06 | El Centella

Capítulo dedicado a Starsgames. Por su apoyo y sus poderes telepáticos.
Espero que os guste 💙

Me separo de las camas blancas de la habitación del hospital y hago una gran reverencia a mi público.

La mitad de los chicos me aplaude y reciben unos cuantos yenes del bando perdedor.

Choco los cinco con Tyler y me vuelvo a sentar.

- ¡Espera un momento! ¡Has hecho trampa!- Grita Joey en un tono ligeramente llorica.

- No se puede hacer trampa en el Mario Kart.- Replica Tyler que, obviamente, había apostado a mi favor.

Empezaron a discutir si se podía hacer trampas o no mientras que yo recogía mis cosas.

En medio de todo el tumulto, empezó a sonar "Sing" de Ed Sheeran. Seguí la música hasta encontrar mi móvil y me lo llevé al oído.

- ¿Sip?

- Hola princesita.

- ¡Papá! ¿No tenías una reunión super importante hoy?-

Mis amigos bajaron considerablemente el volumen y se giraron para observarme.

- En efecto, pero la he retrasado unos minutos para hablar contigo.

- ¿Y de qué quieres hablarme?-

Arranqué mi cartera de las escurridizas manos de Alex y la guardé en mi bolsa.

- ¿Que te parece sobre el incidente de esta mañana?-

Suspiro y me despido con la mano de los chicos, que siguen pendientes de la conversación. Serán cotillas.

- Papá, lo siento de veras. Te prometo que no volverá a pasar.-

Al cerrar la puerta de la habitación, me fijo que la del cuarto de Michael está entornada.

- Emily... ¿Por qué te quedaste dormida? ¿Es por qué tú nuevo Instituto te supone mucho estrés? ¿Estuviste jugando al Mario Kart hasta tarde?...

- No fue nada de eso. Simplemente fui a visitar a Michael al hospital y luego me volví a casa.

- Está bien princesita... Bueno, aparte de todo eso, ¿qué tal te va?

- Bien, todavía no he quemado la casa ni he matado a nadie, o sea que yo diría que he empezado con el pie correcto.-

Escuchar la risa de mi padre me saca una sonrisa. Apoyo la espalda contra la pared.

- Me alegro mucho de oír eso princesita.

- Papá.

- ¿Qué pasa?

- Tu reunión.

- ¡Ah, es verdad! Bueno princesita, hablamos otro día ¿Vale? Y no dudes en llamar si pasa cualquier cosa.

- Lo sé papá. Te quiero.

- Yo también te quiero princesita ¡Adiós!

- Y te he dicho miles de veces que no me llames...-

Me interrumpo al escuchar el pitido. Me ha colgado. Suelto una risita y me vuelvo a la habitación de Michael.

Me detengo antes de llamar y empujo un poco la puerta.

Michael está dormido, con un gotero junto a su antebrazo y la ventana abierta.

No parece haber nadie en la habitación, así que entro para cerrarla. Después me siento al lado de mi novio y contemplo la pulsera de plástico con una incontrolable tristeza.

No sé si la escapada del otro día fue lo más adecuado para él.

Aunque desde luego ayudó a que superase mi momento tipsi. Debí de haberlo previsto.

Él y su mala manía de pensar siempre en los demás y nunca en sí mismo.

- Buenos días.- Murmura el Rey de Roma con la voz ronca.

Le apartó el pelo de la cara con una sonrisa tímida.

- Buenos días, bello durmiente.

- Ems, ya sé que mi hermosura es deslumbrante pero no tienes que recordarme todos los días lo guapo que soy.

- Claro que sí, Don Presumido.-

Cierra sus ojos negros y se recuesta en la cama. Sus manos buscan las mías. Están calientes y suaves.

- ¿Cómo te encuentras?

- ... Pues... Creo que me van a adelantar la fecha de la operación.-

Abro los ojos de par en par.

- Eso... ¿Es bueno o malo?

- Es bueno y malo. Significa que si no realizan ya la operación podría perder la movilidad de la pierna. Y también que si todo va bien podré salir de este puñetero hospital.-

Apoyo las manos en sus mejillas y le doy un beso, que se nos hace algo amargo.

- Todo va a ir bien. Ya lo verás.

- ¿Cómo sabes que todo va a ir bien? ¿Cómo sabes si podré volver a jugar o no?- Pregunta con la mirada más triste y desesperada que le he visto poner.

- Porque si no, vendré a buscarte y te daré un buen puñetazo.-

Michael sonrió divertido por un instante y entreabrió los ojos. 

- Esa es mi chica.- Susurró, acomodando la cabeza en la almohada. Parecía exhausto.

- ¿Quieres que te deje dormir?

- No, quiero que duermas conmigo.-

Siento como si me hubiera golpeado una oleada de ternura. Es un sentimiento que se expande desde mi pecho y recorre mi cuerpo hasta la punta de mis dedos.

Él se gira y destapa una parte de la cama. Yo alzo una ceja con una sonrisa alelada y me tumbo a su lado. Una vez recostada me envuelve en un cálido abrazo con sus brazos y me apega a su pecho. Su mano derecha se entrelaza con la mía y empieza a trazar círculos en mi palma.

- Sólo cinco minutos. No puedo quedarme aquí.

- Está bien. Solo cinco minutos...-

Noto como su respiración se hace cada vez más pesada, regalándome una sensación de paz gratificante. Su aliento roza la punta de mis cabellos, meciéndolos el ritmo de la melodía silenciosa de sus sueños.

Era tan feliz que no quería irme. Pero tenía que hacerlo.

Que hayan determinado que tenga que operarse antes no me tranquilizaba en absoluto. Todo lo contrario, me preocupaba aún más. ¿Y si no puede volver a jugar al fútbol?

Desde luego, un Michael sin fútbol nunca volvería a ser el mismo Michael. Y eso también me afectaba. Un Michael diferente... Implica una Emily diferente, una más triste.

Con gran pesar me destapo con cuidado y me zafo de su agarre. Me levanto sin hacer ruido y le tapo con las sábanas hasta la barbilla.

Agarro el picaporte para salir, pero me detengo. Doy media vuelta y acerco mis labios a su frente ardiente. Entonces, tras echar una última ojeada, salgo de la habitación.

⚽⚡⚽⚡⚽

- Todos los equipos que se han enfrentado al instituto Brain hasta el momento dicen que este equipo juega un fútbol frío, preciso y sin errores.- Lee Celia de su ordenador rosa.

Nos habíamos reunido en la caseta del club para analizar el duelo del día anterior, pero solo estábamos Swift, Dragonfly, Evans, Celia y yo.

La mitad del equipo está entrenando en otra parte con Silvia. O eso espero.

- Y aburrido. No te olvides lo de aburrido.- Añado con las manos sobre mi cabeza.

- ¿0, 0, 0? ¿No les han metido ni un solo gol?

- No, de hecho, no les han marcado ni un solo gol desde que ese Thomas Felt ocupó el puesto de portero.

- ¡Bien! ¡En ese caso ya tenemos algo más para animarnos! ¡Vamos a ganarles!- Grita Evans, con una energía inexplicable.

- No me parece que sea un motivo para animarnos.- Replica Swift. Asiento en su dirección, totalmente de acuerdo.

- Si han podido copia el Tornado de Fuego no me extraña que sean capaces de detenerlo.- Argumenta Dragonfly, cruzándose de brazos.

- Al final decían la verdad cuando decían que tenían todos los datos del equipo.- Añade Blaze, visiblemente desanimado.

- Mmm... El Tornado Dragon tampoco nos va a ayudar.

- Y lo mismo ocurre con el Trampolín Relámpago ¿No?

- Necesitamos una nueva estrategia.

- Buena deducción, Sherlock. ¿Qué sigue? ¿Que el cielo es azul? ¿Que el Brain está compuesto por robots? ¿Que tengo mejor pelo que tú?

- Ya basta Emily. Ahora no es el momento.- Me interrumpe Swift, agarrándome del antebrazo.

Me suelto con una sonrisa sarcástica y me siento en una silla cercana.

- Si tenemos las técnicas definitivas...

- ¡Pero si no funcionan nos vamos a meter en un lío!- Protesta Swift, levantándose de su sitio.

- Y si seguimos practicando al aire libre al final la gente se acabará enterando y habrá sido para nada.

- Mmmm...-

Evans parecía frustrado, pero no le faltaban razones. Si tan solo tuvieran un sitio donde entrenar con tranquilidad...

La puerta de la caseta de abrió a su espalda.

- ¡Escuchar chicos, os está llamando Nelly!- Exclama Silvia, llamando la atención de todos los presentes.

Salimos de la caseta a paso ligero y me separo un poco del grupo para darles más confidencialidad. Además, tengo que avisar a mis amigos de que puede que no vaya hoy al hospital a visitarles.

Los chicos me guiaron hasta llegar a una especie de entrada de piedra con dos rayos grabados. La mayoría parecían inquietos y asustadizos, como si tuvieran miedo de abrirla.

- ¿Se puede saber para que nos ha llamado?- Cuestiona Evans.

- ¿Y que os ocurre? Ni que hubierais visto un fantasma.- Pregunto algo confundida por tanto drama.

- Chicos, que edificio más siniestro ¿No?- Dice Sheare, uniéndose al club de los miedicas.

- Es uno de los siete lugares encantados de nuestro instituto: "La puerta que no se abre".- Comenzó a relatar Glass.

- ¡¿QUÉ?!

- Se dice que hace tiempo unos cuántos alumnos desaparecieron de repente frente a esta puerta. Desde aquel entonces si un alumno entra en este lugar no regresa nunca.- Explica Glass, sin dejar de sujetarse las gafas.

Las puertas empezaron a abrirse con un chirrido espeluznante y di un paso atrás. Choque con algo y alcé la vista.

Unas manos templadas agarraron mis hombros al tiempo que distinguía unos cabellos color crema.

Volví la vista a las puertas, dónde una muy tranquila Nelly Raimon se peinaba con una sonrisa frente a las terroríficas puertas.

- Habéis venido todos, ¿Eh?-

Me separé al instante del jugador y bajé la vista al suelo, pensando en Michael.

- Vamos, entrad.- Murmura antes de adentrarse de nuevo en la oscuridad.

Nadie mueve ni un músculo, así que aprovecho para recobrar la compostura.

- ¿Estáis esperando un señal divina o qué? No seáis nenazas.-

Acto seguido bajo las escaleras. A los pocos segundos, escucho los pasos del equipo a mi espalda y localizo a Nelly unos metros más adelante.

Corro hasta llegar a su lado y echo un vistazo rápido. Vaya sitio.

- Adelante, pasad.- Apremia al resto de jugadores.

-¿Qué es esto?

- Estamos en el legendario recinto secreto de entrenamientos especiales del Inazuma eleven.

- ¿Cómo puede ser legendario sin dejar de ser un secreto?- Pregunto pero nadie me responde.

Están muy ocupados babeando el suelo de piedra.

- ¿En serio que aquí se entrenaba el Inazuma Eleven?- Cuestiona Evans, aún algo atontado.

- Por supuesto.- Responde la pelirroja con una sonrisa llena de orgullo.

- Pero Nelly, ¿Cómo te has enterado de este sitio?

- Me lo encontré.-

- Sí, claro...- Murmuro entre dientes, no muy convencida.

- Lo hemos reformado para convertirlo en un campo de entrenamiento de técnicas especiales.

- ¿Podemos usarlo?

- Sería absurdo que nadie lo usase, ¿No?

- ¿De verdad? ¡Es fantástico! Muchas gracias Nelly.

- Pero que conste que solo lo he hecho porque no quiero que nuestro instituto sufra la humillación de una derrota, ¿Eh?

- Sí, entendido.- Exclama el capitán con una sonrisa de oreja a oreja.

Acto seguido alza los puños y grita algo sobre qué es emocionante, pero no lo logro escuchar con claridad porque Nelly me arrastra escaleras arriba.

La puerta se cierra con un golpe seco y se inicia un temporizador.

- Está puerta tiene cierre por cronómetro y no se abrirá hasta que hayan realizado una serie de ejercicios, así que ha trabajar.- Di e pulsando un botón para que se oyera también dentro.

Se empezaron a escuchar gritos, sin duda procedente de los chicos. Y todavía quedaba más de dos horas y media.

- ¿Estarán todos bien?- Murmura Silvia.

- Pero ¿qué harán ahí dentro?- Le sigue Celia.

- No os preocupéis tanto. Estoy segura de que los chicos volverán transformados. Después de todo, para eso está el legendario campo de entrenamiento Centella.- Dice Nelly mientras sube las escaleras con toda la tranquilidad del mundo.

- Creo que deberíamos ponernos cómodas. ¿Os apetece jugar una manita al póker?- Comento mientras me recupero en el último escalón.

Quedan dos horas y media y contando...

⚽⚡⚽⚡⚽

- Ya casi han terminado. Qué raro no se escucha nada.- Murmura Silvia, guardando la baraja de cartas en su bolsillo.

- Iré a por la pala y ataúdes.- Bromeo haciendo un amago de levantarme.

- ¡Emily! No hagas bromas sobre eso.-

Un pitido interrumpe el sermón que me iba a echar Celia y dejar ver a un grupo de adolescentes muy malheridos y agotados.

Celia corre a buscar un botiquín mientras que Silvia se lleva las manos al rostro, asombrada.

- Hemos superado el mismo entrenamiento que el legendario equipo el Inazuma Eleven.- Exclama Evans desde el suelo.

- Sí, pero no podemos permitir que haya sido en vano.- Le sigue el pelicrema.

- Nos entrenaremos aquí todos los días de la semana hasta el partido.- Grita el capitán, recibiendo una penosa ovación que me hace soltar una carcajada.

Desde luego, no hay quien desanime a este chico.

- Me parece que a fin de cuentas no iba tan desencaminada.- Digo con una sonrisa sarcástica.

Le ofrezco una mano a Blaze. Él duda pero parece demasiado cansado como para protestar y la agarra con fuerza.

De un tirón le ayudo a ponerse de pie y apoya su peso sobre mí. Y no es que sea precisamente liviano.

Su cuerpo pesado empapado en sudor y polvo se dejó caer sobre el mío, transmitiendo calor y... Mal olor.

Poco a poco, subimos todos los escalones entre quejas (mías y suyas debo aclarar) y le ayudo a sentarse junto a la puerta.

Logro ver a Celia corriendo con la caja en sus brazos a toda prisa y vuelvo a bajar para seguir cargando jugadores.

⚽⚡⚽⚡⚽

Los próximos días transcurrieron más o menos de la misma manera.

El equipo llegaba con los ánimos por las nubes y salía destrozado. Después se pasaban por un famoso restaurante de fideos para cenar y volvían a sus casas.

Yo me dirigía directamente a mi casa para ducharme y deshacerme del olor a sudor de los chicos y luego hablaba por Skype con mis padres y con mis antiguos compañeros, incluido Michael.

No les importaba que hiciera sol o que lloviese. Siempre se dirigían a el campo de entrenamiento Centella después de las clases.

Y hoy se acaba la tortura.

Finalmente es el día del partido. Y bueno, ayer me quitaron la escayola de la muñeca.

El Instituto Brain parecía un estudio de televisión. Había antenas y radares por todas partes. El equipo había llegado hace rato y ya les había deseado suerte.

En este momento me encontraba en las gradas, buscando mi asiento.

Lo cual era un poco incómodo, porque todos a mi alrededor apoyaban al Brain y yo era la única hincha del Raimon.

Pero en fin, tendría que empezar a acostumbrarme.

Una chica a mi derecha llamó mi atención.

Tenía el pelo azulado grisáceo y se había pintado dos rayos amarillos en ambas mejillas. Parecía terriblemente incómoda, pero no apartaba la vista del césped, a la espera del inicio del partido.

Sus ojos entre grises y azulados se posaron en mí y me regaló una pequeña sonrisa que devolví al instante. Tras observarme por un instante, me dirigió la palabra.

- ¿Eres del Instituto Raimon?- Tenía la voz ligeramente aguda sin llegar a ser molesta y parecía sorprendida.

- Veo que no soy la única. Soy Emily Love, nueva.- Le digo ofreciendo mi mano derecha.

Ella la acepta con una nueva sonrisa, más sincera y amplia y se presenta.

- Mel. Encantada de conocerte.-

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