La tierra se mueve a 29 kilómetros sobre segundo, pero para las personas es incluso imposible sentir ese movimiento, esto se debe a que la tierra se mueve en velocidad constante, si la tierra llegara a cambiar su velocidad, ese movimiento ocasionaría un desastre natural. Nuestra existencia está ligada a perfecciones naturales, tales como la ubicación de la tierra, la existencia de una capa protectora y la presencia de oxígeno. Todo esto, si lo piensas, está ligado a una simple coincidencia en el momento ideal. Lo importante es que no solo se queda ahí, los grandes acontecimientos que marcaron el crecimiento de nuestra civilización también están ligados a coincidencias. El descubrimiento del fuego es un gran ejemplo, aunque las circunstancias sean diferentes todas están ligadas a la misma esencia. Todo está perfectamente sincronizado, si no lo crees, solo piensa en que hubiera pasado si te hubieras retardado unos minutos a un momento importante en tu vida. Recuerda, todo sucede por una razón.

Estoy en la completa oscuridad. Mis brazos y tobillos están amarrados a una silla de madera.

—Sabemos lo que eres —me murmura una voz al oído y luego de eso, escucho una risa malvada de una mujer.

Antes de sentir como el sueño me arrastra a la realidad unos ojos de color escarlata me miran en la oscuridad.

Mis músculos se ponen rígidos cuando despierto. La luz ya entra en la habitación. Miro a mi alrededor y todo parece en orden, cierro los ojos otra vez y dejo escapar un suspiro mientras golpeo el colchón. 

Si hubiera salido como de costumbre, esa mujer no se hubiera tropezado conmigo. 

Muevo mi brazo para tomar el celular sobre la mesa de noche que está cerca de la cama.

Lo enciendo. Son las 9:30 de la mañana, parpadeo varias veces mientras la euforia comienza a entrar en mi cuerpo.

— ¡Mamá! —la llamo mientras brinco de la cama y comienzo a cambiarme.

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Espero impaciente el metro mientras compruebo el reloj en mi brazo derecho que está sobre la venda. Mi bolso blanco hace contraste con el suéter que llevo puesto del mismo color. El metro llega dándome un reflejo de mi apariencia.

Luzco como James Dean.

Veo mas detenidamente mi apariencia frente al cristal antes de que la misma mujer de ayer me mire por detrás. Nuestros ojos se encuentran un leve segundo a través del vidrio.

Ella sigue sin cubrir sus ojos color escarlata. Otro metro llega en el carril contrario que ella abordar de inmediato.

Me apresuro entre la multitud para abordar mi metro con solo una cosa en mi cabeza que sé con certeza, mi madre no puede enterarse de la nota y de que esa mujer se volvió a presentar otra vez.

Pienso en ese frío invierno del año pasado, cuando Sofía, Luz y yo decidimos inscribirnos a psicología. En ese momento no hubiéramos podido pensar que todo se tornaría oscuro un año después. Sofía siempre había sido la chica popular cuando estábamos la High School, por lo que no se le dificultó relacionarse con los demás compañeros del curso una vez que las cosas entre nosotros acabaron. Desde ese momento, mi relación con Luz comenzó a crecer. Ella y Sofía habían sido amigas desde la Middle School, pero una vez que las cosas terminaron, dejó a Sofía y se quedó conmigo, un acto que agradezco mucho. Ellas me conocieron hace cuatro años cuando entre al primer grado del High School, en ese momento, aunque intente ser distante, los chicos no tardaron en incluirme en sus grupos sociales y de esa forma fue como conocí a Luz y seguidamente con Sofía.

Ahora creo que las relaciones te permiten crecer como persona, pero es un poco difícil comprenderlo cuando tu corazón está roto. Las caídas son duras, pero te hacen fuerte, lo importante es volver a levantarnos. Las personas nos volvemos más fuertes cuando nos encontramos a nosotros mismos de nuevo. Siento que lo más importante de una relación, es que, cuando acabe se tenga un agradable pensamiento de esa persona y que ella también lo tenga contigo, pero realmente eso no termina ocurriendo. Cuanto más fuerte es una relación más frágil eres.

—El viejo Joe regreso —me murmura Luz al llegar al salón, el profesor ya está explicando la clase por lo que me dirige una mirada asesina al sentarme.

—Cállate —le respondo bajo de tono, pero fuerte.

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Ambos tenemos un espacio en la hora del almuerzo, por lo que vamos a la cafetería que está en el campus detrás de la universidad.

Es un gran hexágono con piso de madera lleno de mesas y sillas metálicas. Caminamos por el pasillo de madera hasta llegar a las pequeñas escaleras que llevan a la cafetería. Algunas mesas están ocupadas cuando llegamos, sin embargo, Luz señala una las mesas para dos en uno de los extremos del hexágono.

—Joe, he estado pensando —comienza a decir al sentarnos.

— ¿Lo haces? —la interrumpo con esa pregunta antes de reírme, solo me dirige una mirada fría.

—Que esa fiesta posiblemente no sea lo suficiente para nosotros —continúa mirando la pantalla rectangular sobre el local de comida.

—Paso de comer —respondo. Mientras iba en el bus comí muchas galletas por la ansiedad.

—Pero iremos —dice emocionada volviendo a mirarme. Nos alejamos de la cafetería y nos sentamos sobre una de las mesas desocupadas en donde Luz comienza a comer. 

— ¿Por qué? —pone los ojos en blanco y hace como si fuera la pregunta más estúpida del mundo, pero es ella quien no se ha detenido a analizar lo que ha estado diciendo.

—Para reírnos, Joe —deja salir y la miro seriamente, mi boca hace una muestra de aburrimiento.

—No me mires así —se queja mirando hacia detrás de mí y luego se queda sorprendida.

— ¿Qué pasa? —le pregunto, pero en pocos segundos tengo la respuesta.

—Hola, nena —dice esa voz molesta para mí.

—Alejandro —responde Luz con una voz muy prepotente.

Así es, la animo en mi cabeza. Me siento orgulloso.

—Hace mucho que no sabía de ti —le dice con un tono triste mientras se arrodilla frente de ella.

Veo su cabello corto castaño iluminado por el sol y luego sus ojos grandes me miran a mí.

—Hey, Joe —me saluda— no sabía que estabas ahí.

Hablando de estúpidos. 

En ocasiones pensaba que eso era lo que los unía. Tenía miedo por los hijos que tuvieran.

— ¿Qué es lo que quieres? —pregunta Luz con un suspiro.

—A ti —le dice coqueto. 

Voy a vomitar. 

Ellos comienzan una pequeña discusión acerca de su ruptura mientras él trata de excusarse, pero ella pasa de eso y sigue mencionando más razones. Bebo mi refresco mientras los miro con satisfacción. Ver este tipo de escenas me produce un gusto enorme.

—Además, ahora estoy ligando con Joe —deja salir con una cara de victoria, mientras intento no ahogarme con el líquido.

Él me mira con recelo y luego vuelve a mirar a ella.

—Es una mentira —concluye. 

No es del todo tan tonto.

—Es la verdad, llevamos dos meses —dice luz emocionada antes de que ella me extienda la mano y yo la tome con una sensación de bilis en la garganta.

—Parece que ninguno de los dos perdió el tiempo —deja salir con un tono molesto.

—Si eso era todo, puedes dejarnos tranquilos ¿Por favor? —le pide con prepotencia.

—Adiós —le dice a Luz y me clava una mirada de furia antes de levantarse. 

Debo admitir que he adorado esta situación, sin embargo...

—Ahora obedecerás todas mis ordenes como una fiel esclava —le digo al soltarle la mano.

—Joe, tenía que hacerlo—intenta decir angustiada.

—Lo harás —vuelvo a dedicarme a beber.

—No pienso someterme a ti —dice molesta al comer un pedazo de torta antes de continuar indignada— soy tu amiga.

—Bueno, le diré que es un juego —digo al reproducir la grabación de la conversación que acabamos de tener con mi celular mientras que ella escucha su propia voz sorprendida.

—No lo harías —dice nerviosa mirando a mi celular. Debe estar pensando en la forma de quitármelo. Es inútil y lo sabe.

Ambos nos miramos directamente a los ojos.

—Voy a obedecer —deja salir en derrota.

—Bien, comienza por irme a buscar el sábado para la fiesta —le digo.

—Pero no puedo conducir ebria —protesta.

—No vas a beber —le respondo y ella se muerde el labio.

—Solo unas copas —dice victoriosa.

—Perfecto —digo satisfecho.

Ha sido un excelente día.

—Oye, luces como James Dean —dice Luz asombrad. La miro con picardía.

—Ser mi novia —hago un énfasis en esa palabra— te hace más lista.

—Solo que llevas el reloj en la mano derecha —dice luego de poner los ojos en blanco e ignorar mi afirmación— te he dicho que no se coloca ahí y además se ve feo, como tú.

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No dejo ningún punto ciego mientras llego a la estación. Me he asegurado de cerrar el bolso y observar a mi alrededor constantemente, por lo que me he asegurado de que la chica no me ha seguido y por lo que veo a la chica no está por ningún lado cuando me subo al metro.

En Brooklyn una fuerte lluvia me espera, pero en esta ocasión no tengo una capota por lo que mi cabello se moja y se pega a mi frente. Corro. Me encanta la lluvia, sobre todo la del anochecer, tiene ese toque nostálgico que te hace pensar que todo estará bien, aunque tu mundo se caiga a pedazos. Usar los lentes me limita mi visión, por lo que me ve obligado a parpadear cada cinco segundos. He llegado al vecindario completamente empapado.

No me había fijado en qué momento la neblina ha cubierto la calle, ocasionando que las luces de los carros se vean distorsionadas cuando pasan por la carretera. El andén que conecta con mi casa se encuentra totalmente vacío. Me apresuro a llegar. Al acercarme veo una persona parada frente de mi casa, me detengo y dejo que la lluvia caiga sobre mí mientras intento identificar quien es.

Entonces la persona se gira hacia mí y sus ojos de color escarlata son totalmente reconocibles aun con la neblina y la lluvia. Ella lleva una gorra con la que cubre su cabello, además de eso, lleva un atuendo de hombre. Me ha engañado. Se ha camuflado entre las personas de una forma que no había prevenido que hiciera. Ella sonríe antes de correr hacia la dirección contraria y perderse en la neblina.

Al acercarme a la casa veo que mi buzón está abierto. Dentro hay una nota y el mismo mensaje que la última vez. Al revisarlo el buzón con mas detenimiento me encuentro con unos lentes de contacto que debió estar usando esa mujer.

He sido derrotado.