capítulo 24.

Hemos llegado a la recta final, la ginecóloga dice que no pasa de esta semana, a mi más grande pesar tuve que dejar a Hayley hoy en casa, claramente no la dejé sola, mi hermana está con ella. No quiero que esté sola en ningún momento.

La editorial necesita que al menos uno de los dos esté presente, ella desde que entró en las treinta y cinco semanas no se ha movido de casa, el cuál agradezco, sé que ella se siente cómoda en casa, hasta usa vestidos sueltos, porque según ella es lo único que le queda bien ahora, si supiera que nunca nadie antes había lucido tan bien una panza como lo hace ella.

Sin duda alguna está más linda que nunca, pero ella se ve gorda, es normal, aumentó de peso, vive comiendo, ¿cómo espera no hacerlo?

Ahora me encuentro ya llegando a casa, siempre que salgo intento no demorar mucho, pero hoy fue complicado, Alan estaba insoportable, no sé como hizo Hayley para soportarlo todo este tiempo.

En cuanto pongo un pie dentro de la casa una bola peluda hace su aparición dándome la bienvenida muy alegre, si, caprichos de Hayley, estuvo una semana casi suplicando un perro, porque nunca tuvo uno, y acá está, una bola de pelos horrible.

Dejo el maletín sobre el sillón y voy hacia el jardín, sé que está ahí porque el ventanal está abierto, siempre lo deja así para que yo pueda saber dónde está.

Y en definitiva, estaba allí, sola, sentada en el suelo con la barriga al descubierto dejando que le de el sol, está con los ojos cerrados, sonrío, provecho para sacar el teléfono y tomar una foto, ella oye el click y abre los ojos, sonríe en mi dirección.

-Creí que ibas a estar con Irina -camino hacia ella.

-Yo creí que ibas a demorar un poco menos -asiento.

-Si, yo igual pero tu asistente no dejó de molestar -ríe y me agacho para poder dejar un beso en sus labios.

-Cuando se lo propone llega a ser bastante frustrante si.

-¿Por qué estás sola? Creí que Irina iba a estar con vos.

-Yo le pedí que se fuera -frunzo el seño-. Necesito mis momentos a solas, agradezco su preocupación y la tuya, pero realmente necesito disfrutar de estos momentos sin que alguien esté constantemente hablando a mi lado.

-Cariño, es necesario que estés con alguien, no puedes quedar sola mucho tiempo -rueda los ojos y estira su mano hacia mí.

-Mejor vamos adentro, tengo hambre -sonrío y tomo su mano para ayudarla a levantar.

Enseguida puedo ver que hace una mueca y toma aire.

-¿Qué pasó? ¿Estás bien? -la examino preocupado.

-Si cariño, tranquilo, sólo fue una patada de tu adorada hija -sonríe y me acaricia el rostro.

Asiento e ingresamos a la casa, yo me dirijo a la cocina y ella se tira en el sofá, para más comodidad dice ella. En cuanto estuvo lista la comida, ambos cenamos, ella con menos ganas, le pregunté si estaba todo bien y ella siempre respondió lo mismo. Así que la dejé pasar.

(...)

Spoiler, nunca crean en una embarazada, cuando les digan que está todo bien, es porque está todo mal.

¿A qué me refiero? A que ahora estamos en camino al hospital porque mi adorada esposa, quién por cierto dijo todo el tiempo que estaba bien, está en labor de parto y además de eso, está insufrible.

-¿Puedes apurar el puto auto? -gruñe para después soltar otro grito de dolor.

-Cariño, lo haría pero tampoco quiero morir hoy, la idea es que sea un día feliz, no lleno de desgracias.

-Voy a matarte Alek, te lo juro, día feliz dices, voy a sacar un niño por mis partes íntimas -exagera.

-¿Recién te enteras? Tuviste mucho tiempo para prepararte y deducir eso -sonrío divertido y algo vuela a mi cabeza.

-Cállate y maneja, juro que nunca más en tu vida vas a volver a tocarme, maldito -ah, también está violenta.

Luego de casi morir en el camino a manos de mi esposa, llegamos al bendito hospital, ya nos estaban esperando con una silla de ruedas.

-Oh no, yo no pienso subirme a eso -se queja y suspiro.

-Cariño, sólo hazlo, llegamos a tu habitación, tienes a la niña y somos felices -gira su cabeza hacia mi como el exorcista.

Vale, eso no ayudó.

-¿Tú crees que es así de fácil? Por favor, mantengan a mi marido lejos de mi, porque voy a cometer un delito hoy mismo -le habla a los oficiales que hay en la entrada.

Termina accediendo a regañadientes y sube a la silla de ruedas, yo los sigo atrás, en cuánto ingresamos a ella se la llevan a la habitación mientras que yo me quedo para hacer todo el papeleo.

En cuánto termino una llamada entra.

Marcus.

-¿Es cierto? -comienzo mi camino hacia la sala de parto.

-¿Qué cosa?

-¿Hayley va a parir? -frunzo el seño.

-No lo digas así, y si, es cierto. ¿Cómo lo sabes?

-Muchacho famoso, su vida siempre se sabe -ruedo los ojos-. En media hora estamos ahí.

-Vale, debo colgar.

No lo dejé contestar, simplemente colgué. Al llegar a la sala, ya Hayley está vestida con esa bata horrible que a ella le queda maravillosa, me da una mirada cargada de temor.

-Padre, tiene que ponerse esto -me pasan una bata y la tomo.

Le doy una última mirada a Hayley para pasar al baño y cambiarme. Al salir oigo a Hayley.

-No, sólo son unos segundos, el papá tiene que estar presente -sonrío y me apresuro en llegar.

La tomo de sorpresa cuando tomo su mano, ella me sonríe.

-Estoy aquí muñeca -le sonrío para después dejar un beso en su frente.

Así comenzó la noche más larga para ambos, sobre todo para ella, el parto duró aproximadamente dos horas, por algunas que otras cosas, al parecer en cuánto llegamos ella no estaba dilatada lo suficiente, pero ya habían pasado y ahora frente a mi tengo la imagen más hermosa que vi en la vida.

Hayley con el rostro lleno de lágrimas, sus ojos cristalinos muy cansados y a nuestra pequeña Havanna buscando el calor de su madre, ella me mira para después morder su labio aguantando sus sollozos.

-Lo hiciste mi amor, lo hiciste -beso sus labios.

(...)

Ya pudimos vestir a la bebé, Hayley la amamanto, se quejó porque nunca nadie le había dicho que no todo termina en el parto, que el amamantar duele pero se lo aguantó.

Ahora estamos los cuatro viendo como duerme, es que no podemos sacar la mirada de ella.

-Tiene tu cabello -habla Emma.

-No creí que fuese a salir rubia, lo peor es lo que van a decir en todos lados -frunzo el seño.

-¿Qué van a decir?

-Cariño, es rubia, tú no lo eres y ellos a mi nunca me conocieron rubia, no saben que lo soy.

-¿Qué importa lo que digan? Que les den -ese fue el sabio de Marcus.

-Que inteligente eres cuando quieres -le digo y este muestra su dedo corazón.

-Lo hemos logrado -dice de golpe Emma, todos la miramos.

-¿Qué cosa? -pregunta confundida Hayley.

-Ser felices, después de muchos años, hemos logrado ser felices todos -sonríe y ahí están las lágrimas de ambas.

Con Marcus nos miramos y suspiramos, que mal habremos hecho nosotros.

Bạn đang đọc truyện trên: AzTruyen.Top