Capítulo 20: Hoy te preparo el desayuno
Jayden llamó a Henry esa misma noche, luego de haberse calmado...
—¿Seguro que estás bien? —en verdad estaba muy preocupado. No se había quedado tranquilo luego de dejarlo y temía que su padre le hubiera dicho algo hiriente.
—Sí, no fue tan malo como pensé—Jayden estaba al lado de su cama, sentado en el suelo, sosteniendo el teléfono con fuerza—Las cosas aún están tensas, no sé si estamos en buenos términos o no.... todavía me siento un poco confundido.
—Si necesitas hablar, aquí estoy. Que no te importe decir lo que sientes, ¿de acuerdo? Sabes que yo siempre voy a apoyarte, y escucharé cada palabra que tengas que decir, incluso si sólo necesitas quejarte—su tono era amable y cálido, sintiendo su gesto gentil, a través del teléfono.
Jayden no lloró frente a su padre. No lo dejaría ver su lado débil, pero con Henry le era imposible, y con dolor en su corazón, dejó caer las lágrimas que había soportado, en silencio. Se cubrió los ojos con tristeza y apretó el teléfono.
—Gracias Henry, no sabes lo mucho que quería escuchar eso—dijo con un nudo en la garganta.
—Para eso...para eso estoy aquí, puedes confiar en mí. Aún si estoy ocupado, haré tiempo para ti—por el tono de su voz, Henry sabía que estaba llorando. Pero cuando dijo la frase "Para eso...", no quería seguir.
«Para eso están los amigos...»
No podía decirlo..
—¿...Puedo hablar contigo mañana por la tarde? —preguntó Jayden en voz baja.
—Claro, ven a la hora que quieras...
Jayden se sentía aliviado de tenerlo, y su compañía lo ayudó a calmar su aturdido corazón.
Tom quería quedarse en la casa por algunos días. Jayden no era alguien rencoroso o vengativo, jamás se le pasó por la cabeza causarle algún sufrimiento, así que lo dejó quedarse sin ningún problema. Después de todo, seguía siendo su padre.
«Domingo 6 de octubre, 1997»
Jayden dejó un hermoso ramo de flores, cortadas directamente de su jardín. La lápida, con bellas letras talladas en ella, con el nombre de Clarice R. de Matthews. Y al lado, otra tumba, con las letras R. L. Matthews, el nombre de su hermano.
Se quedó en cuclillas frente a ellas, mirando sus nombres. Henry lo observaba de pie, a su lado, guardando silencio.
—Mi padre seguramente vino en la mañana—musitó Jayden.
—Dejó flores muy hermosas—comentó, al ver un ramo de lirios en un florero. Y en la otra, uno de margaritas.
—A mi madre le gustaban mucho los lirios.
Por su tono de voz, y su estado de ánimo, Henry supo que estaba bien. Antes, por estas fechas, siempre se sentía mal, decaído, triste... creía que no era un buen hijo y tenía la sensación de que había decepcionado a su madre. Culpa, pena, arrepentimiento, tristeza, odio a sí mismo...
Y por muchas otras cosas, que no llegaba a comprender del todo.
Y también se sentía solo.
La única persona que en verdad lo amaba, estaba muerta. Su corazón estaba devastado.
Pero ya no se sentía así. Encontró la paz que necesitaba y sus ojos vieron la verdad, gracias a Henry, quién lo ayudó sin darse cuenta. O más bien, nunca supo cuán importante fue su apoyo.
Estaba triste, de eso no hay duda, pero era lo normal.
Jayden quiso traer a Henry, porque de alguna manera, sentía que debía presentarlo a su madre.
"Estoy seguro qué, si lo hubieras conocido, te habría encantado su forma de ser..."
Dijo en su interior.
Por otro lado, Henry estaba haciendo algo muy parecido.
"Cómo me hubiera gustado conocerla, y hablar con la madre de la persona que amo. Debo agradecerle por haber cuidado de alguien tan maravilloso. Gracias por traerlo a este mundo"
Jayden respiró profundo, se puso de pie y se despidió.
Ambos se fueron, más melancólicos que tristes. Cada quien con sus pensamientos.
—Mi madre me dijo que no quería verme llorar luego de su muerte. Pero es más fácil decirlo que hacerlo—dijo Jayden, con los ojos húmedos.
—A tu madre le gustaba verte feliz. Una madre como ella, que en verdad ama a su hijo, sólo le desea lo mejor. No la conocí, pero estoy seguro de ello.
—Le gustaba verme sonreír, me lo decía seguido.
—Pero lo que dijo, creo que tiene otro significado—Henry lo miró a los ojos, aún caminando por el césped—Creo que se refiere, a que quiere verte feliz, es decir, en tu vida en general—hizo una breve pausa, y dijo, con un tono suave—Jayden, ¿eres feliz?
Jayden lo observó y sintió que sus palabras decían la verdad. Y sin dudarlo, respondió:
—Lo soy.
—Entonces se cumplió el deseo de tu madre—dijo con una pequeña sonrisa, apenas visible.
Salieron del cementerio y subieron al auto de Henry.
Jayden suspiró en silencio y miró a través de la ventana, pensando...
Desde que tuvo esa conversación con su padre, ambos apenas se hablaban. Cada quién respetaba el espacio del otro, y meditaban sobre la situación.
Habían pasado casi dos semanas desde que Tom llegó, y luego de todo ese tiempo, los dos se sentaron a hablar.
—Así que te irás al asilo del pueblo.
—Sí, en dos días. No quiero causar más molestias—dijo Tom—Ya lo había pensado desde hace mucho, ya todo está casi arreglado.
Un incómodo y pesado silencio invadió la sala, nadie sabía que decir.
—Yo... quería preguntarte algo—habló Tom, rompiendo la tensión.
—De acuerdo, adelante.
—Bueno, en realidad son varias cosas las que quiero saber. Primero que nada, ¿cómo vas con tu trabajo? ¿todo... está bien? —sus ojos oscuros lo observaron con seriedad, tratando de mantener la calma.
—Me va bien, a veces se pone difícil y pesado, lo normal, como cualquiera otro trabajo—respondió, sorprendido por su pregunta.
—Ya veo...—aclaró su garganta y continuó—Mi otra pregunta tiene que ver con la persona que mencionaste el otro día. La que quieres como...si fuera tu familia.
—¿Así que es eso? —miró hacia la ventana y pensó en Henry—Esa persona ya la conoces, es el hombre que estaba aquí cuando llegaste.
Tom sabía que no escuchó mal, cuando Jayden se refirió a esa persona cómo un "él". Le pareció extraño, ya que había pensado que sería una mujer.
—Su nombre es Henry Fernsby, vive en la casa que está más adelante—continuó con seriedad.
—¿Fernsby? Así que volvieron al pueblo...—comentó sorprendido.
—Sí, está aquí por trabajo. Él también estudia mariposas.
—¿Vino aquí solo? ¿Y su familia?
—Él...no está casado, y el único familiar con quién es cercano es su madre. De hecho, ella vino hace unas semanas.
Tom entrecerró los ojos y contempló su mirada, pensativo. No podía ni quería creer en sus sospechas. Le parecía que su hijo era demasiado...
—Pero no me preguntes porqué lo quiero tanto, ni qué clase de relación tenemos. No sabría explicarlo con palabras.
—¿En verdad lo quieres tanto? ¿Y a tu novia? ¿o....no tienes una? —preguntó Tom, cada vez más nervioso e inquieto por sus propios pensamientos.
—Hace mucho tuve una, cuando acababa de volver de la cuidad. Pero no la amaba de esa manera, la quería sólo como amiga—respondió con calma—Por otro lado, Henry es...no lo sé, diferente en todos los sentidos. Han pasado casi dos años desde que lo conozco, pero aun así...Pienso en lo que siento por él y no sé cómo explicarlo, y cada día que pasa, lo amo aún más, como si mi corazón no tuviera fondo...
Tom palideció, junto con una expresión seria, y no dijo nada. No podía creer lo que estaba escuchando, jamás, en todo este tiempo, esperó que Jayden fuera...que a él le gustara...
—No entendía porqué ser maestro te haría estar tan decepcionado de mí. Pensaba mucho en ello, y me enojaba con sólo recordarlo—continuó Jayden—Pero si te has decepcionado con lo que acabo de decir...no te culpo. Lo entiendo.
—Yo...
Tom no sabía que decir exactamente, o cómo reaccionar, pero lo que sí sabía, era que al menos debía decir lo siguiente:
—Tú lo has dicho, yo ya no tengo ningún derecho de opinar sobre tu vida...Así que, lo que hagas, es cosa tuya. No estoy decepcionado de ti, al contrario, me da gusto ver en quién te has convertido. Cumpliste tus sueños a pesar de todo, y estás bien con tu trabajo. Y con ese asunto de...tus gustos, no diré nada. No te apoyo, pero tampoco te deseo el mal. Es tu vida personal, has lo que quieras con ella.
Jayden quedó asombrado ante las palabras de su padre. Se esperaba lo peor y el rechazo total, junto con ofensas y reproches, pero no fue así.
—De acuerdo, gracias—dijo Jayden aliviado, y su corazón se volvió más ligero.
—Pero aun así me incómoda no saber si... ¿Ustedes...? ¿él lo sabe o....? —Tom no encontraba las palabras para decirlo, y se sentía extraño al preguntar eso. Pero necesitaba al menos saber eso.
—Él no lo sabe, y no sé si Henry sentirá lo mismo. Aún no estoy seguro si decírselo o no—dijo un poco decaído y suspiró.
—Bueno, tal vez si—dijo con un poco de dificultad. Aún no se sentía cómodo hablando del tema—Sólo lo he visto dos veces; cuando vine el primer día y unos días después. Por pura casualidad lo observé por la ventana cuando vino. Ambos caminaban hacia aquí y él se despidió de ti en la entrada de la casa. Te acompañó hasta acá, eso se me hizo raro.
Y con sólo ver su mirada en esas dos ocasiones, noté que eran muy cercanos. Pensé que era mi imaginación.
Jayden se quedó atontado por unos segundos y se emocionó, un poquito.
—Tenía mirada de tonto algunas veces, y tú igual—añadió Tom—Ahora que me has dicho todo, me doy cuenta.
Tom notó la expresión de su hijo. Complicada, dudosa, tímida y emocionada.
—Bueno, como sea. Eso era todo lo que quería preguntar—exclamó Tom, aclarando su garganta.
—O-Oh, bueno—dijo tratando de calmar su interior, extrañamente avergonzado. Cuando de repente, recordó algo.
Se puso de pie y fue hasta un mueble, cerca de una ventana. Abrió la gaveta y sacó algo de ella.
—Un día, cuando estaba limpiando, encontré esto—extendió el objeto hacia su padre y se lo entregó.
Tom tomó lo que parecía ser un papel y lo miró. No habían palabras para describir lo que sentía. Una mezcla de melancolía, felicidad, tristeza...con sólo ver esa pequeña foto.
—Siempre recordamos sólo lo malo, pero eso no quiere decir que no haya cosas buenas—dijo Jayden, con voz suave—Son pocos los momentos, sin embargo, existen. Los recuerdo y atesoro con todo mi corazón.
En la foto, estaban Tom, Clarice y Jayden, de siete años, sentados en una banca del parque. Los tres sonreían y tenían barquillos de helado en las manos.
—No sé si llegue a olvidar lo que hiciste, pero no guardo ningún odio o rencor hacia ti. Sabes que no soy alguien resentido ni vengativo. Eres mi padre, la persona que mi madre amó, y aunque hayas hecho...lo que hiciste, sigues siendo mi familia. Ambos decimos cosas hirientes cuando estamos molestos, no me retracto de la mayoría de las cosas que dije, pero sólo quiero que sepas, que no te guardo ningún resentimiento.
Las personas que los tienen, no viven felices, ellos mismo se hacen daño. Y la persona que se siente culpable o tristeza por sus errores, tampoco vive tranquila.
—Jayden...—luego de tanto tiempo, su expresión se tornó más suave. Y el ceño fruncido entre sus cejas, desapareció.
—Ya no te sientas mal por todo lo que pasó. Lo superé hace mucho, pero cuando te vi ese día, simplemente dije todo lo que tenía guardado, exploté y dije todo lo que pensaba y sentía...
Sonrió, con un toque de tristeza y dijo, con un tono amable y cálido:
—Ven a visitarme cuando quieras, me gustaría hablar más contigo. Quiero entender lo que piensas, quiero que nos entendamos. Somos la única familia que nos queda el uno al otro.
—...Está bien—dijo Tom, mirándolo a los ojos con dificultad. Esos cálidos ojos que lo miraban con suavidad, tan parecidos a su querida Clarice. Su corazón dolió y se sintió aún peor al escuchar sus dulces palabras—Jayden, en verdad lo siento—él era duro de corazón en todos los aspectos, y aunque le costó decirlo, sabía que era lo correcto, era lo que sentía. Debía disculparse por su error.
Sus palabras apenas fueron audibles, pero Jayden logró escucharlas perfectamente. Eso era lo que quería escuchar, lo único que quería escuchar...
Jayden simplemente era así. No podía sentir rencor hacia los demás.
Con el pasar del tiempo, el odio y la ira se esfumaban.
Pero cuando se enojaba decía todo lo que pensaba, explotaba y se dejaba llevar por sus emociones. Casi siempre.
Incluso llegó a pensar que la madre de Henry, era más su familia, que su propio padre.
Todos esos días que convivió con ella, charlando, riendo, cocinando, pasando el rato junto a Henry... por un momento sintió el calor de una madre, y ese sentimiento, de tener una familia, nació otra vez.
Las personas suelen ver sólo las cosas malas de todo, opacando lo bueno. Eso es lo que pasaba con su padre.
En realidad, si tuvo momentos felices con él. Y Tom lo quería, a su manera.
Ambos hablaron un rato más. Sobre las flores que habían en el jardín, las cuales Jayden cuidaba en memoria de su madre, y sobre como iban las cosas en su trabajo con más detalle.
Al final, las cosas entre ellos, no acabaron tan mal...
El día de su partida llegó, y por invitación de Jayden, Henry también fue a despedirlo.
—Es un gusto conocerlo—dijo Henry, estrechando su mano.
Tom lo inspeccionó con la mirada y asintió ligeramente en silencio.
Tomaron una taza de café, sentado en la mesa del comedor, y hablaron de cosas al azar.
—Y dime, Henry, ¿cómo vas con tu trabajo? —interrogó Tom. Sus ojos oscuros lo miraban de manera seria y su aspecto intimidante no abandonaba su rostro.
—Muy bien de hecho, todo va mejor de lo planeado—dijo sonriendo, sintiendo un poco de presión. Después de todo, él era el padre de la persona que amaba, quería caerle bien.
—Mm....bien por ti—observó su ropa, su postura y manera de hablar—¿Cuántos años tienes?
"¿Por qué rayos le pregunta eso?"
Pensó Jayden, un tanto nervioso.
—Treinta y cinco, cumplo años el uno de febrero—respondió de inmediato.
—Eres bastante joven para ser un científico—comentó levantando su taza—¿Te consideras alguien exitoso en lo que haces?
—Si—dijo Henry con una sonrisa—Me gusta lo que hago. Mi trabajo me permitió regresar a mi lugar de origen y también me dio la dicha de conocerlos, por eso me gusta aún más.
Jayden no sabía que cara poner, y Tom lo miraba con seriedad.
—Padre, ¿quieres más café? —ofreció Jayden, mirándolo de manera un poco extraña. Cómo queriendo decir:
«¡Ya deja de interrogarlo!»
—Así estoy bien, gracias—dijo mirando su reloj—Dentro de unos minutos vendrá a buscarme el taxi que pedí.
—Es una pena, con gusto hubiera ido a dejarlo—dijo Henry.
—No me gustaría pedir ese tipo de favor—respondió Tom—Mejor quédense aquí y sigan con lo suyo.
Los tres no dijeron nada luego de eso y hubo un silencio tortuoso. Jayden y Henry pensaban en qué decir, pero no se les ocurrió nada, cuando de repente, un auto hizo sonar el claxon afuera de la casa.
—Es hora de irme—se levantó y caminó hacia la puerta.
Los dos lo siguieron y lo ayudaron con las maletas. El conductor también ayudó, y Tom se despidió de ambos.
—Nos vemos.
—Recuerda llamar antes de venir—dijo Jayden, un poco alejado de él.
—Lo haré—y mirando a Henry dijo—Adiós...—quiso decir algo, pero se arrepintió y se dio la vuelta.
—Adiós señor Matthews...
"¿De qué me preocupo? Jayden tiene mi carácter, estará bien"
Pensó un tanto molesto y suspiró.
Subió al auto y se fue.
—¿Estás bien? —preguntó Henry en voz baja.
—Sí, eso creo.
Antes de hablar con su padre de nuevo, Jayden charló con Henry. Quién lo ayudó a pensar con claridad, y poner en orden sus pensamientos.
Le hizo preguntas clave, cómo:
¿En verdad odiaba a su padre? Ahora que se había calmado, ¿qué pensaba de él? ¿quería que se fuera de nuevo? ¿lo perdonaría algún día? ¿todo lo que hizo fue tan malo? ¿escuchó lo que él tenía que decir?
Y un sin fin de preguntas y comentarios que lo ayudaron mucho.
Jayden ya tenía planeado hablar de nuevo con su padre, pero cuando Henry le dijo:
«Deberías hablar con él, ahora que todo está más tranquilo. Estoy seguro que, si lo toman con calma, todo saldrá bien»
Sus consejos siempre fueron buenos y acertados. Lo motivaba a estar en paz con su padre y buscar la felicidad.
Jayden era alguien bueno, amable, cortés, que no guardaba odio, y que le gustaba ayudar a los demás. Pero con Henry sentía que era mucho más que eso.
Él lo hacía una mejor persona.
Y que estuviera junto a él, en esos momentos tan difíciles, era lo que más necesitaba, lo había sentirse amado.
Aunque todo parecía estar bien, Jayden aún necesitaba tiempo.
Acababa de pasar por una situación delicada e importante en su vida, y debía procesar todo con cuidado y calma.
"Este no es el mejor momento para decirle lo que siento. Primero debo apoyarlo en lo que pueda"
Se dijo Henry a sí mismo.
Estaba sentado en el escritorio, dando los toques finales a su investigación.
Con todo esto de Tom, su llegada y su partida, el mes de octubre pasó volando, y su investigación estaba por llegar a su fin.
Con la ayuda de Jayden, y sus conocimientos, pudo terminar antes de lo previsto.
"Con esto terminado tendré más tiempo para estar con Jayden. Después de todo, aún me queda hasta la primavera del otro año para volver a la ciudad"
Estaba emocionado y feliz por eso. No se aguantaba por dedicarle todo su tiempo a él. Pensaba en lo que harían juntos, y en cómo le diría sus sentimientos.
"¿Qué será mejor? ¿de día o de noche? ¿en el bosque? ¿en su casa? ¿en mi casa?"
La ansiedad lo invadió por un momento y se puso nervioso.
"¿Con qué palabras se lo diré?"
—Jayden...te amo—musitó mirando hacia la ventana, el paisaje de la noche.
—No, no, no. Así no.
—Jayden, desde hace mucho que quiero decirte algo...Me gustas mucho.
Dudó de sus palabras y meditó seriamente.
—¿Será mejor ir al grano o dar un pequeño discurso primero? —mordió su pluma y se reclinó en la silla.
"¡También puedo llevarle flores!"
Se le ocurrió de repente.
"¿Un ramo de rosas...?"
"¿Con chocolates también?"
"Mm...."
Dejó caer su frente en el escritorio con fatiga, y entró en un pequeño dilema.
«29 de octubre, 1997»
—¡Jayden!
—¿Qué ocurre? ¿por qué tan emocionado? —dijo Jayden abriendo la puerta, mientras se enjugaba los ojos con somnolencia. Era sábado por la mañana, el clima era lúgubre, frío y nublado, a excepción de la deslumbrante sonrisa de Henry. Aunque su aspecto era un poco desordenado.
—¡Acabo de enviar mi investigación! —exclamó. Jayden acaban de levantarse, aún usaba su pijama, y su claro cabello estaba despeinado. Se miraba tan lindo con esas ropas tan cómodas y cálidas.
—¿En serio? ¿ya la terminaste? —dijo desconcertado. Y todo el sueño que le quedaba, se esfumó.
—Sí, no te dije antes porque era una sorpresa—dijo entrecerrando sus afilados ojos verdes con encanto. Jayden jamás se cansaba de mirarlos.
—Aun así, debiste decírmelo—se cruzó de brazos y se apoyó en el marco de la puerta—Entonces por eso estabas tan ocupado últimamente.
—Sí, pero ahora estoy libre, ¿no es genial? —estaba tan emocionado, que no pudo resistir preguntar lo siguiente—¿Y mis felicitaciones?
Jayden rodó los ojos junto con una sonrisa y se despegó del marco de la puerta. Levantó la mano para palmar su cabeza y decir de manera burlona: "Bien hecho Henry", pero...
Henry se acercó a él, tan rápido cómo pudo, y le dio un fuerte abrazo.
Sintió la calidez de su cuerpo, su aroma, y su esbelta figura. Rodeó los brazos en su cintura y se apoyó en su hombro, sin ninguna pizca de vergüenza o duda.
En el fondo le encantaban los abrazos, y más cuando se los daba a quién amaba. A Jayden, para ser más precisos. Sólo lo había abrazado dos o tres veces desde que se conocieron, pero es por esa razón que anhelaba y disfrutaba más cuando sucedía.
Por otro lado, Jayden estaba petrificado. No esperaba ese gesto tan cariñoso de su parte, pero trató de ignorar sus nervios y también disfrutó del abrazo con una sonrisa.
—Felicidades—dijo, devolviendo el abrazo. Rodeó sus brazos en su espalda y sintió cómo sus mejillas se calentaban de la emoción.
Nadie quería soltarse, pero luego de un rato, tuvieron que hacerlo.
—Gracias—Henry tenía el cabello despeinado y su ropa estaba un poco desordenado, como si se hubiera vestido deprisa—Sabes, hoy estoy de muy buen humor—exclamó sonriente.
—Me lo imagino—dijo riendo.
—Así que hoy te preparo el desayuno—dijo confiado—No has comido ¿verdad?
—N-No.
—Bien, tampoco yo, y dime, ¿por qué seguías dormido? Ya son las ocho pasadas. Vamos, entremos—dijo emocionado.
—Todavía es demasiado temprano, y aún tenía sueño—se defendió y entró a la casa, mientras era empujado por Henry desde atrás. Sentir sus manos en los hombros era una sensación extraña y encantadora, y con gusto se dejó llevar por él.
—Está bien, me alegra que duermas. Y bien...¿qué quieres de comer?
—Lo que sea está bien.
—Intentaré hacer chocolate—dijo caminando hacia la cocina—Y unos huevos, tal vez con jamón...
Jayden apoyó los brazos en el mostrador central de la cocina y lo miró con una pequeña sonrisa.
—Te gusta el pan tostado, ¿verdad? Haré un poco. También le pondré un poco de queso y...
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