Take a Break

— Un deux trois quatre cinq six sept huit neuf — Recitó Adrien, ajustando sus manos a las de su hija en el piano.

Un deux trois quatre cinq six sept huit neuf — Le siguió Emma, con su adorable vocecita logrando un Perfecto eco en las paredes de la morada.

— Bien hecho, ahora una vez más. — Alentó el rubio revolviendo los dorados cabellos de la que llamaba su princesa.

Desde su oficina, Marinette oía a padre e hija practicar su francés mientras las interminables letras surgían entre una hoja y otra.

Agobiada por la intensidad del trabajo, y buscando una distracción momentánea de su labor; decidió que sería una buena idea contestar una de las tantas cartas de Luka, precisamente aquella que había arribado hacía ya dos días.

Decía;

<< Mi querido, Luka

"El mañana y el mañana y el mañana
avanzan en pequeños pasos de día en día"
Espero que seas capaz de captar la referencia a otra tragedia escocesa sin verme obligada a nombrar la obra.

Ellos creen que soy Macbetch, y que la ambición es mi locura.

Pero la verdad es que no soy más que una erudita, un dolor de espalda, una gran molestia.

Sabrina es Banquo, Chloé es Macduff y el Bosque de Birnam es el congreso en camino a Dunsinane.

Y ahí estás tú, a un océano de distancia, ¿Realmente tienes que vivir a un océano de distancia?
Mi cabeza parece olvidarte, más al llegar otra carta, tú recuerdo se niega a desaparecer. >>

Cariño, deberías tomarte un descanso. — Oyó a Adrien irrumpir en la habitación, acercándose con cierta cautela a su espalda.

— Claro, claro... — Habló, manteniendo la concentración en sus escritos. —. Estoy en camino.

Una sonrisa se posó en el rostro del hombre, acercándose directamente hacia donde su esposa trazaba enérgica la pluma sobre el papel. —. Hay una pequeña sorpresa antes de la cena para ti y no puede esperar. — Susurró a su oído, cerniéndose sobre sus hombros.

— Prometo que estaré allí en unos segundos, por el momento guarda mi plato. — Pidió, sonriéndole un tanto culpable.

— ¡Marinette! — Reprendió él, cruzando los brazos sobre su pecho, acto seguido tomó con cuidado la delicada mano, deteniendo las letras que esta creaba.

La azabache suspiró, rindiéndose ante el amor de su vida y la constante preocupación que ponía en su descanso. — Está bien, está bien... — Acabó por decir, ayudándose del hombre al levantarse de su lugar y disfrutando del brillo que desprendían sus verdes, aquellos que la habían enamorado desde el primer segundo.

— Tú hija cumple nueve años hoy y ha preparado algo especial para ti. — Comentó mientras bajaban las escaleras del hogar, al final de ellas, la pequeña rubia observaba a sus progenitores con una radiante sonrisa. — Ha estado practicando todo el día, Emma, muéstrale a tu madre.

El nerviosismo de la niña se vio reflejado en sus temblorosas manos que sujetaban un viejo trozo de papel con fuerza. Dirigió sus ojos a este y luego de vuelta a su madre, respirando hondo antes de comenzar a hablar. — ¡Mami, mami! ¡Mira! — Vociferó, tomando una posición erguida. — Mi nombre es Emma, s-soy poeta y bueno... y-yo sola escribí este poema. — Rió torpe de la letra que tanto le había costado escribir la noche anterior. — Cumplo nueve años ya, podrás escribir rimas pero jamás podrás con las mías.

La sonrisa en el rostro de Marinette se amplió, fascinada con el entusiasmo que su pequeña depositaba en lo que claramente era un poema mal compuesto, que lejos de molestarle, se había convertido en su favorito. — ¿Qué dices? — Exclamó riendo.

— Practico y toco el piano con mi padre.

— Ahá. — Volvió a reír, intercambiando miradas junto a su esposo.

— Sé que ya tengo un hermano pero para una hermanita nunca es tarde. — Adrien codeó a su mujer de forma discreta, compartiendo una complicidad íntima entre el rubor que nació en su rostro.

— ¿Está bien? — Prosiguió Marinette junto a una voz temblorosa.

— Mamá intenta crear un nuevo banco en Paris. — Tomó una gran bocanada de aire y sus padre se prepararon para lo que sería un gran grito por parte de su hija. — ¡Un, deux, trois, quatre, cinq!

— ¡Bravo! — Aplaudió la mujer, levantando a la niña por los aires, abrazándola con todo el orgullo que nacía en su pecho mientras la familia se dirigía a la gran mesa, donde los platos reposaban a la espera de los comensales.

— Tomate un descanso. — Volvió a insistir Agreste, sirviendo el abundante almuerzo para madre e hija.

— Nuestra hija es maravillosa. — Soltó Marinette, intentando desviar la conversación hacia la pequeña.

— Cariño, ¿me estás oyendo? — La aludida asintió a la vez que dejaba los ojos en blanco. —. Escapa con nosotros hacia el norte por el verano.

— Adrien, sabes que tengo demasiado que hacer. — El rubio negó decidido a convencer a su mujer.

— Piénsalo amor, podemos ir todos y quedarnos con mi padre. — Habló radiante de esperanza. — Hay un lago hermoso que quiero que conozcas...

— Lo sé, me lo has dicho antes. — Interrumpió, procurando no depositar una falsa esperanza en él.

— ... En un parque no tan lejos... — Prosiguió el rubio.

— Y créeme que me encantaría conocerlo.

— Tú y yo podemos ir en cuanto la noche oscurezca. — Dijo casi en un ruego, sujetando con fuerza la mano de la mujer. Mas Marinette solo se limitó a besarlo en los labios, como si de alguna forma se estuviera disculpando por no ser capaz de aceptar la oferta, por ser una mala esposa y abandonarlo en lo que debería ser el mejor verano

— Haré lo que pueda por escaparme.

Acabó su comida con rapidez, volviendo al despacho un tanto ansiosa.

La política no era un rubro fácil... ser esposa y madre a la vez mucho menos.

Tres semanas luego después, perdido entre las insistencias de Adrien y la enorme cantidad d papeleo que tenía por delante, recibió lo que hacía ya tiempo esperaba; una elegante y pulcra carta desde Estados Unidos, una que tenía como remitente al mayor de los Couffaine.

Decía;

<< Mi querida Marinette, debes convencer a Chloé. Siéntense sin ningún compromiso y no te detengas hasta que ambas estén de acuerdo. Tu amigo favorito, Luka, te recuerda que hay alguien más velando por ti al otro lado del mar.

Pasando a otro tema, en una carta que recibí de tu parte hace aproximadamente dos semanas, noté una coma en medio de una oración... cambió el significado, ¿fue intensional? Un golpe directo y ya has consumido el total de mis días.

Decía; "Mi querido Luka..." con la coma luego del "querido", podías leer; "Mi querido, Luka..." >>

La mujer apretó los labios en lo que claramente había sido una declaración de intenciones. Pasando a términos de carácter íntimo que sólo debería tener con su esposo.

<< "De todas formas, no es por eso que te estoy escribiendo.

Iré a casa este verano, Adrien me ha invitado a pasar las vacaciones a su lado. Prometo que estaré allí para por fin compartir momentos en familia. Es por eso que, espero de corazón, logres acompáñanos.

Sé que tu trabajo es muy importante, sé que estás muy ocupada, pero voy a cruzar el océano y simplemente no puedo esperar...

No estarás a un océano de distancia, solo a un momento de distancia... >>

No logró seguir leyendo, la voz de su esposo lo había distraído. —. ¡Marinette! ¡Baja las escaleras! — Gritó desde el primer piso. —. ¡Luka llega hoy!

La mujer atendió al llamado, descendiendo en el momento exacto en el que Couffaine ingresaba a la morada.

Se veía tan jovial como cuando partió del país, él y Adrien parecían inmunes al paso del tiempo y aquello le maravillaba.

— ¡Luka! — Vociferó el rubio envolviendo a su amigo en un abrazo fraternal.

— ¡Adrien! — Respondió él, correspondiendo a la muestra de afecto. —. Ha pasado tanto tiempo, amigo. — Sonrió, encontrándose con la pequeña justo detrás de su padre. —. Dios mío, Emma... — La tomó entre brazos, acariciandole la mejilla con cariño. —. Estas toda una señorita.

— Ha pasado tiempo. — La voz de la jefa de hogar se abrió paso entre los presentes y Luka buscó aquellos azules con desespero.

— ¡Marinette! — Vociferó, abrazándola al igual que Adrien, en un contacto que no pasaba de lo fraternal. —. Me alegro tanto de verte. — Ella coincidió en los dichos del hombre, tomando lugar junto a Adrien mientras aquel invitado se hacía de la comodidad necesaria para desenvolverse dentro de la morada.

— Luka, dile a esta mujer que incluso Lila Rossi se toma el tiempo para pasar el verano con su familia. — Soltó Adrien, en un intento desesperado porque la azabache accediera al viaje planeado.

— Luka, dile a mi esposo que Lila Rossi no tiene un trabajo de verdad de todas formas. — Contraatacó ella en un tono jocoso.

— Espera... — Luka se levantó del sofá donde descanzaba, acercándose a la pareja. — ¿No vienes con nosotros?

— Me temo que se me hará imposible acompañarlos al norte. — Se lamentó, abrazándose a sí misma.

— Marinette, he vendido desde el otro lado del océano... otro país. — Expresó Luka con la mandíbula tensa por la impotencia.

Adrien le apoyó en sus dichos, depositando una mano en el hombro de su amigo. —. Tiene razón, ha venido desde muy lejos, amor. — La chica se limitó a desviar su mirar.

— ¡Tomate un descanso! — Exclamaron ambos al unísono. —. ¡Escapa con nosotros al norte!

— No lo entienden... — La aludida negó con pesar. —. Perderé mi trabajo si el congreso no aprueba mi plan.

— Vamos a extrañarte si no vas... — Intentó negociar Luka.

— Tienes que conocer el paisaje, Marinette. — Siguió Adrien, ambos sujetándose de los brazos de la chica, rogando porque ella aceptara el dichoso viaje.

— Toma las riendas de tus decisiones, es tiempo de disfrutar de tu familia. — El todo del de ojos azules pasó a ser duro.

— Hay tantas cosas que quiero que veas, vamos a divertirnos, ya lo verás. — Mientras Adrien continuaba con sus suaves canturreos. — La casa de papá es hermosa...

— No puedo abandonar mi trabajo como si nada... — Volvió a insistir.

— Mira a tu alrededor, amor. — El rubio habló sosteniendo el delicado rostro de la fémina entre ambas manos. — Date cuenta de lo afortunados que somos de estar vivos hoy y saca provecho de ello.

— Adrien... — Susurró perdida en la ilusión de su mirar, viéndose tentada a aceptar por una fracción de segundo. —... Lo siento tanto. — Acabó por decir. —. Tengo que hacer que el congreso apruebe mi plan... no descansaré hasta que el congreso apruebe mi plan, así que lo siento... pero no iré. — Soltó zafándose del agarre de ambos, subiendo las escaleras para volver a encerrarse en su despacho, dejándoles con el corazón pendiendo de un hilo, arrastrando el pesar en su interior.

Esa tarde Adrien partió junto a su amigo y sus dos hijos hacia el norte, con intenciones de disfrutar del resto del verano escapando del caluroso París.

Porque no había nada como el verano en la ciudad.

Los conflictos se desatan cuando alguien bajo estrés llega a conocer a alguien atractivo.

Hay problemas en el aire, ¿puedes olerlo? y Marinette esta por si misma... debería ser ella quien cuente este capítulo de su vida.

Continuará en "Say No To This"
Gracias por leer!

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