- Cigarrillo -

Ace no podía creerlo; llevaba todo el día corriendo de Marco, el idiota pájaro con cabeza de piña que no lo dejaba en paz de ninguna manera. A donde sea que mirara, donde sea que fuera, el primer comandante de los piratas de Barba Blanca no dejaba de... coquetear.

¿¡No puedes dejarme en paz!? - Ace ya estaba cansado de correr por culpa del idiota; estaba de vacaciones en otra isla, pero este pájaro lo había seguido.

Ahora mismo estaba sentado en una mesa de un bar con su ropa de civil, y el idiota de Marco el Fénix estaba en frente de él.

No veo en qué te estoy molestando, luciérnaga yoi. - Ace tomó aire y lo liberó todo en un suspiro.

Porque te dije que no quería nada contigo y aún así me estás siguiendo como un loco psicópata. - Ace se pasó las manos por la cara; no podía creer lo insistente que eran los de Barba Blanca.

No lo entiendo, yoi. - Ace se puso un poco tenso ante la mirada seria que le estaba dando Marco; no le importaría si fuera cualquier otra persona, pero esta era su alma gemela y se sentía mal al tratarlo así. De verdad tenía la necesidad de sentir, por lo menos, lo que era tomar la mano de Marco. Ace frunció el ceño y cerró sus puños yendo contra sus propios instintos.

¿Qué es lo que no entiendes, Fénix? - había veneno ahí, pero Marco no pensaba desaprovechar esa oportunidad.

¿Por qué estás con los marinos? No eres lo que uno esperaría de ellos; eres amable y justo, aunque un poco arisco, yoi. - Ace se sintió un poco atrapado; tenía razón, porque, en primer lugar, él no quería ser marino, pero estaba atrapado.

No es algo que te incumba; eres pirata. Solo quiero ayudar. - Ace miró a otro lado, pensando un poco en su vida. Desde los 10 años, entrenado sin piedad y encerrado solo en un cuarto blanco, sin amigos y muy pocas veces pudiendo visitar a sus hermanos. Los horribles doctores y cómo Sengoku lo miraba, pero lo que más le dolió fue que su abuelo le dio la espalda completamente.

Iban a seguir hablando, pero un grupo de idiotas comenzaron a pelear, y tuvieron que salir rápido del bar. Ace no se iba a meter en una pelea de borrachos. Iba a seguir caminando, pero apareció otro de Barba Blanca. Bien, estaba rodeado.

Hola Ace, soy Vista... ¿Un cigarrillo? - El hombre se acercó amistosamente a él. Ace iba a lanzar unas palabras mordaces. Cerró los ojos para respirar profundo, pero los abrió de sorpresa al ver sus muñecas ahora atrapadas con esposas de piedra marina.

¿¡Pero qué mierda!? - Ace gritó cuando Marco lo alzó de la cintura como una princesa para que no corriera, aunque Ace estaba débil como para escapar.

Lo siento, Ace, yoi, pero Oyaji quiere conocerte. - Ace comenzó a revolverse, a morder y luchar, pero, obviamente, con su fuerza disminuida, no era como si pudiera hacer algo. Aunque no evitó patalear todo el camino, y cuando por fin llegaron al barco, se agarró fuertemente a una tabla para no subir, pero al final no pudo evitar ser puesto frente al hombre más fuerte del mundo, "Barba Blanca".

Hola, hijo, quería conocerte desde que tus hermanos hablaron sobre ti. - La sonrisa del hombre confundió la cabeza de Ace; no era uno de sus hijos y estos piratas no eran sus hermanos.

¡No soy tu hijo! - Ace casi bramó. Si tuviera sus manos libres, habría explotado en fuego.

Tienes un Jolly Roger pirata, hermanito. - Haruta se escondió detrás de la pierna de Oyaji al recibir la mirada asesina de Ace.

Soy un marine, Ma-Ri-Ne. No voy a ser tu hijo y menos pirata. Tengo hermanos, y no son ustedes. - Gruñó, y Barba Blanca rió, pero dentro de él quería matar a Sengoku.

Pero no te pareces en nada a ningún marine. - Izo rió cuando el chico comenzó a luchar contra la piedra marina.

Solo déjenme ir. - Ace estaba tan jodidamente cansado; ya tenía que volver a tomar su medicación. Sentía como todos le hablaban, pero su narcolepsia y la piedra marina lo dejaron dormido en el piso.

¿¡Lo matamos!? - Thatch estaba llorando otra vez; no quería que su hermanito menor muriera.

¡No seas histérico! ¿Verdad, Marco? ¿Marco? - Izo miró a Marco, que estaba pálido con la boca abierta como pez a punto de morir de un paro cardíaco.

El mismo Barba Blanca tomó al chico y lo llevó a la enfermería para que sus hijas y Marco lo revisaran bien y lo estabilizaran.

Cuando Ace abrió los ojos, se sentía realmente mareado; ya no tenía las esposas de piedra marina. En su lugar, en su mano derecha tenía una pequeña pulsera de piedra marina, que lo hacía sentir mucho menos lento, pero aún así sin sus poderes.

Salió lentamente de la enfermería; parecía que estaban teniendo una fiesta. Estaba escapando tranquilamente por la zona de atrás de la silla del hombre; aunque el único que se dio cuenta fue el mismo Barba Blanca, que cuando Ace lo encontró, le dijo a sus hijos que iría al baño.

Así que caminó tras del mocoso desde muy lejos, siguiendo con observación Haki para que no se percatara. Ace había logrado llegar a la sala de comunicaciones, y lo más pronto que pudo, llamó con un den den mushi.

¿Ace? - Parecía ser la voz de otro muchacho.

Deuce, me secuestraron. - Se escuchó como el chico del otro lado escupía lo que sea que estaba bebiendo.

¿¡Los Barba Blanca!? - Ace asintió con rostro derrotado.

Bajé la guardia porque no pensé que jugarían sucio, pero son piratas, como no. - Deuce estaba serio.

Vamos a ir a sacarte de ahí ahora. - Deuce estaba decidido, y Barba Blanca sonrió. Claro que ellos también eran mocosos de su familia.

Ace ahogó un grito cuando la mano de Barba Blanca lo sostuvo y el hombre, con una sonrisa, habló a través del den den mushi.

Ven aquí, muchacho, y trae tu fuerza. Quiero conocer a otros de mis hijos. - Y cortó mientras Ace se cubría la cara, sin querer mirar al hombre que se lo llevaba con una sonrisa. - Vamos, hijo, Gurarara.

¡NO SOY TU HIJOOOO! -

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