi sin parecer como un loco suspiró tallándose los ojos.

De acuerdo, tienes un buen punto ahí, no lo pensé bien pero quizá lo que necesitas ahora es arrancar el problema de raízsu amigo trotó levemente hasta adelantarse un par de metros si con solo verla te pusiste así de mal eso quiere decir que ella es importante. Tienes que preguntarle directamente.

Lo haces sonar demasiado fácil.

Todo un mes había transcurrido, las visiones iban y venían a su antojo. Tuvo que pasar casi la mayor parte del tiempo encerrado en su habitación y no salió más que lo estrictamente necesario como comer e ir al baño cuando estaba en casa, justificándose con que tenía tareas y proyectos pendientes que entregar. Se las arregló como pudo para tratar de hacer una especie de registro durante esos días en un viejo cuaderno que debía usar a manera de diario para sus sesiones con el psicólogo.

Que adecuado.

Tenía algunos datos ahora, no era particularmente bueno dibujando, pero intento hacer dibujos burdos de algunos lugares que más había visto, siendo el de una finca que servía como una clínica muy recurrente, también plasmó algunos objetos que consideró relevantes, así como también anotó algunos eventos.

Las cosas iban más o menos de la siguiente manera:

Él y Tsutako habían sido hermanos, sus padres, al igual que ahora, habían muerto cuando él era muy pequeño y no los recordaba. Algo pasó en el pueblo en el que vivían, su hermana lo protegió y murió por ello, fue devorada por un demonio por lo que la vez que la vio mordisqueada y ensangrentada son hechos que embonan en el rompecabezas que es ahora su mente.

Unos familiares lo acogieron pero huyó, casi muere pero su padre adoptivo lo encontró. Ahí conoció a Sabito y aprendió a usar una espada.

Los enviaron a un examen (o al menos eso piensa que es), Sabito murió de una forma horrible por su culpa. Recordó ésa vez que vio su cabeza estallar, ahora sabe por qué.

Formó parte de una organización que se dedicaba a exterminar a los demonios y se convirtió en una especie de miembro de alto rango junto con otras ocho personas, incluyendo a su profesora de biología, Kanae Kochou que fue remplazada tras muerte por su hermana menor, Shinobu Kochou. El nombre de sus otros compañeros todavía le era desconocido pero por lo menos sabía cómo eran físicamente.

Tanjiro y Nezuko Kamado, el par de hermanos por los que se jugó la vida, habían sufrido la pérdida de sus demás familiares. Constantemente él los vigilaba y estaba al pendiente de ambos. Parece que tuvo intenciones de dejarle su puesto a Tanjiro en un futuro.

Eso era a grandes rasgos las anotaciones "generales" que había recabado. Ahora bien, con relación a Shinobu Kochou había muchísimas cosas que había visto.

Ella había perdido a su hermana y tras ello cambió completamente su carácter, mostrando una máscara de niña sonriente y calmada que escondía su sed de odio y venganza. Ella usaba siempre una horquilla de mariposa idéntica a la que portaba ese día que la vio en el aula.

Eran compañeros que eventualmente habían forjado una amistad extraña y posteriormente una relación todavía más extraña pero... parecían quererse, y mucho. No parecían una pareja típica pero debajo de las bromas que ella le hacía y de su propia falta de expresión, había demostraciones de afecto muy sutiles, casi imperceptibles para cualquiera que no fuesen ellos mismos.

Ella murió, no estuvo a su lado cuando pasó. Alguien debe haberle contado como pasó por lo que piensa que fue posible que viese como era absorbida por alguien a quien no pudo distinguir. Lo anterior lo lleva a pensar en lo inútil que debió haber sido si no pudo protegerla al igual que con Sabito y Tsutako.

Con algo de vergüenza típica de su edad, había tenido vistazos a la vida íntima que compartían cuando estaban solos. Se besaban, se abrazaban, se tocaban, entre otras cosas. No obstante, a pesar de todo, ¿estaba bien que se permitiese sentir algo?, es decir, técnicamente no se conocen, tampoco puede decir que las cosas que ha visto durante todo este tiempo sean verdad, quizá después de todo si estaba loco y lo mejor sería que lo encerrasen en un psiquiátrico antes de que hiciese algo.

Vio una vez más todos los garabatos que había hecho durante el fin de semana en el cuaderno y lo cerró con frustración. No podía dejar que nadie en su casa lo viese, tenía que mantenerlo consigo así que lo guardo en su mochila de la escuela.

Todo esto era hilarante.

Daba gracias a la inusual suerte del día, el metro en que viajaba iba relativamente vacío, no había una gran cantidad de gente que hiciese molesto el trayecto a su casa. No le gustaba tener a tantas personas pululando a su alrededor.

Se acomodó tranquilamente en una de las hileras de asientos y con paciencia desenredó sus audífonos. Sus canciones favoritas sonaban en el reproductor de música de su teléfono celular.

Estuvo en calma por al menos un par de canciones hasta llegar a la siguiente estación en el centro de la ciudad cuando la vio subir. Por más cliché que sonase, fue como si las cosas pasaran muy lento entorno a él y la música que escuchaba le daba un cierto toque de dramatismo a su tranquilo caminar. Se sentó frente a él, iba ensimismada leyendo algo en su celular.

Quizá lo que necesitas ahora es arrancar el problema de raíz.

Rápidamente bajó la mirada al suelo y simuló prestar atención a su teléfono, ¿debía hablarle?, ¿estaría bien eso?

Tienes que preguntarle directamente.

Las palabras de su amigo resonaban en su mente una y otra vez. Siendo honesto, no esperaba que las cosas saliesen de tal forma que no quedase como un lunático, es decir, ¿qué se supone que debería decirle?, no podía simplemente llegar y preguntar: "Oye, ¿alguna vez fuiste cazadora de demonios?" ó "Hola, soy Giyuu Tomioka y parece que tú y yo tuvimos una relación hace unos cuantos siglos, ¿te interesaría que la retomásemos?", no había forma, o al menos él no la veía. Era estúpido por donde se lo viese.

Su curiosidad por saber si ella lo había notado provocaron que alzara la mirada en su dirección. Error.

El nerviosismo e incertidumbre ante la situación inundó su cuerpo y por primera vez en la vida agradeció que fuese alguien inexpresivo o, de lo contario, su nerviosismo  e incertidumbre se hubiesen notado rápidamente. Respiró profundo y trató de verse calmado como siempre.

Ninguno de los dos rompió el contacto visual durante unos cuantos segundos hasta que ella le sonrió levemente y agitó un poco su mano en señal de saludo, inmediatamente la chica había regresado a observar la pantalla del móvil.

Su sonrisa no le había parecido del todo sincera, intuyó que quizá no quiere ser molestada en este momento. Normalmente no hablaría con una persona en el metro si no es alguien a quien conozca pero, en primera, puede decir que técnicamente si se conocen  y, en segunda, no considera que haya una mejor oportunidad después de esta.

Valor Giyuu, valor.

Vuelve a inhalar aire por la nariz profundamente , apaga la música de su teléfono y guarda sus audífonos dentro de los bolsillos de su chaqueta, ella lo nota y pronto ve que hace lo mismo.

¡Anda, dile algo, idiota!

Tiene que tragar saliva para poder hablar.

—Muchas gracias por lo del martes, no le agradecí apropiadamente— su voz salió un tanto rara. 

—No fue nada, mi hermana hubiese hecho lo mismo- ella le sonríe pero sigue sin verse como un gesto sincero para él —¿eres...?

Su cuerpo se ha movido por si solo y cuando se da cuenta ya está sentado en el asiento que estaba vacío a su lado, lo que lo lleva  a preguntarse internamente por qué demonios hizo eso. Que feo es ser traicionado por tu propio cuerpo.

Espera, ella está preguntando tu nombre, eso no es buen indicio en este caso, ¿verdad?

—Giyuu Tomioka — él le tiende su manos sin percatarse que esta tiembla ligeramente.

—Cierto, ya recuerdo —ella le corresponde el saludo y entonces sus manos se tocan. — Shinobu Kochou.

¡Shinobu Kochou!

El tacto se siente tan familiar que está seguro de que no hay manera de tener esa sensación sin haberla experimentado antes. Debe haber sucedido, tiene que.

Ella aún le sonríe de forma poco convincente.

Él no se ha dado cuenta de que el saludo se ha prolongado ni tampoco que inconscientemente ha afianzado su agarre sobre la mano más pequeña.

—¿Pasa algo? — ella le pregunta, lo que lo hace recobrar el sentido. Ve que su sonrisa comienza a agrietársele, empezando a lucir nerviosa.

¡Bien hecho, Giyuu!, de seguro ha de estar pensando que eres raro.

Él vuelve a juntar valor para verla fijamente a los ojos, perdiendo la noción de cuánto tiempo lo hizo. Su mente le grita que hable, que pregunte.

Pero...¿Qué le pregunto?

Siente el estómago hacersele un nudo, haber fijado su vista directamente en sus ojos no le estaba ayudando en nada y termina por escupir lo primero que se le cruzó por la cabeza.

—Perdón pero...¿Nos hemos conocido antes del martes?

A Shinobu se le abren los ojos con sorpresa e incredulidad tal y como cuando lo vio asomar su cabeza en el salón de clase aquél día. Sus emociones oscilan entre el llanto y la risa, no pasa mucho cuando se encuentra haciendo ambas cosas. Independientemente de todo, está feliz, se siente bien.

Su reacción asustó a Giyuu, quien tuvo que rememorar lo que dijo hace poco para entender qué acaba de pasar. Sintió que la verdad acaba de abofetearlo en la cara y la marea dentro de sus pensamientos finalmente se calmó . La encontró, todo lo que ha visto estos años fue real, nunca estuvo loco. Un calor agradable floreció en su pecho y no se dio cuenta que pronto pasó a estar igual que ella, llorando y riendo ligeramente.

Ninguno ha cambiado, tanto ellos como los sentimientos que tuvieron están ahí, prevaleciendo a pesar del tiempo. Ambos viven y ya no existen los demonios ni los cazadores. Son libres de aquellas cadenas.

¿Está bien que se permitan esto?, todo apunta que si porque ahora los dos tienen que usar la mano libre que tienen para tapar sus bocas y ahogar los sollozos y las leves risas que emiten.

Sus manos siguen sujetas en ese apretón que él inició y ninguno ha hecho nada para que acabe. En la mente de ambos resuena la promesa que se hicieron.

Si sobrevivimos a Muzan y al resto de demonios, ¿quisieras permanecer a mi lado después?

Si.

Giyuu, escucha...si muero...

Iré a donde estés y haré que cumplas tu promesa.

Finalmente, el pilar del agua y el del insecto se han vuelto a encontrar.

Notas de la autora. (PUBLICACIÓN EN FANFICTION) .

¡Tercer aporte, maifriens!

Vaya, la verdad es que, este fic junto con el que estaré subiendo para el día 6 del evento, eran los dos que más quería subir (el 6 ya casi llega /). Este fue el primer relato que escribí desde que nos proporcionaron las temáticas de la week, así que se puede decir que es al que más tiempo le he dedicado y, en general, es el fic más largo que he hecho de entre todos los que he hecho anteriormente.

Sobre el Au, bueno, ¿qué les puedo decir?, sé que el tema de las reencarnaciones y esas cosas está muy trillado pero, hey, siempre quise hacer uno con esa temática jajajaja. Ví la oportunidad y la tome (sorry but no sorry(?)

En el fic, Shinobu es mayor que Giyuu por 6 años, siendo que ella ya está cerca de culminar sus estudios universitarios y Giyuu está por terminar la preparatoria, por lo que tiene 17 años (Sabito también tiene la misma edad). El TeamKamaboko (Tanjiro, Zenitsu, Inosuke y Kanao) tenían 16 años cuando fue la primera vez que interactuaron con Shinobu en la cafetería, siendo mayores que Giyuu al final de la historia, ya que tendrían 21 años cada uno. Por otro lado Nezuko y Aoi serían de la misma edad que Tomioka, 17 añitos. En el caso de Kanae, tendría 25 años. Hago estas señalizaciones porque realmente solo mencione bien la edad de Shinobu pero la de Giyuu no, siendo que había que hacer la sumatoria de los años xd.

Originalmente la última parte no iba a suceder, el final iba a hacer completamente abierto y terminaría con Giyuu preguntando si se habían conocido anteriormente, peroooo después de dar muchas vueltas al asunto decidí agregar ése final porque pensé: Si yo no lo hubiese escrito y lo leyera, iba a quedar con la expectativa. Y eso, maifriens, no me gusta xd.

Ahora, la cuestión relativa a los recuerdos de sus años como cazadores...bueno, según mi conceptualización de este Au, los recuerdos aparecen únicamente si vives una experiencia en donde el "elemento" del aliento que tenías está presente y si dicha experiencia generó algún tipo de emoción o sentimiento fuerte, el cual no necesariamente tiene que ser traumático, también podía ser uno feliz.

Si me preguntasen cuáles fueron los sucesos detonantes para que Giyuu y Shinobu recordasen yo diría que, en el caso de Giyuu, fueron unas vacaciones con su familia en una zona rural con una gran cascada; y del lado de Shinobu sería por visitar un santuario de mariposas cuando era pequeña. ¿Lo ven?, nada triste, maifirens xd.

¿Qué pasa con los demás pilares?, bueno, todos viven, andan por ahí en algún lado y algunos recuerdan y otros no.

A forma de dato curioso: este fic fue 100% escrito escuchando únicamente la canción de "Lost on you", ¿por qué?, no sé, escribía mejor una vez que la ponía y hasta pensé en que formara parte de la historia, siendo una de las canciones que Giyuu o Shinobu estuvieran escuchando en el metro pero al final no lo hice y lo deje como está.

Bueno, ahora si ya me callo para no hacer más largas las notas jajaja. Gracias por leer y haber llegado hasta aquí, de verdad lo aprecio muchisímo. Espero que la historia haya sido de su agrado.

¡Hasta la próxima lectura!

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