Parte única

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Baji desde hace media hora observa el cielo, recostado sobre la hierba que cubre el jardín de la casa de su abuela materna.

Un secreto; su color azul y las nubes blancas como algodón, le otorgan serenidad a su alma.

Porque él también tiene esos momentos, donde solo quiere estar tumbado, sin nada que hacer, y todo mejor aun cuando esta con esa persona a su lado. Aunque él no lo sepa.

Cuando se acuesta de lado, en su campo de visión, aparece y aprecia a una mariposa sobre una de las hojas de un trébol de tres.

Pequeña, naranja, y frágil.

A Keisuke le parece hermosa y desea tener en esos momentos su cuaderno de dibujos de animales para pintarla.

(Ese es otro secreto que tiene)

—Quiero hacerme un tatuaje. — La voz suave de acompañante inunda sus pensamientos.

Keisuke se incorpora y su rostro queda frente al de su mejor amigo.

Kazutora Hanemiya.

A diferencia de él, apoyaba su espalda del tronco del manzano que los protegía de los rayos solares en pleno verano.

—¿Por qué quieres hacerte un tatuaje?

—Me parece que me hará mas rudo. — confiesa. La sonrisa de Hanemiya creció con arrogancia, pero sus mejillas se colorearon en espera de apreciación por su idea.

Pero Baji solo sonrío con malicia, sin poder evitar molestarlo un poco.

—Pobre de ti que debas hacerte un tatuaje para parecer mas rudo, niña bonita.

Kazutora frunce el ceño y estuvo tentado a lanzarle una patada a Baji. Odiaba cuando le decía niña bonita, porque hacia a su corazón latir y sentirse avergonzado.

(Aunque sabía que en el fondo de su corazón lo apreciaba, cada palabra y momento con Baji; su mejor amigo).

—Creo que un tatuaje es algo también simbólico — habló de repente Baji, captando su atención. El azabache miraba hacia un trébol de tres hojas. — Si quieres hacerte un tatuaje esta bien, Kazutora. Es tu cuerpo y tu decides que hacer.

Kazutora lo miró de reojo.

Su corazón latió de felicidad y de su mochila sacó un cuaderno.

—Este es lo que quiero. — le mostró el dibujo que el mismo había trazado.

Keisuke aprecio los trazos de su amigo.

—¿Un tigre? — soltó, cuando comprendió el dibujo.

—Los tigres son grandes y fuertes, tienen entereza y muchos le temen. — Y le guiño un ojo. —Así me quiero sentir.

—Oh.

Siempre se considero una persona sincera, pero en ese momento, por alguna razón, Beji mordió su labio para no decirle a Kazutora que, por mas tigre que él quiera aparentar ser, para él siempre sería como una mariposa.

Pequeño, frágil y bonito.

Baji apretó sus rodillas contra su pecho y miro a Kazutora de reojo, quien quedo ensimismado mirándolo por igual.

Pequeño, frágil, bonito y con temple. Porque las mariposas eran fuertes, solo que muchos no podían evitar dejarse guiar por sus apariencias frágiles.

Y Kazutora a veces mismo no lo veía, cuando se encerraba en si mismo por su pasado.

Y es ahí donde entraba él, para siempre hacérselo saber.

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BajiTora recién horneado!

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