Amigos y enemigos


ϟ ..ઇઉ..ϟ

Me quedé completamente paralizada por sus palabras. Alessandro me observaba con una oscura mirada de dolor que me congelaba el alma.

—Lo siento, Alessandro. Yo... Yo no...

—Está bien. Tú no tenías por qué saberlo. —Me cortó.

Bajó la vista al suelo con rabia, tal vez incapaz de seguir mirándome a la cara, y, al verlo, algo se rompió dentro me mí. Sentí fuerte dolor en mi pecho, como si su sufrimiento fuese el mío propio, aunque, probablemente, no sintiese ni la mitad de dolor que él. Sus manos estaban apretadas en puños, y su voz fue puro hielo cuando me habló de nuevo.

—¿Querías algo más? —El aire se transformó en plomo al escuchar aquella frase.

Alessandro me estaba echando de su habitación; él quería que me fuera.

Negué con la cabeza incapaz de emitir sonido alguno. El proyecto de pelirrojo avanzó hacia mí y me esquivó para llegar a la puerta del balcón; escuché como la abría de un solo tirón, sobresaltándome. Sentí su mirada clavada en mi nuca, esperando a que saliera. Ordené a mi cuerpo que se girase y caminé hasta estar sobre la piedra del balcón.

Quería disculparme de nuevo, pero antes de que pudiese girarme hacia él, escuché el sonido de la puerta, cerrándose a mis espaldas.

Me quedé allí, mirando a la nada sintiendo como mis ojos se llenaban de lágrimas. Levanté lentamente la mano para limpiarme y me di la vuelta sin atreverme a mirar hacia el interior de su habitación. Con cuidado me subí a la barandilla y trepé hasta mi balcón.

Me tiré sobre la cama tratando de comprender lo que había pasado. Yo sólo había hecho un comentario inocente. ¡No sabía la triste noticia de sus padres! ¡Nadie se había molestado en decírmelo! Y, sin embargo, recordar los ojos de Alessandro cargados de dolor me torturaba.

¿Cuándo habría pasado? Podía haber pasado poco tiempo, y yo había metido el dedo en su herida abierta; o podían haber pasado años, a fin y al cabo, ¿cómo dejar de sentir la muerte de un padre? ¡Y aún peor si él había perdido a los dos! 

Pensé en mi madre, trabajando en Estados Unidos; ¿qué haría si me llamaran para decirme que no la vería sonreír nunca más?

Agarré el móvil, busqué su número. Necesitaba hablar con ella. Mi corazón latía con más fuerza a cada tono que escuchaba y que ella no contestaba, hasta que finalmente oí su voz.

¡Daniella, mi vida! ¿Cómo estás? Perdona que no te contestara, cielo, ¡pero es que me pillaste en medio de una sesión! Tuve que hacer una pausa para poder recibir la llamada; y eso por que eras tú que de otro modo.... Que raro que me llames en vez de escribirme, hija. ¿Va todo bien?

La sensación de alivio fue instantánea. Sonreí aun sabiendo que ella no podía verme mientras que una gota resbalaba por mi rostro y se estrellaba contra la almohada. A esa le siguió otra, y luego otra, y otra más; tuve que cubrirme la boca para que ella no escuchase mis sollozos.

¡Qué fácil había sido para mí solventar los kilómetros que nos separaban marcando unos pocos números! Si Alessandro quisiese hablar con sus padres... Él no tenía forma alguna de hacerlo.

¿Daniella? ¿Sigues ahí mi vida?

—Sí, sí mamá —Me aclaré la garganta e intenté que mi voz sonase animada—. Perdona, es que estaba bebiendo y me atraganté.

¡Ay! Hija mía —Suspiró mi madre riendo—. ¿Qué voy a hacer contigo? —Reí con ella mientras me limpiaba los restos de gotas que habían quedado picándome en las mejillas—. Dime, cariño, ¿a qué se debe tu llamada?

—Te echaba de menos, mamá, y pensé que era un buen día para que hablásemos en vez de escribir. —Contuve las gotas que amenazaban con salir de nuevo de mis ojos.

Siempre es un buen día para eso, hija; pero en este momento no puedo hablar mucho, me están esperando seis modelos... En teoría en ropa de invierno, pero... ¡los diseñadores invierten cada vez menos en tela! —Reí—. Pero bueno, un ratito al menos. Cuéntame, ¿estás utilizando tu cámara?

—¡Sí! Mucho, la verdad. Creo que estoy olvidando como ver a través de mis ojos; sólo miro por el objetivo de la cámara —Escuché como mi madre reía complacida—. Pronto te enviaré unas fotos, ¿de acuerdo?

Las estaré esperando, cariño; ahora tengo que dejarte. ¡Tengo que volver al trabajo!

—Lo entiendo mamá, te hablaré mejor por la mañana mientras estés en Nueva York, así ya estarás en el hotel.

De acuerdo. Te quiero, Daniella.

—Te quiero, mamá.

Al día siguiente me levanté con ojeras y los ojos enrojecidos. No quería encontrarme con Alessandro. ¡No tenía ni idea de cómo mirarlo a los ojos después de lo que había pasado! de modo que me quedé en cama. Me estaba comportando como una cobarde, sí, pero no sabía si podría soportar de nuevo la intensidad de la tristeza de Alessandro reflejada en sus ojos.

Mi móvil vibró haciéndome saber que tenía un mensaje. Desbloqueé la pantalla y vi que era de Pablo. ¡No me había vuelto a acordar de él!

# Pablo: Enana. Me diste plantón ¬¬

Genial. Estaba enfadado.

# Nella: En realidad no. Yo fui a verte como habíamos quedado :P

Envié con la esperanza de que un toque de humor lo animase.

# Pablo: ¡Pero me dejaste allí tirado! ¬¬'

No, el humor no había servido de nada. Llegados a este punto, sólo podía hace una cosa: disculparme.

# Nella: Es cierto. Perdóname, Pablo. Sabes como soy cuando me enfado, que no pienso.

# Pablo: Tú lo que querías era irte de nuevo para la habitación de tu novio.

Mi cara se tiñó de rojo en cuando leí su mensaje. ¿Él creía que éramos pareja?

# Nella: ¡¡Alessandro no es mi novio!!

# Pablo: ¿Y aun así pasaste la noche con él? Tú antes no eras así, Daniella.

¿Que no era así? ¿Así cómo? Noté el creciente enfado emergiendo de mí y respiré hondo tratando de calmarme.

# Nella: Primero: no soy así, ¿vale? Segundo: !Tenía 15 años cuando nos conocimos¡ Ya no soy una niña...

# Pablo: Entonces sí pasó algo.

# Nella: ¡No! ¡Y lo siento, pero no tengo por qué darte explicaciones sobre eso! Me fui sin más y estuvo mal. Me disculpo por eso, pero nada más. Hasta ahí te debo.

Pablo tardó en contestar tanto tiempo que creí que se había enfadado demasiado y ya no lo haría.

"Tal vez me he pasado..."

# Pablo: Tienes razón. Perdóname. Siempre me he sentido como tu hermano mayor y me he excedido.

# Nella: Un hermano que me besa en la boca y se larga un año sin que sepa nada de él... ¡Menudo hermano! ¬¬

# Pablo: ¡Fue un beso de felicidad! ¡Tú también te marchabas por largo tiempo y te extrañaba! ¡Deja de recordármelo!

# Nella: Jamás :p Además yo sí que hablaba contigo durante mis viajes.

# Pablo: ¡¡¡Ya, pero tú no tenías que lidiar con el fantasma de un beso mal dado!!!

Reí feliz de que las cosas con mi amigo volviesen a la normalidad.

# Pablo: Prometo no entrometerme demasiado en tu vida a partir de ahora, ya veo que hay personas muy dispuestas a cuidarte, así que me quedo tranquilo :) Y ahora, ¡me voy a comer que no he desayunado y me muero de hambre!

# Nella: Jajajaja. Está bien, glotón. Buen provecho.

Me pasé toda la mañana metida en la cama, intentando leer un libro, pero las palabras de Pablo no me dejaban concentrarme al cien por cien. "Hay personas muy dispuestas a cuidarte" ¿Se refería a Alessandro?

Me sobresaltaron unos fuertes golpes en la puerta.

—¡Amie! Tienes mala cara.

La miré con una pequeña y molesta sonrisa. A veces su sinceridad me abrumaba.

—Buenos días, Ali. Yo también me alegro de verte.

—¿Buenos días? Son las dos de la tarde, Nella. ¿Estás bien?

—Sí —Suspiré—, sólo he pasado mala noche. ¿Qué ocurre?

—Venía a buscarte para que bajemos juntas a comer. ¡Ya te saltaste el desayuno y ayer no cenaste tampoco! ¿Estás enferma? ¿Aviso a Sophia?

—No, Ali. Simplemente no tengo mucha hambre.

—Pero tienes que comer, amie; aunque sea un poquito. —Tenía razón, me sentiría peor si no comía nada.

Me duché y me puse un pantalón vaquero, una camiseta y un bonito jersey negro. Me coloqué unas botas negras y puse un poco de color en mis mejillas para ocultar mi mala noche. Agarré mi cámara y mi bolso y bajé con la morena a la primera planta.

Abrí la puerta del comedor y vi a todos los chicos, menos a Drew, sentados en nuestra mesa. Alessandro, removía su taza de café sin levantar la vista en ningún momento y, sin embargo, mi corazón comenzó a bombear sangre con rapidez haciendo que me marease. Me agarré a Alina que me miraba con preocupación y le sonreí para hacerle ver que no ocurría nada.

Tomamos unas bandejas y caminamos hacia la barra; notaba que la gente me observaba fijamente e incluso se acercaban a cuchichear. Miré a Alina que también se había fijado en el detalle y echaba un vistazo a un lado y a otro preguntándose qué ocurría. Se revisó la ropa y los zapatos comprobando que no hubiese algo extraño en ellos y luego miró la mía sin encontrar nada.

—¿Ocurre algo? —Preguntó susurrando, con su graciosa forma de pronunciar las erres—. ¿Tengo algo extraño?

—No lo sé —Contesté extrañada—. Pero... creo que me miran a mí.

Recogimos la comida, fuimos a la mesa y ocupamos nuestros lugares. Giré la cabeza para comprobar que gran parte de los alumnos seguían mirándome de forma extraña y hablando por lo bajo.

—¿Sabe alguien qué está pasando? —Pregunté. 

Todos menos Alessandro miraron a su alrededor extrañados logrando que la mayoría de las personas dejasen de mirar.

—No te preocupes Nella —Dijo Alan restándole importancia al asunto—, puede ser cualquier cosa; desde que les guste tu jersey, hasta que estén analizando el color de tu pelo.

—O intentando ver la marca de tus zapatos. —Intervino Jake encogiéndose de hombros.

—O que estén asustados por esos ojos rojos estilo vampiro sangriento —Habló Filipp sonriéndome amable como siempre. Tenía una buena cara esa mañana, señal de que se había repuesto por completo de la fiesta, y eso me alegraba—. ¿Va todo bien, Nella?

—Todo bien, Filipp —Contesté devolviéndole la sonrisa—. Sólo tuve una pesadilla esta noche, y no pude dormir más. —Inventé.

—Eso tiene fácil solución. Cuando te vuelva a pasar, llámame; me cuentas tu pesadilla, y yo crearé un final feliz para ti. —Sentí por primera vez la mirada de Alessandro clavada en mí, pero no me atreví a mirarlo.

—No creo que todas las pesadillas puedan terminar con un final feliz.

—¡Claro que sí! A ver, ponme un ejemplo de pesadilla y yo la soluciono.

—Está bien. Voy paseando bajo la torre Eiffel y comienza a caérseme encima.

—¡Eso es muy fácil! Me pongo unas mallas y una capa y voy volando a rescatarte.

—¿Vendrías en mallas? —Pregunté divertida.

—¡De las ajustadas! —Alan y Jake rieron conmigo, y Filipp pasó un brazo protector sobre mis hombros—. No te preocupes, Nella. No hay pesadilla que pueda con una buena risa.

Removió mi cabello mostrándome su graciosa sonrisa de duendecillo, mientras sus ojos verde oliva brillaban con fuerza. Le devolví la sonrisa mientras trataba de peinarme de nuevo y le enseñaba la lengua.

Salimos del comedor y vimos un gran número de personas amontonadas alrededor de la gran televisión de la sala común, la gran mayoría eran chicas, que gritaban histéricas por algo que estaban diciendo en las noticias.

—¿Qué ocurre? —Preguntó Alan en voz alta—. ¿Viene Katy Perry a París?

Las chicas le contestaron con un sonoro "sssssshhhhh", haciéndolo callar.

—Va a ser que no es eso. —Susurró Jake, para recibir una colleja de su amigo.

Se marcharon por el pasillo peleando y Filipp me susurró en el oído que iría tras ellos para que no ocurriese ninguna desgracia. Sonreí divertida y asentí.

Alessandro, Alina y yo nos acercamos lo más que pudimos a la gente y puede reconocer entre ellos a Drew, que también miraba la tele, sólo que él parecía aburrido. Para mi horror, logré ver la figura a la que estaban entrevistando en pantalla.

—Y cuéntenos, Luis. ¿Por qué eligió Londres para presentar su nueva colección? 

—La semana de la moda de Londres en una de las más importantes —explicó mi padre con gesto amable—, junto con la de París, New York y Milan, por supuesto.

—Efectivamente, hasta ahora todas sus presentaciones habían sido en Milan. ¿Por qué este cambio? —La presentadora era joven y estaba claramente feliz de estar entrevistando a Luis.

Por lo que yo sabía, mi padre llevaba años en el "Backstage", sin conceder entrevistas, tratando que mi vida y la de mi divorciada madre fuese lo más tranquila posible. Él pretendía que de algún modo, se olvidasen de nosotras.

—Este año presentaré cuatro colecciones diferentes en las cuatro "Fashion Weeks". Es muy fácil para mi limitarme a presentar en Milan pero no podemos permanecer en nuestra zona de confort para siempre, ya sabe, ahí estamos muy seguros, protegidos y salir siempre supone un riesgo, pero no se puede crecer si no se arriesga.

—¿Quiere decir que este año tiene el propósito de crecer?

—Así es. —Contestó él amablemente.

—Pero usted ya es reconocido mundialmente. ¿Qué más podría querer conseguir? —Alagó la mujer con una pícara sonrisa.

—Quiero conseguir lo más importante que podré alcanzar en la vida.

—¿Qué es? —Preguntó la insistente presentadora.

—Es un secreto. —Zanjó mi padre con una sonrisa. La mujer rio complacida y saltó con otra pregunta.

Muy bien, respetaremos su secreto, pero, a cambio, tengo una última pregunta para usted. Desde que se divorció no hemos vuelto a saber nada de usted, y nunca lo hemos visto con su hija. ¿Sabe algo de ella? —Se me paralizó el cuerpo.

¿Qué clase de persona preguntaba algo así? Vi que mi padre sonreía tranquilo y contestaba a la pregunta.

Por supuesto. Alejandra está en España, hablamos cada poco tiempo y espero que pronto pueda venir a visitarme a Italia.

—¿No la ha invitado a su desfile?

—No. Ella está estudiando en un instituto privado, donde son muy estrictos con la asistencia a clase —Explicó levantando las cejas para subrayar lo estricto del supuesto centro de estudios—. Para mí lo principal es que apruebe todo, como siempre ha hecho, y venir a Londres sólo la distraería de sus tareas, y eso es inadmisible.

—Un padre duro. —Habló la presentadora tratando, claramente, de hacer hablar más a mi padre.

—Bueno. Yo sólo quiero lo mejor para ella, como cualquier padre. —Concluyó Luis sin perder la sonrisa.

Respiré aliviada al comprobar que mi padre no sólo cumplía su promesa de no venir a visitarme, sino que dejaba claro que su hija se encontraba estudiando en España, de modo que cualquier sospecha sobre mí quedaría erradicada.

—Eso es cierto. Y su ex mujer...

Ya estaba poniéndome nerviosa de nuevo cuando el televisor se apagó de repente. Muchas chicas protestaron hasta que vieron a Susan ponerse de pie con el mando en la mano. La pelirroja me miró directamente con una fría sonrisa que me erizó todos los pelos.

—Daniella... —Me temí lo peor. 

Instintivamente me peiné el flequillo para que ocultase mis ojos azules. Los de mi padre.

¡Demonios! Lo sabía. Ella lo había descubierto. Todos los que se encontraban en el salón voltearon a mirarme, intimidándome como el primer día.

—¿Sabes quién era? —Preguntó señalando el televisor. Yo negué rotundamente con la cabeza, provocando las risas de medio salón.

Los miré a todos confundida. ¿Qué rayos les pasaba?

—¡Increíble! —Dijo Brittany riendo—. ¡Era Luis Giannetti! Ya te hablamos de él.

—¡Oh! —Exclamé poniendo mi mejor cara de sorpresa—. ¿Era ese? —Todos rieron de nuevo.

Miré a Alessandro, que observaba enfadado a Susan. ¿Sabía él qué se traía la pelirroja entre manos?

—¡Por Dios, becada! —Escupió Susan con cara de asco—. ¡Desprestigias este instituto! ¿Acaso vienes de la selva?

—Susan —La advirtió Drew colocándose delante de mí—, cierra la boca.

—No digo nada que no sea cierto, Drew. Parece que la directora necesite rellenar huecos aquí. ¿A caso no pagamos suficiente todos? Mejor tener una habitación vacía que a una becada.

Pronunciaba la palabra como si se le fuese a contagiar la condición sólo por decirlo. Era tan... ¡bruja! ¡Y me ponía de tan mal humor...! 

Pero debía callar; no podía llamar la atención de nadie, y menos la suya, sólo por un arrebato.

—¡Mi padre no paga para que me junte con gente de su clase!

—Cierra la boca, o te la cerraré yo mismo. —Amenazó el moreno.

—¿¡La defiendes!? A ver, becada, ¿por qué estás aquí? ¿En qué destacas?

—¿En qué destaca? —Preguntó Drew en mi lugar.

—¡Sí! ¿En qué destaca? ¿Por qué le concedieron la beca? —La sala permaneció en silencio. Todos esperaban mi respuesta. Respuesta que yo no tenía.

—Daniella está aquí por una beca en fotografía —Todos volteamos a mirar a Sophia que nos miraba cruzada de brazos y con una expresión muy poco amigable—. Daniella fue la mejor de su clase durante varios cursos de fotografía.

—¿Por una materia optativa? —Se burló Brittany.

—Sí, por una optativa —Habló mirando a la Barbie fijamente mientras se acercaba a ella, haciéndola callar—De hecho, hay algún que otro importante fotógrafo interesado en sus obras, y por eso se le concedió una beca. Además, tiene unas excelentes calificaciones desde el parvulario; sobresalientes y matrículas de honor durante todos los cursos. ¿Tiene usted algo así?

La rubia que agachó la cabeza avergonzada.

—Eso creía. Ahora los quiero a todos en sus respectivas habitaciones hasta la hora de la cena. En este centro no toleramos la discriminación por etnia, sexo o poder económico, ¿queda claro? —Preguntó mirando a Susan mientras le arrebataba el mando de las manos.

La pelirroja miró a Sophia desafiante y la esquivó para subir las escaleras, seguida por sus fieles seguidoras, pero antes de desaparecer hacia el segundo piso me lanzó una malévola sonrisa que no me dio ninguna buena espina. Algo estaba tramando.

—¡Todos arriba! ¡Ya!

Le sonreí a la orientadora agradeciéndole su ayuda con toda mi alma, y ella me guiñó un ojo disimuladamente y me mandó subir con los demás.

—¿Estás bien, Nella? No sé en qué estaba pensando Susan; ¡fue tan sumamente estúpida! —Habló Drew preocupado.

—No pasa nada. Es difícil caerle bien a todo el mundo.

—Hey, Daniella. Quiero que sepas, que no todos estamos de acuerdo con lo que dijo Susan, y que, si necesitas algo, cuentas conmigo y con muchas personas más. —Dijo Will sonriendo amable. Le agradecí con una sonrisa y un abrazo.

—Es cierto, Amie, a nosotros nos da igual el dinero que tengas.

—Gracias, Ali. —La abracé también.

—¡Hey! ¿Y mi abrazo? —Preguntó Drew.

Yo lo abracé riendo y pude ver por encima de su hombro como Alessandro se alejaba hacia su habitación.

Subí hasta la mía recibiendo miradas de desagrado, de ánimo y de pena. ¡Había sido tan tonta! Negando conocer a mi padre para no llamar la atención y justo ¡la llamaba más que nunca! La buena noticia era que nadie sospechaba nada a cerca de mi padre, la mala noticia era que medio curso me despreciaba por "pobre".

Aunque, realmente eso era lo de menos; no quería cerca a nadie que me quisiese sólo por mi dinero. Era algo que tenía grabado a fuego en la mente, no sólo por las malas experiencias al respecto, también por las palabras que mi madre no dejaba de repetirme:

"El dinero no compra amor, Daniella" "Quien te ame pobre, te amará rica; pero quien te ame rica, tal vez no te ame pobre."

No sabía el porqué de sus palabras y sin embargo habían hecho gran mella en mí.

Mi teléfono vibró, avisándome de la llegada de un mensaje. Lo agarré y vi que esta vez era Filipp quién me escribía.

# Filipp: ¿Qué ha pasado, Nella? Salí a buscarte y la sala estaba desierta, y luego Sophia me dijo que tengo que irme a mi habitación :/

# Nella: Tuve un pequeño encuentro con algunos alumnos... Al parecer no les gusta compartir instituto con una becada.

No le nombré a Susan. No podía arriesgarme a que Filipp le recriminase algo. Debía ser cuidadosa y no llamar más la atención.

# Filipp: ¿Quién?

# Nella: Eso es lo de menos, Filipp.

# Filipp: ¿Qué te dijeron?

# Nella: Nada grave. Sólo que no estaban de acuerdo con que se aceptase gente pobre en el internado.

# Filipp: ¡Que estupidez!

# Nella: :D

# Filipp: ¿Sabes que cuentas conmigo, verdad, Nella?

# Nella: Lo sé, gracias.

# Filipp: Te quiero.

Me quedé un rato mirando el mensaje, con los dedos encima de la pantalla sin saber qué contestar, por suerte vi que al lado de la foto de Filipp aparecía un mensajito que ponía "escribiendo", de modo que sólo esperé a que el nuevo mensaje llegara.

El estado cambiaba como si el rubio escribiese y borrase continuamente lo que había escrito. Hasta que finalmente envió:

# Filipp: Los amigos también se quieren, Daniella. ¿Recuerdas?

Aliviada, contesté con sinceridad.

# Nella: Sí :D Gracias, Filipp. Yo también te quiero.

A la hora de cenar, le escribí a Ali avisándola de que prefería no bajar al comedor, para evitar un nuevo encuentro con Susan, y diez minutos después de enviar el mensaje, la morena llamaba a mi puerta para dejarme una bandeja repleta de comida.

Cené tranquilamente en mi habitación mientras chateaba con las gemelas y cuando terminé, me lavé los dientes y salí al balcón.

La luz de la habitación de Alessandro estaba apagada. Tal vez aún estaba en el comedor, o podría estar ya durmiendo. Dónde no estaba era allí, para darme la oportunidad de disculparme con él, de explicarle que no había hablado con mala intención; que sentía muchísimo que mi desafortunado comentario lo hubiese herido tanto.

Lejos quedaban aquellas sensaciones cálidas que a veces él provocaba en mi. El recuerdo de sus labios en los míos era ahora una memoria congelada. Él ya no quería ni mirarme y yo me sentía fatal por lo ocurrido. Cierto era que yo no tenía forma de saber lo que les había pasado a sus padres, pero, igualmente, me prometí a mí misma, antes de irme a la cama, que intentaría pedirle perdón una vez más.


Hola Zanahorios!!

Contadme en los comentarios qué os ha parecido este capítulo!!

Para despedirme sólo me queda mandaros un enorme BESO CON SABOR A ZANAHORIA!

Alma.


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