CAPÍTULO 36
'Vuelta a casa'
Anders.
21 de marzo.
Subido sobre el inicio de la percha, diviso el puerto de West Plate mientras tratamos de atracar en la entrada de este.
—¡Tierra firme a la vista! —grito para que Craber gire el timón y deje el barco perfectamente atracado en su puesto, en el puerto de West Plate.
Bajo las escaleras del imperioso bergantín de un mástil, llegando hasta el piso de las habitaciones. Agarro mi maleta con todo dentro y salgo del cuarto listo para volver a casa. Entregamos la calavera de Hermione hace unos días y esta todo listo para volver a casa.
Mañana arreglaré todos los
Cuando salgo del cuarto, me encuentro a los Sawzky.
—Hola, capitán. —comienza Julie.
—Hola. —les saludo. —¿Habéis encontrado algún piso por la ciudad?
—Sí, nosotros hemos encontrado uno en el barrio del Sol.
—Y yo encontré una habitación en la plaza de la torre del reloj de Queensborough.
—Me alegro. —sonrío, me dispongo a irme pero el brazo de Ibon Sawzky me detiene.
Me giro para mirar a los tres.
—Mil gracias por darnos el trabajo, Anders. —me dice Ibon, su mujer asiente.
—No le fallaremos, capitán.
Les sonrío.
—Espero que así sea. Habéis trabajado muy bien aún para haber sido vuestras primeras misiones. ¿Echaréis de menos Cala Sawzky?
Veo como Julie niega.
—Yo sí. Sobretodo a la familia, mejor dicho, es casi... lo único. Pero vivir allí todos los días, estar allí siempre... es algo que echaré de menos pero al fin y al cabo el futuro es mejor aquí, en la ciudad.
—Eso es. Además, a mi me gusta la magia. Y es... o montándome un consultorio de brujería... —comienza Enerah. —o haciendo algo mejor aquí y así lo prefiero.
Asiento con la cabeza, sonriéndoles.
—Normal. La familia siempre se lleva en el corazón.
Salgo del segundo piso y Dalina me espera, lista para bajar conmigo.
Las preguntas abarcan mi mente.
<<Aún no sabe lo de Iriel...>> <<¿Sabrá sobre la muerte de Shiver?>> <<¿Vendrá hoy?>>
Antes de encontrarme con mi novia, me encuentro a Asia en el segundo piso. Su vientre está enorme con el bebé listo.
—Asia. —la llamo. —¿Cuanto falta?
—No falta más de una semana o dos, capitán. —asiento, sonriente. —Quiero agradecerle por todo el apoyo que me ha brindado después de la muerte de Shiver... de verdad.
—Si necesitas algo no dudes en llamarme. —asiente. —¿Ahora te irás con tus padres?
—Sí. Criaré el niño con ellos y... cuando pueda... me iré. Toca superar y dejar que pase el tiempo. Que todo mejoré... y ya.
—¿Y dejarás la tripulación?
Noto como se nublan sus ojos, la abrazo de inmediato. Cuando nos separamos, suspira y habla.
—Me gustaría decir que no. Pero... todo cambiará. —me mira, con las lágrimas a flor de piel. —Siento fallarle, mi capitán...
—No, no, Asia. —sobo sus hombros. Se derrumba a llorar. —No me fallas. Estas haciendo lo mejor para ti y para tu hijo. Te entiendo perfectamente, preciosa. Tranquila.
La abrazo de nuevo y cuando me separo de ella, le deseo mucha suerte en el parto.
—Lo invitaré al bautizo, téngalo por seguro, mi capitán.
Sonrío despidiéndome de ella y salgo a la borda donde me espera Dalina, con el brazo extendido. La gente ya aguarda por nosotros en el puerto.
—¿Vamos, mi capitán?
Asiento con la cabeza.
—Vamos, mi lady.
Bajamos los últimos por la tabla y esta vez sí he avisado que llegaba hoy, así lo compruebo cuando veo a Tennia y Dakota a la salida del puerto. Veo también una cabellera marrón castaña que reconozco al instante...
—Bueno, familia. —digo, reuniendo a todos los tripulantes en el círculo de siempre. —Que no perdamos el contacto en este tiempo de descanso. —suspiro. —Esta época de mar... nos ha unido bastante más que la anterior, lo tengo claro. —miro a Ibon, Julie y Enerah. —Mucha suerte en la ciudad, cualquier cosa... estamos aquí. —asienten, sonriéndome. —Han pasado muchas cosas en esta época de mar, tripulación...
<<Amores, —miro a Dalina, que sonríe tímidamente. —desamores, traiciones, muertes, abordajes, peleas... pero hemos logrado salir adelante. Hemos tenido un descanso, hemos conocido gente maravillosa... y hemos conseguido nuevos navegantes para la tripulación. Y eso me alegra.
Nos juntamos más y me preparo para decir las palabras que siempre digo al finalizar cada tarea.
—Desde el día 26 de septiembre del año 1880 hasta el 21 de marzo de 1881. —los miro a todos, que se miran entre ellos y sonríen orgullosos ante su trabajo. —Enhorabuena a todos por vuestro trabajo.
—Enhorabuena a ti por ser tan gran capitán, Anders. —dice Anne, seguida de algunos 'sí' con la cabeza.
Asiento con la cabeza en señal de agradecimiento.
—Doy por terminada esta época de mar.
Nos separamos, aplaudiendo y siendo aplaudidos por los familiares que nos esperan fuera del puerto.
Salimos del lugar y observo a Veneno; queda bien cubierta por los guardias marítimos del puerto y todo está correcto.
Suelto la maleta cuando veo a mi hermana menor correr hacia mí en la salida del puerto, la interno entre mis brazos con amor. Me parece curiosa que esté teniendo muestras de afecto. Dakota nunca ha sido demasiado afectiva, pero cuando estás bien con ella... es la mejor hermana del mundo.
—Te he echado de menos, Anders. —dice contra mí.
—Yo también, Dakota.
Segundos después se separa de mí y saluda a Dalina, que es escudriñada con la mirada por mi madre.
—Mamá... —murmuro al verla.
—Oh, hijo... —dice, abrazándome. —¿Qué tal por las aguas guiénesas?
—Bien. Muchas cosas que contaros... algunas veces sentía que tenía que parar y volver a casa... pero me he mantenido fuerte. —me doy la vuelta, yendo hasta Dalina, pasando mi brazo por detrás de la nuca. —Ya la conocéis las dos, pero... —comienzo. —os presento a Dalina, mi novia.
Mi hermana se pone en modo adolescente empedernida y mi madre abre la boca.
—¡Enhorabuena! —nos abraza Dakota.
—¿Cuándo empezasteis? —pregunta mi madre.
—Eso. —oigo una voz masculina y el chico de cabellera larga marronácea sale de detrás de un muro. Miro a Dalina al instante, que al ver a su hermano, se ha quedado pálida. Su equipaje cae al suelo cuando se acerca hacia ella. —Dalina, hermanita. Soy yo, Iriel.
Miro la mirada cómplice de Dakota. Me separo de ella para dejarlos reencontrarse después de mucho tiempo sin verse.
—Iriel... —pronuncia Dalina, sin moverse y aún incrédula. —¿Estás vivo?
—Sí, hermanita.
—No... —oigo su voz quebrarse.
—Sí, Dalina... —ella cae entre sus brazos, aún sin creerlo.
—Iriel... —llora, contra él. Apenas es entendible lo que dice.
No sé que hacer. Me siento en medio, no sé si irme, si quedarme, no sé que hacer.
Segundos después, se separan.
—¿Tienes novio? —pregunta, Dalina golpea su pecho, riendo entre lágrimas. Me mira y sonríe.
—Eso no es lo más importante ahora. —ríe. Me acerco hasta ellos.
—Nosotros nos vamos, ¿vale? —le digo, dándole un beso en la frente. —Todos tenemos muchas cosas que contarnos.
—Bien. Nos vemos, cariño. —me despido de ella y de todos y nos movemos del puerto andando hasta nuestra casa.
⟳
Faraday.
—No quiero irme a casa, Faraday.
Siento la ira correr por mis venas al oír a Louise decir esto en la puerta de su casa. La entiendo, sé lo que pasa estando ahí dentro, pero...
—Vamos a mi casa. —la tomo del brazo cuando ya se ha girado a abrir la puerta con las llaves.
—¿Qué?
—Sí. No voy a permitir que te pase nada ahí dentro, Louise. Vámonos. —me muevo con ella detrás, agarro su maleta saliendo a la carretera para buscar un taxi que nos lleve hacia mi casa.
Lo bueno de vivir solo es que puedo hacer lo que me dé la gana y llevar a quién quiera.
—Pero Faraday...
—Nada. —la corto, sin mirarla. —Vamos a mi casa y ya está. ¿Acaso quieres volver allí?
—No. Pero tampoco quiero meterme en tu casa y vivir allí de gorra.
Suspiro alzando la cabeza.
—Te estoy invitando yo. Al menos hasta que encuentres algún lugar donde estar mejor que en tu casa, Louise. No quiero que estés allí.
—Llevo soportando muchos años y...
—Me da igual. Vienes conmigo. Que no se hable más.
Andamos hasta mi casa, que está apenas unas calles abajo en completo silencio.
—Tienes que hacer algo, Louise. No puedes estar sufriendo en silencio. —digo mientras abro la puerta.
—¿El qué? Una denuncia no va a servir de nada.
—¿Acaso eres la única a la que ha maltratado? —le pregunto, mirándola a los ojos. Pasamos dentro de mi casa y vamos al cuarto continúo al mío para que deje sus cosas.
—Mmmm... no estoy segura... —murmura. —Dicen que la madre de mi hermano pasó por lo mismo y huyó...
—¿Quién era?
—Mmmm... no recuerdo del todo, María... Joder, que rabia me dan estas cosas. Lo que sí sé es que se casó con un familiar de Anders.
La miro al instante, clavando mi mirada en ella.
—¡Louise! —la regaño con el tono.
—¿Qué?
—¡Si es familiar del capitán, sabrá donde encontrarla!
Suspira.
—No creo, Faraday. No vamos a molestar a Anders con esas tonterías...
—No son tonterías. —cierro la puerta de la habitación cuando ella sale delante mía, después de dejar la maleta sobre la cama. —Vamos ahora mismo a la casa del capitán, Louise.
⟳
—Mira esto, Day.
Louise me tiende el móvil y veo una pantalla.
Banco Guiena Caja Social.
Hoy, 15:56. Trámite de transacción de la cuenta de Louise Doufier, número de cuenta: 282341941529194939576 a la cuenta de Edward Doufier, número de cuenta: 00192839520201922933 por el precio de un millón de oro.
—L-Louise... ¿esto qué quiere decir? —titubeo.
—Hoy a las 16:00 mi padre ha quitado un millón de oro de la cuenta que tengo. Lo ha pasado a la suya.
—¿Como ha sido tan tonto de hacer eso sabiendo que te llegaría la notificación?
Louise alza los hombros.
—No sé.
—Eso nos servirá para el juicio, haz captura.
Louise asiente y tocamos la puerta de la casa del capitán, que abre segundos después
—¿Ya me echabais de menos? —dice el capitán apoyándose sobre el marco del umbral de la puerta.
—No seas tan creído. —bufa Louise.
—Necesitamos ayuda, capitán.
—¿Qué pasa?
—Necesitamos que nos digas que sabes sobre María Montague.
La mención del nombre de la madre del hermano de Louise, por lo tanto, su madastra, cambia inmediatamente la expresión.
—¿María Montague?
—Sí.
—¿Para qué?
Miro a Louise. No sé si quiera contarle la situación.
—Es algo muy importante, Anders. —dice Louise. —Dinos, porfavor.
Noto la súplica en su tono de voz, Anders asiente y se mete dentro de su casa, indicándonos con la mano que esperemos aquí.
—Tranquila. —le digo a Louise con un un tono tranquilizador. —Todo estará bien.
Me sonríe y acto seguido el capitán sale de casa con una pequeña agenda en la mano.
—Aquí tengo varios números telefónicos. —nos indica. —María Montague es mi tía política, la mujer de mi tío, Kurt Hemsworth. Se casaron hace mucho tiempo, que ella huyó de esta ciudad por unos problemas que la perseguían... —suspira y noto la mirada de Louise recaer sobre mí. —Su número es +61 48784635. Llamadla y decirle que yo os di su número.
Louise apunta el número en un pequeño trozo de papel que le ha dado el capitán.
—Gracias, Anders. —nos sonríe.
—Bueno, lo que necesitéis decirme. Adiós. —cierra la puerta.
La joven y yo andamos un poco más hacia adelante.
—Bueno. —comienza ha hablar la joven. —¿Llamamos a María Montague o ya mañana? Son las 21:12.
—Cuanto antes mejor.
⟳
Anders.
Frunzo el ceño ante la rareza de la petición de Louise y Faraday.
—¿Quiénes eran, cielo? —dice Dalina detrás mía. Dejo la agenda en la mesita.
—Louise y Faraday. —contesto. —Me han pedido el número de... una tía mía. Algo sin importancia, supongo. Vamos, anda.
Andamos hasta la entrada del comedor, donde Iriel, mi madre, Dakota y Sohnya esperan.
—¿Quién era?
—El vecino... venía a pedirnos sal. —contesto. —Voy por la cena.
—¿Eres cocinero profesional, cuñi? —pregunta Iriel, riendo.
—Me manejo eh, no te creas. —Dalina se sienta al lado de su hermano y dejando un espacio a su lado para mí.
—Bueno, jovencita. —empieza mi madre. —¿Usáis...?
—¡Mamá! —la riño desde la cocina, sacando el pulpo del horno.
—¿Qué? —se gira para mirarme desde la silla. —¡Son preguntas que hay que hacer!
—De verdad, mamá... —bufa Dakota.
Agarro el recipiente lleno de pulpo y patatas asadas y lo llevo hasta la mesa, colocándolo sobre la base.
—Uy, Dios mío... que pinta... —comenta mi cuñado.
Traigo una ensalada y simple y ahora traigo la salsa estrella; mezclando pimienta, cúrcuma, comino, clavo, jengibre y coriandro, con una pequeña espolvoreada de nuez moscada, entre algo que, especialidad mía, y aunque suene raro, le echo unas gotitas, casi ínfimas, de zumo de naranja y de lima con limón. Eso le da la acidez perfecta.
—¿A todos nos gusta el picante, no? —pregunto antes de echar el líquido sobre la fuente con el pulpo.
Todos contestan que sí creando una algarabía y vierto el líquido espeso anaranjado sobre el pulpo, asegurándome de que se moje bien de la salsa.
Remuevo y le paso el relevo al hermano de Dalina.
—Toma. Remuevelo. Haz algo, melenas. —le ordeno y me mira ofendido.
—¡Mi mera presencia ya es algo de admirar! —se queja.
Ando hasta la nevera, sacando tres botellas de los mejores vinos y grogs que he encontrado en el mercado. Una jarra con una lentilla de cristal circular que tapa todo el agujero, llena de grog amarillo por el sabor de plátano y dos vinos: uno afrutado con moras, frambuesas, deliciosas frutas del bosque que contrastan el sabor ácido de las uvas, y el otro, vino rojo con unas gotas de sangre de hada, de la marca 'Sanguis Virginis'.
Una cena de gala para reunir a algunas de las personas importantes en mi vida ahora mismo.
—Listo. —digo dejando las tres botellas. Finas servilletas refinadas con esquinas de plata y platos bordeados con pequeños matices de oro ardonan la mesa listos para ser usados y quedar hechos una guarrería. Copas altas que brillan bajo la luz y tenedores y cuchillos de plata fina; son el resto de utensilios que vamos a usar.
—Madre mía, hijo. Esto se ve... —empieza mi madre. —increíble. —Y tiene razón. El olor, la comida... todo.
—¿Empezamos?
Una hora y media después, más bien, dos, lo que era una copa de grog han acabado siendo más y lo que era un traguito de Sanguis Virginis han acabado siendo media botella.
—Madre mía... ¿pero esto que es? —digo sujetando la botella de pico de plata con varias ramas, de color rojo chillón por dentro.
Observo la mesa; Dalina e Iriel rien, Dakota da vueltas al tenedor en el plato... Vaya panda.
—¿Qué haceiiiiiiiiiiis? —murmuro, arrastrando la 'i'.
—¿Qué haces tú, cuñi? —dice Iriel, entrecerrando los ojos.
Un estruendo nos hace reaccionar y ha sido Dakota. Literalmente, se ha caído de la silla al suelo.
Los hermanos Fontes rien.
—¿Qué hace la otra ahora...? —susurro.
La cabeza me da vueltas, siento que mis ojos se cierran.
Miro la hora en el reloj de pared. Las...
—¿Las 23:44? —digo, sorprendido.
—¿Ya?
Asiento y me levanto, tambaleandome de lado a lado.
<<¡Maldición! ¿Cuanto grog he bebido?>>
Me tiro al sofá cayendo a cien por hora pero a la vez a tres kilómetros por día. Mi corazón late con fuerza y me mareo.
Noto mis dedos hormiguear y la sensación me hace reírme. Miro mis dedos, que veo que... que se estiran de lado a lado, ellos solos.
<<Maldito Sanguis Virginis...>>
Veo a Iriel venir, casi de rodillas, hacia mí. Se tira a mi lado.
—Cuuuuuuuuuñi... —trata de decir contra el sofá.
—Irieeeeeeeel... —digo, sonriendo. Veo a Iriel sentado boca abajo en el sofá, pero de un momento a otro, se da la vuelta para dejar los brazos colgando y una oleada de vómito lo ataca, cayendo todo sobre sus zapatos. —Madre mía...
—¡Iriel! ¿Qué ha pasado? —dice Dalina trayendo a mi hermana arrastrada por el suelo, que se ríe como una loca.
—De que se ríe la otra... —miro de lado a lado. Iriel se limpia las comisuras con la manga. —¡Venga, todo el mundo a dormir! Tennia va a matarnos si se despierta.
—¿Ahora hay que subir eso?
Miramos las imponentes escaleras de caracol, de izquierda a derecha. Parecen unos monstruos asesinos que quieren acabar con nosotros.
—Sí. Es un reto para nuestro intelecto.
Me levanto y Dalina corretea a buscar la fregona para limpiar el vómito de su hermano. Agarro a Dakota de los antebrazos y tiro de ella, que se levanta de repente. Esta también ha bebido hasta el agua de los floreros y vomita en la maceta de al lado de las escaleras al moverse tan rápido.
—¿Acaso soy el único que no va a vomitar? —digo, irónico.
Todos recuperados y vomitados, nos disponemos a subir las escaleras.
Como si fuese la peor de las misiones, la más dura, la más complicada, coloco el pie en el primer escalón y subo directamente al segundo y oigo a las Tres Marías suben detrás. Me agarro de la barandilla cuando un mareo me toma y casi caigo, pero logro recomponerme y subo otros tres escalones.
Respiro cuando miro hacia abajo y una altura que parece ínfima, parece el cuádruple de alta y el mareo me ataca de nuevo recorriendo todo mi organismo. Agarro la barandilla con más fuerza pero mis pies se desestabilizan y caigo hacia atrás pero Iriel me sujeta.
—¡CuidaaaadooooooO! —gritan todos sosteniéndome para que no caiga.
Miro hacia abajo de nuevo y aprieto los ojos para evitar más mareo y sigo subiendo.
—Ya falta menos... —murmura Dalina de forma casi ininteligible.
Me giro para ver que hacen y mi hermana sube sentada, Iriel agarrado a la barandilla y Dalina agarrada al brazo de su hermano.
Apenas quedan dos y logramos subir al segundo piso.
—Dalina, duermes conmigo. —ordeno. —Y tú... —señalo a Iriel. Miro de reojo a Dakota. —duerme en alguna habitación de invitados.
Asienten, nos despedimos y ando hasta mi habitación con la joven agarrándome del brazo. Llegamos a ella y me tumbo en la cama, durmiéndome al instante.
******
¡Ahhhhh! Quedan solo 13 capítulos, Dios mío, me va a dar algo.
Cuando suba el capítulo 39, estaré un tiempo sin actualizar ya que escribiré los 10 capítulos restantes junto al epílogo y luego los subiré en un calendario que os dejaré
Bạn đang đọc truyện trên: AzTruyen.Top