Pequeños
Era una hermosa mañana, los pájaros cantaban, el cielo estaba despejado. El sol bañaba el paisaje, la gente caminaba tranquila y nada de eso le importaba a Marinette.
Bueno, eso sonó mal, pero no le interesaba en este momento. ¿Cómo le iba a importar?, sus mellizos acababan de nacer.
(Esto, creo que no lo escribí antes. Son niño y niña, mellizos)
Kagami entró a la cesárea hace una hora, mas o menos, la operación salió bien. Los médicos les hicieron unos pequeños exámenes a los bebés para verificar que todo fuera bien, y lo fue. Calmando así los nervios que tenía desde que llegaron al hospital, nunca se sintió tan aliviada.
Pero aun no podía pasar a ver a su pareja, tendría que esperar a que le permitieran hacerlo. Aun así, estaba mejor sabiendo que su familia estaba bien.
Sus padres (y la Sra. Tomoe, a quien arrastraron), también esperaban a su lado. Tom y Sabine se removían ansiosos, la japonesa mayor estaba tranquila, con su aura habitual.
Marinette se preguntó si sus hijos tendría esa aura, era algo que caracterizaba a los Tsurugi.
Ahora que lo pensaba, tenía que pedirle matrimonio a su reina. Si, se casaron por el civil, pero no fue algo que llamaría "especial". Fue lindo, pero quería proponerlo como le propuso noviazgo, con un anillo y probablemente una cena o algo bonito.
Aunque antes quería ver a su niño y niña, quería saber como se veían. Y comprobar por si misma como se encontraba Kagami, tenía la necesidad de estar con ella.
(También debía evitar gruñirle al enfermero alfa que solo hacía su trabajo, malditos instintos raros)
Se supone que debería estar con ella.
"Ya cálmate Marinette, recuerda, respira" pensó para si misma, calmarse era esencial. En serio, no sabía porque esto la ponía tan nerviosa.
Solo debía respirar, y tranquilizarse, algo completamente senci--
-¿Srta. Dupain Tsurugi?- en el preciso instante en que escucho el llamado del doctor, se levanto rápidamente.
-¡Aquí!, digo, ¿que desea?- corrigió su tono de voz, no era una buena idea tener a alguien alterado cerca de un omega y sus cachorros recién nacidos. Lo investigó hace algunos meses, y sus padres se lo dijeron mucho.
-Ya puede pasar a ver a su esposa e hijos, le recomiendo mantener la calma- Marinette asintió ante las palabras, dirigiéndose a la habitación.
Al entrar su mirada fue directamente a la camilla, ahí podía distinguir el cabello azabache de Kagami. A la cual se acerco con la mayor tranquilidad que le fue posible.
-Hey, ¿Cómo te sientes Reinita?- pregunto suavemente, la contraria le ofreció una pequeña sonrisa. Cuando la alfa estuvo o suficiente cerca, beso su frente.
-Algo cansada, pero feliz, los bebés están bien- su voz era suave, y sus ojos cansados. Marinette volvió a darle un beso, esta vez en los labios.
Su mirada se posó en los pequeños pegados al pecho de su omega, dos cabecitas azabaches que amamantaban en silencio. Contuvo sus ganas de llorar, eran tan pequeños y tan lindos.
La Tsurugi observo como la franco-china sonreía, era lindo ver como casi lloraba por ver a los niños. Ella misma se sintió así al escuchar su llanto cuando nacieron, o cuando pudo verlos. Los amaba, técnicamente aun no los conocía del todo y los amaba.
Amaba lo que tenía con Marinette, amaba a la alfa, y amaba la familia que formaron juntas.
Dios, nunca supuso pensar así, y le encantó.
-Son tan monos, los amo tanto a los tres- sonrío al recibir el cariño de la adulta, quien acarició suavemente las cabezas de los pequeños. Otro beso fue colocado en su mejilla, después en su frente.
-También los amo- la ojiazul le dio otro beso, quería llenarla de besos y mimos. Estaba tan alegre, tan feliz y sentía que podía explotar.
De rabillo del ojo vio como uno de los bebés se separaba del pecho, un par de ojos cafés la miraron, curiosos. Poco después, el segundo bebé la miró, mirada azul oscuro. Ambos le echaron una mirada, acurrucándose mas contra Kagami.
-Parece que alguien ya se despertó- arrullo la asiática, ganando mas sonrisas de Marinette.
En ese momento se escucho como se aclaraban la garganta desde atrás, eran Tom y Sabine. Obviamente ansiosos por ver a los niños, Tomoe a su lado estaba rígida y se notaba su tensión.
Algo raro, ninguno de los Dupain la habían visto así.
-Bueno, queremos ver a nuestro nietos- anunció Sabine, acercándose junto a su esposo, ambos sosteniendo a la Tsurugi del brazo.
La pareja de azabaches asintieron sonriendo, Marinette dejo espacio para que los adultos mayores se asomaran. Tom y Sabine miraron a los niños, sonriendo y riendo suavemente, evitando alterar a los pequeños.
Tomoe prefirió quedarse apoyada en su hija, escuchando las pequeñas risas. Al notar eso Kagami agarro su mano, guiándola para sentir el cabello de los recién nacidos.
La franco-china solo volvió a sonreír ante el gesto, podía ver como su suegra no estaba del todo segura, tocando tentativamente. Eso era tierno, bastante tierno.
Oh si, y los pequeños se llamaban:
Aidan y Emma.
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Longg miraba las dos cunas en la habitación, estaba analizando a los bebés. Llegaron hace unos meses y sabía como cuidarlos, e intentaba que Tikki también lo hiciera.
Aidan era el pequeño ojiazul, el era el mas tranquilo, lloraba muy poco y normalmente gruñía o sollozaba cuando algo pasaba. Normalmente solo observaba e incluso cuando reía lo hacía suavemente. También acariciaba su pelaje de la misma manera, era dulce.
Emma tenía los ojos como su madre, era mas ruidosa y solía llorar con fuerza. Tendía a jalar las mantas, el cabello o simplemente jugar con lo que sea que tenga. Debía alejarla de cualquier cosa que se pudiera meter a la boca. Ella era mas brusca cuando lo acariciaba, pero no era tan malo.
Ambos debían comer cada tres o cuatro horas, deben dormir doce horas diarias, y si uno huele raro debe llamar a alguna de las adultas en la casa.
(Algo que debía enseñarle a Tikki)
Los primeros días fueron una locura, ahora era mas tranquilo y se iban estabilizando. Debía admitir que eran una bonita familia, el cuadro en el salón lo afirmaba.
Obviamente el estaba en el medio.
Oh, y "Mamá", como le llamaba ahora a Marinette. Le había propuesto matrimonio bien cursi a su madre, no sabía los detalles. Pero Kagami le contó cuando regresaron, sonaba bastante cursi y se alegraba de no haberlo visto.
En fin, ese no era el punto.
Espera, ¿cuál era el punto?.
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Sobre los nombres, fueron los que mas me gustaron, y por eso los puse.
Pienso escribir la propuesta de Marinette en el siguiente capítulo, porque en este no me cabía (o saldría gigante). ¿Será cursi?, si, muy cursi.
(Garabato que hice hace meses, cuando considere la idea)
Sin mas, sean felices, coman bien y no miren debajo de la cama.
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