Capítulo 5
¿Cómo podía disculparse con Damian? Sentía que necesitaba ser una disculpa algo...especial y diferente.
Tal y como era Damian.
— ¡Tierra llamando a Jonathan! —la voz de Kathy lo saco de sus pensamientos.
La rubia formaba un puchero con su boca al mismo tiempo que fruncía su ceño, ¿Cuánto tiempo tendría llamándole tratando de captar su atención?
— ¿Q-que pasa Kathy? —fue lo único que se le ocurrió decir bajo la mirada acusadora de su amiga.
— ¿Que pasa? ¡¿Que que pasa?! —levanto los brazos moviendolos de un lado a otro— ¡Dios Jon! Llevo casi veinte minutos hablándote y tú en las nubes, te preguntaba por qué estabas así de deprimido.
— ahh pues...discutí con un amigo —comento sin ánimos.
— ¿Quién? —cuestiono dispuesta a conocer a la persona culpable del estado de Jon.
El pelinegro guardó silencio con la vista en el césped
— ¿Quién es Jon? —insistio.
Nuevamente silencio.
— Jon...
— Fue con Damian ¿Contenta? —confeso ya cansado de la necedad de Kathy.
Por su parte la rubia apretaba los puños, Damian Wayne; ¿Es que siempre tenía que ser él el causante de todos los malestares de Jonathan? Era todo el tiempo igual, Damian esto, Damian esto otro...
— ¿Por qué sigues viéndolo Jon? —inquirio intentando tragarse su enojo y no gritarle al ojiazul.
— Ya te lo dije Kathy...es mi amigo —levanto finalmente la mirada— Dami no tie...
— ¡Ya basta Jon! ¡¿Es que no te das cuenta?! —solto de pronto interrumpiendo y asustando al menor— ese tipo de personas no son buenas, es arrogante, grosero, no te respeta y te trata como si no fueras nada, además ¿Ya olvidaste que gracias a él te castigaron?
Jonathan escuchaba todo en completo silencio, sin poder decir nada; Kathy tenía razón, hasta cierto punto.
— Si...pero él...
Volvió a ser interrumpido, solo que esta vez por los tiernos labios de Kathy. No supo cómo reaccionar así que solo se quedó petrificado gracias a la sorpresa, no fue hasta que ella se separó que Jon volvió a respirar.
— Lo siento Jon, yo...
No escuchaba nada, su mente estaba en blanco. Su primer beso...su mejor amiga le había robado su primer beso, aquel que fantaseaba con darle a su destinado.
“Solo llévame a casa Pennyworth” escucho con claridad a lo lejos, en dirección a su hogar. Por un momento su corazón se detuvo; era capaz de reconocer aquella voz en cualquier lado.
— Hay no... —susurro asustado bajando de un salto de la rama en la que estaban y corrió lo más rápido que pudo— Dami...
Cuando llego a su casa ya no había nada, a la distancia pudo distinguir una limusina y dentro de ella iba Damian, escuchaba como Alfred trataba de llamar la atención del hijo de Batman.
— Dami...no, no... —se disponía a salir tras el auto pero la mano de su madre lo frenó— ¿Ma?
Louis negó levemente, había visto todo, ella le indico el camino del lugar donde Jon estaba al último hijo de Bruce, había visto el beso de Kathy y como Damian volvía sin decir palabra al auto.
— P-pero te-tengo que ir...yo...él...e-eso que pasó fue... —decia desesperado al borde de las lágrimas, su pecho dolía al igual que su marca.
— Déjalo Jon, no va a escucharte.
Dicho eso se soltó a llorar abrazando a su madre, la mujer acariciaba el cabello de su hijo consolandole.
Por su parte a Jon le dolía, le dolía de una forma que no sabía describir, sentía que le faltaba el aire, su pecho se oprimía y su marca...parecía que la zona donde estaba su marca se estuviese quemando.
(...)
— ¿Amo Damian? —Alfred como siempre estaba al pendiente de los chicos, sin embargo le pareció extraño que el menor de ellos regresara tan pronto y sin decir nada subiera a la limusina— ¿Está todo bien amo Damian?
— Solo llévame a casa Pennyworth —dijo con la voz rota ocultando su rostro para que el mayor no le viera.
Aquello preocupo al mayordomo, era la primera vez que miraba de esa manera a Damián y si lo conocía tan bien como decía, fuese lo que fuese que pasó momentos antes no fue nada bueno.
— Cómo desee —acato el mandato sin preguntar nada más.
De camino a la mansión Damian permaneció en silencio, ignorando las palabras de Alfred. Su mano derecha cubría su marca mientras que con la otra tapaba su boca para evitar que saliera cualquier sonido lastimero, su orgullo le impedía soltarse a llorar ahí mismo.
En solo dos meses se había hecho la ilusión de que Jonathan realmente podía ser el indicado, a pesar de dejarle en claro su mal carácter y que no tenía ningún interés en formar equipo con él hacía lo posible por saberlo llevar. Y eso le hacía creer que quizá sí tenía derecho a tener a su destinado.
Que tonto había sido al pensar eso.
Cuando llegaron rápidamente bajo yendo directamente a su habitación, en cuanto puso un pie en las escaleras su andar fue interrumpido.
— ¿Y ahora que te pasa demonillo? —dijo Jason con su típico tono burlón.
— Suéltame Todd —ordeno forcejeando tratando de soltarse del agarre del segundo Robin.
Fue fácil para Jason darse cuenta del tono débil en la voz del más pequeño, cosa que se le hizo extraño.
— Ya enano, ¿Que te pasa? —pregunto está vez más serio.
— Nada que te importe —volvio a jalar su brazo sin levantar la cabeza, no quería que Jason lo viera en ese estado y luego se burlara de su estado.
— Muy cierto enano, a mí no me importa, pero a quien si le importa es a Dickie y si el te ve así luego no va a separarse de ti —explico— así que dime qué carajos te pasa —demando tomando su mandíbula, obligándolo a mirarlo.
Abrió los ojos sorprendido por lo que estaba presenciando, los labios del petirrojo temblaban por la fuerza que ejercía, el hermoso verde jade de sus ojos era opacado por el rojo, evidencia de que había llorado; y las marcas de lágrimas en sus mejillas solo le confirmaban sus sospechas.
— ¿Que? —sonrio de lado— ¿Finalmente alguien te negó algo? ¡Oh ya se! ¿No me digas que te rechazaron?
Su sonrisa se borró en cuanto vio las lágrimas caer de nuevo por sus mejillas. La preocupación e incredulidad se abrió paso por su rostro, sin embargo, antes de que pudiera decir más el ágil puño del menor se estrelló en su cara.
Por instinto se llevó ambas manos a la zona liberando a Damian, quién una vez libre salio corriendo para encerrarse finalmente en su cuarto.
— Maldito enano... —musito adolorido limpiando la sangre que salía de su nariz.
— ¿Ahora que hiciste Jay? —Dick había llegado junto en el momento en que Damian le propinaba el golpe al exmercenario.
— Nada... —encogio los hombros— el enano sufre de mal de amores, ya sabes, lo típico...
El ojiazul ladeó la cabeza sin entender a que se refería su pareja.
— ahh parece que lo rechazaron —aclaro— jajaja lo hubieras visto jajaja ¡estaba hasta llorando!
Eso preocupo al primogénito, ¿Su Dami llorando? Si aquello era verdad, y Damian había llorando por un rechazo...solo se le podía ocurrir una persona en la tierra que podía acusarlo.
— Oh no —subio las escaleras a prisa llendo directamente al cuarto del menor.
— ¡Dick!
— ¿Así que Jon rechazo a Damian? —la voz de Tim lo tomo por sorpresa, pero más le sorprendió fue la expresión de preocupación en su cara.
— Bueno, no me dijo que fue el superbebe ¿Por qué? —comento interesado por lo que pasaba.
— ...Alfred llevo al demonio a la casa de los Kent, pero regresaron muy pronto, sabemos que Damian solo va allá por Jon
— Si, si... ¿Pero que tiene que ver el medio alien en todo esto? —interrumpio
— Jason —Tim lo miro con seriedad— Jonathan es el destinado de Damian...
— Y si lo rechazó...
Tim asintió al pensamiento de su antecesor, Jason gruñó y subió siguiendo el mismo camino que Dick. No era un secreto que él y Damian se llevaban como perros y gatos, pero a fin de cuentas era su hermano.
Y nadie más tenía derecho para hacerlo llorar más que él. Jonathan Kent pagaría caro cada lágrima derramada.
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