- Festival -
Cuando bajaron del barco, ni siquiera esperaron; lo primero que hicieron fue escapar de ellos apenas tocaron tierra. Al volverían a encontrarlos, eran muchos, pero si tenían por lo menos unos minutos de paz. Además, Deuce le tenía terror a Barba Blanca porque pensaba que estaba enojado por ayudar a Ace a escapar de sus manos.
¿Recuerdan por qué vinimos al festival de las flores? - Barry se acomodó su sombrero.
A Ducky Bree le gustan las flores, te lo he dicho como 400 veces, Barry - Ace estaba comiendo una buena porción de flores dulces, que era un dulce típico del festival.
Claro, bueno, disfrutemos de lo lindo de este festival - Mihar estaba buscando algunas armas para utilizar.
Ace, creo que esas flores no se comen chamuscadas - Deuce miraba con una sonrisa nerviosa mientras Ace quemaba las flores para que el caramelo fuera más delicioso.
Pero es más rico así... - Todos suspiraron; Ace necesitaba mucho dulce para quemar gracias a su fruta del diablo y su condición como adolescente.
Oh, es cierto, Katatsu aprovecha para hacer tus cositas - Kimel le dio paso libre al felino que salió corriendo apenas la autorización llegó a sus oídos.
Tenemos que tener cuidado; tal vez la Marina esté por aquí y nos ataquen - todos asintieron en comprensión, no querían molestar en un festival.
¡MIRA! - nadie alcanzó a ver nada, además de a Ducky Bree corriendo al festival, sí que le gustaban las flores. Aunque era irónico porque se veía como mafioso, pero no importaba a Ace y ellos les gustaba así a su hermano.
¿Tú no quieres unas flores? - Hublot le preguntó a Banshee, que negó con la cabeza. Ella estaba bien con verlas; no quería comprarlas como Ducky Bree.
A mí me dijeron que hay flores de fuego arriba y que si las traes, el festival lanza unos fuegos especiales, pero en esa zona de la isla hace un frío que muy pocos pueden soportar - Ace sonrió. Él quería ir allí; iba a buscar esas flores de fuego...
Voy a buscarlas, pero... oye, ¿si son de fuego qué hacen en la nieve? - Ace estaba procesando las cosas rápido, pero en realidad no entendía la lógica en la naturaleza.
Creo que, como son de fuego, son las únicas capaces de soportar el frío de la nieve - Dogya miró a Ace, esperando que no se le ocurriera alguna locura.
Bien, con eso, Ace se fue camino arriba. La montaña estaba nevada y totalmente fría, sola y la verdad, se sentía fresco para Ace, pero no le gustaba meterse en la soledad de una montaña. Aunque quería encontrar las flores para que Ducky Bree disfrutara de este festival, estaba realmente emocionado.
¡Esas plantas van a ser mías! - ya iba completamente a mitad de la montaña. Desde ahí se veía el mar, entonces Ace se quedó hipnotizado mirándolo y pensó en su jodido error; eso le pasaba por ser un cabezahueca.
¿Cómo... cómo era la flor? - llegó hasta aquí arriba sin saber cómo se veía la maldita flor. ¿Cómo sabría qué planta era si no sabía cómo se veía?... Bueno, tenía que acatar sus actos; qué bueno que tenía su bolso, porque, en realidad, iba a tener que recoger cada planta que veía para no regresar todo el camino a esperar.
Suspiró y comenzó a recoger plantas que veía en el camino, aunque fuera pasto, solo por si acaso. En el Nuevo Mundo, uno nunca sabía nada, así que mejor se aseguraba para no hacer este viaje para nada.
Ace no pensó en lo que pasaría si un marine estuviera aquí. En realidad, no pensó que hubiera un marine buscándolo en la montaña. Akainu estaba detrás de Ace, y nadie se había dado cuenta. Estaban en lugares diferentes en una montaña de nieve. Ace no tenía idea de que lo estaban siguiendo y Akainu estaba rastreando a muerte para acabar con ese mocoso de sangre maldita. Esa herencia tenía que morir lo más rápido posible sin que la población mundial se diera cuenta para descontrolar a todos.
Ace sintió un mal presentimiento y mejor decidió seguir su camino. No quería perder mucho tiempo fuera del festival.
Barba Blanca había dejado a sus hijos en el festival y decidió subir a la montaña después de ver cómo el mocoso se iba por ese camino. No tenía idea de por qué, pero tenía el presentimiento de padre de que algo iba a pasarle a alguno de sus retoños.
Así que subió la montaña. Para un hombre como él, no era realmente complicado, pero de igual manera no quería arriesgar al más pequeño y rebelde de su familia a cualquier peligro solo por no seguir su presentimiento, aunque nunca le había fallado.
Ace se sentó en una montañita de nieve para descansar con un zorro de las nieves sentado en sus piernas, mientras respiraba. El hielo le gustaba; su cuerpo no se debilitaba ante él por el propio calor que emanaba.
Tengo hambre - Quería bajar ya de una vez, pero su orgullo le decía que no podía dejar de subir si no llegaba hasta la punta de la montaña. Quería llegar y ver las vistas, descansar y volver. Además, no era tan malo; ¿qué podía pasarle? Así que terminó de descansar, se paró, se estiró un poco y regresó a su camino para llegar a la cima de la montaña y seguir recolectando algunas flores.
Cuando, por fin, de alguna manera, ya cansado y le costaba respirar un poco por la altura, vio una flor roja que no dejaba que la nieve se acercara a ella. Ace se acercó y con una gran delicadeza aseguró que era esa la flor que buscaba y la guardó en su bolsa.
¿Así que aquí te escondías todo este tiempo... niño demonio? - Ace abrió los ojos con sorpresa. Esa voz, ese desprecio solo podía ser de una persona. Se dio la vuelta lentamente para enfrentarlo. No iba a retroceder contra este idiota.
¿Qué quieres de mí? Perra de Sengoku - Ace vio cómo Akainu se enfadó.
Veo que ya no traes la ropa de la Marina y ya eres un pirata, cómo siempre debiste ser, para que te cortemos la puta cabeza de zorra que tienes -
Fuego y magma iban a luchar esta vez.
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