Capítulo 6
El pelinegro decidió asustar a Haruka, cuando la vio centrada en el teléfono, pensó que sería el blanco perfecto. Esa mañana se había quedado dormido y no había podido pasar a recogerla, el resultado es que ella estaba preocupada mandándole mil mensajes para saber si le ocurrió algo, sin saber, que su mejor amigo estaba justo en su espalda, acechando.
Se acercó a la muchacha con mucho sigilo, intentando que sus pisadas no sonaran mucho, aunque los pasillos estuvieran llenos de estudiantes, no quería arriesgarse. Y su plan casi funcionó, casi lo había logrado hasta que una muchacha se colocó frente a él. Tenía las mejillas sonrojadas y sus piernas temblaban.
—Zeldris-san —llamó con vergüenza, con mucho esfuerzo y dedicación logró no tartamudear ante su presencia.
—Si, es este imbécil —constestó Haruka por él, colocándose al lado de la chica y fulminándolo con la mirada. Había captado sus intenciones y lo recriminaba por preocuparla de ese modo.
El pelinegro formuló mil maldiciones por lo bajo.
—Alguien me ha pedido que le entregue esto —le extendió una margarita, con una nota doblada.
—¿Quién? —inquirió esperanzado, aquella muchacha le había visto el rostro, podría decirle de quién se trataba.
—Me pidió que no le dijera —negó apenada, agachando la cabeza.
—Puedes decirme, prometo que no le contaré —susurró, empleando sus hormonas de macho alfa para intentar convencerla.
Pero Haruka golpeó su cabeza con un libro. Segunda vez que frustraban sus planes en el día, menuda mañanita llevaba.
—No fuerces a la pobre chica —le dijo, fingiendo cansancio, por supuesto que él haría algo como eso, no podía estarse quieto.
—Prometiste que me ayudarías a encontrarla, la tenemos fácil —replicó, sobándose el lugar del impacto y corriendo los ojos.
—Vete, alma inocente —le aconsejó la castaña a la mediadora de la chica Margarita —, antes de que esté imbécil llegue más lejos.
Sin palabras, la otra chica, se giró en el lugar para salir corriendo de ahí. Aunque Zeldris sonaba tentador, aquella muchacha le había pedido, con una mirada tan tierna, que por favor no le dijera nada, así que se mordió la lengua, porque ya conocía esos ojos, encendidos por el poder del amor, y se juró que de su boca no saldría una palabra que pudiera delatarla.
—Haru, de verdad que te quiero, pero a veces me frustra mucho tu actitud —suspiró, viendo alejarse su boleto hacia la identidad de la chica Margarita.
—Venga, abre la nota —le respondió, divertida, ahogando una amplia carcajada.
Zeldris, contagiado por su buen humor, terminó sonriendo igual. Ella era ella, su mejor amiga, su otra mitad, su todo. Le dolía tener que compartirla con Meliodas, pero su felicidad era lo más importante, si aquellos días podían continuar así, si ella podía quedarse a su lado, haciéndolo reír ante todo, entonces se tragaría su orgullo, y le diría que estaba bien que saliera con su hermano, cuando en realidad se moría por dentro.
Con cuidado, el chico desdobló la hoja, el mensaje en ella hizo que su corazón se acelerara a velocidades nunca imaginadas. ¿Por qué? ¿Por qué había otra mujer capaz de hacerlo sonreír de ese modo?
"He venido a buscar algo que amo más que todo lo que he apreciado antes"
Solo esas palabras provocaron una estocada de sentimientos confusos en su interior. Quería oírlo de sus labios, quería escuchar su voz decirle aquello, no necesitaba leerlo, anhelaba poder apreciar el rostro sonrojado de la mujer detrás de esas notas mientras se le declaraba.
—Es muy bonito, Zel —Haruka se mordió el labio, al ver la mirada nostálgica en los ojos de su amor platónico.
—¿Sabes lo que más me gusta de esta chica? —inquirió, observándola. Ella negó —, que me hace sentir especial, no lo sé, siento que esto es solo nuestro y de nadie más.
—Me alegra que hayas encontrado alguien así —susurró, tratando de calmar su pulso.
—Tú solo estabas celosa antes —se cruzó de brazos, en una pose triunfadora —, no querías compartirme con tantas mujeres.
—Mister arrogante volvió a arruinar el momento —la castaña comenzó a caminar —, quiero ver si esa chica Margarita es capaz de aguantarte en ese estado.
—Solo tú —se posicionó a su lado, luego de casi correr para alcanzarla —, solo tú puedes conmigo en este estado.
Le depositó un sutil beso en la mejilla. En esos momentos Haruka tuvo que luchar con todas sus fuerzas para no sonrojarse, toda la sangre se le iba a la cabeza cuando Zeldris hacía una cosa parecida, aunque gracias a dios, ya se había acostumbrado.
—No voy a pasarte mi tarea de matemática —comentó, sarcástica, pero sabiendo que eso era lo que él quería.
—Eres cruel.
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Hace una semana, cuando Zeldris y Haruka habían tenido esa discusión tonta por los deseos sexuales de Zeldris y su aparente desaprobación a que ella no fuera una cualquiera, Meliodas había notado el semblante triste en el rostro de su amiga de la infancia. No le gustaba verla así, ella, que siempre estaba sonriente ante todo, se encontraba deprimida. Por supuesto que él sabía que eso era obra de Zeldris, era el único capaz de llevarla a tal estado. Ese estúpido engreído, teniendo el cielo en sus manos, se empeñaba en intentar tomar tontas estrellas, para llenar el vacío que le había dejado una luna en el pasado.
Hacía un tiempo el rubio se había percatado de los sentimientos de Haruka hacia su tonto hermano, así como también había notado que estaba enamorando de ella.
A ver, Elizabeth era importante, le gustaba bastante, y no lo negaría, despertaba sus deseos sexuales. Sin embargo, Haruka era tan distinta, ella era un terremoto, que pasaba sobre él y lo hacía sentirse feliz, traía consigo la alegría y la tristeza, y las mezclaba de tal modo, que su pecho se llenaba su sensaciones indescriptibles.
Le había dado tiempo a Zeldris, de verdad que lo había hecho, todo por el error que cometió en el pasado. Sin embargo, el pelinegro no parecía percatarse de los sentimientos que tenía su mejor amiga hacía él, y solo la hería día a día con su actitud de play boy.
Meliodas se cansó de aquello, ya había pagado con años su equivocación, quería darle a Haruka algo mejor, aún si para ello tenía que volver a pelear con Zeldris.
Así que, armándonse de valor, se adentró en su aula, observó a su hermano hacer el ademán de intentar ir con ella, sin embargo él fue más rápido. Se agachó frente a su asiento y comenzó una amena charla. Quería hacerla sonreír y lo hizo.
Era el momento, ahora o nunca.
—Haru-chan —sonrió de par en par, como solo a él lo caracterizaba —, por favor, intenta tener una cita conmigo.
Aquello apagó las risas en su receptora y provocó una reacción de sorpresa. No esperaba esas palabras.
¿Para qué negarlo? Meliodas le gustaba, era un joven tierno y amable, además de que era portador de un atractivo sin igual. Además, aquella podría ser la oportunidad perfecta para olvidarse de una vez de Zeldris, el destino le ponía delante un clavo para sacar otro clavo, y aunque sonara egoísta, ambos sabían qué era lo que querían hacer.
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Palabras del autor:
¿Por qué me enredo de este modo?
No sé preocupen, ustedes no me hicieron nada, es que me gusta el drama :)
Lina, actualización diaria, ¿Algo que decir? :)
Lean comiendo palomitas ( ̄ω ̄)🍿
~Sora
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