Capítulo treinta y uno
Eliminamos patrullas de soldados con rapidez mientras avanzamos por los callejones. Hay una lluvia de balas y explosiones. El caos aéreo es cada vez más fuerte que aumenta la frecuencia con que los aviones colisionen con los altos edificios. El colapso de un edificio nos hace detenernos en un cruce y rápidamente somos rodeados por los cuatro senderos. Sus sargentos nos disparan con violencia. Detengo las balas frente de mí, por el rabillo del ojo veo como cada uno nos encargamos de una dirección, a excepción de Paul. Uso mi otra mano para detener las balas que vienen en su dirección con dificultad. La sangre baja por mi nariz cuando soy incapaz de mantener los disparos. Las chicas retroceden hacia nosotros por el numero increíble de balas que no dejan de venir. Me aferro a que tengan que recargar sus armas, pero cada segundo manteniéndolas es una eternidad. Paul intenta bajarlos, pero cada vez que derriba a uno otro lo reemplaza con rapidez.
Escucho un avión pasar por encima de nosotros antes de ver como toda la calle empieza a explotar. Dejo de contener las balas para detener las bombas que están a punto de caer sobre nosotros, pero el resto de la calle explota inundándonos con una cortina de humo. Los disparos se detienen cuando envío esas bombas en la dirección de las tropas que nos disparaban. Me giro de nuevo al sendero frente a mí para matar a mis disparadores.
—Ese avión no era nuestro —deja salir Ellied.
—El caos y la locura ha comenzado —le responde Zayda con una mirada de horror hacia los aliados que ellos mismos masacraron.
Las calles muy pronto se vuelven terrenos devastados cubiertos cuerpos y destrucción. Ver la cantidad de cuerpos enemigos me produce un terror que se revuelve en mi pecho, sin embargo, solo nos detenemos cuando otro bombardeo aéreo vuelve a lanzar sus bombas hacia nosotros. El fuego aéreo es más fuerte en este punto de la ciudad, por lo que los edificios modernos están destruidos o en llamas.
—Estamos llegando Shibuya —dice Paul antes de llegar a una gigantesca calle.
La masacre es brutal, centenares de cuerpos distribuidos por toda la calle. Los Hollows avanzan eliminando solados que vienen de todas las calles. Hay carros equipados con ametralladoras que comienzan a disparar hacia nosotros, pero los nuestros también lo hacen. Tengo la sensación de retroceder al ver como los bombarderos dejan caer sus bombas en medio del campo. Los cuerpos que no salen de las llamas gritando son vilmente destrozados. Detengo las balas cuando han notado nuestra presencia mientras que Zayda intenta controlar las balas más gigantes de los carros tanque. Paul se encarga de acabar con soldados mientras avanza con Ellied, quien está eliminando la infantería que no se detiene ante nuestro avance, incluso muchos de ellos se lanzan contra los Hollows con el simple hecho de explotar.
Esto es una locura sacada de la historia de horror más bestial que haya visto.
El cruce de Shibuya empieza a ser dominado por los Hollows, sin embargo, los carros con ametralladora no se detienen mientras que los tanques siguen evitando nuestro avance. Empiezo a sentirme agotado al desviar la última oleada de balas. Los tanques cambian de dirección mientras que sus soldados retroceden con rapidez. Los edificios frente de nosotros estallan de repente colapsando hacia la primera línea de Hollows mientras que las ametralladoras vuelven a dirigir sus disparos hacia nosotros para evitar que avancemos y los escombros caigan sobre nosotros. Piensan matarnos con los edificios y masacrarnos con sus balas. La primera línea de Hollow queda aplastada al intentar contener los disparos junto con los dos edificios que cayeron sobre ellos.
Los tanques comienzan a despejar el camino mientras las ametralladoras intentan darnos a través de los escombros. Ahora somos la primera línea. Veo a los Hollows que al igual que yo miran preocupados hacia más allá de los escombros que ya empiezan a desaparecer y son reemplazados por las balas de las ametralladoras. Un pequeño grupo de Hollows se pone frente de mí y bloquea todas las balas creando una débil línea que cubre toda la calle. Zayda toma una de las balas de cañón en el aire y con todas sus fuerzas la devuelve haciendo que un pequeño grupo de infantería desaparezca con la explosión. Ella cae de rodillas al suelo por el esfuerzo. intento moverme hacia ella, pero Ellied rápidamente la cubre para que Paul pueda ayudarla a estar por detrás de la línea de defensa. Saco el frasco azul e intento beberlo, pero un golpe caliente en mi mano hace que lo suelte. Siento mi piel al rojo vivo antes de ver la sangre deslizarse por mi brazo. Mi cabeza arde por el efecto del poco líquido que entro en mi torrente sanguíneo. Contengo el grito de ardor mientras sostengo mi mano herida. Los pasos de la infantería avanzando unida a los disparos me trae devuelta a la realidad.
—Señor Dunkelheit, deme su mano —escucho decir a un soldado antes de arrodillarse frente de mí y tomar mi brazo. Él deja caer un tarro de alcohol sobre mi mano cubierta de sangre. La sensación de ardor me hace gritar mientras siento como mis poderes destruyen los vidrios de los edificios a mi alrededor. El sujeto cubre mi mano con una venda lo que me hace respirar con normalidad de nuevo. Intento mover mis dedos, pero los siento tan entumecidos que me olvido de ellos.
Veo a Zayda y Ellied intercambiarse para cubrir la línea de defensa de las balas de cañón antes de que Paul las lleve de regreso a una zona segura por el cansancio.
—Gracias —le digo al soldado antes de verlo correr hacia otro cuerpo. No voltea a mirarme, ni tampoco me responde. Asiento en su dirección antes de dar un gran salto atravesando los escombros y llegando frente a los tanques quienes pensaban apuntar hacia los edificios, pero al verme cambian su objetivo. Las ametralladoras de los vehículos cambian su objetivo también, pero sus soldados que las maniobran pierden sus cabezas. La infantería se da media vuelta para dispararme, pero muevo uno de los vehículos para cubrirme, este no soporta los balazos y estalla. Los cañones disparan, pero detengo las cuatro balas gigantescas frente de mí. La sangre baja por mi nariz mientras las devuelvo hacia sus dueños, sin embargo, dos tanques resisten el impacto y uno de los dos se dirige hacia mí. Me deslizo por debajo de este y destruyo toda cantidad de componentes del vehículo que este se detiene cuando lo he atravesado. Me pongo en pie. Los soldados que piloteaban el vehículo salen por la escotilla superior, pero sus cuerpos caen uno a uno. Escucho los disparos de la infantería lo que me hace cubrirme con el camión hasta que el otro tanque me dispara, en esta ocasión soy incapaz de detener la bala, pero me impulso hacia el frente con la explosión del carro tanque que usaba para protegerme de las balas.
Pongo mis manos sobre el suelo para prevenir la caída antes de incorporarme con rapidez para evitar ser golpeado por el carro tanque. Me tambaleo por la explosión. Los disparos vuelvan a ser en la dirección contraria por el avance de los Hollows. El carro tanque se acerca con la boca del cañón apuntando directamente hacia mí. La sostengo con mis poderes y la comprimo hasta que el agujero se cierra, pero el carro tanque dispara haciendo que el mismo sea envuelto por la explosión.
Frente de mi se encuentra el imponente 104. Por las otras calles que conectan este lugar los soldados enemigos avanzan hacia aquí. La armada de Hollow corre hasta este punto. Volteo unos segundos para ver como la mía que avanza sin problemas por el pelotón enemigo.
—...Estamos evacuando la ciudad por el metro... —escucho una voz metálica. Busco la prominencia del sonido y encuentro un comunicador que levanto del suelo.— Todos por favor dirigirse al metro. Un barco estadounidense ha llegado para evacuar los sobrevivientes de la ciudad.
—Estoy en Shibuya, la situación se ha complicado, por favor necesito llegar a la estación más cercana —digo por el comunicador.
—La estación más cercana está intentando ser ocupada por una Hollow pelirroja —responde desde la otra línea.
—Rápido —grito desesperado al ver las líneas enemigas avanzar hacia aquí.
Tiro el comunicador al suelo antes de correr en las direcciones que me ha dado el soldado enemigo. Las calles de Tokio son un completo caos, incluso mis oídos han empezado a saturar todo el ruido provocado por la guerra. Evito las calles principales y pronto puedo ver la estación a la distancia con los metros saliendo y entrando por las altas vías. Salgo a la calle principal frente a la estación, a mi derecha un grupo de soldados dispara al aire mientras una Rubí voladora esquiva sus balas. Ellos disparan, pero Rubí sostiene todas sus balas en el aire antes de hacerlas caer como metralla. Los gritos se extienden muy rápidamente, pero un disparo que alcanza a esquivar la hace perder el equilibrio. Un tipo con pinta de general dispara desde un arma de asalto a Rubí. Ella se mueve en el aire hasta quedar de pie frente a los edificios por los que empieza a correr como si flotara mientras que el soldado sigue disparando, destruyendo todos los cristales por donde hace unos segundos Rubí corría. Veo los cristales mantenerse en el aire y cuando Rubí salta hacia los edificios del otro lado envía todos esos cristales hacia el general quien da una voltereta en el suelo antes de seguir disparando. Estoy a punto de ayudarle, pero escucho una explosión. Ellos también dejan de pelear para ver a uno de los trenes ser destruido por los bombarderos antes de que otro destruya la estación entera. Miro las llamas mientras una furia incontrolable despierta en mi interior.
En ese lugar solo había inocentes que no querían pelear, incluso niños que no podían.
Me muevo para matar a ese sujeto, pero mis poderes desaparecen de repente. Freno en seco al escuchar el aullido de Rubí. La veo caer al suelo de forma brusca.
— ¡Rubí! —la llamo desesperado, pero estoy todavía demasiado lejos. Corro hacia ella al ver que el general se acerca.
Rubí se incorpora sentándose sobre el suelo con una herida en la pierna y en el estómago que cubre con su mano. El general comienza a reírse antes de darle un puño que la hace caer al suelo.
—¡Levántate, Rubí! —le grito, sus ojos me miran brevemente antes de que él sujeto se gire en mi dirección.
—¡Vete de aquí! —me grita Rubí intentando reincorporarse.
—Otro fenómeno —me dice el sujeto levantando el arma hacia mí. Lo veo unos segundos antes de seguir corriendo hacia Rubí. Las balas golpeando el suelo me hacen perder un poco el equilibrio, pero finalmente me interpongo entre él y Rubí.
—¡No trates de protegerme, imbécil! ¡Detente! —me comienza a gritar Rubí.
—Serán buenas recompensas para el gobierno americano —escupe el general, pero lo miro fijamente a los ojos. No tengo miedo.
Escucho el disparo antes de sentir el golpe en mi pierna. Me tambaleo un poco y él me golpea en la cara con el arma haciendo que caiga al suelo.
—Ella me puede servir muerta —dice con una voz macabra. Me vuelto a incorporar y me pongo en medio de ella nuevamente.
—¡No tienes que protegerme! —me vuelve a gritar Rubí— Si mueres, tu sueño, el sueño de la legión desaparecerá.
—Quítate de en medio gusano —me escupe el tipo antes de darme otro golpe con el arma. Esta vez me resisto y me mantengo de pie.
—¡Basta! ¡Quítate de en medio y corre! —me vuelve a gritar Rubí más desesperada.
—Está bien, no pienso huir hasta que la libertad de todos los Hollows este asegurada —le respondo con una sonrisa a pesar de tener todo el rostro destrozado.
Me abalanzo contra el sujeto haciéndolo retroceder y caer al suelo. Él me da un golpe en la cabeza con el arma y caigo a un lado. Siento como pierdo la noción de la realidad.
—Eres un maldito estorbo, te matare ahora mismo, tu cabeza ya de por si vale demasiado —dice el sujeto molesto antes de sentir su arma en mi cabeza.
Escucho el disparo, pero no siento que algo haya cambiado, sin embargo, segundos después veo el cuerpo de ese sujeto caer al suelo.
—¡Joe! ¡Eres un maldito imbécil! ¿Qué estabas haciendo? —inquiere Rubí molesta su voz se escucha un poco frágil. Intento decir algo, pero no puedo moverme siquiera.
Respiro para mantenerme despierto, hasta que siento unas manos que me giran y de repente Rubí está en frente de mí. Sus ojos color escarlata me miran desesperados antes de poner algo en mi pierna para detener el sangrado. Mis ojos se sienten pesados y me gustaría cerrarlos ahora mismo.
—No... —empieza a decir— no mueras.
Siento que me mueve un poco con sus brazos, pero mantenerme despierto resulta muy difícil en estos momentos.
—No mueras —me grita con más fuerza, su voz se escucha muy frágil— no mueras estúpido imbécil.
Siento algo cálido caer sobre mi rostro. Abro un poco los ojos para ver a la cara de Rubí frente a la mía. Sus lágrimas caen sobre mi rostro mientras ahoga el llanto. Levanto un poco la cabeza para besar su frente. Ella se sorprende y yo vuelvo a desplomarme sobre el suelo
—Tonta, no olvides la apuesta —alcanzo a decir— te dije que te protegería.
La escucho reír antes de sentir un peso sobre mi pecho. Mi conciencia desparece poco a poco mientras me levantan. No me resisto y dejo que me llevan hasta que solo hay oscuridad.
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