CAPÍTULO 1: EN EL FUNERAL(PARTE 1)
En el funeral, llegaron personas de diferentes alianzas...
Se me olvido contarles, mi amiga Mia, al parecer escribió en las cartas, que en mi familia una marcada había activado su marca, es por eso que llegaron de todos los lugares diferentes tipos de herederos a brindarnos su apoyo.
Además, quién no quisiera tener el apoyo de una marcada.
Alguien toca la puerta, procedo a abrir
- Mia: "Hola"
- ¿Qué quieres Mia?
- Mia: "Aun sigues molesta...por lo de las cartas"
- No, está bien. Entre más apoyo mejor.
- Mia: "Que bien, porque es hora de empezar el funeral".
Aparecen Geda y Helen
- Geda: "Aquí están las dos"
- Helen: "Vamos, muévanse"
Procedimos a irnos..
Todos vestíamos completamente de negro, nuestros pantalones oscuros, suéteres negros y el paño que cubría la mitad de nuestros rostros en negro absoluto transmitían una presencia austera y un profundo luto por la pérdida de nuestros seres queridos.
Avanzamos juntos por la escalera principal, rodeados por una multitud que emanaba un aura de venganza palpable.
En sus ojos se reflejaba el dolor y la sed de respuestas, por lo ocurrida.
No los culpo ahí estaban sus seres queridos.
Pero por ahora, dejamos ese sentimiento a un lado, ya que nuestra prioridad era dar un último adiós a casi la mitad de nuestra familia y aliados.
Había una multitud presente, y entre los susurros, pude escuchar las conversaciones de varias personas:
-Mujer desconocida: "Esa es la familia, o lo que queda de ella."
-Otra persona: "Sí, alguien poderoso envenenó a todos."
-Otra voz en la multitud: "Ellos se lo buscaron."
-Otra persona: "Es el karma, ya era hora. Dejaron un rastro de muerte a su paso."
-Otra voz: "La persona que cometió semejante crimen no les tiene miedo."
-Otro individuo: "Debe ser alguien realmente poderoso para enfrentarse a esa familia de locos."
-Otra persona: "El karma finalmente les alcanzó por todo lo que hicieron."
De seguro no fui la única que escuché esos comentarios, pero nadie dijo nada, pues ellos tenían razón.
Las enormes puertas se abrieron majestuosamente, y todos nosotros estábamos presentes para presenciar este doloroso momento.
Desde nuestra posición, pude ver con claridad cómo los hombres bajaban cuidadosamente las tumbas.
Eran más de cincuenta, y cada una de ellas albergaba los restos de un padre, una madre, un hijo o una hija que habían sido arrebatados de nuestro lado.
La escena era desgarradora.
Las lágrimas y los lamentos llenaban el aire mientras los familiares se acercaban a las tumbas. Las madres, en particular, no podían contener su dolor abrumador.
Muchas de ellas sollozaban con desesperación ante las tumbas de sus hijos e incluso de sus nietos, arrojándose al suelo en un gesto de desgarradora aflicción.
Sus voces se alzaban en un coro de angustia, y sus palabras eran un eco desgarrador de su sufrimiento:
-"¡No, mi hijo, no!" Gritaban con fuerza.
Otras murmuraban entre lágrimas,
-"Mis nietos..." mientras el dolor se adueñaba de sus almas.
No, puede ver más y decidí irme. Pero, alguien me toma del brazo...
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