...
Los intentos de Pardo son como de novato, Polar los detiene con el antebrazo y las muñecas. No llegarán a ninguna parte, es la tercera vez que pasan por la cocina.
La expresión del mayor no cambia, todo ese enojo sigue ahí. Se lo está tomando muy en serio, una pelea, como la de un par de niños, cuando debería preocuparse por cosas que valen la pena, como Panda. No es culpa de Polar que se haya ido hace dos días sin decir a donde.
Debe admitirlo, pelear con él es más difícil de lo que parece, quizá su concentración lo ayuda, porque Polar no deja de pensar, en todo, menos en su contrincante.
Un ruido en la cocina llama su atención, al mirar al frente otra vez se encuentra a punto de ser golpeado, lo esquiva y retrocede.
No, en realidad no quiere pelear, siendo sincero, puede ganarle a Pardo con un solo movimiento.
El castaño logra empujarlo, resbala hasta estrellarse en la pared, su mano queda debajo de un pequeño mueble, el frío al instante acaricia sus dedos. Las estrellas ninja.
Lo pensó pero no mucho, está cansado de ese juego en el que finge debilidad. En un segundo se levanta y arroja las estrellas hacia su hermano.
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