Te protegeré siempre


Era una tarde lluviosa en el reino Champiñón, todos en la ciudad corrían a refugiarse a sus casas, pues la tormenta no daba tregua. Las calles vacías presenciaban aquella gran tormenta no daba tregua. Las calles vacías presenciaban aquella gran tormenta, y los rayos partían las nubes, retumbando fuertemente en el cielo y asustando a los más pequeños.Es bajo esta lluvia torrencial que una figura femenina bajo una capa café se mueve rápidamente, protegiendo lo que lleva entre sus brazos para que no se moje. Esta misteriosa persona se mueve con total elegancia, flotando suavemente sobre el suelo mojado. Evadiendo a los árboles, persigue un refugio donde resguardarse de la tormentaFinalmente vislumbra una pequeña casa en el horizonte, la cual tiene un enorme letrero enfrente con el nombre de "Mario" en letras grandes. La figura se movió hasta la entrada de la misma abriéndola con el uso de su magia para secarse por completo. Avanzo con cuidado hasta la sala, y deposito con cuidado aquella carga que llevaba sobre el sillón. Se trataba del mismísimo héroe del reino Champiñón el valiente Mario, pero muy malherido. Su ropa estaba desgarrada y manchada con su sangre, y su rostro presentaba varios golpes, moretones y cortadas.

Con mucho cuidado, aquella figura lo acomodo sobre el sillón, apoyando su cabeza en una almohada que coloco encima del descansabrazo del mismo. Le quito su icónica gorra y le dejo en la pequeña mesita que estaba a la par del sillón. La respiración del héroe era entrecortada, y se encontraba sumido en un profundo sueño debido a la gravedad de sus heridas.

La figura que lo había traído hasta su casa se dirigió hacia las cortinas y las cerro, dejando la sala a oscuras, pero oculta de las miradas curiosas. Levanto su varita, la cual terminaba en el contorno de una estrella amarilla, y creo una pequeña esfera de luz, la cual hizo levitar hasta el techo de la habitación. Esta pequeña esfera ilumino nuevamente el lugar, permitiendo a la figura poder ver con claridad el cuerpo del héroe de rojo.

Con cuidado, se quitó la capa, dejando que su larga y hermosa melena rubia cayera libremente por su espalda. La guardiana del cosmos, soberana del mismo, y madre de los destellos, dejo la capa en una de las sillas del comedor. Una vez que estuvo lista, Rosalina regreso a la sala y se arrodillo cerca de aquel héroe malherido. Sus preciosos ojos celestes, tan puros como el cielo despejado, se posaron sobre aquel héroe herido en batalla, y se llenaron de preocupación y tristeza. Con cuidado puso una de sus delicadas manos sobre la frente de Mario, acariciándola con cariño y afecto. Una de las cosas que más le dolía era ver a aquel hombre herido, quien la había ayudado en el pasado de muchas maneras, y a quien le había hecho una importante promesa: que cuidaría siempre de el desde las estrellas.

Aun recordaba cómo había terminado en esta situación. Mario solía ir mucho de aventuras, no solo para salvar a su princesa, sino también para ayudar a otros reinos necesitados de un héroe. Normalmente usaba champiño9nes de vidas extras, por lo que rara vez terminaba lastimado. Pero en esta ocasión se había enfrentado a un rey despiadado que quería conquistar el reino de la selva. La batalla había sido dura, y Mario fue herido en combate. Pero siempre dispuesto a pelear hasta el final, y nunca rendirse, ignoro el dolor y continuo. Eventualmente salió victorioso, pero con el costo de quedar al borde de la muerte.

En ese momento fue que ella apareció, levanto su cuerpo del suelo y comenzó su viaje hacia su casa, siempre protegiendo su cuerpo para que no se hiciera más daño. No era la primera vez que ella le sanaba sus heridas, pero si era la primera vez que estas eran tan letales. Siempre que lo ayudaba solía dejarlo dormido para que pudiera descansar mientras sanaba, y antes de que despertara ella se iba. No le molestaba ayudarlo en secreto, pues lo único que le importaba es que el estuviera bien.


La princesa estelar procedió entonces a quitarle los zapatos con mucho cuidado, deslizándolos por sus pies molidos de tanto correr y saltar. Los dejo a un lado del sillón y coloco sus dos pequeñas manos en el rostro del héroe de rojo mientras lo miraba con amor. Una pequeña luz blanca comenzó a salir de sus manos y rodeo la cabeza del pequeño héroe, comenzando a sanar los moretones y a cerrar las cortadas en su rostro. De manera inconsciente, la mujer de pelo rubio claro comenzó a cantar una canción de manera suave y pausada, como si lo estuviera arrullando. Esta era una canción sobe amor, pero un amor imposible.

Sus ojos llenos de dulzura y amor no dejaban de ver el sereno rostro de su amado, porque no tiene sentido que ella lo niegue, realmente ama a aquel héroe. Pero también estaba consciente de que su corazón le pertenecía a alguien más, a una de sus amigas, y eso solía llenarla de tristeza. Sabía que el amor entre los dos era imposible, pero eso no la detenía de seguir velando por su seguridad y felicidad. Porque para ella el verdadero amor no consiste en ser feliz, sino en hacer feliz a la persona amada, incluso cuando esa felicidad esta con otra persona.Una vez que la cabeza de Mario estuvo atendida, Rosalina paro su canto y retiro sus manos de su rostro. La soberana del universo trago saliva debido a lo que debía hacer a continuación, pues para poder sanar las heridas de su cuerpo debía removerle la ropa. Lentamente comenzó a acercar sus pequeñas manos a los botones de su overol azul, presionándolo y deslizando la tela de sus tirantes para desabrocharlos y colocarlos sobre el sillón. Con las manos temblorosas, el pulso acelerado y un leve tono carmesí en sus delicadas mejillas, la guardiana del cosmos comenzó a quitarle el overol con delicadeza, cuidando de no lastimarlo más.

Poco a poco fue bajando por su camisa, revelando su ropa interior. Totalmente avergonzada, Rosalina cerro los ojos, pues estaba entrando en la intimidad de Mario, y lo que estaba haciendo era totalmente inapropiado. Pero el deseo de ayudarlo y sanar sus heridas pudo más que la vergüenza, por lo que abrió un poco los ojos y continuo con su tarea. Siguió retirándole los overoles, levantando sus fornidas piernas para poder quitárselo por completo. Aun ruborizada y sintiendo que estaba invadiendo la privacidad del héroe rojo, Rosalina centro su mirada en sus piernas heridas. Tomo las piernas con su mano, una para cada pierna y siguió el mismo proceso que con su cabeza. Con sus finas manos pudo sentir la aspereza de la piel del héroe, pues debía recorrer sus piernas de arriba hacia abajo para asegurarse de que el proceso fuera rápido.

Con el tiempo fue relajándose, fantaseando con que ambos estaban en una cita y ella estaba dándole un suave masaje. Pensó en la boba sonrisa de Mario y en sus absurdos comentarios que la hacían reír y le levantaban el ánimo. Una pequeña sonrisa se formó en su pequeña boca debido a su fantasía, fantasía que sabía que jamás se iba a cumplir. La fantasía hizo que continuara con su canción mientras seguía curando las heridas de Mario, siempre evitando ver su ropa interior.

Cundo termino con sus piernas dirigió su mirada a su maltratado torso y tomo la orilla de su camisa roja del héroe con cuidado. Lentamente comenzó a subirla y la deslizo por sus fuertes brazos, dejándola a un lado del sillón también coloco sus manos encima del pecho de Mario y repitió la misma operación de antes, recorriendo su torso y brazos con sus finas manos. Nuevamente, siguió cantando y fantaseando. Esta vez ambos estaban en la playa y Mario se había ofrecido para untarle el bloqueador a ella, y ahora era su turno. Visualizo el rostro sonrojado del pequeño héroe, pues él era una persona correcta y respetuosa sintiéndose incomodo en una situación de roze tan cercano e íntimo. La princesa estelar se mordió levemente el labio, pues por su mente comenzaba a pasar pensamientos indebidos.

Una vez que termino fue caminando hasta la cocina y regreso con su capa, colocándola sobre el cuerpo de Mario a manera de sabana para cubrirlo. Finalmente tomo sus firmes manos y les quito los guates, procediendo a sanarlas. Al terminar las dejo con cuidado sobre la manta improvisada. Su mirada se fijó nuevamente en el rostro del héroe, en sus labios específicamente. Se veía tan pacifico dormido, tan... lindo, hasta cierto punto... ¿estaría mal... robarle un pequeño beso? Si, si lo estaría, pero la tentación era muy fuerte. Debido a ello, Rosalina se levantó rápidamente y se volteo, esforzándose por eliminar esos pensamientos impropios de ella, pensamientos indebidos e indecentes.

Ella dirigió su mirada hacia la ropa desgastada y manchada de sangre, agachándose para levantarla del suelo. Con cuidado uso su magia para repararla y luego volvió a inclinarse cerca del sillón para retirar la manta. Con cuidado volvió a vestir a Mario tratando de no despertarlo. Le coloco toda la ropa menos los zapatos y lo dejo recostado en el sillón. Al terminar le dedico una última mirada. Un pensamiento fugaz cruzo su mente y decidió que no era inapropiado, así que lo llevo a cabo.


Se quitó los zapatos de tacón y con mucho cuidado lo levanto, recostándose ella en el sillón. Una vez que se acomodó, dejo a Mario recostado sobre su delicado cuerpo dejo su cabeza de su amado apoyado sobre su estómago, quedando el resto del cuerpo aprisionado entre sus finas piernas. Rosalina sonrojada y con el pulso acelerad, coloco sus pequeñas manos sobre el rostro de Mario y comenzó a acariciarlo. De vez en cuando tocaba también su pecho. Ella decidió cerrar los ojos y cantar por última vez, teniendo una última fantasía. Ambos estaban recostados en un árbol viendo a las estrellas, en la misma posición en la que estaban ahora. Ella podía sentir el calor del cuerpo de Mario sobre el de ella, el cómo rozaba su cuerpo por debajo de su fino vestido. No se hablaban, pero no lo necesitaban solo estaban ellos, las estrellas y su amor.

Al terminar su canción se levantó y volvió a acomodar a Mario en el sillón. Se inclinó una última vez y le planto un tierno beso en la frente. Tomo su capa, desapareció la esfera de luz que iluminaba la habitación, corrió las cortinas nuevamente se colocó los zapatos y salió de la casa con rumbo a su hogar.

Más tarde ese día, el héroe de rojo comenzó a despertar al abrir los ojos se dio cuenta de que estaban en su hogar, más específicamente recostado en el sillón de su sala, lo que le pareció extraño. Más extraño aun le pareció el hecho de sus heridas se habían sanado mágicamente (otra vez) y que su ropa estaba intacta, como si nada hubiera pasado.

Confundido se sentó en el sillón tratando de hallar una explicación para lo que había sucedido. Pero por más que lo intento lo único que venía a su mente era el recuerdo de haberse desmayado en un castillo.... Y ese extraño sueño. Bueno más que un sueño fueron una serie de sensaciones que experimento mientras estaba inconsciente y que a pesar de eso la recordaba muy bien.

Sintió unas manos suaves y delicadas acariciando partes de su cuerpo mientras escuchaba una voz angelical cantando, como si estuviera arrullando, aunque la letra era algo triste así como el tono de la voz que cantaba. Recordaba sentir una calidez especial una que no había sentido antes sintió un cálido abrazo de parte de alguien sintió los latidos de otra persona y un movimiento debajo de su cabeza, como el que hace el abdomen cuando se respira alguien había sanado sus heridas y no era la primera vez que ese alguien lo había hecho.

Al voltear la mirada hacia la mesa de la sala, pudo observar su gorra reposando sobre la misma. Se inclinó para tomarla, cuando sintió un olor especial, uno que lo lleno de recuerdos. Se colocó la gorra y se inclinó sobre la almohada en la que había reposado su cabeza, dejando que aquel dulce olor llenara su nariz. Con algo de curiosidad, olio el resto del sillón, dándose cuenta de que la persona que lo había sanado había dejado el olor de su perfume en el sillón, y más aun, sabia a quien pertenecía dicho perfume. Una pequeña sonrisa se formó en su rostro, pues había descubierto a su salvadora.

Nuevamente se recostó en el sillón y cerró los ojos, abrazado la almohada. Dejo que las fantasías se apoderaran de su mente, y se imaginó a si mismo recostado junto a Rosalina en la grama de un campo. La estaba abrazando, dejando que su dulce perfume lo invadiera. Involuntariamente comenzó a sonreír y sintió como su rostro se calentaba con aquella idea. Nuevamente abrió los ojos y volvió a sentarse en el sillón.

Aquella mujer le había salvado la vida en varias ocasiones, y lo había hecho de nuevo. A juzgar por lo que había pasado y por la letra de su canción, Mario dedujo que ella le gustaba. Pero él no lo tenía muy claro. Ella lo había ayudado más que Peach, además de que, siendo honesto, la consideraba más atractiva que Peach (la verdad la cosas como son). Así que.... Tal vez.... le daría una oportunidad. ¿Quién sabe? A lo mejor descubre que su persona especial es alguien más....

Fin

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