- Inocente -

Ace era inocente de cierta manera. Si bien sabía muchos insultos y jergas de diferentes lados a causa de sus diversas aventuras en el mar, no entendía muchas cosas de los Barba Blanca, como el hecho de que visitaban burdeles en casi cada isla a la que llegaban.

O como cuando celebraban Navidad, Año Nuevo o San Valentín. Ace nunca participó en estas festividades y ahora sería Año Nuevo el día de hoy. Ace solo lo tomaba como su cumpleaños, un día que nunca celebraba con los marines, pero se daba el lujo de hacer pequeñas cosas que usualmente no podía hacer.

Como escapar, aunque después recibiría un regaño. Por eso ya había preparado todo en su cuarto. Pensaba que todos hacían eso para sus cumpleaños, aunque aún así se encargaba de conseguir algo para Luffy y Sabo. Ahora mismo, los tenía sobre su escritorio, dos pequeños regalos.

Ace abrió primero el regalo. Sabía que era de Luffy por lo horriblemente mal envuelto que estaba el papel. Lo abrió y vio un libro de navegación. Obviamente, lo eligió Luffy junto con la ayuda de Sabo. Sostuvo el libro un momento contra su pecho.

Luego miró el de Sabo, perfectamente envuelto en papel de regalo color azul. Lo abrió y encontró un set de lápices para poder hacer grandes mapas de navegación. Rió. Sabo y Luffy siempre supieron lo que amaba.

Dejó ambas cosas en el escritorio. Cuando regresara de su cumpleaños, podía leer todo. Ahora que tenía su medio de transporte, se escabulló por los conductos de ventilación sin que nadie se diera cuenta, porque de cualquier manera todos estaban muy ocupados preparando una "fiesta de Año Nuevo" abajo en la isla. Sin embargo, Ace no se había dado cuenta de la mirada atenta de los comandantes.

Tal vez podía escapar de la mirada de los tripulantes comunes, pero de la de los comandantes era algo más complicado. Así que, al acabar sus deberes, decidieron seguir a Ace.

¿Deuce, sabes a dónde va Ace? - Deuce miró a los comandantes y tragó duro. Se suponía que ahora eran hermanos y podían confiar, pero... ¿debía decirles?

Uh... - Deuce sudó un poco ante la atenta mirada de los mayores. Si bien a veces hablaban, no eran TAN cercanos. - No creo que deba... a Ace no le gustaría...

Los comandantes sonrieron. Solo necesitaban empujar a Deuce un poco. Después de todo, era un hermanito pequeño.

Deuce, sabes que después de todo lo que pasó, puedes confiar en nosotros, tus hermanos mayores - Thatch rodeó los hombros de Deuce, que lo miró nervioso, buscando salidas por algún lugar, que rápidamente fueron cubiertas. Estaba rodeado.

Pero... no se supone que te diga cosas de Ace - Deuce se sobó el brazo nervioso.

Pero toma en cuenta que yo soy su alma gemela, yoi - Deuce lo miró un poco, pero aún así no estaba seguro. Hoy era el día especial de Ace, y si de por sí le costó convencerlo de que se tomara el día libre, no quería que le arruinaran el único día que Ace celebraba. Pero Haruta encontró el pequeño regalo en su bolsillo y lo sacó.

¿Esto es un regalo? - Deuce trató de tomarlo, pero Haruta se alejó y fue detenido por el brazo amable de Jozu.

Eso es para Ace, se supone que es su cumpleaños - Deuce se quedó callado y miró abajo nervioso.

Ahora, hermanito, ¿nos vas a decir por qué no nos querías contar que era el cumpleaños de Ace? - Namur asustó a Deuce. Todos lo estaban asustando mucho, lo que no esperaban era que Deuce empezaría a llorar.

¡No, no llores! - Mierda, no podían parar a Deuce, no dejaba de llorar. Lo habían asustado, ¡no se suponía que hiciera llorar a uno de sus hermanos menores! ¡Se supone que ellos asustaban a los que los hacían llorar!

Yo me encargo, hijo. Sigan a Ace - Oyaji tomó con una mano a Deuce, mientras los comandantes se iban nerviosos. Miró al mocoso en sus manos que trataba de no llorar para ser un chico fuerte. Aunque lo habían asustado y hecho llorar, no había soltado la sopa sobre lo que había hecho su hermano. Esa lealtad lo hacía sentir orgulloso.

¿Entonces Ace está... uh, leyendo un libro? - Thatch miraba al chico relajado debajo de un árbol.

Se está moviendo, yoi - Marco vio cómo Ace se levantó y caminó hacia el pueblo. Se sentó frente a un parque infantil y de alguna manera terminó jugando con los niños que estaban ahí.

Wow... no sabía que Ace tenía una fase así - Haruta asentía al mismo tiempo que los demás.

¡Adiós, niños! - Ace se alejó y luego lo siguieron para ver cómo se sentaba en un acantilado. Un conejito se acercó a él, y Ace le sonrió.

Sabes... Este acantilado sería perfecto para lanzarse - Ace le habló al animalito que no comprendía qué era lo que Ace quería decir. El chico estaba un poco melancólico, era algo que siempre pasaba en sus cumpleaños, al recordar a su madre.

¡NOOO! - Ace chilló cuando una avalancha de hermanos mayores se lanzó sobre él y lo alejó del acantilado.

¡No te atrevas a hacer algo así, yoi! - Ace se sorprendió al ver a Marco tomándolo de la cara con puros ojos de miedo... tal vez era momento para dejar las bromas sobre el suicidio.

No iba a hacerlo de verdad - Ace sonrió melancólico mientras todos lo abrazaban.

¡No le dijiste a tu súper hermano mayor, Thatch, que era tu cumpleaños! - Ace giró la cabeza hacia un lado, como cuando los niños no entienden algo.

¿Por qué? Se supone que los cumpleaños se celebran en secreto - Ace miró a todos confundido.

Se supone que se celebran en familia, yoi. ¿Quién te dijo eso? - Todos estaban confundidos.

En la Marina... ¿no? - En lo único que podían pensar los Barba Blanca era ¡Jodidos marines!

¿Y así es como te hicieron llorar, Deuce? - Ace le preguntó a su mejor amigo que estaba avergonzado.

Cállate, idiota. ¡Toma! - Ace recibió una pulsera blanca con rojo, símbolo de amistad y hermandad.

Ahora era la fiesta de Año Nuevo y de cumpleaños de Ace. Aunque había recibido cientos de abrazos de los que quería escapar y Thatch dijo que el próximo año le enseñaría lo fabuloso que era un cumpleaños.

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