"En esa suave cama"

«16 de octubre. Otoño»

—Bien, ¿cómo quieres jugar? —Henry repartió las cartas, dejando el resto del mazo sobre las sábanas.

Eran las tres de la tarde, cuándo Henry fue a buscarlo a su casa, aburrido y estresado por el trabajo. Prefería mil veces tener una tarde con él que pasar un día tan hermoso como hoy, encerrado en su estudio.

Hablaron un largo rato en el jardín, y cuando oscureció prepararon la cena, comieron y lavaron los platos. Querían hacer algo para matar el tiempo, y luego de dar algunas ideas decidieron jugar cartas. Los dos estaban sentados en la cama de Jayden, uno delante del otro, sin zapatos.

—Apostemos algo. O mejor aún, el perdedor tendrá que cumplir con un castigo.

—¿Cómo qué?

De inmediato ambos pensaron en aquel juego de cartas, en donde el perdedor se quitaba una prenda de ropa por cada derrota. Pero... sería un juego demasiado corto. Los dos vestían sólo tres prendas cada uno, así que sacudieron esa idea de sus cabezas y trataron de pensar en otra cosa.

Aunque en el fondo hubieran querido jugar ese juego...

—Tengo una idea—dijo Henry con ojos risueños.

—¿Qué?

—El que pierda tendrá que ser besado, en cualquier lugar. El ganador decide dónde besar.

Jayden lo observó con los ojos entrecerrados, cuando una sonrisa juguetona comenzó a dibujarse en sus labios.

—Suena divertido.

—Entonces, comencemos—Henry sonrió aún más y tomó sus cartas.
En este juego verían quien era el más desvergonzado de los dos. Y quizás al final ellos...

Jayden dejó dos cartas y tomó otras dos del mazo. Miró a Henry con cautela y luego volvió a sus cartas.
Henry también hizo algunos intercambios con sus cartas y levantó la mirada.

—¿Listo?

—Adelante—dijo Jayden, arrojando su baraja.

En esta ronda, Jayden ganó.

—Tú ganas—dijo Henry con una sonrisa torcida, fingiendo tristeza—Pobre de mí.

—Así parece—lo miró con inocencia y dijo—¿Puedo reclamar mi premio ahora?

No esperó su respuesta y se inclinó hacia él, puso una mano en la rodilla de Henry para apoyarse y se acercó. Con su otra mano tocó su nuca, y besó su cuello.
Su piel trigueña sintió los húmedos, suaves y tibios labios de Jayden, junto con su respiración. No fue ni muy corto ni muy largo, dejando una sensación de vacío cuando se alejó.

Henry iba vestido con un pantalón negro y una camisa de vestir de manga corta, dejando tres botones desabrochados. Por lo que su cuello quedaba bastante expuesto. Razón por la que Jayden escogió ese lugar. Le resultó demasiado tentador.

—Bien, vamos por la siguiente partida—dijo Jayden, emocionado.

Henry lo miró con ojos pensativos, y volvió a repartir las cartas. Lo que estaba pasando por su mente era demasiado obvio, después de todo, Jayden también pensaba en donde lo besaría cuando ganara. Sabían que sus miradas los delataban, y no se molestaron en ocultarlo.

Volvieron a hacer algunos intercambios, y esta vez Jayden volvió a ganar.

—Eso no es justo—se quejó Henry.

—Díselo a tu mala suerte—dijo riendo.

—Bien, ¿dónde será?

—Veamos...—estiró su mano y la puso encima de su pecho. La deslizó por encima de la tela, sintiendo tu temperatura. Desabrochó dos botones, dejando al descubierto su piel, y se acercó, para dejar un beso, justo debajo de su clavícula.

Henry lo miró hacer todo eso, mientras una sensación ardiente cubría sus mejillas. Sentir sus manos y labios, tocándolo tanto tiempo... sentía que iba a volverse loco.

—Será mejor que ganes pronto, porque se me está acabando la piel expuesta—dijo Jayden en voz baja, abrochando su camisa sin alejarse mucho de él.

—Ganaré la siguiente—acomodó su camisa y añadió—Aunque... también podría besar ciertos lugares, aún con la ropa puesta.

—¿En serio? Me gustaría saber cuáles.

Henry repartió las cartas otra vez, y luego de unos segundos ambos arrojaron sus barajas.

—Te dije que ganaría—exclamó Henry.

—Bien, entonces toma tu premio—dijo sonriente, extendiendo las manos.

Henry rápidamente tomó su muñeca izquierda, y lo miró, con ojos penetrantes. Se enfocó en el reverso del dorso de su mano, de un hermoso color claro y cremoso, en el que se dejaban ver las delgadas líneas de las venas. Bajó la cabeza y alzó su mano, plantando un beso.

Pero no se detuvo ahí. Deslizó sus finos y largos dedos por su antebrazo, subiendo por el, con suaves besos sobre su piel.

Jayden se estremeció y exhaló, casi en silencio.

—Se supone que sólo es un beso—dijo, con una mirada tímidamente brillante y acuosa.

—Lo siento, no pude evitarlo—con los labios aún cerca de su piel, rozando la tenue humedad con su cálido aliento—La próxima vez que ganes, puedes darme más de un beso—y lo soltó, despacio.

—Está bien.

Henry, aún con la sensación de la suave piel en sus labios, tomó las cartas. Se tomó su tiempo, y las revolvió bien.

—Sabes—dijo Henry, aun barajeando el mazo—Hay algo que quisiera preguntarte, pero nunca encontraba el momento oportuno.

—¿Qué es?

—Bueno...Al principio, cuando me enamoré de ti, me preguntaba: "¿No seré demasiado mayor para Jayden? ¿Podré gustarle a alguien tan joven como él?"—dijo, con los ojos puestos siempre en las cartas—A veces meditaba sobre eso, y yo... Quiero saber qué piensas.

Jayden sonrió y se rio entre dientes.

—Yo también pensaba lo mismo. Creía que no te fijarías en mí por ser más joven que tú—se movió en la cama, y abrazó sus rodillas—Pero tú no tienes que preocuparte por eso, te quiero tal y como eres. Luzcas cinco o diez años mayor, eso no me importa. Incluso podría decir que, una de las razones por las que me enamoré de ti, fue porque eres mayor que yo. Te hace más atractivo a mi parecer.

—¿En serio? Entonces me preocupé por nada—dijo, perplejo y aliviado. Comenzó a repartir las cartas, y añadió—Desde hace mucho que me afeito la barba, pero con ese pensamiento, lo hice a diario. Todo para verme menos viejo.

—¿Lo haces por eso? Que tengas un poco de barba no te hace más viejo. De hecho, me gusta. Cuando te la dejas por unos días, te ves muy...—pero cuando se dio cuenta, de lo que estuvo a punto de decir, se calló abruptamente.

—¿Me veo cómo? —preguntó con curiosidad.

—...No es nada—evitó verlo a los ojos, y se encogió.

—Dímelo, por favor. ¿Cómo me veo?

Jayden respiró profundo, y sin mirarlo, dijo en voz baja, luego de unos segundos de silencio:

—Te vi y pensé: "Henry se ve muy guapo y varonil con esa barba, y muy...sexy"—susurrando la última palabra.

La mano de Henry se detuvo por un segundo, al repartir la última carta.
Lo miró sin decir nada, y sonrió, entrecerrando los ojos.

—Tú también deberías dejártela de vez en cuando—dijo, dejando el mazo a un lado—Listo, ya podemos seguir.

Jayden tomó sus cartas e intentó armar su jugada, pero la emoción de su corazón apenas lo dejaba concentrarse.

Los dos ya tenían su jugada, pero al notar la sonrisa de Henry, supo que sus cartas eran buenas.

—Veamos si tienes mejores cartas que las mías.

—Al verte tan confiado, lo dudo—dijo Jayden, mostrando su jugada, y Henry hizo lo mismo.

—Sí, gané—dijo feliz.

—Ahora soy yo el de la mala suerte—dijo suspirando—Bien, ¿qué lugar escogerás esta vez?

—Es un lugar bastante accesible, pero es un poco incómodo de alcanzar, cuando estás sentado.

—¿Entonces?

Henry se quedó en silencio, pensando en cómo decirlo. Y justo cuando iba a hablar, Jayden se dejó ir hacia un lado, acostándose en la cama.

—Sólo tenías que decirlo. Soy el que perdió, tengo que obedecer lo que tú digas—y usó sus manos como almohada.

Lucía bastante cómodo en esa posición. Sus ojos color caramelo, ocultos tras esos delicados lentes, lo miraban con pereza y tranquilidad. Al verlo así tragó saliva, y dijo, sin ninguna expresión, con una voz suave:

—Cierra los ojos.

Jayden obedeció, y los cerró.

Sintió como se arrastraba en la cama, yendo hacia él. Escuchando el ligero sonido de las sábanas. De pronto, sus dedos tocaron su mejilla, bajando lentamente hasta su cuello. Pensó que lo besaría allí, cuando sintió una mano, tocando su abdomen. Sus dedos se deslizaron por debajo de la camisa, y dejó su piel expuesta.

Se estremeció al sentir su tacto, exhaló en silencio, con los labios ligeramente separadas, sin atreverse a hacer nada más.

Henry tocó su piel, deleitado, al sentirla bajo su mano. Acercó su boca, y lo besó, cerca de las costillas. Pero no sé detuvo ahí. No pudo.

Con sus dos manos siguió subiendo su camisa, acariciando su cintura. Y con la punta de la lengua, cambió su forma de besarlo. Cómo si quiera probar cada parte de él.
Levantó la mirada y vio a Jayden, aún con los ojos cerrados, cubriendo sus labios con los nudillos. Su expresión era suave, y su corazón latía desbocado.

Henry, aun tocando su abdomen, se levantó y se acercó. Lo sujetó de la mano que cubría sus labios, y los miró.
Jayden abrió sus ojos, notando lo cerca que estaba de su rostro. Adoraba el color de esa mirada.

Le quitó los anteojos, y acarició sus labios, abriendo su boca un poco más, sintiendo el tibio aliento en sus dedos.

Casi al mismo tiempo, ambos cerraron los ojos, y se inclinaron, tocándose en un beso.

Cortos, lentos y cuidadosos. Sentir los labios del otro entre los suyos, su respiración, y sus manos, que poco a poco se movían entre la ropa.
Jayden rodeó su espalda, atrayendo su cuerpo hacia él, deseando aún más su cercanía. Henry no se resistió, y acomodando la rodilla entre sus piernas, dejó ir todo su peso, sin dejar de acariciarlo.

Jayden deslizó las manos sobre su espalda, sintiendo su calidez a través de la tela. Y esa sensación, de tener todo su peso encima de él, lo cautivó de tal manera, que aflojó toda la tensión, como si su cuerpo se derritiera debajo suyo.

Cuando se quedaron sin aliento Henry se separó de él, mirándolo a los ojos.

Esos rasgos tan afilados y serios, con ojos brillantes de anhelo, del color de las hojas, oscuro y frío, pero con la calidez de su corazón. Jayden se quedó sin aliento al verlos. Esa mirada, le decía claramente todo, sin necesitar palabras.

—Henry...—dijo casi en un susurro.

—¿Si...Jayden? —ver esos húmedos labios decir su nombre, casi lo hace perder la cordura. Junto con sus mejillas coloradas, y esos tímidos ojos, dulces y claros, como miel y chocolate.
Si él le pidiera algo, haría lo que fuera por él.

—Ya es tarde, no crees que, ¿ya es hora de irnos a dormir? —la voz que usó al decirlo, y la manera en que lo miraba...

—Sí, deberíamos.

—Entonces me iré a bañar primero—deslizó su mano hasta su pecho, y sintió los latidos de su corazón.

[...]

Henry se enjuagó la boca luego de cepillarse, y se miró al espejo antes de salir del baño. Caminó hasta la cama, apreciando lo cómoda que se miraba, las sábanas blancas, las suaves almohadas...y la hermosa persona que descansaba en ella. Jayden estaba acostado del lado izquierdo, cubierto por la sábana casi por completo, dándole la espalda. La habitación era iluminada sólo con la pequeña lámpara, al lado de la cama, con un tenue color acaramelado.

Jayden lo escuchó acostarse a su lado, se dio la vuelta, sin mirarlo a los ojos, y pegó su cuerpo en al suyo en un abrazo, dejando su cabeza sobre su hombro.

—...Henry.

—¿Si?

—¿Podrías darme un beso de buenas noches?

Jayden levantó el rostro, entrecerró los ojos y miró a Henry, quién cerró los suyos y le dio un beso.

Separaron los labios, despacio, degustando su refrescante sabor mentolado. Jayden levantó sus brazos, y los enrolló en su cuello, Henry siguió su gesto, y lo abrazó por la cintura, acercándose aún más a su cuerpo.

Jayden intensificó el beso poco a poco, y con timidez, acarició sus labios con su lengua, mientras sus dientes rozaban la piel. Henry se sintió hipnotizado, y sin notarlo, se dejó llevar por sus acciones. El sonido húmedo de sus bocas, y lo cerca que estaban uno del otro, hizo que se sintieran emocionados.

Henry deslizó sus manos por su espalda, hasta meterlas por debajo de su camisa, y tanteó la piel. Jayden también movió sus manos, deslizándolas hasta acariciar su pecho por encima de la ropa. Ese permiso silencio hizo que Henry no pudiera parar. Disfrutando del suave tacto de su piel, sin ningún impedimento. Deslizó sus dedos por su delgada cintura, hasta llegar a su columna, y dibujó su forma, fina y ligeramente hundida.

Jayden subió de nuevo sus manos, y mientras lo sujetaba de los hombros, lo empujó poco a poco, hasta quedar sobre él, con las rodillas, abrazando su cadera. Henry lo tomó de la cintura, sin dejar de besarlo, y la masajeó, hasta sentirla más tibia.

Se separó del beso, y se alejó un poco de Henry, apoyándose en su pecho.

—Henry...—su voz se escuchó tan suave y débil, que derritió su corazón.

Henry lo observó, y notó que sus orejas estaban enrojecidas, su respiración era pesada y sus brillantes ojos lo miraban con timidez y amor al mismo tiempo.

Ninguno de los dos era virgen, pero aun así se sentían nerviosos. Tener ese acercamiento tan íntimo con tu ser amado era algo totalmente inexplicable.

—Hemos estado juntos por casi un año, y nos conocemos desde hace tres años. Realmente deseaba hacer esto, desde hace mucho—dijo Jayden, tratando de aligerar sus nervios.

—Yo también, pero aún no sabía si... Quería hacer bien las cosas, ir lento y seguro contigo.

Jayden sonrió, levantó las manos y tocó sus mejillas.

—Lo sé—hizo una pausa y entrecerró los ojos—Hoy es una noche muy fría, ¿no lo crees? —movió un poco sus manos, acariciándolo, y lo miró con seriedad y timidez—¿Podrías darme...un poco de calor?

Henry exhaló en silencio, y lo observó con una expresión suave. Aún tenía las manos sobre su cintura, y con un movimiento lento, levantó su camisa.
Lo ayudó a quitársela, y luego hizo lo mismo con la suya.
Tener a Jayden así, sentado encima de su pelvis, rodeándolo con sus piernas. Con su blanco torso desnudo, y sus manos, calientes al contacto con su piel.

Jayden se inclinó y volvió a besarlo.
Desde hace mucho podía sentir algo, tocando sus glúteos. Se movió, percibiéndolo con más claridad, se estremeció y tomó aire como pudo, dentro del acalorado beso.
De pronto sintió que era tocado por las manos de Henry, deslizándose hasta sus glúteos, masajeando por encima de la ropa. Sus largos dedos lo recorrieron por todos lados, hasta tocar un poco más profundo. 
Pero Henry quería tocar más, quería sentir su piel. Y con un movimiento suave, las metió dentro de su pantalón.

Su corazón se aceleró aún más al darse cuenta que sólo estaba usando pantalones. De inmediato entró en contacto con sus glúteos, haciendo que Jayden exhalara en su boca, con un aliento pesado y ardiente.

—Henry—susurró, aun estando cerca de su boca—Quiero que lo metas.

Henry sintió que su pecho ardió, al escuchar esas palabras. Jayden se levantó un poco, lo justo para mirarlo, y dijo:

—Yo...—sus mejillas estaban coloradas, junto con sus orejas, su mirada bajó con timidez y añadió, en voz baja—Tomé un baño.

De inmediato entendió lo que trataba de decir, pero justo cuando iba a decir algo, él volvió a hablar:

—Nunca supe cómo preguntarlo, pero y-yo, había decidido que te lo diría hoy. Te preguntaría si querías hacerlo—y juntando valor, con las manos temblorosas, extendió la mano hacia el pequeño mueble, al lado de su cama.

Abrió la gaveta, sacando lo que parecían dos sobres plateados.
Los apretó en su mano, y lo miró con cautela.

—Jayden—dijo con dificultad, y movió sus dedos, que aún estaban dentro de su pantalón, haciéndolo estremecer.
Sacó sus manos y se levantó, tomándolo por los hombros. Volvió a besarlo, pero esta vez no se contuvo y metió su lengua sin timidez, haciéndolo con desesperación y deseo. Con cuidado lo movió, haciendo que quedara sobre la cama.

Se arrodilló entre sus piernas, haciendo que Jayden abriera las suyas de par en par.

—Hoy...—dijo Henry, y se alejó de él, aún con las manos en sus hombros—Seré yo quien esté así, otro día puede ser diferente. ¿Está...bien?

Jayden asintió con la cabeza.
Mirarlo desde esa posición, son su pecho desnudo de un exquisito color trigueño. Sus ojos, que lo miraban con intensidad, y su respiración agitada...Lo hacía desear todo de él. Henry, con la garganta seca, tragó saliva. Se llevó una mano hacia su propia ropa y comenzó a quitársela.

Luego vio los pantalones de Jayden, holgados, de tela delgada, en los que podía verlo levantado. Apenas se sostenían de sus caderas, dejando ver una fina línea de bello, asomándose. Acercó su mano y los jaló hacia abajo fácilmente.

Ver toda esa hermosa piel, con la que tanto imaginaba tocar. Su pecho, abdomen, cintura, pelvis y...todo le resultaba tan encantador y cautivante, que no podía apartar la vista.

Henry terminó de quitarle el pantalón, se colocó en medio de sus piernas, lo más cerca que puedo, con la espalda recta. Y con las manos tocó su abdomen.

—Quiero tocarte un poco primero, ¿puedo? —dijo Henry.

—Si...toca donde quieras.

Henry llevó sus manos hasta su pecho, y tomó los dos puntos en el, entre sus dedos.

—Dime si te gusta—y seguido de eso los apretó ligeramente. Observó que su expresión se tornó aún más tímida y sus cejas se fruncieron.

—Me gusta—dijo, con un tono débil.

Movió sus dedos y lo hizo rodar, haciendo un poco más de presión.
No se detuvo en ningún momento, y cada vez lo hacía con más intensidad.
Observaba su reacción con atención, cuando Jayden, avergonzado, cerró los ojos, se llevó una mano a la boca, y trató de ocultar su voz. Pero le fue inútil.

Un leve sonido placentero quedó atrapado en su garganta, pero Henry lo escuchó claramente.

—Jayden—musitó con cariño y tomó la mano que cubría sus labios—Me gusta escucharte.

Abrió los ojos y lo miró con vergüenza.

Henry volvió a tomarlos mientras lo miraba a los ojos. Los hizo rodar, y con un ligero movimiento los jaló hacia arriba.

Jayden sintió una extraña sensación de ellos. Se estaban volviendo más sensibles, duros y calientes con cada movimiento. Escuchar su propia voz lo hizo sentirse más avergonzado, pero también más...

Con ese pequeño sonido Henry sintió una sensación caliente recorrer todo su cuerpo. Su respiración se volvió pesada, y viendo a Jayden así, apretando sus piernas alrededor de él, con ojos vidriosos, se inclinó y posó sus labios en uno de ellos.

Sus cuerpos quedaron tan cerca que Jayden pudo sentir como todo se tocaba. Estar en esa cercanía tan íntima, y la sensación húmeda y caliente en su pecho, tocando ambos pezones al mismo tiempo, hizo que sus sentidos se debilitaran.

Levantó sus manos y sujetó su cabeza, metiendo los dedos entre el cabello, moviendo su cuerpo junto con un escalofrío. Su voz se escuchó más constante y clara, haciendo saber a Henry lo mucho que le gusta.

Con cuidado, acercó sus dientes y lo tomó con ellos, sintiendo lo duro que se había puesto.

—H-Henry—sus manos temblaron y se encogió, aturdido por esa caliente sensación que brotaba de esa zona.

Estaba satisfecho con su reacción, deleitándose con el sonido de voz.
Su boca lo chupó una vez más, y se alejó, besando su pecho, hasta llegar a su clavícula. Siguió avanzando, y al ver la Manzana de Adán, temblando en su cuello, decidió morderla ligeramente.
A Jayden le gustó que besara y jugara en ese lugar, por lo que estiró su cuello, dejándolo más expuesto.

Henry besó todos los lugares que pudo, haciendo húmedas marcas en su blanca piel.

Soltó el punto en su pecho, colorado y caliente, dejando una sensación palpitante. Alejó la boca de su cuello y se levantó.

Su respiración hacía que su torso subiera y bajara, rápido y con cansancio.
Sus ojos, como caramelo derretido, lo miraban fijamente.
Henry notó el estado de Jayden, acercó su mano y lo tomó. Sentirlo en su palma lo dejó fascinado, y comenzó a mover su mano lentamente, hacia arriba y hacia abajo. Henry notó que le gustaba, por lo que continuó. Jayden se sentía bien con cada movimiento, que se iba intensificando. El placer surgía poco a poco, y luego de ser tocado por tanto tiempo sus cejas se tensaron, junto con un sonido ronco. Ver que todo había caído en sus dedos lo hizo sentir avergonzado, con las mejillas sonrojadas por completamente.

Pero Jayden quería que él también se sintiera bien, así que, con su mano temblorosa tomó la mano de Henry, húmeda, y la acercó a su entrada.

—Hazlo las veces que quieras...

Observar esa escena: Su pecho, con algunas marcas rojas, por tener una piel sensible. Sus pezones, duros, húmedos y colorados, su respiración agitada, y sus piernas...

Sus latidos no podían ir más de prisa, sintiendo como sus mejillas se sonrojaban al extremo.
Estaba tan excitado, que sentía que ya no podía más. Y una voz ronca y baja, dijo:

—Seré cuidadoso.

Tomó uno de los sobres que Jayden sacó de la gaveta, y que había dejado sobre la cama. Lo abrió, derramando el líquido sobre sus dedos, ya húmedos, y levantó la pierna de Jayden...

Henry lo hizo con mucho cuidado, y al ver su expresión, supo que no le estaba haciendo daño. Escuchó la suave y tímida voz de Jayden. Su expresión le dijo todo.

—¿Debería seguir? —preguntó Henry, luego de un rato.

Jayden negó con la cabeza, sin mirarlo a los ojos.

—Puedes hacerlo ahora.

—Lo haré lentamente. Dime si te duele, me detendré si lo dices—dijo en voz baja, tomó la pierna de Jayden y se inclinó un poco.

—Mm—Jayden apenas podía hablar de lo nervioso que estaba. Con una extraña sensación, recorriendo todo su cuerpo, junto con un escalofrío.

Henry lo metió con cuidado. También estaba nervioso, pero aun así se mantuvo calmado, concentrado en ser gentil con él. Levantó la vista y vio la expresión de Jayden. Sus cejas temblaban un poco, y sus mejillas, brillaban con un intenso color rosa. Sus labios estaban separados, mientras exhalaba con pesadez.

—¿Se siente bien? —preguntó Henry, deslizando las manos por sus caderas.

—S-Si...—dijo Jayden, apretando la sábana con ambas manos. Todo lo que sentía en ese momento lo hacía estremecer.

Jayden cerró los ojos, con su respiración volviéndose cada vez más desigual. Era un poco incómodo sentirlo ahí dentro, sin llegar a ser doloroso, pero a pesar de eso se sentía bien. Henry llamaba su nombre con cansancio cuando se movía, reflejado claramente en su voz, y le pedía que lo mirara a los ojos. Oír su voz así, llamándolo, lo hizo sentirse... Los abrió lentamente y lo observó. Sus ojos, que ahora eran suaves y tímidos, lo veían con cariño. Jayden entrecerró los ojos, y abriendo sus labios cumplió su deseo. Le costaba mantener la mirada en los ojos de Henry, pero aun así lo hizo. Henry se inclinó hacia él, quedando casi encima suyo, deslizando las piernas en sus brazos, mientras apoyaba las manos en la cama

—La próxima vez quiero que me lo hagas, y sentirme igual que tú.

Estando así, debajo de su cuerpo, con su rostro, tan cerca del suyo y su respiración caliente, que golpeaba sus mejillas. Su cabello negro, que se movía junto a él, y sus cejas oscuras, fruncidas mientras lo observaba.

—Henry...—logró decir, con la garganta seca. Levantó sus manos y lo sujetó por los hombros.

Las sensaciones de ambos se tornaban más fuertes y nítidas, buscando con desesperación el cuerpo del otro. La satisfacción se interponía ante cualquier incomodidad que pudiera sentir, cuando Jayden apretó los dedos en sus hombros...

Al final Henry se acercó a Jayden lo más que pudo, deleitándose con el calor del momento. Escuchó su encantador gemido, su espalda se curvó y su cálido aliento golpeó el rostro de Henry, quien también exhaló con placer. Sintió que el cuerpo de Jayden se debilitó, y sus piernas aflojaron la tensión, exhalando con fatiga. 

Henry se alejó, acomodó el cuerpo de Jayden y volvió a acercarse, tocando la frente con la suya, percibiendo la fina capa de sudor que había en ella. Levantó su mano y acarició su cálida mejilla con el pulgar, brillando en rubor.

—Te amo, Jayden.

Al escuchar eso, junto con su aliento exhausto, lo hizo sonreír. Y con un tono suave, dijo:

—También te amo, Henry. Con todo mi corazón...

Henry se alejó y lo miró a los ojos. Acarició de nuevo su mejilla y se deleitó con el rostro tan apuesto de su amado, quién levantó la mano y también acarició su mejilla.

Se acercó a él, sin poder evitarlo, y lo besó. Los labios de ambos temblaban y se tocaban con delicadeza...

Sus corazones no cambian en sus pechos, del amor que tanto sentían por el otro. Amarse así, y demostrarlo con sus cuerpos, los dejó en un estado indescriptible.

Y cuando despierten en la mañana, sintiendo la compañía a su lado, debajo de las sábanas, y el calor de su piel, no podrán evitar sonreír y acurrucarse cerca del otro. Para saber que todo no era sólo un sueño.

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