Capítulo 2: Sándwiches de huevo
«Esa casa perteneció a un científico de mariposas»
Era lo que su madre le decía a Jayden cuando era pequeño, y le narraba cómo se imaginaba el interior de esa casa...
Las paredes decoradas con un sin fin de cuadros repletos de mariposas disecadas, fotografías, pinturas... Y Jayden también lo imaginaba junto a su madre.
"¿Cómo habrá sido el experto en mariposas?"
Su imaginación siempre volaba al pensar en él...
—Cada vez que pasaba por la casa y leía la placa con su apellido me intrigaba saber más sobre su familia. Todo el pueblo sabe del descubrimiento de Robert Fernsby en 1940, pero nadie ha visto a su familia desde que se mudó.
—Mi abuelo se mudó a la cuidad luego de culminar su investigación, y pasó mucho tiempo ocupado expandiendo sus conocimientos, y mi padre igual, estudiando y colaborando con la sociedad científica y nunca tuvo el tiempo de venir aquí, falleció poco después de que quisiera venir aquí.
—Lo lamento—dijo con un tono suave.
—Descuide, fue hace mucho tiempo—y tomando la comida con el tenedor continuó—He venido ha hacer una investigación sobre las mariposas que descubrió mi abuelo—comentó antes de comer.
—¿Usted también las estudia?—preguntó con asombro.
—Mm—contestó con la boca llena.
—Eso es fascinante—exclamó bebiendo del vaso con agua.
—Estimo que la investigación durará dos años, y viviré en esa casa durante todo el tiempo que pase aquí. Es un gusto tener a un vecino cómo usted—dijo sonriendo en agradecimiento.
—El gusto es mío, y si tiene algún inconveniente no dude en preguntar—añadió amablemente.
—Lo tendré en cuenta...
Henry observaba el interior de la casa de vez en cuando. Cuadros de diversos paisajes colgados por todos lados y sin muchos adornos ni fotografías, la estancia se miraba un poco antigua pero cálida.
—Pensé que no habría nadie viviendo en esta zona—comentó Henry con confusión—Ya sabe, aquí es un poco...solitario.
—Si, realmente no hay muchas personas viviendo por acá. Mi padre construyó esta casa antes de casarse, no le gustaba mucho convivir con las personas, así que decidió vivir apartado del pueblo. Le gustaba el silencio y la soledad,—respondió con un suspiro—A mi también me gusta, pero a veces es demasiado silencio.
—Oh, entiendo, realmente es bastante silencioso—comentó y puso atención al ambiente, y lo único que se escuchaba a lo lejos era el sonido de los pájaros.
—Si, por suerte a veces me visitan. Y mi trabajo me obliga a ir al pueblo, así que no paso tanto tiempo solo.
—¿Puedo saber a qué se dedica?—interrogó con curiosidad.
—Soy maestro de primaria, enseñó Lenguaje y Literatura en una de las tres escuelas del pueblo—respondió con una sonrisa.
—Entonces cuando me lo encuentro por las tardes ¿viene de trabajar?
—Si, las clases terminan a las once y media, pero casi siempre me quedo un poco más de tiempo.
—No creí que fuera profesor...
Henry se percató que no había nadie más viviendo en la casa, según por lo que decía Jayden y por sus observaciones. Pero no quiso preguntar más, le pareció algo demasiado personal.
Continuaron charlando de cosas al azar y Henry agradeció por la comida, se levantó y Jayden lo despidió en la puerta.
—Puede venir cuando quiera a comer. Y así no tendrá que preocuparse por eso, sí es que está muy ocupado.
—Gracias por su invitación, lo tendré en cuenta—en verdad le asombraba lo amable que era, y con lo poco que hablaron notó que su personalidad y carácter eran muy tranquilos.
Jayden cerró la puerta y se fue a lavar los platos, y se sentía muy alegre porque ahora tenía un vecino. Y tal vez así ya no se sentiría tan solo en esa grande y vacía casa...
«4 de mayo, primavera de 1996»
Henry siguió con su investigación, atrapó un espécimen y lo diseccionó, y con la ayuda del microscopio observaba detenidamente mientras hacía sus anotaciones e hipótesis y lo comparaba con especímenes más antiguos.
Cuando de repente sintió mucha hambre.
"Maldición...pero si acabo de comer."
Cuando estaba inmerso en sus estudios siempre olvidaba comer a la hora, y ni siquiera sabía que horas eran.
Con molestia fue hasta el refrigerador, que eran tan viejo que hacía un ruido muy molesto.
Al abrirla el foco iluminó el interior. Una caja de leche y una de jugo casi vacías, una pierna de pollo en un plato y unos macarrones que se miraban resecos y nada apetitosos.
—¿Enserio tengo que salir otra vez?—dijo con fastidio.
Se lavó la cara, se puso los zapatos y salió de mal humor.
Una de las cosas que más odiaba era cuando interrumpían su trabajo, y más si dicha interrupción duraba mucho.
No tenía ni siquiera una bicicleta o algo para ir al supermercado. El pueblo quedaba a unos quince minutos caminando, peor el supermercado quedaba a cuarenta minutos, y eso sí se apresuraba.
Así que debía tomar el autobús, que demoraba una eternidad en llegar.
Eran las cuatro de la tarde y el sol era cada vez menos fuerte, la brisa cálida y las calles solitarias, todo ese ambiente hizo que su mal humor se tranquilizara un poco. Aún tenía dos años para investigar, pero era muy impaciente y quería terminar todo de una vez, a pesar de sólo haber estado dos semanas en el pueblo.
El autobús por fin llegó y se bajó de él, y con más calma caminó hasta el lugar.
Una moto se estacionó cerca de la entrada, Henry lo vio y pensó:
"Ojalá tuviera una motocicleta"
Aunque no sabía manejar quería una en esos momentos. Así sería más fácil ir de un lugar a otro.
El conductor se quitó el casco, se bajó y entró al establecimiento.
Henry fue detrás de él y también entró.
El conductor saludó al guardia de la entrada y en seguida Henry reconoció esa voz.
"¿Jayden?"
En el fondo se alegro que tuviera una motocicleta, pero...¿cómo rayos le pediría que lo lleve? Eso era demasiado.
Tratando de ignorar los impulsos de hablarle caminó por todos los pasillos, buscando donde estaban las cosas que necesitaba. Se tardó demasiado si lo comparaba con lo que había comprado, no saber dónde estaba qué cosa le quitó tiempo.
Al final logró salir y fue hasta la parada. Todo estaba bastante oscuro y el autobús nunca aparecía.
"Perfecto..."
Pensó molesto y comenzó a sentirse ansioso, movía el pie con impaciencia y la cabeza comenzaba a dolerle.
Cuando de repente una moto frenó frente a él. El conductor llevaba una mochila, unos jeans y una chaqueta de lona celeste, se apoyó con un pie, levantó la visera del casco y dijo:
—Hola, que gusto verlo por aquí—exclamó Jayden con una sonrisa.
—Hola—dijo un poco sorprendido.
—Me temo que el autobús tal vez no pase—comentó mirando el cartel de la parada—La ruta que lo llevará a su casa no hace parada aquí.
Henry quiso ser tragado por la tierra ahí mismo.
—El bus lo deja aquí, pero no pasa de vuelta—explicó con una expresión complicada.
—¿Y dónde está dicha parada? —preguntó tratando de mantenerse tranquilo.
—Hacia allá—dijo señalando a su izquierda—A tres cuadras.
Henry miró en dicha dirección con molestia.
—Puedo llevarlo si gusta—se ofreció al verlo de mal humor—Llegaremos en menos de diez minutos.
—¿Podría llevarme? —interrogó maravillado, y con cautela.
—Claro—dijo quitándose los lentes y dándole el casco—Después de todo, vamos al mismo lugar—añadió con una sonrisa y volvió a ponerse los anteojos.
Henry se acercó, tomó el caso con un poco de duda y exclamó con un suspiro:
—Gracias en verdad—pero observando el casco sugirió—Mejor póngaselo—e intentó devolverlo.
—La seguridad del pasajero es más importante, ¿Y si nos estrellamos? Me sentiría culpable si le sucede algo—dijo esperando a que se lo pusiera.
—De acuerdo—respondió y se lo puso.
Henry se subió y se sujetó de las varillas de la parte trasera.
—Puede sujetarse de mi mochila si gusta—Jayden rio y comentó—Y no se preocupe, sólo he chocado un par de veces. Nada grave.
Henry no tuvo tiempo de arrepentirse cuando Jayden arrancó...
Las calles eran solitarias y Jayden iba a toda velocidad, girando esquinas y pasándose algunos altos. Sus ropas revoloteaban y Henry miraba con preocupación la calle a través del casco, y sin poder evitarlo tuvo que sostenerse de la mochila en una vuelta cerrada.
Jayden se incorporó en una vieja calle rodeada de árboles inmensos, y en menos de lo esperado se detuvieron frente a la casa de Henry.
—Menos de diez minutos, se lo dije—exclamó con una expresión satisfecha.
Henry se bajó con los comprados que le habían ceñido los brazos, se quitó el casco y se lo dio.
—Sí, así parece—respondió con una pequeña risa—Gracias...
—No hay de qué—y con el casco en mano añadió en voz baja—Espero que pueda seguir con lo que estaba haciendo, se veía un poco apresurado.
Henry se había olvidado por completo de su apuro.
Así como se desesperaba por terminar, también se olvidaba de ello con facilidad. Por eso odiaba las interrupciones.
Al escuchar esas palabras se dio cuenta que debía relajarse más, pensativo y un tanto indeciso, sugirió:
—Debo agradecerle correctamente por esto y todo lo demás, ¿por qué no cena en mi casa? No soy tan bueno en la cocina, pero...
—Claro, sería genial—exclamó con una sonrisa, pero rápidamente aclaró su garganta—Y no se preocupe por la comida. Cualquier cosa está bien.
"Debo despejar mi mente un poco y tomarme las cosas con más calma..."
Pensó Henry con firmeza. Si se obsesionaba de nuevo podría enfermar o algo, y Jayden era una muy buena opción para olvidar, relajarse y charlar un rato.
Dejando la moto afuera ambos entraron.
La puerta hizo un ruido al abrirse y el aroma a cosas viejas invadió sus fosas nasales. En la entrada, del lado izquierdo había una elegante mesa delgada junto a un espejo y varios cuadros, y del derecho un perchero y un estante para sombrillas.
Jayden dejó su mochila en la entrada y siguieron avanzando.
Era justo cómo lo imaginaba, cuadros de vidrio en los que había mariposas de diferentes estilos y colores, adornos viejos, pinturas elegantes, un reloj péndulo de pie, el suelo de madera café quemado...
—Es muy hermosa...—dijo Jayden observando cada detalle.
—Gracias—respondió dejando las llaves en una mesa y ambos se acercaron a la cocina—¿Está bien si preparo sándwiches de huevos? —sugirió un poco nervioso, ya que era lo único que podía hacer bien.
—Claro—dijo acercándose a la mesa en donde Henry dejó los comprados.
—No tiene que ayudarme, cuándo me invitó usted, hizo todo solo. Permítame hacer lo mismo—dijo sacando las cosas de la bolsa.
—Está bien—contestó resignado y se sentó en la mesa. Y mirándolo preguntó—¿Puedo preguntarle algo?
Henry rompió los cascarones y levantando la vista dijo:
—Por supuesto, sólo que...—sacó un pequeño depósito con sal y añadió un poco—No sé si le resulta incómodo, pero no es mucho de mi agrado tratar a las personas de "usted", a menos que sean del trabajo. Así que si no le molesta... ¿puedo hablarle informalmente?
Henry quería hablar cómodamente y despejar sus agobiantes pensamientos, pero si hablaba así todo el tiempo no se sentía relajado.
—En realidad a mí tampoco me gusta mucho hablar de esa manera. Y ya que somos vecinos y nos conocemos un poco, podemos hablar informal—comentó en voz baja con una expresión tranquila y se acomodó los lentes.
—Eso es un alivio, me cansa hablar de esa manera, crea un ambiente demasiado rígido—dijo batiendo los huevos.
—Pienso lo mismo—y apoyando un codo en la mesa dijo—Entonces ¿puedo hacer la pregunta?
—Adelante.
—¿Qué le inspiró a querer dedicarse a lo que es ahora? Si es algo muy personal no es necesario que responda—dijo con cautela.
—Oh, eso. Pues... crecí viendo a mi padre, el me enseñó muchas cosas antes de su muerte, cómo la fascinación hacia las mariposas. En casa había tantos libros de biología, específicamente hablando de insectos, y cómo no tenía muchos amigos prefería quedarme en casa y leer. No es que fuera marginado o algo, simplemente no me agradaban mucho los demás, y sentía que haciendo algo que mi padre hacía, me haría más cercano a él...
—Interesante...—exclamó Jayden en voz baja—¿Cuántos años tiene? Se ve muy joven cómo para ser un científico.
—Tengo treinta y cuatro, me gradué a los veintisiete. Fue difícil estudiar todo lo requerido, pero al final lo logré—y encendiendo la cocina preguntó—¿Y tú? También te ves muy joven para ser profesor.
—Veinticuatro—respondió riendo—Me tomé un año antes de estudiar, comencé la universidad cuando tenía diecinueve. Ahora casi llevo dos años cómo profesor.
—Vaya... ¿y por qué quisiste estudiar eso? —interrogó asombrado.
—Adoro enseñar a otros, de pequeño era bueno en matemáticas, y el niño nuevo no entendía muy bien esa materia, entonces le explicaba hasta que entendiera. Pero mi favorita siempre fue Lenguaje y Literatura, aunque me costaba un poco, y con la motivación de mi madre decidí estudiar eso—dijo con una expresión melancólica—"Es importa hacer lo que te guste en la vida, sino, nunca serás feliz de verdad", eso decía mi madre.
—Eso es cierto—comentó pensativo mientras terminaba de cocinar.
—Y cómo no hay ninguna Universidad en este pueblo, tuve que ir a la ciudad para estudiar.
—Vaya... debió ser difícil.
—Un poco, pero por suerte mi madre había estado ahorrando para mi Universidad desde hace mucho. Apenas logré terminarla con ese dinero—contestó con una sonrisa.
—Yo también estudié con los ahorros de mi padre—dijo sirviendo la comida en dos platos—Dejó dinero antes de su muerte, lo heredé y decidí usarlo para eso. No quiero ni imaginar lo difícil que hubiera sido trabajar y estudiar al mismo tiempo, definitivamente imposible para mí carrera...
—Me lo imagino.
Henry llevó seis sándwiches en dos platos, los puso en la mesa y se sentó.
—Se ve bastante bien—dijo Jayden dando una mordida, y al saborear hizo un sonido de deleite con la boca llena.
—Me alegra que te guste—dijo con alivio—Realmente soy un desastre en la cocina.
—Para nada—exclamó luego de tragar.
—Y hablando de cocina, lo que preparaste el otro día estaba muy bueno—y mordió el sándwich.
En realidad, estaba sorprendido, ya que no conocía a ningún hombre que cocinara tan bien cómo él.
—Mi madre me enseñó a cocinar—dijo un poco apenado—Me dijo que no tenía que depender de nadie, mucho menos para la cocina. Sólo necesitaba depender de ella. Al principio creí que sólo era para mujeres, pero luego vi chefs en la televisión.
—Antes también lo veía cómo algo que era sólo para mujeres—dijo luego de tragar—Pero ahora me arrepiento de no haber aprendido algo de mi madre. Y más porqué vivo solo, no es cómo que pueda comparar todo listo, sólo para ser calentado, esas comidas son muy dañinas. Y si me enfermo me atraso en mi trabajo.
—Yo puedo enseñarte algunas cosas si quieres. No es cosa del otro mundo—sugirió con timidez.
—Eso me sería de mucha ayuda—dijo encantado—Al menos lo básico para no morir de hambre.
—Aún no empieza la temporada de exámenes, así que tengo tiempo—y le dio una mordida al siguiente sándwich.
Henry se levantó y llevó un jugo de naranja a la mesa junto con dos vasos.
—¿Es pesado tu trabajo? —interrogó Henry.
—No mucho, son alrededor de veinte estudiantes nada más, y la mayoría son bastante tranquilos. Y cómo son de primaria las cosas que enseñó no son difíciles, por eso es más fácil calificar.
Henry sirvió jugo y le dio un vaso a Jayden.
—Gracias—dio un sorbo y dijo—¿Y el tuyo? ¿es difícil tu investigación?
—Mm....a veces sí, a veces no. Depende de las complicaciones que se presenten.
—Pero... ¿no te estoy quitando el tiempo ahora, verdad? —quiso saber un poco alarmado.
—No, no, debo tomar descansos de vez en cuando. Si no lo hago puedo enfermar, incluso una vez me dio anemia en la Universidad por no comer. Se me olvidaba o no me quedaba tiempo.
—Tienes razón, es bueno tomarse descansos de vez en cuando. El estrés es muy malo—y terminó de beber del vaso.
—No te ves cómo alguien que se estrese—comentó Henry mirándolo.
Su expresión era amable, dulce y pacífico, y de personalidad suave...no se lo imaginaba estresado o enfadado.
—Realmente no me estreso tan rápido, es raro que lo haga. Pero...si me enfado bastante fácil, bueno, sólo un poco—respondió apenado.
—¿Enserio? Yo pensé que no.
—Muchos malinterpretan eso por mi expresión—y suspirando añadió—Lamentablemente saqué el carácter de mi padre, pero tengo la personalidad de mi madre por suerte, eso nivela un poco las cosas.
—Vaya, entonces yo también lo malinterprete—y sirviendo más jugo preguntó—¿Y yo? ¿cómo crees que soy?
—Mm...—entrecerró los ojos y meditó—Supongo que tiene un carácter firme, y se enoja con facilidad, pero es amable.
—Casi—dijo dando un sorbo—En realidad no me enojo fácilmente, me estreso que es diferente, y más que todo me pongo muy ansioso. Y supongo que soy alguien amable—añadió en voz baja.
—Oh..—y sonrió ligeramente.
—Sí, soy alguien muy impaciente, y me gusta que todo salga rápido. A veces eso hace que las cosas me salgan mal—respondió riendo.
—¿Cómo por ejemplo? —quiso saber con curiosidad.
—Bueno....
Ambos se quedaron charlando por tanto tiempo que no se dieron cuenta de la hora. Y el jugo que había sobrado dejó de estar frío...
Henry en verdad se sintió bastante calmado esa noche.
Nunca se imaginó que hablar con alguien tan joven y que aparentemente no tienen nada en común, resultara tan agradable.
Ya había hecho las observaciones preliminares, y ahora era el momento de realizar "el estudio de campo".
Su parte favorita.
Iría al prado donde las mariposas solían estar la mayor parte del día, y estudiaría su comportamiento por algunas semanas.
Preparó todo para su pequeño viaje, un maletín pequeño en donde estaban todas las herramientas necesarias. Se encaminó con emoción por el camino de tierra.
Y cuando llegó al cabo de unos minutos lo vio.
En el prado estaba un joven sentado sobre el césped, pintando un pequeño tronco, sus manos estaban manchas con pintura verde, al igual que su ropa. Incluso en su claro cabello y en sus gafas se encontraban algunas manchas, se miraba tan concentrado mientras trazaba pequeñas líneas con un pincel muy delgado.
Henry sonrió y se acercó en silencio...
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