- Celda -
Ace tenía a ese idiota metido en una celda. No llevaría a cualquier idiota a la fortaleza marina, pero después de darle una paliza, Ace lo identificó rápidamente. Era un criminal que había estado molestando mucho a los marines últimamente. Decía que tenía una conexión con Donquixote Doflamingo, que se había escapado de las manos de los marinos hace algún tiempo.
--Los investigadores de la fortaleza marina estarán muy felices de sacarte información--, sonrió Ace de forma sádica. Odiaba a esos despreciables del flamenco; estaban muy relacionados con la esclavitud humana y el secuestro de niños. La verdad, tenía muchas ganas de verlo pudriéndose en la cárcel.
El desgraciado se acercó y miró a Ace con una sonrisa sádica.
--Ninguna de esas pequeñas zorras va a aparecer--, dijo el hijo de perra eligiendo muy mal las palabras que salían de su boca.
--Malas palabras--, Deuce no iba a parar a Ace. Tampoco lo detuvo cuando le lanzó una mano de fuego en el brazo. La piel ardía, y el hijo de puta gritaba como un cerdo, aunque eso sería un insulto para los cerdos.
Ahora el muy cabrón estaba noqueado en el piso. Sengoku se iba a enfadar con él por lastimar a alguien con información, pero el maldito se lo merecía con todas las de la ley.
Finalmente, bajó del barco más tranquilo. Ahora que no tenía que verle la cara a ese desgraciado, podía ir con su gente a disfrutar de la belleza y la calma de esta isla tan hermosa. Después de todo, estaba lejos del abuelo y lejos de los marines de mayor rango. Lo que significaba diversión por todos lados.
Ace caminaba mientras los demás compraban por la ciudad; él iba directo al bosque, como siempre lo hacía. Luego volvería para comer con los demás y tomar el té mientras charlaban.
Mientras iba caminando por el bosque, se sentía un poco incómodo, muy nervioso. Sentía que lo estaban siguiendo. Miró a los lados, pero no vio nada. Entonces activó su haki de observación. Bajó lentamente al piso, tomó una piedra y la lanzó directamente a un arbusto. Cuando cayó al suelo, un chico de cabello castaño salió, exactamente el mismo que había visto entre la multitud del poblado.
--¡Haruta!, del arbusto salió un chico rubio y un chico con un copete chillando por su hermano desmayado en el piso.
--Yo les dije que no lo persiguieran a escondidas, yoi--, el chico miraba curioso al trío que peleaba entre ellos.
--¿Quiénes mierdas son?, Ace levantó la ceja muy nervioso por lo extraño que eran esos chicos. Tenían algo que los traía a ellos, algo familiar.
--Soy Thatch, él es Marco, y este es mi hermanito Haruta, que está NOQUEADO EN EL PISO, suspiró Ace.
--Él está bien. Solo le di un golpe en la parte delantera lateral derecha. Despertará en 5 minutos--, Ace se dio la vuelta para seguir con su camino. Ni siquiera le interesaba lo que querían esos hombres tan extraños.
Pero el chico rubio se movió a una gran velocidad para ponerse en frente de él. Entonces Ace pudo ver mucho mejor el rostro y la marca en el pecho del hombre, su alarma gemela, su jodida alma gemela. Por cierto, no sabía que era su alma gemela era Ace.
--Espera, yoi--, Marco levantó las manos en forma de paz para no alertar al chico más joven.
--Barba blanca--, Ace no dejaba de ver absolutamente nada más que el tatuaje del chico, y Marco escuchó fuerte y claro el susurro del chico. Entonces, los cables en la cabeza de Ace se conectaron. Ellos eran hijos de Barba Blanca y habían visto su marca de destino, por eso lo estaban siguiendo.
--Nuestro padre quiere conocerte, luciérnaga--. ¿Eso fue un coqueteo?
--No--, Ace dio un paso hacia atrás. Maldita sea, se supone que él es un marine; esto debería ser al revés. Los piratas corren de los marines, no al revés. Así no es como funciona el jodido mundo.
--Espera, ¿por qué no?, Thatch se puso de pie sosteniendo al pobre Haruta, que ya se estaba levantando del piso después del golpe que recibió.
--¡No quiero nada con los Barba Blanca! Soy un marine. ¡Díselo a tu padre!--, Ace salió corriendo. En el camino, sentía cómo su corazón se comprimía en su pecho y sus ojos comenzaban a picar. ¿Por qué diablos el destino lo odiaba tanto? ¿Por qué le pasaba esto a él cuando solo se estaba esforzando por sobrevivir junto a su familia? No podía poner en riesgo a ninguno de sus hermanos. No quería estar metido en esto, pero el jodido destino lo estaba lanzando directo a la boca del lobo, solo por tener la maldita sangre endemoniada corriendo por sus venas.
Marco se quedó mirando por dónde Ace se había ido. Le gustaba el chico; era realmente encantador. Sabía que su nombre era Ace, y era muy obvio para Marco que era su alma gemela. Después de todo, en su cadera derecha estaba grabado el nombre "Puño de Fuego", el mismo apodo que Haruta había conseguido sacar de la información de la marina. Su alma gemela había corrido de él asustado hacia otra dirección sin mirar atrás.
--Diablos, está realmente descarrilado. Malditos marines, cómo se atreven a contaminar la mente de uno de mis hermanitos. Vamos a arreglar esto. Él tiene que ser jodidamente libre en los mares a nuestro lado--, Thatch estaba tan enfadado que parecía a punto de explotar en cualquier momento.
--Bajo la bandera de Oyaji, aunque me diera de lleno en la cabeza son esa piedra--, Marco miró bien la cabeza de Haruta y con su fuego curó la herida en segundos.
--No solo infectaron la mente de mi hermano, también de mi alma gemela, yoi. Espero que a Izo le fuera mejor que a nosotros--, Marco suspiró un poco triste.
--Tranquilo, hermano. Pronto caerá ante los encantos del fénix--, Thatch recibió un golpe.
Ace se estremeció; lo sintió cuando era joven y entró a la marina, y ahora lo volvió a sentir. Estaba atrapado en la marina; su libertad estaba en una jaula de oro.
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