CAPÍTULO 42
'Reinado'
Anders.
Salgo corriendo de la casa, seguido por los demás y siguiendo a Geren.
Corremos hasta su casa y trato de no tropezarme cuando entramos de golpe. Asia está en el sofá, sudando y con los ojos apretados.
—¡Hay que llevarla al hospital! —grita Ursule.
—¿Como demonios la llevamos? —digo.
—Asia, tranquila, respira... —dice Dalina acercándose a la muchacha, que respira de forma muy acelerada.
—Hay que subirla en alguna cosa que nos permita moverla sin hacerle daño.
Miro a mi alrededor, tratando de encontrar algo en lo que podamos llevarla.
—Necesitamos una camilla. —digo antes de salir corriendo hacia el hospital.
Cuando llego al lugar, las puertas se abren automáticamente.
Entro al lugar bajo la atenta mirada de los enfermeros, veo las camillas al fondo. Sin preguntar, corro hasta una de ellas, que está vacía, y la agarro de las asas.
—¡Señor! —me grita una de las secretarías cuando me llevo la camilla por el pasillo, dirigiéndome a la salida. —¿Qué hace con eso? ¡Oiga!
—¡La devolveré, lo juro! —salgo del hospital corriendo, bajando la pequeña cuesta que lleva al lugar.
Tomo velocidad por la cuesta abajo y llego a la entrada de la casa de Gerendaiah.
—¡Tengo la camilla! —grito, tratando de controlar mi respiración.
—¡Vamos, Asia!
La mujer, que tiene la cara del color de un cangrejo, es cargada hasta la camilla por Faraday.
—¡Me duele mucho! —lloriquea, gritando con fuerza y agarrándose a las tiras de mi albornoz.
—Tranquila, cielo, ya vamos para el hospital. —la trata de calmar Geren, sobando su frente.
Se la llevan hacia el hospital entre gritos y yo me quedo abajo, preocupado por la salud de otra de mis tripulantes.
⟳
—Que estará bien, cálmate, Dios mío.
Ignoro el regaño de Craber tratando de clavar el tornillo con el martillo, necesito precisión para esto y el hecho de que no sabemos nada de Asia desde hace horas me atormenta.
Golpeo la pequeña tuerca con el mazo, la cual, se encaja en la pared ligeramente.
—Voy a poner la tele.
Escudriño a Craber con la mirada entrecerrando los ojos cuando se sienta en el sofá de la casa de Milla.
—Osea, ¿yo aquí trabajando y tú ahí, sentado?
—Así es la jerarquía de la vida.
Resoplo mientras trato de acertar en el minijuego de enterrar el clavo para poder clavar el maldito clavo.
Cierro el ojo izquierdo, apunto al clavo y doy un golpe fuerte con cuidado de no partirme la mano.
—Mira, están poniendo el GCN una transmisión de la descoronación de tu mejor amigo Jason.
Resoplo tratando de ignorarlo, pero acabo mirando de reojo a la televisión.
Una cámara que da la vuelta hacia toda la gente que aclaman a los monarcas en la plaza del ayuntamiento es la emisión actual. Mucha gente con pancartas que dicen que los aman, otras, con el logo de Justicia para Lady Eb, otros con el grito contrario aclamando república, etcétera.
Pero de repente, el logo de la GNN interrumpe la emisión dando paso a una periodista sentada en las instalaciones de la televisión y noticias de la Guiena National's News.
—¿Qué...? —murmuro bajando las escaleras de donde estaba tratando de encajar la tuerca.
Interrumpimos esta emisión para informar sobre una noticia recién allegada a nuestras instalaciones. Hoy, 2 de abril de 1881, a las 14:11, se confirma la muerte del pequeño y recién nombrado Príncipe de Guiena, Puntresh Diphron, en un accidente automovilístico a la altura del Puente de la Constitución, en el barrio Cavernel. Se confirma también la muerte del antiguo monarca, Drake Diphron, bisabuelo del príncipe y del conductor. No hay supervivientes a este accidente.
En unos minutos, más información.
Siento que me caigo al suelo, mis piernas se derrumban y me tiemblan las rodillas.
<<Puntresh, el hijo de mi primer amor... ha muerto...>>
—¡Anders! —me llama Craber cuando me derrumbo al suelo. Los flashbacks pasan por mi memoria, recordando todos los momentos que viví con él, tanto con él como con su madre.
El dolor en mi pecho se vuelve insoportable; noto que me cuesta respirar, que es como tragar clavos que se meten en mi.
No veo nada, las lágrimas han nublado absolutamente toda mi visión; el día que conocí a Puntresh, las Navidades que pasé con él y con su madre. La muerte de Ebrah me afectó demasiado, juré que recuperaría al niño, que aunque no sea mi hijo lo quería como a uno... pero ahora ya no podré.
Puntresh está muerto al igual que su madre.
Recordarlo me duele en el pecho.
<<Ebrah sale corriendo dando la vuelta a la casa con el niño en brazos. Disparo otra bola de nieve que impacta en su abrigo. Casi se tropieza, pero logra incorporarse para limpiarse la nieve, girarse y dispararme, y seguir corriendo con Puntresh en el brazo.>>
<<—Vamos a buscar una película. —digo, apretando los botones del mando. El niño a mi lado me mira sonriente y su estado de ánimo eclosiona cuando Ebrah habla.
—¿Hago chocolate?
—¡DIIIIIIII! —dice, evidentemente se interpreta como un sí y se aprieta contra mí en un abrazo. Siento el calor de este niño y es reconfortante que siento mi corazón rehacerse poco a poco.>>
Los recuerdos me atormetan, las lágrimas caen sin cuidado por mis mejillas, no oigo absolutamente nada de la televisión, solo oigo a Craber a lo lejos tratando de que vuelva en mí.
Miro al noticiero, que muestra una foto de la limusina destrzoada dentro del Puente de la Constitución en East Plate. Mi respiración se torna atáxica y desconforme; me duele el pecho solo de respirar, como miles de dagas se clavasen en mi corazón al saber que el hijo de mi primer amor, el único recuerdo que tenía de ella, acaba de morir. No pude hacer nada por él, gracias a Dios fue feliz con su bisabuelo, no sufrió lo que Ebrah sufrió en la monarquía, sin embargo, lo habían nombrado príncipe de Guiena y eso y era su martirio.
Entre lágrimas, logro distinguir el sonido de la puerta de la casa.
Miro hacia atrás para encontrar a Ursule, que anda lentamente hacia nosotros.
—Chicos... —dice, sollozando y con la voz quebrada. —Lo siento mucho. Asia y su hijo acaban de fallecer.
⟳
Cadena Internacional de la GNN.
Boletín informativo.
Interrumpimos esta emisión para informar sobre una noticia recién allegada a nuestras instalaciones. Hoy, 2 de abril de 1881, a las 14:11, se confirma la muerte del pequeño y recién nombrado Príncipe de Guiena, Puntresh Diphron, en un accidente automovilístico a la altura del Puente de la Constitución, en el barrio Cavernel. Se confirma también la muerte del antiguo monarca, Drake Diphron, bisabuelo del príncipe y del conductor. No hay supervivientes a este accidente.
Después de su nombramiento como príncipe de Guiena —aunque solo reinaría en Bahía Blanca—, salió de la Plaza donde se organizó el anunciamiento sobre las 14:04. Seguidos de miles de papparazis, su conductor, Lander Dubrein, que llevaba más de veinte años en la Familia Real, aceleró hasta los 120km/h en la entrada del Puente de La Constitución, tratando de evadir a los papparazis que los perseguían.
Se dice que el coche, que entró a la Avenida del Tunel, rozó contra otro coche, tratando de evadirlo, derraparon, dando una vuelta sobre si mismo y chocaron contra la pared izquierda de este mismo puente, para luego, chocar contra un camión que los arrastró hasta el final del puente.
Se llamó inmediatamente a la ambulancia, que llegó sobre las 14:09, no pudo hacer nada por la vida de ninguno de los tres, ni por el príncipe, ni por el exmonarca, ni por el chófer. Los tres se declararon muertos allí mismo.
La Casa Real ya se ha pronunciado, ahora 14:31. Organizaran un funeral para el niño en el Palacio Real y el resto de fallecidos. La polícia guiénesa está trabajando en el caso de este siniestro.
⟳
Jason.
Aprieto los ojos tratando de fingir las lágrimas, sin embargo, no lo logró. Los flashes me atacan de nuevo y bajo la cabeza, fingiendo dolor frente a la reciente muerte de Puntresh Diphron, mi abuelo, y Lander, el chófer desde hace siglos.
Ignoro todas las preguntas que me haen los fotográfos. Entro al Palacio con mi padre delante, el cual, si llora de verdad ante la muerte de su padre. La muerte de Drake apenas me duele; jamás fue un abuelo que se fiajse demasiado en mi, simplemente lo considero un daño colateral.
Nada más cerramos la puerta a la calle, me dirijo a mi padre.
—¿Quién va a ser príncipe ahora? —le pregunto.
Me encuella, llevandome contra esa puerta.
—No sabes cuanto te odio, Jason. —habla entre dientes. —Sé que eres tú el que ha organizado ese jodido accidente. ¡Maldito inconsciente!
Me voltea la cara de un bofetón que me deja la mejilla ardiendo.
—¡¿Que cojones haces?!
—¡Si te duele que seas tan inútil para ser rey, págalo contigo mismo! —escupe, da tres pasos atrás para alejarse de mi. Sé que lo único que le duele es la muerte de Drake. —Eres un puto desagradecido. —me dice, acercándose de nuevo a mi. —Te dejo hacer lo que quieras; traerte aquí a tu puta, te hago caso, ataco West Plate a tu amaño... siempre hago lo que me pides, maldito... —dice iracundo. Las lágrimas bajan por sus mejillas. —¿Y eres capaz de mandar a matar a mi padre?
Me suelta dejándome tocar el suelo de nuevo.
Respiro tratando de calmarme.
—Para que luego me digas que no tengo valor.
Después de decir esto, noto como su respiración se acelera y subo las escaleras, dirigiéndome a mi cuarto. Trato de calmar mi respiración, tranquilizandome. La policía que lo investigará son infilitrados del G14, así que no hay problema. La prensa cuestionará sobre si los mandamos matar, sin embargo, no me importa.
Entro a mi cuarto, encontrando una Dakota y su señora madre, muy sonrientes en mi cama.
—¡Jason! —la hermana pequeña de Anders se levanta, dirigiéndose a mi boca. Me separo de ella segundos después. —¿Has visto que tu sobrino ha muerto en un accidente. —asiento. —Lo siento mucho, cielo. Encima acababan de nombrarlo rey...
—Sí, me da mucha pena. —me acerco hasta mi cama, dandole un manotazo en la pierna a Tennia. —Fuera, señora, quiero hablar con su hija.
—Hijo, no sé porque te caigo tan mal... —suspira la mujer.
—Mamá, haz caso. —contesta Dakota, indicándole con la mirada que salga.
La mujer obedece, saliendo del cuarto.
—Bueno...
—¿Por qué eres tan borde con mi madre? —cuestiona Dakota, en un tono molesto. —Ella es muy agradable.
—No soy borde. —suspiro. —Es que simplemente quiero hablar contigo.
Me tumbo con ella en la cama, tratando de inspirarle confianza.
—¿Como te sentó la muerte de tu sobrino? —dice, sobándome el pelo.
—Bueno... —trato de victimizarme. —me duele mucho, era sólo un niño... —finjo que lloro.
—Ay ya, ya. —me da mimitos tratando de apaciguar mi falso dolor. —Pero simplemente era el destino...
Finjo que lloro con más fuerza, hasta que me preparo para contarle la buena noticia.
—Bueno... no quisiera decir que el niño se muriera fuese bueno... —respiro profundamente. —pero si tiene algo bueno.
Me mira frunciendo el ceño.
—¿El qué?
—Que... —finjo sollozos, joder, tiene que ser creíble. —como lo han nombrado rey... ahora esta vacante ese puesto de prínicipe. Así que...
—Probablemente Isaac te nombre a ti y seas rey.
Asiento con la cabeza, devolviéndome a llorar contra su regazo. Bueno, a llorar de mentira, claro está.
No tengo ningún remordimiento, es más, me siento con un peso quitado de encima. Los únicos monarcas que quedan disponibles somos mi padre y yo.
⟳
Isaac.
—¡No pienso darle el trono!
Rompo el jarrón furioso y observo a Johannes, que inspira tranquilidad por cada poro de su maldita piel arrugada.
—No hay otra opción.
—Prefiero abdicar y que esto sea una república a darle el trono a ese maldito asesino de niños y ancianos. —resoplo, iracundo.
—¿Acaso tienes pruebas de que ha sido Jason?
—Él mismo lo ha asumido.
—¿Directamente?
Pienso durante unos segundos.
—Mmm, no, directamente no. —suspiro. —Pero está clarísimo que ha sido él. Le ha dado igual que estuviese dentro mi padre, Lander, y quién sea. Todo por el trono.
—La culpa es tuya, maldita sea. —este hombre ni para maldecir tiene sangre.
—¿¡Mía?!
—¡Sí! Estuviste metiéndole presión, diciendo que era un inútil y ha tomado la decisión más drástica de todas y es acabar con el heredero. Así que ya has comprobado que a Jason no le tiembla el pulso para acabar con la gente.
—Ser monarca no es solo eso.
El hombre, ahora sí, demostrando la ira en sus ojos, se acerca hasta mí con furia.
—No dijiste lo mismo cuando mandaste a matar a Maria Antoinette.
Lo encuello al oírlo hablar con la rabia de sus palabras recorriéndome las venas.
—Cállate la boca, Johannes.
—¿Es mentira, acaso? —dice entre dientes. No contesto. —Pues ya está.
Suelto al hombre sobándome las sienes.
—No quiero que Jason sea rey.
—¿Por qué?
—Es tonto, inocente, incrédulo, no tiene lo que se tiene que tener para reinar, jdoer, Johannes. ¿Por qué nadie lo entiende?
—Me gustaría que me explicases donde has visto eso, Isaac.
—Solo hace falta ver que aún se cree que puede con Anders.
—Eso no es su culpa, Isaac.
Suspiro, tratando de contener la rabia que me provoca que siempre esté tratando de justificar a ese maldito niño caprichoso.
—¡Deja de intentar justificarlo!
—¡No lo estoy justificando! —me riñe el hombre, acercándose a mi de nuevo. —Si tu hijo ha mandado a matar a tu padre y a tu nieto, —murmura, poniendo mi dedo frente a él. —ha sido por la presión que tú le has metido. Así que no es nada más que culpa tuya. —Se aleja de mi de nuevo.
La idea pasa por mi mente de forma fugaz.
—¿Y si buscamos al hijo perdido de Ebrah?
Johannes me mira como si me hubiese enloquecido del todo.
—¿El... el hijo perdido de...?
—Sí. —murmuro. —Ahora tiene que tener... ¿19 años? Y en septiembre cumplirá veinte.
—¿Tú acaso te crees que ese niño sobreviviría a que lo dejaseis en un vertedero con apenas un día de nacido?
—No salió nada en las noticias. —digo, con los dientes apretados. —Estoy seguro de que ese niño lo crío alguien, Johannes.
—No sé. —me mira de reojo. —¿Pretendes hacerle pruebas de ADN a toda la población? Además, pruebas de ADN, ¿con qué? Si la madre esta muerta y no sé sabe quien es el padre.
—Organizaré una investigación en el hospital.
—¿Investigación? —ríe.
—Sí.
—¿Qué planeas, rey?
Miro al hombre con suficencia.
—Simple. Mandaré a que miren todos las personas que cumplan años el 3 de septiembre, luego por años... etcétera.
—Madre mía.
—¡Deja de ponerme pegas a todo, maldita sea!
—¡Fuera de mi cuarto ya, hombre! —se levanta, dándome golpes en el hombro para echarme del cuarto.
Me echa de su cuarto como a un perro, pero sus palabras me dejan pensando.
<<¿Y si tiene razón? ¿Y si mando a matar a Puntresh y Drake por mi culpa?>> <<No puedo decir nada, puede culparme a mi...>>
Me duele la cabeza cuando trato de pensar que demonios puedo hacer. ¿Nombro a Jason rey? Tampoco tengo otro heredero y de la monarquía Diphron somos los únicos vivos ahora mismo. Puntresh está muerto, y era el único heredero posible. Supongo que tendre que nombrar a Jason futuro rey de Guiena, de verdad. Y que este país se vaya a la mierda.
⟳
3 de abril de 1881.
El funeral del pequeño Puntresh y de mi padre, a quien lloro en silencio, esta siendo televisado por la GCN. Observo toda la gente desde el Palco Real. Llevan y traen flores, dejándolas en la entrada del Palacio. Me atrevería a decir que cerca de veinte mil ramos hay en la entrada y sumando, sin embargo, estoy seguro de que no llega a todos los ramos que se enviaron al Palacio ante la muerte de la Princesa de Wardrobe.
Termino de apuntar las situaciones en el Libro Monárquico y lo dejo en mi mesita, andando hasta el altar de madera.
Mi máscara de hielo es firme; mi posición con el mentón recto, brazos detrás de la espalda, mirada altiva y cara indescifrable es inescrutable.
El principe de Octubre de Oro, el asesino, o también conocido mi hijo, sentado un poco más atrás mía, denota la naturalidad y falsedad clásica del causante del crimen.
Enciendo el micrófono del altar de madera, las cámaras bajo el Palco Real, amontonados en la entrada de la casa, tiran fotos y emisores de la GCN me enfocan directamente.
Carraspeo preparándome para dar el discurso ante la muerte de dos miembros de la realeza.
—Mi amado pueblo, hoy, día 3 de abril del año entrante, nos reunimos aquí para conmemorar a nuestro príncipe de Guiena, y... —carraspeo de nuevo, tratando de ocultar a las lágrimas que amenazan mis ojos. —al exmonarca de este país, Drake Diphron. Quién conocía al pequeño Puntresh...
<<Sabía que era un niño radiante. Un niño feliz, que transpiraba alegría, amor... todos los que conocieron al pequeño rey quedarán con el niño en su memoria, se ve que la muerte carecía de la alegría y el amor que el niño dotaba y se lo llevo con él en ese trágico accidente.
<<Tengo que ver los resultados de la autopsia. Llegaron esta mañana>>
<<En cuanto a Drake... —respingo la nariz. —perdonadme. —suspiro mirando hacia arriba, llevándome las lágrimas hacia dentro de nuevo. Siento la mano de Jason en mi hombro y la rabia me toma pero me calmo para seguir. —Ya está, ya. Drake era un gran monarca. Fue un gran monarca que dió lo mejor cuanto pudo a este país, cuando era un país, claro está. Levanto este país y... era un hombre que siempre recordaremos.
<<Jamás olvidaremos ni al monarca ni al pequeño Puntresh. Esto es por ellos, Guiena. Pondremos dos plazas a su nombre, estarán enterrados junto a Mercy Diphron, Maria Stenley, etcétera... Muchas gracias, país.
Los aplausos por parte de periodistas, visitantes, etcétera, me aturden los oídos. Asiento con la cabeza, dando una reverencia a mi querido pueblo, quedandome con ganas de decir <<Y el asesino está sentado aquí a mi lado>>
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