Capítulo 5


Haruka corría detrás de su mejor amigo, le faltaba el aliento y le dolían los pies, pero no debía detenerse ante nada. Añadiendo a lo anterior que le dolía la garganta de gritarle que se detuviera, que no hiciera alguna locura, era Zeldris, lo conocía casi desde que nacieron, iba a meterse en problemas.

—¡Zel! —exclamó decesperada, al verlo abrir la puerta del aula de su hermano, con tanta rabia que casi la arranca —. Tienes que controlarte, cálmate.

Por su parte, el pelinegro se negaba a escucharla, sus oídos estaban sordos, no le interesaba nada de lo que tuviera que decir para defender al intruso de su hermano, ahí y ahora le partiría la cara, lo iba a matar entre terrible sufrimiento. Si le ponían un medidor de temperatura a su sangre en esos momentos, seguramente explotaría por las temperaturas tan altas.

Con zancadas se adentró a la clase, llamando la atención de todos, que se le quedaron viendo, después de todo, era una de las estrellas del instituto. Haruka quería llorar, otra vez eran el centro de los ojos, todo por lo obstinado y absurdamente protector que era su mejor amigo.

Zeldris solo detuvo su paso frente a su rubio hermano, ignorando los cuchicheos y pequeños chismes que ya se estaban formando. Meliodas se encontraba incrédulo, con ambas piernas sobre su escritorio, ligeramente inclinado en la silla hacia atrás y con ambas manos entre su cuello y su cabeza.

—Ze-Zeldris —Haruka se puso a su lado, pidiéndole con la mirada al rubio que huyera de ahí.

Sin nada que decir, el mencionado se lanzó contra su hermano, golpeando con agilidad su rostro. Aquello sin duda dejaría marca.

Fue entonces, cuando las voces se alzaron y se formó un grupo a su alrededor, en dos minutos más tendrían a la escuela entera reunida para presenciar ese momento. Menudo bullicio.

Meliodas, indignado, se levantó del suelo, sobándose el lugar del impacto, se contuvo, de verdad que lo hizo, solo porque Haruka estaba ahí.

—¿Se puede saber de dónde vino esto? —inquierió, fingiendo una sonrisa.

—¡¿Le pediste salir a Haruka?! — lo tomó por el cuello de la camisa —Tal vez debería contarle eso a tu Elizabeth.

—¡Zeldris! —llamó Haruka, tratando de tomar su brazo, pero él lo impidió.

—Esta bien, Haru-chan —por primera vez, la expresión fría que había mantenido Meliodas, se borró, ahora le sonreía sincero a su amiga —. Si, le pedí salir a Haruka, porque me gusta mucho, y yo no soy tan idiota como otros, que están enamorados y no se dan cuenta —se soltó —, además, Elizabeth y yo rompimos hace unas semanas.

—No la llames Haru-chan —exigió asqueado. Así la llamaba él, ¿qué derecho se había atribuido Meliodas para usar el apodo cariñoso que le tenía a Haruka?

—Zeldris, todos pueden llamarme como quieran, mientras que no me falten al respeto —le dijo, con total seriedad —. Lo siento, pero no eres mi dueño y yo no soy tu perro, voy a salir con Meliodas y vas a disculparte por esto.

—Claro, siempre te pones de su parte, ahora sé por qué —el pelinegro rio, conteniendo su ira, tratando de calmarse. Ser frío era su método de protección contra el dolor, cerraba su corazón y de este modo, no sufría —, tu también estás enamorada de él, tu también vas a cambiarme por él, tu también vas a abandonarme por él. Está bien, quédate con el apuesto y perfecto Meliodas, me da igual.

La templeza que había empleado para usar aquellas palabras la hicieron ver el error, que está vez no provenía de su mejor amigo, no, esta vez fue ella quien la cagó, y bien fuerte. ¿Qué tan poca sencibilidad se necesitaba para tratarlo así sabiendo de sus problemas con Meliodas?

Lo vio alejarse, con las manos hechas puños, aguantándose por ella. ¿Cómo habían terminado así? Ah, Haruka quería llorar, era una cobarde y él un terco, jamás podrían estar juntos.

—¿Estas bien? —cuestionó, a Meliodas.

—Claro —el rubio sonrió, mientras acariciaba su mejilla, la misma, por la que sin que nadie se diera cuenta, había descendido una lágrima traviesa.

—Te llevaré a la enfermería —se ofreció, mientras le brindaba su hombro para apollarse.

—Estoy bien —le restó importancia, para suspirar.

Menudo lío.

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Noche, el momento en que pegas cabeza en la almohada y te das cuenta de todos tus fallos, y estos, sin piedad alguna, te recuerdan todo lo que hiciste mal y pudiste hacer mejor.

Para cierta castaña, que miraba el techo de su habitación, aquello era un tortura. Crecer era un fastidio. Extrañaba los días en que estaban los tres juntos, jugando bajo el árbol, o corriendo por la casa, sin preocuparse por sentimientos y amores.

Pero aquel tiempo no podía regresar, ¿Verdad?

Miró su teléfono, dos mensajes.

Ya sabía de quién eran, pero aún así lo tomó y los observó.

<Buenas noches, Haru-chan>

<Lo siento>

Tan tierno, tan cuidadoso, tan detallista. Aquel rubio era el hombre perfecto, lleno de dulzura y preocupación.

Sin embargo, ella quería su tosco y problemático Zeldris, su hombre imperfecto y lleno de defectos, ese la hacía feliz.

Con cuidado abrió su chat, estaba en línea. Vamos Haruka, trágate tu ego, como él ha hecho mil veces por ti, y escríbele.

Terco-san :)
En línea

Hola    11.43 p.m

Hola   11.44 p.m

Ella pensó como seguir aquel intento de conversación, era demasiado seco. ¿Qué podría escribirle? Una lágrima manchó su pantalla, y se llenó de valor ante aquello.

Zel, perdón, no saldré con Meliodas 11.45 p.m

No, está bien, no eres mi novia ni mi objeto, puedes salir con mi hermano  11.47 p.m

Pero ayúdame a encontrar a la chica Margarita   11.47 p.m

¿No estás enfadado?    11.48 p.m

Jamás podría contigo, perdóname tú a mí por el número de hoy, te recompensaré con un helado mañana ;)  11.49 p.m

¡Yei!, Helado :D   11.49 p.m

Más te vale maquillarte, fea :)    11.50 p.m

¿Así tratas a tu cita de mañana? :(   11.51 p.m

Duerme bien, Haru  11.52 p.m

Y entonces, le felicidad volvió mágicamente, es justo como ella pensaba, nadie decía su nombre mejor que él, nadie podía hacerla tan feliz como él, nadie, con un solo mensaje, podía hacerla abrazarse con fuerza a su teléfono, casi que llorar de la alegría y sonreír como tonta, todo aquello junto.

Solo Zeldris podía.

Buenas noches, Zel    11.53 p.m

Haruka estaba irremediablemente enamorada de aquel hombre.

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Palabras del autor:

Vale, podéis matarme, a mí, a Zeldris, a Haruka o a Meliodas, escojan, todos somos igual de pendejos :D

No crean que se las voy a poner fácil, es muy pronto para que sepan que "hizo" el Melo, espero teorías locas.

Todos saldremos verga en la historia.

Lean comeindo palomitas ( ̄ω ̄)🍿

~Sora

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