Prólogo

 ¿Cómo te sentirías al saber que tu destino está escrito a través de una simple marca de nacimiento en tu piel? ¿Y más si el destino que te ha tocado es el de traer desgracias a los tuyos?

 Bueno ese es mi caso. Soy Aria, una chica que llevaba una vida normal con su familia y amigos hasta que la profecía que estaba predicha en mi marca comenzó a cumplirse.

 Una buena historia se debe contar desde el principio, y eso es lo que haré a continuación.

 Era la tarde de mi cumpleaños nº15. Bueno, mío y de mi hermana melliza, Eileen. Ella y yo nacimos el mismo día, pero soy unos minutos mayor que mi melliza. A pesar de ser mellizas, y aunque la gente a veces nos confunda, el ser hermanas es lo único que tenemos en común, aparte de nuestros padres y que ambas llevamos gafas.

 Yo tengo el cabello castaño claro, largo hasta por debajo de los hombros. Mis ojos son color marrón oscuro, mis labios algo finos y tengo un lunar en la mejilla izquierda.

 Eileen tiene el cabello rubio ceniza largo hasta la clavícula, los ojos marrón claro, labios un poco gruesos y tiene una cicatriz en forma de medialuna cerca del ojo derecho.

 Como iba diciendo, era nuestro cumpleaños. En los cumpleaños nº15, nuestra marca de nacimiento especial nos indica nuestro porvenir y nos entrega nuestros poderes.

 Mi hermana tiene una marca en forma de lira, sólo que los brazos de dicho instrumento son huesos. Y yo... yo no tengo una. Se supone que tendría que tener una, pero no. Mis padres pensaban que así era mejor, ya que no tendría que preocuparme por no tener control sobre unos poderes que no quería o cosas por el estilo. Pero yo siempre me he sentido un bicho raro por no tener ninguna.

 Y ese sentimiento volvió aquel día. Nuestros padres y amigos estaban en aquella sala, rodeando la mesa en la que mi hermana y yo estábamos apoyadas, sentadas en sillas frente a ella. Un pastel con nata y chocolate reposaba sobre el mueble.

 A decir verdad, yo no prestaba atención a la celebración, sólo quería que aquel día terminase cuanto antes para poder volver a mi habitación para leer mis libros de hechizos. Ya que no tenía mi marca para entregarme poderes, trataba de aprender algo de magia por mi cuenta para poder ponerme al nivel de mis compañeros de vida. De momento, sólo controlaba un par de hechizos sencillos, pero no me iba a dar por vencida a pesar de esas dificultades.

 Salí de mis pensamientos cuando oí unas exclamaciones de asombro provenientes de mis padres, quienes miraban cómo el pelo de mi hermana brillaba como si se tratase del sol de mediodía. Eileen no parecía muy emocionada, pero sonrió en cuanto vio una espada aparecer en su puño derecho. Todos comenzaron a darle halagos y a prestarle más atención a ella, dejándome de lado. Me sentí muy pequeña e invisible allí sentada en mi silla.

 Suspiré antes de levantarme e irme de aquella habitación para dirigirme a mi dormitorio. Subí las escaleras que llevaban al ala de dormitorios y entré al mío. Cerré la puerta detrás de mí y miré por el balcón. La puesta de sol se dejaba ver allá en el horizonte. Oí un gañido proveniente de la esquina de mi dormitorio. Sonreí y me acerqué hasta allí.

 —Hola, Celer—dije mientras me acercaba a mi halcón y acariciaba su cabeza.

Celer graznó de nuevo y se subió a mi hombro con un simple aleteo. Me dirigí al balcón y me senté en la barandilla, de espaldas a mi cuarto. Suspiré y miré a mi amigo.

 —Eileen ya tiene sus poderes—miré el horizonte que se extendía por todo el valle en el que vivíamos—. Y todos han comenzado a acercarse a ella para alagarla. Me han apartado, pero bueno, era algo que ya sabía que pasaría.

 Celer chilló de forma débil y rozó con su cabeza mi mejilla. Sonreí, apreciando el gesto y abrí un saquito que tenía colgando de mi cinturón. Vacié un poco su contenido en la palma de mi mano y se la extendí a mi amigo, quien comenzó a toquetear con cuidado mi mano para comer lo que le daba. Acaricié su cabeza con cariño y sonreí de nuevo.

*

 Aquella noche, tuve una pesadilla. No recuerdo qué vi en ella, pero sé que era un mal sueño porque desperté cubierta en sudor y con la respiración acelerada. Miré a mi alrededor, logrando calmarme al ver que estaba en mi cuarto.

 Encendí la vela que tenía en mi mesita de noche con un simple hechizo que había aprendido hacía un mes y después tomé mi libro de hechizos del atril en el que lo habían colocado.

 Miré la cubierta de cuero para después abrir el libro y leer el contenido de las primeras páginas, logrando tranquilizar mi mente, como siempre conseguía leyéndolo.

 Aquel libro lo encontré por casualidad un día que jugaba con mis amigos cerca de un bosque, cuando yo contaba ocho años. Lanzaron la bola muy lejos y cuando fui a buscarla, me encontré el libro debajo de un matorral. No vi a nadie por los alrededores, por lo que me llevé el libro conmigo y me dediqué a curiosear su interior mientras mis amigos seguían jugando.

 Las páginas estaban llenas de palabras, pero en aquel entonces no podía leerlas, puesto que no sabía leer. Nadie que conociera sabía, por lo que aprendí por mi cuenta para poder leer lo que decía aquel libro. Así fue cómo empezó mi pasión por los libros, cosa que a la gente de mi pueblo no le pareció bien, puesto que consideraban que saber leer era cosa de brujos malvados. Una tontería, en mi opinión.

 Bueno, pues esa noche, estaba leyendo las líneas escritas de mi libro de hechizos cuando oí un pitido en mi oído derecho. Me llevé una mano a la oreja, molesta por el ruido. Permanecí un rato así hasta que el pitido se desvaneció. Bajé el brazo derecho una vez eso hubo ocurrido y chillé, asustada:en mi antebrazo acababa de aparecer un dibujo de una calavera rodeada por una especie de aureola de luz.

 Me froté los ojos, incrédula, y volví a mirar el dibujo, sin saber cómo había aparecido allí. Pasé mis dedos por el dibujo, susurrando las palabras de un hechizo. El dibujo brilló con una tenue luz azul para después apagarse.

 Miré a mi halcón, que se había despertado por mi grito. Se acercó a mí y chilló, preocupado. Lo miré.

—No puede ser, Celer—le susurré—. Es una marca como la de mi hermana.


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Nota de autora:


Hace unas semanas dije que el día del libro, es decir, hoy 23 de abril, subiría una historia totalmente de mi autoría, con personajes creados por mí.

Bueno, aquí la tenéis.

¿Qué os ha parecido el prólogo? ¿Os ha picado el gusanillo de la curiosidad?

Agradecería muchísimo que me dijerais lo que pensáis al respecto, ya que tengo pensado terminar la historia cuanto antes para poder presentarla a los Wattys de este año.

Agradezco vuestro apoyo y nos vemos en los siguientes capítulos y/o historias

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