Capítulo cuarenta y cuatro
Somos propensos a perdernos a nosotros mismos en los momentos difíciles, es la forma en la que podemos afrontar los desafíos que se presentan en nuestra vida. Perderse, nos ayuda a centrar el rumbo de la vida, nos hace crecer y poder ver las cosas que antes se nos hacía imposible de apreciar. Lo importante es continuar viviendo, aunque la vida te lo dificulte y la única forma de hacerlo es luchar. Vivir sin un objetivo por el que cual pelear es vivir sin esperanzas, si tu vida se encuentra en ese momento, busca un futuro el cual quieras alcanzar y nunca te rindas a pesar de que tu camino desaparezca. Tener un objetivo que alcanzar te entrega una voluntad para seguir en este cruel mundo.
—Joe —me llama Luz haciendo que despierte del sueño.
Hago un sonido con la garganta en respuesta.
—Tengo miedo de perderte —murmura.
Estamos en la carpa con los demás de la legión. Rubí regreso horas más tarde. Dormimos sobre camas improvisadas y por más que intenté convencer a Luz de que durmiera separada de mí no pude lograrlo.
—Eso no va a suceder —le digo sin abrir mis ojos y sé que debe estar mirándome. Quisiera creer esa afirmación, pero en el fondo sé que estoy ligado a un camino de destrucción. La muerte de mis amigos delante de mis ojos es la prueba de lo que me espera en un futuro, es mi destino.
—Camila lo perdió a él de repente y difícilmente se puede aferrar a la vida —me murmura.
En estos momentos realmente no quiero hablar sobre esa mujer en especial, solo quiero seguir durmiendo, pero no protesto y en vez de eso, la escucho.
Ella continúa hablando acerca de cómo Camila conoció a un chico llamado Carlos y cómo se enamoraron a pesar de que el mundo quería destruirlos. En un punto la historia es tan conmovedora que comienzo a prestar total atención a muchos acontecimientos que vivieron hasta que el mundo logró separarlos para siempre y Camila no fue lo suficiente valiente para seguirlo a él al otro mundo, pero realmente fue mucho más valiente por quedarse a luchar en este mundo cubierto de oscuridad.
Se hace un silencio prolongado que aprovecho para imaginar a una Camila enamorada y luego destrozada, esa idea entretiene mis pensamientos hasta que caigo nuevamente dormido.
⤧⤩⤧⤩⤧⤩⤧⤩⤧⤩
—Sargento Dunkelheit —me llama una voz fuerte en la mañana despertándome de repente mientras intento acostumbrarme a la luz que entra por la carpa.
—El general solicita su presencia en el puesto de operaciones lo más pronto posible —me informa. De inmediato se despide con un gesto que no distingo muy bien.
Me levanto con rapidez y me dirijo al baño, es el único edificio del lugar. Estoy parado en medio de cuerpos desnudos moviéndose por todos lados, solo hay unas cuantas regaderas que están ocupadas mientras que los demás usan grandes contenedores de agua improvisados. Mi primera y única reacción es regresar por donde vine.
—Que cochino —dice Luz al verme regresar y dejar la toalla en nuestro espacio de la carpa.
—Cállate —le respondo antes de volver a salir de la carpa.
Mientras camino entre las personas uniformadas no dejo preguntarme ¿Qué era este lugar antes? ¿Por qué el único edificio es un baño público?
⤧⤩⤧⤩⤧⤩⤧⤩⤧⤩
—Es un honor conocerte —me dice un señor musculoso al entrar.
Una gran mesa con el mapamundi está colocada en el centro de la habitación, alrededor se encuentra diferentes miembros con uniforme a excepción de Jesús y Albert que van de civil.
—Lideraste tu solo la liberación de más cien personas en una prisión —me dice admirado.
—También le quité un brazo a Kaho Rocket —agrego.
Todos me miran asombrados mientras que Jesús se hecha a reír.
— ¿Tienes idea de lo que has hecho? —me dice con una sonrisa. Sus ojos azules miran a los míos a la espera de una respuesta.
—No, señor —le contesto.
—Has motivado a luchar a toda una especie, una especie que se resignaba a morir por nacer con ojos como los tuyos, pero ahora están luchando desde que tú les diste una esperanza esa noche —responde a su pregunta.
Hasta ahora no había visto el mapa frente de mí, muchos de los países están marcados en color escarlata y los demás en azul marino, también me doy cuenta de que el mapa es una proyección sobre la mesa.
—Mientras estamos aquí hablando, muchos Hollows en diferentes países están luchando por sobrevivir —me vuelve a decir.
Lo único interesante del mapa es que los de color escarlata, que somos nosotros, tenemos más países que los azules que representan a la humanidad.
El mapa es cambiando por un caleidoscopio de videos. En cada uno se puede apreciar a los Hollows luchando. Matando solados, destruyendo tanques de guerra y tumbando camiones. Las balas son desviadas para todos lados mientras los grupos rebeldes avanzan derivando aviones y edificios. Las llamas y el caos es lo que prevalece en las imágenes. Ver como los Hollows levantan la bandera de un país en el aire se siente esperanzador. El tablero vuelve a ser un mapa de guerra sin siquiera poder comentar algo acerca de la guerra que provoque.
—Esto no es una lucha por sobrevivir —le respondo.— Esta lucha es para romper este ciclo vicioso y destructivo que los humanos han creado, y una vez lo consigamos, podremos obtener nuestra libertad y la igualdad para nuestra raza.
Todos me miran fijamente y el general que por la placa que lleva en su ropa se apellida Plata me mira con gusto.
—Con razón todos esos... —busca la palabra, pero no la encuesta— te eligieron su salvador.
No tengo una respuesta a su afirmación.
— ¿No me crees? —me pregunta.
—No es eso, señor —le contesto nervioso.
Quería convertirme en el salvador de este mundo, pero realmente no he ayudado a salvar a nadie.
—Solo observa —me dice.
Él camina hacia mí antes de tomarme de los hombros para que de una vuelta y mire hacia los soldados moviéndose entre las carpas.
—Atención todos —los llama a través de un altavoz de mano.
Todos los soldados dejan de hacer lo que están haciendo y voltean a mirarnos.
—Es Joseph Dunkelheit —dicen varios soldados asombrados y luego uno a uno comienza a arrodillarse frente de mí.
No quiere esto, no quiero que me vean como su superior. Solo quiero ayudarlos, como si fuéramos un solo equipo, una sola especie.
Detrás de la multitud puedo ver a Rubí asintiendo hacia mí y a Luz ponerse una mano sobre su boca antes de comenzar a llorar.
—Todos ellos hacen esto porque tienen gratitud hacia ti, les quitaste las vendas de los ojos y les diste un propósito para existir más allá de la muerte —me dice el general Plata.
Miro al general Plata a los ojos antes de centrarme en el parlante de manos. Él me lo entrega y vuelvo a mirar al frente.
—Por mucho tiempo la humanidad nos ha tratado con injusticia y crueldad, pero ya no podemos permitir que sigan haciéndolo. Levántense y nunca más dobleguen su rodilla ante mí o ante nadie, porque seremos libres cuando esta guerra termine y la haremos juntos, porque todos somos Hollows —les digo con la voz firme a todos.
Escucho los gritos de ánimo y felicidad mientras se levantan.
—Ese fue el muchacho que me motivó a apoyar a los Hollows en esta lucha —me responde el general con una sonrisa, se la devuelvo mientras le entrego el parlante de mano.
Los pasos se reanudan cuando el vuelve a tomarme del hombro para dirigirme nuevamente frente del mapa.
—Los Europeos han unido su flota naval con los americanos y han creado una barrera marítima impenetrable, con la infraestructura que tenemos es imposible derrotarla —me informa mientras en el mapa comienzan a aparecer barcos, submarinos y aviones por el océano atlántico.
—Tengo que destruir esa defensa —concluyo.
—Eres el único Hollow de la legión que puede utilizar el líquido azul y seguir con vida —me dice Albert.
En mi mente llega un fragmento del frasco azul que me entregó Victoria.
—Tus palabras motivan a los rebeldes, pero si quieres convertirte en el salvador de este mundo no será haciendo discursos —me dice el general Plata.
—Eres un Hollow, tienes que luchar también —habla Jesús.
—Lo haré, que clase de salvador soy sino arriesgo mi vida para pelear por los Hollows—respondo. No era necesario todo ese repertorio, lo iba a hacer, aunque no me lo permitieran. Ellos me observan sin decir una palabra. Los ojos del general se enfocan en mí antes de ponerlos en el mapa de nuevo.
—Sin embargo, nuestro objetivo no será destruir la flota en su totalidad, solo necesitamos hacer un canal para poder transportar los niños, mujer y discapacitados de las bases europeas hacia las de América del sur, donde se encuentran más seguras por la falta de conflicto —comienza a decir señalando los países en el sur de América de color rojo. Son nuestros.
— ¿Hay bases de niños? —pregunto un poco sorprendido.
—Refugiados —me corrige Albert.— Son lugares en los que los niños y los adultos que no quieren pelear pueden encontrar más seguridad que en las ciudades, sus casas o cualquier otro lugar. Justo aquí hay uno.
Lo observo fijamente, realmente no tengo algo que decir, me gustaría ir, pero no sé si pueda hacerlo.
—Luego de la conversación te enviaremos ahí —dice el general. Yo asiento con la cabeza, mi pecho se siente pesado.
— ¿Cómo lo haremos? —pregunto de repente, me siento como un tonto, pero no sé nada de guerra, aunque he creado una.— Tendremos que zarpar desde Estados Unidos, nos deben estar esperando.
—La guerra en el océano se está librando por todos los frentes, en ocasiones nisiquiera sabes de que bando se encuentra, si un grupo de Hollow logra tomar una base, esta se vuelve de nuestro dominio, incluidos sus barcos, de esa forma hemos logrado ocasionar bajas a los enemigos que creen que somos sus aliados —comenta hasta que es interrumpido.
—y también hemos tenido bajas creyendo que no son nuestros enemigos —deja salir Albert un poco molesto.
—Las ganancias siempre ha logrado compensar las pérdidas —le responde. Hay una mirada gélida por parte ambos, yo los observo.
—La flota naval americana se encuentra en casi su totalidad en el océano pacifico, donde ha intentado apoyar a los países asiáticos a no caer ante los Hollows, mientras que el atlántico, la flota europea se ha bastado para mantener a nuestras fuerzas a raya —continúa ignorando por completo a Albert.— Nuestra flota se encuentra en esta zona.
Señala el mapa nuevamente el cual reacciona y muestra una cantidad pequeña de barcos.
—Esta zona se encuentra lejos del radar de los americanos, por lo que, solo hay que llevarlos hasta ese lugar y transportarlos hasta la muralla, una vez ahí, solo limítense a crear una abertura —me ordena el general.— Con crear un camino temporal, nos dará el tiempo necesario para que nuestros aliados sudamericanos tengan más oportunidades de atacar y salir victoriosos, al final se volverá una batalla de desgaste.
—Pero si Estados Unidos se da cuenta, enviara sus naves del pacifico —digo de repente siguiendo su lógica.
—Se arriesgarían a perder el terreno que están consiguiendo en el pacífico —me responde el general con una expresión de duda, al parecer no había pensado en esa posibilidad,— y si lo hacen tendrán que rodear el continente o atravesarlo.
—Sus bases marítimas en el atlántico pueden ponerse en total operación en cualquier momento, si es así, nos rodearan, sería una trampa y nosotros no tendríamos forma de escapar —comienzo a decir mientras llevo los barcos de Estados Unidos hacia la muralla encerrando a los nuestros.
—Tendrán que ser rápidos —concluye el general, su voz suena tensa.
— ¿Cuánto tiempo? —pregunto tragando saliva.
—Tres horas al menos —responde con un suspiro. El panorama luce muy mal. Veo al coronel encorvarse y tomar aire.
—Traigan la armadura —el general le grita a uno de los soldados.
—Sí, señor —dice inmediatamente antes de perderse en una de las carpas cercanas a nosotros.
—Tómalo cuando sea necesario —me entrega Albert otro frasco con el líquido azul.
Una armadura negra como de la edad media está colgando de un vestidor. La marca de muerte está grabada en rojo en el pecho de la armadura.
—Las balas no te afectan, por lo que solo necesitarás cubrir tu cuerpo contra los dardos —me informa el general.
—Saldrás con la legión en un día —me informa el general antes de despedirse de mí.
⤧⤩⤧⤩⤧⤩⤧⤩⤧⤩
Camino entre la multitud, ellos me miran ansiosos o algunas pasan sus manos por mi cuerpo, se siente extraño tener tanta atención.
Veo a Karen a lo lejos, la saludo y ella se acerca a mí, lo que hace que las personas dejen de prestarme atención.
—Tiene que haber otra forma —comenta Karen. Yo la observo, ella tiene una expresión preocupada.
—Necesitamos salvar a esos niños —le respondo con una expresión seria. Ella se muerde el labio.
—Vamos directos a una masacre —deja salir con una mirada triste.
—No es tu seguridad lo que te preocupa —intuyo al ver su expresión. Ella hace una especie de mueca, como si hubiera llegado a algo que no quería hablar.
—Vamos a matar personas, Joe —dice con un suspiro fuerte.— Esto ya no se trata de salvar Hollows.
—Y eso vamos a hacer —le contesto entrecerrando las cejas.— Salvaremos a los Hollows que escapan de la guerra en Europa, pero no lo podemos hacer sin recurrir a la fuerza, tenemos que hacer esto, para ayudarlos, una guerra no se gana con palabras amables.
—Ese camino solo conduce al odio y al resentimiento, la fuerza puede llegar a ser peligrosa, Joe —comienza a decir, su mirada es dura.— Un rey benevolente no puede tener a un pueblo que le teme por impartir la fuerza como solución.
—Un buen pueblo debe respetar a un rey que rigüe con benevolencia —le respondo con una media sonrisa— luego de haberse ganado la guerra y que las Hollows seamos libres, podremos pensar en los que estuvieron en el bando equivocado.
— Y si no tuvieron opción —comienza a decir un poco desesperada,— y si fueron enviados ahí para proteger a sus familias, no lo sabemos, no podemos matarlos de esa forma, podríamos estar matando a personas inocentes
—Sargento Dunkelheit —escucho a lo lejos. Miro a Karen, ella se aleja un poco.
—Sargento Gómez —saluda a Karen. Ella asiente con la cabeza.
—Estamos listo para ir al campo de refugiados —dice de inmediato.— los demás ya los esperan en el camión.
Bạn đang đọc truyện trên: AzTruyen.Top