Capítulo dos: Verdadero objetivo
Ella, sin decir más, sonrío cínicamente.
Yo me posicioné rápidamente a modo de pelea ante el ademán que hizo al voltearse por completo.
—¿Que te ha pasado, Marinette?—me digné a hablar después de unos segundos de profundo silencio—. Alguien como tu... realmente no pensé que llegarías a caer en manos de ese desgraciado tan fácilmente.
Su semblante ante mi comentario por pocos segundos cambió demostrando tristeza, pero de manera inmediata una sonrisa se dibujó nuevamente en su cara, que a decir verdad, en ese momento me empezó a aterrar. Los dos seguíamos sin movernos en absoluto, hasta que, a pesar de que sus ojos estaban vendados y no podía ver nada, hizo un ademán con la mano derecha y direccionó uno de los hilos que colgaban de la gran cruceta de madera que se encontraba pegada a su espalda; haciendo que este rozara mi mejilla izquierda con rapidez, dejando una larga cortada. Yo me quedé en shock y no por el ardor que desprendía mi mejilla o el hilo de sangre que empezaba a bajar por ésta, si no, porque al mirar por el rabillo del ojo observé como se había formado un enorme hoyo en la pared que se encontraba detrás mío.
—No hables de más, mon minou, solo entérate de las causas antes de comentar las consecuencias —respondió a lo dicho anteriormente, con una pizca de enojo en su tono de voz seco y frívolo. «Claro, hay un noventa y nueve por ciento de probabilidades de que su akumatización sea culpa mía» pensé—... aquella Marinette de la cual hablas ya no existe. Mi nombre es MariOnette.
Y antes de que pudiese siquiera abrir la boca para responder, hizo el mismo truco con los hilos de su espalda y destruyó esta vez la pared de enfrente suyo. A lo que seguido, entre una nube de polvo que me impidió ver hacia donde, se fue con una secuencia de saltos habilidosos de los cuales solo pude escuchar el sonido que hacían sus zapatos al rozar contra las superficies.
Obviamente yo no me iba a quedar atrás, por lo que apenas desapareció un poco el polvo que me rodeaba, intenté seguirle el paso para no dejarla escapar. Pero para mi mala suerte, solo pude divisar unos segundos su figura a lo lejos mientras aún estaba en mi rango de vista, porque al parpadear ya no encontraba siquiera rastro.
Suspiré pesadamente, ¿Que acaso no podía hacer nada bien sin Ladybug?
—Hablando del rey de roma, ¿Donde estará? —dije en voz alta al darme cuenta de que en ningún momento de aquel día había visto a la chica de coletas y traje rojo.
—¿Hablas de Ladybug, verdad? —preguntó Plagg tras salir del anillo ahora plateado-Hace días que no la ves, ¿No crees que es algo raro que justo no aparezca cuando la niña esa ha sido Akumatizada? -Interrogó con extrañeza en su voz, haciendo que una bombilla se encendiera en mi cabeza.
«¿Quizá... ?»
—Nah, de seguro solo estará ocupada o no sabrá que hay un nuevo Akuma suelto en la ciudad —ije, descartando la teoría de Plagg.
—Lo que sea, me debes queso, niño.
Ignoré el hecho de que mi Kwami comenzó a hacer todo un drama por estar menos de dos horas sin su queso favorito y me dirigí de nuevo a la parte frontal de la escuela, en donde el Gorilla que parecía haberme estado buscando, me esperaba.
Al llegar mi casa, no pude evitar sentir como la culpa me carcomía internamente. Era la primera vez que un Akuma se quedaba suelto por más de un día. Me sentía bastante inútil, a pesar de que igualmente si Ladybug no aparecía no podría llegar a nada.
—Creo que pude haberle pegado un rastreador a la espalda antes de que se fuese —comenté, pensativo y recargándome contra el espaldar de mi cama—... si no hubiese sido tan lento, ¡Argh! —me quejé en medio de un charla conmigo mismo, había tapado mi cara bruscamente con mi gran y acolchonada almohada.
Una idea vino a mí, y de un momento a otro me encontraba revisando el Ladyblog. En el cual, efectivamente, había un nuevo artículo: "¿Dónde está nuestra heroína?"; y junto a él, un vídeo. Del cual puse en marcha su reproducción.
—Hola, Ladybloggers —saludó una Alya neutral—. Como verán, estoy en uno de los salones de la escuela secundaria Françoise Dupont, que fue severamente dañado en sus paredes.—apuntó rápidamente la cámara a éstas—. Supongo que fueron destruidas por el nuevo Villano que ronda en la ciudad y que aún no se sabe de su destino —mostró una foto en pantalla, una figura borrosa apenas se podía distinguir;pero para mí era fácil saber, que era con quien había tenido una confrontación fallida—. Con esta foto que tomé rápidamente estoy suponiendo que es la estudiante Marinette Dupain-Cheng. Y aunque no hay pruebas que lo demuestren concretamente, coincidiría con el hecho de que lleva desaparecida al menos cuatro días —confirmó, y amargamente rió—. Ladybug, si ves esto, ¿Por qué no has venido a salvar a mi amiga de si misma?—Interrogó hacia la pantalla como si estuviese hablando con la misma, y si no fuese porque es una persona firme y fuerte que no gusta de mostrar su lado débil a los demás, podría admirar una lágrima bajando por su mejilla.
Aquella escena sólo hizo que el corazón lograra encojerseme. Nunca había visto a Alya con esa expresión de preocupación y tan destrozada. Y a pesar de eso, no hice más que apagar el computador y tirarme de cara hacia mi cama.
Quedé por unos segundos en la misma posición. Eran tantas la frustración y enojo conmigo mismo y la situación que estaba pasando, que al relajarme un poco no pude ni darme cuenta en el momento que me quedé plácidamente dormido.
Hasta que después, entre sueños, oí un sonido el cual no pude asimilar con que tipo de movimiento era provocado.
—Ahh, Plagg, ya deja de hacer ruido—dije, culpándolo como primera reacción que indicaba lo adormilado que estaba, pero al mirar a mis pies pude ver como la criatura negra dormía sonriente, con un pedazo sobrante de Camembert entre patas.
Luego volví a oír ese mismo sonido, hasta que llegué a identificar el típico golpeteo en la ventana, por lo que vi hacia el gran ventanal que estaba en la parte izquierda de la habitación. Y logré distinguir una silueta, la cual desapareció tras tallarme los ojos con mis manos.
—¿Pero qué... ? —dejé incompleta la oración, y aún preguntándome si mi cerebro me estaba jugando una broma o no, fui a cerrar la ventana que ahora se encontraba raramente abierta.
Al colocarme nuevamente en mi cama de la cual ya estaba extrañando el calor, no pasó ni medio segundo en los que cerré mis ojos para cuando sentí un peso extra en mi pecho. Y, efectivamente, cuando los abrí entre gruñidos, se encontraba Marinette... o más bien, "MariOnette" sentada a horcadas sobre mí.
—Tu eres mi verdadero objetivo, Agreste.
Y me besó.
N/A:
No quería poner nota al final ni nada, pero por favor si van a comentar solamente "Sigue" o algo parecido, absténganse de comentar. Gracias. :)
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