CAPÍTULO 34
'Misión final: La calavera maldita de la comandante Hermione Duponte'
Anders.
Alisto mi cerebro, mi mente, mis músculos, todo para lo que se viene. Y deberíais hacer lo mismo.
Porque esta misión... va a ser dura, complicada, y larga.
Donde reposa la esqueleto y comandante maldita, es una fortaleza. Sí, una fortaleza.
Las fortalezas son grandes torres que se alzan en la isla que defienden; con esqueletos que a toda costa, mantendrán la calma de la isla. Con arcos, espadas, incluso revólveres y francotiradores, defenderán su isla y no permitirán que nadie ni se acerque ni entre a ella.
Ayer llevamos todos las ganancias a una Cala de La Nueva Orden y ya estamos listos para la misión final.
Miro por el catalejo, tratando de avistar si hay tierra firme; a lo lejos, muy a lejos, a unas siete millas náuticas llegaremos a la isla.
Aunque apenas es visible, hay una torre de madera que siempre suelen estar comandadas por muchos esqueletos armados con todo tipo de herramientas.
Seguimos avanzando poco a poco, bajo del mástil y miro el mapa frente a Craber, que maneja el timón.
Observo que sí, la isla está relativamente cerca y en una media hora estaremos por allá. Bajo las escaleras de la borda y acto seguido, las de la recámara para llegar a la cocina. Allí, Sohnya y Dalina lavan los platos después del desayuno mientras que Julie pasa la fregona de aquí para allá.
—Hombre, capitán. —me saluda Dalina con la mirada, girándose del fregadero para mirarme, me guiña un ojo y señala con la cabeza. —Mira esto.
Observo el periódico encima de la mesa, me muevo hasta él para agarrarlo y sentarme en el sofá que hay al lado de la mesa.
Leo en bajo el llamativo titular.
El capitán Jason Diphron hace de niñera con su sobrino, Puntresh Diphron.
El futuro rey de Guiena, hijo del actual monarca, pasó toda la tarde del día ayer cuidando de su sobrino, Puntresh, hijo de la difunta Ebrah Diphron.
¿Acaso no tiene el príncipe más obligaciones que cuidar de su sobrino?
Probablemente no.
Lo más interesante del caso es que para nada se negó a hablar sobre sus planes al salir de la casa de su abuelo, donde reside el pequeño.
'La guerra está apunto de intensificarse, tengánlo claro' palabras textuales dichas por el hijo del monarca.
'Tiene usted planes para atacar a Anders Hemsworth, ¿no es así?' pregunto uno de nuestros intermediarios.
'Mmm, no. Mi odio contra los independentistas es contra todo Castilla, no sólo contra el capitán.' contesto el príncipe, sembrando de nuevo la incertidumbre sobre todos nosotros.
La frase más conocida del capitán es 'independentista no, democrático', parece que en vez de marinero, es político, el capitán Anders.
¿La guerra se intensificará? ¿Muertes, sangre? ¿Cotilleos?
Monique Carreer, directora de la GNN.
Esta hija de... siempre con sus cotilleos.
Recuerdo lo que sentí cuando Ebrah, en el año 1873, me contó que estaba embarazada de ese niño. A penas empezaba nuestra relación, lo pasé porque fue antes de conocernos, pero lo traté como a mi propio hijo, siempre adore a Puntresh Diphron como si fuese hijo mío.
Alzo la mirada viendo que las demás me observan con fijación, esperando por mi reacción.
—¿Qué? —esbozó una sonrisa ante lo chismosas que son. —Simples amenazas del atembado ese, nada más.
—¿Nada más?
—Pues sí, Sohnya, nada más. Ese pipiolo lleva diciendo que quiere destruir Castilla y Cala Verde desde que inició la guerra, ¡y aquí seguimos!
La guerra empezó por una completa tontería, en realidad. Todo por un malentendido, y en fin...
—¡Parece que lo dice en serio!
—No vamos a bajar la guardia. —la intento calmar. —Hablaré con el Consejo de West Plate y les diré que sus soldados cubran todas las costas de la ciudad. —me siento un dictador, pero alguien debe tomar, aunque sea, las mínimas riendas de Castilla, sino, se desmoronaría fácilmente. No tengo un título por ellos ni soy más que nadie por ello, tampoco me hace falta. —Y ya está. Como siempre.
—Yo sólo quiero que termine esta guerra ya, Anders. Estoy cansada de vivir con el temor de que Jason nos ataque. —se queja Dalina.
—Esta guerra solo puede terminar de dos formas, querida. —digo. —Con una Guiena democrática... o una Guiena dirigida por la monarquía Diphron.
La realidad es esa, esta guerra terminará en democracia o en monarquía de nuevo.
⟳
Cerca de cuarenta minutos después, oigo a Craber llamarme. Siento que el barco ya no se mueve y preparo las armas para entrar a la isla.
Salgo a la borda, donde ya no veo nada; todo esta oscuro afuera y apenas hay una luz.
—Estamos en una cueva. Dejaremos aquí el barco. Y tendremos que dejar a alguien aquí.
Ya hemos atracado y la tabla ya aguarda por nosotros para que bajemos. Me muevo hasta los baúles de armas.
—¡Ey! —llamo la atención de mis tripulantes.
Los tripulantes hacen una fila mientras saco las armas, repartiendo cimitarras, espadas, revólveres y machetes entre ellos. Todo repartido, yo me quedo con una granada, una bomba de humo, un revólver, dos cimitarras y una espada.
El revólver en su funda colgado del cinturón, junto a un mapa, la granada y la bomba de humo, y la espada enfundada en mi espada junto a las cimitarras, junto con un chaleco antibalas debajo de la ropa.
He repartido casi todas las armas con las que contamos, y ya con otras repartidas, hacen un círculo y pienso quien debería quedarse vigilando el barco. Entrecierro los ojos mirando a todos mis tripulantes.
Todos se reúnen en círculo.
—Esta misión va a ser la más complicada de todas, grumetes. —les informo, observo a nuestra hechicera tragar con fuerza, a otros mirándose entre ellos y a los trabajadores de cocina mirarse, preocupados. —Pero sé que podremos hacerla, tripulación. El que va a quedarse aquí vigilando será Ibon junto a Asia, claro está.
—No hace falta que me acompañe nadie. —refuta Asia.
—Si vienen por nosotros tú no podrá sola, Asia. —contesta Anne por mí.
—Por eso. Os avisaré con mucha antelación. Dejadme estas armas y listo. —la miro, escudriñante. —Hágame caso, capitán. No puede perder a un tripulante solo con eso, están muy justos.
Miro durante unos segundos a Ibon, intentando saber que prefiere él.
Yo pienso que es cierto que estamos justos de número, pero...
—¿Bien? ¿Prefieres venir? —el joven asiente. No quería meterle presión con esta misión que será díficil cuando apenas lleva unos cuantos meses, pero bueno, si él lo prefiere así que así sea. —Bueno, tripulación. Vamos allá.
—Mucha suerte, mi capitán coqueto. —dice Dalina detrás mía, me doy la vuelta y le doy un beso casto.
—Todo estará bien, mi lady.
Asentimos al unísono y bajamos por la tabla del barco, que cuando ya estamos todos, es recogida por Ibon.
Saco el mapa, observando la cueva donde estamos. Este mapa no es mágico con lo cual toca usar la intuición, no nos dice hacia donde nos movemos ni donde está nuestro objetivo, es un mapa normal.
—Bien. —comienzo a hablar en voz baja mientras nos alejamos de Veneno. —Esta cueva tiene una salida, una cuesta hacia arriba. Si seguimos por aquí la veremos.
—¿Dónde da esa cuesta?
—No lo sé. —contesto a la pregunta de Faraday.
—¿Y si da en medio de la isla? —dice una preocupada Enerah, como noto en sus facciones.
—No, no creo. No nos adentraremos tanto. —contesto. —Esa nos llevará a un extremo. Pero tenemos que tener mucho, pero mucho cuidado con las torres que cubren toda la isla.
Seguimos andando por la cueva, cada vez más lejos de nuestro barco y con los nervios a flor de piel. Al final de la cueva, que consistía en una playa que iba hasta casi al final de la cueva, es visible una pequeña, muy pequeña luz que se engrandece cada vez más.
Es esa cuesta medianamente visible en el mapa. Poco a poco se va haciendo más visible y cuando giramos una esquina y ya es visible del todo.
Es estrecha pero cabemos todos.
—Ahí está. —informo cuando la diviso. —Vamos.
Seguimos andando hasta llegar a la cuesta, que es bastante empinada. Algunos picos de tierra deformes cubren la entrada pero la luz entra y es posible subir.
Aprieto las rodillas y me coloco primero.
—Yo primero. Subid detrás mía, voy a comprobar que sea seguro.
Hago esfuerzo ante lo inclinado de la cuesta, pero logro subir poco a poco y asomo mi cabeza por el hueco, observando que efectivamente, esta cueva da a una salida en una de las playas.
—Todo bien. —informo y oigo llegar a mi lado a mis jóvenes. —Podemos salir.
Sigo subiendo y apoyo los brazos haciendo fuerza para subir al suelo de la playa, es como un pequeño agujero hacia abajo, un tobogán hacia una cueva y en medio de la bahía.
Me levanto y desde aquí veo las altas torres de madera desde las que observan los esqueletos protectores. Cargados con todo tipo de armas, e incluso de fuego, defenderán a su reina: Hermione Duponte, que descansa en la cueva frente a las dos torres en medio de la isla.
Otras cuantas torres rodean la isla, pero hemos parado en la parte que no había nadie detrás de unas rocas. Así que llegar a esta isla ha sido bastante fácil.
—Os doy dos opciones, chicos. —informo cuando ya estamos todos arriba, nos movemos agachados y con los revólveres en la mano, nos escondemos detrás de unos arbustos altos que nos cubren tanto por delante como por detrás de la vista de las torres. —O nos dividimos y que dos ataquen las torres para poder movernos tranquilamente... o todos a una.
Me giro para verlos mirándose entre ellos.
—Yo creo que sería mejor dividirse. —anota Craber.
—No vais a poder sólo cuatro o cinco con Hermione Duponte y toda su tripulación. —refuta Anne.
—Pero sino se nos hará complicado ir y salir tan tranquilamente. —Aldous comenta y me giro para verlos.
—¿Entonces qué hacemos? —pregunta Ibon.
Miro a todos con los ojos entrecerrados mientras que los engranajes de mi mente comienzan a trabajar por primera vez en mucho tiempo, creando humo en mi cabeza y sus alrededores.
—Darko y Aldous. —menciono a los más brutos y los más letales, después de mí, claro está. —¿Y si vais vosotros por los esqueletos?
Se miran entre ellos.
—¿Solo los dos?
—No me jodáis, sois unos locos letales y sois capaces los dos con ambas torres. —los miro a los dos. —¿Sí? Luego bajad a la cueva, no creo que tardéis mucho. Nosotros daremos la vuelta a la playa.
Se miran de nuevo y parecen pensarlo.
—Bien por mi, korol.
—Por mi también.
Le guiño un ojo a Aldous.
—Bien, pues listo. Podéis ir. —digo. —Los demás, vamos, que tenemos que darle la vuelta a la playa para entrar a la cueva de Hermione.
Se dispersan como he indicado y nos movemos en cuclillas, con cuidado de que los esqueletos que rondan en lo alto de las torres no nos vean.
Nos movemos por detrás de los arbustos, rodeando la playa y corriendo agachados hasta quedar en frente a las torres, literalmente en frente donde hay un socavón rodeado por rocas.
Allí, sigo la leyenda que dice:
Si de un coral tiras, a Hermione Duponte despertarás, activa se pondrá, y te destruirá.
Wow, que alentador.
Busco algún coral cercano a las rocas que rodean el socavón, veo uno de color morado y tiro de él, pero se rompe despegándose del suelo.
Miro y veo otro, escondido en la arena, que solo deja entrever una rama azul de la cual tiro, abriendo el socavón que se abre ruidosamente.
Eso provoca que los esqueletos, que seguían una ruta en las torres, se activen, pero una pelea comienza deshaciendo a todos los esqueletos. Intentan no disparar hasta estar dentro para no despertar a los esqueletos de las torres que defienden toda la isla.
—¡Vamos! —llamo a Darko y Aldous mientras que el socavón, que parece la entrada a una fortaleza, que es una cueva, comienza a cerrarse.
Uno de ellos, el ruso, salta de lo alto de la torre cayendo al suelo como un gato, mientras que el otro se desliza por la barra de madera que cubre las escaleras por la izquierda, llegando al suelo en segundos.
Nos ponemos todos arriba de la pendiente, para luego deslizarnos por ella bajando hasta llegar al suelo de la cueva justo antes de que se cierre.
Hago el recuento y efectivamente, estamos todos.
—Bien. El tesoro está al fondo de esta cueva, solo que... —señalo con la cabeza los tres caminos que se dividen en la cueva. —hay que ver en cual de los tres.
⟳
Narrador Omnisciente.
En el momento en el que el capitán dice eso, toda la tripulación del navío Veneno se miran entre ellos.
—Hay que dividirse. —informa Anders.
—¿Como lo hacemos? —pregunta Anne.
—Vosotros tres, —señala a Anne, Faraday y Enerah. —juntos por el lado derecho. Yo iré con Aldous y Craber, y vosotros juntos. —se refiere a Ibon y Darko y la curandera. —¿Listo?
—Sí, mi capitán. —dicen al unísono.
Se separan como el capitán ha indicado. Por la derecha y la izquierda, unos extraños caminos, rectos, angostos y con un giro muy brusco al final, que en cada lado gira hacia adentro en la misma dirección, mientras que el del centro es un camino completamente recto.
Anders, Aldous y Craber andan por la cueva, que cruje a cada movimiento.
—Dicen que el tesoro de Hermione, lo que ella protege, está al fondo de esta cueva. Solo hay que averiguar cual es el camino.
Siguen andando por la cueva hasta que llegan al final de ella, que, haciéndolos quedar en ridículo los unos con los otros, se encuentran en ese mismo punto.
—¿Os habéis perdido o qué? —dice Anders irónicamente.
—Los caminos dan al mismo sitio. A este.
Anders mira alrededor del lugar. Es una pared alta de parte final de la cueva, con un altar de tres escalones que da a un círculo pequeño en la parte de arriba.
El capitán se mueve, poco a poco...
Sube los escalones y antes de llegar arriba, siente una descarga de electricidad que lo manda hacia el suelo inmediatamente.
—¡Joder!
—¡Anders! —corre Craber a socorrerlo, pero levanta la mirada encontrándose con algo que lo preocupa:
Cerca de treinta esqueletos forman la primera horda que corre a atacarlos. Craber se lleva al capitán hacia atrás para tratar de socorrerlos. Son simples esqueletos. Que empiece la batalla.
Un tiro certero de parte de Anne deshace a un esqueleto de atrás mientras que saca la espada, combatiendo contra uno de ellos.
Darko los deshace esquivando y golpeando con la espada con gran agilidad. Otro esqueleto corre hacia él y patea sus talones, tirando al ruso al suelo. Coloca su espada frente a su cara, evadiendo las estocadas de parte de los tres esqueletos que lo atacan, pero de un tiro desaparecen uno a uno. Faraday aparece y le tiende la mano al soviético que se levanta del suelo sin ningún rasguño.
Enerah usa su telequinesia, lanzando esqueletos el uno contra el otro deshaciéndolos, pero de repente, siente una fuerza en sus piernas y comienza a elevarse en el aire, cuando observa un esqueleto con gorro de brujas. <<Un esqueleto hechicero>>
La joven ejerce fuerza con la mente, logra bajar de golpe y lanza varias bolas de fuego seguidas contra el huesudo que lo acaban con rapidez.
Minutos después, balas, estocadas, golpes y bolas de fuego, terminan agotados con la primera tanda de ellos. Algunos con cortes artificiales, curados por Tamara, mientras que otros solo están cansados.
Tienen unos veinte segundos para descansar antes de que los huesudos, ahora con calaveras doradas, más hechiceros, etcétera.
Primero que todo, se deshacen de los que portan armas de fuego deshaciéndolos con rapidez, debido a su peligro. Sin embargo, nadie nota que aparece uno más, disfrazado de esqueleto sin arma.
Enerah lanza bolas de fuego de aquí para allá y bolas de agua, coloca el escudo a tiempo para evitar una ráfaga de clavos de parte de uno de los esqueletos hechiceros y arma una enorme bola de fuego que deshace varios esqueletos.
Por otra parte, Craber y Anders deshacen con facilidad varios esqueletos, quitándoles el equilibrio para luego terminar con ellos de un simple espadazo en el pecho.
Faraday pelea a estocada limpia con un esqueleto, un tanto apartados de los demás, ya que pelean sobre una roca alta que amenaza con que uno de los dos caiga al vacío debajo del altar.
El grumete, amenazado por el esqueleto, comienza a echarse hacia atrás, viendo el acantilado cada vez más cerca. Los espadazos no cesan y siente que va a caer.
—¡Joder!
Grita desesperado al verse caer, pero en un rápido movimiento, logra tirar de la espada del esqueleto y le pone la zancadilla tirándolo por el vacío, el cual, cae al vacío sin remedio alguno.
Cree que lo ha logrado, pero cuando se gira, resuena un tiro muy cerca suya y procede a sentir calor en la parte baja de su pierna. Un esqueleto con revólver le ha disparado y ahora se acerca hacia él, apuntándole a la frente.
Golpea y esquiva, así hace el capitán del navío acabando con los esqueletos de uno en uno. Pero un tiro, que Anders reconoce distinto a sus revólveres.
<<No es un revólver como los nuestros. Es un revólver Rast-Gasser M1898. Los que llevan los esqueletos. >>
Clava la espada en el pecho del esqueleto que tiene encima y se pone de pie rápidamente, mirando a su alrededor.
Todos pelean mano a mano contra un esqueleto, pero...
Al lado de un acantilado, sobre una roca, Faraday, arrodillado en el suelo... tiene a un esqueleto delante. El capitán entrecierra los ojos y se da cuenta de que le está apuntando a la frente.
Por inercia, sale corriendo contra el esqueleto y le hace un placaje llevándolo al suelo y rodando con el huesudo debajo, logra quitarle el arma y ruedan hasta llegar al lado del acantilado.
Encima de el esqueleto, el capitán agarra la cabeza del huesudo y tira de ella girándola con rudeza hacia la izquierda, tratando de romper el cuello, sin embargo, no puede. Pero el esqueleto contraataca clavando el garfio de su mano izquierda en el pecho del capitán.
Este grita ahogadamente al sentir el filo cortar su carne, pero lo quita de forma brusca. Ignorando la sangre, Anders intenta de nuevo romper el cuello del esqueleto, pero este reacciona...
Se lanza hacia la derecha, haciendo que ambos caigan por el acantilado. El esqueleto cae con fuerza y se rompe contra una roca, quedando deshecho por completo, sin embargo, Anders logra agarrarse a una rama que sale de un acantilado.
Pero la rama cruje bajo su peso.
—¡Ayuda! —grita el capitán, tratando de alcanzar la parte alta del acantilado y volver a tierra. Mira hacia abajo... y un montón de rocas picudas lo esperan.
Craber oye el grito de su amigo, y enterrando un tiro en su cráneo, desaparece a otro esqueleto y sale corriendo en su ayuda. Ve como en el altar aparecen otros tres...
Con la gran comandante Hermione Duponte presidiendolos, como caballos. Un esqueleto de labios pintados, pelo largo enrollado en una trenza y una bandana roja es la que preside la bandada de esqueletos.
Monterrey —es Craber, pero es su apellido— corre hasta donde provienen los gritos de Anders. Tamara lo sigue y socorre a Faraday, tirado en el suelo, con una herida de bala en la pierna derecha. La curandera saca todo tipo de curaciones y Craber se asoma para ver a su amigo, colgando de una rama que amenaza con romperse.
Y así lo hace, se rompe, dejando al capitán caer al vacío, pero reaccionando demasiado rápido, Craber lo agarra del antebrazo y clava las puntas de los pies en el suelo.
—No...
—Déjalo, Crab... —dice Anders, tratando de soltarse. —¡Vamos a caernos los dos!
—¡No te voy a dejar caer!
El capitán, soltando ya sus dedos para caer únicamente él, siente un fuerte tirón hacia arriba y aterriza contra el suelo. La herida de su pecho lo hace gimotear.
—Tamara, cúralo, porfavor. Ya ha aparecido Hermione. —informa Craber al capitán, que suspira. La rizada agarra todo tipo de menjurjes, rompiendo la camiseta del capitán para hacerle una curación.
Enerah se deshace de los últimos esqueletos que corrían hacia ella y observa el panorama; Craber se levanta de al lado del capitán, tirado en el suelo siendo socorrido por Tamara, Darko sigue a Monterrey y Faraday tiene un torniquete en la pierna.
Anne pelea contra varios esqueletos y Enerah alza su mano, llevándose con ella a un esqueleto que desaparece en el vacío.
La joven mira al altar... Oh, no. Ya ha aparecido Hermione.
De repente, la hechicera Sawzky siente una presión que la asfixia en el cuello, siente como comienza a elevarse...
Uno de los hechiceros que acompañaban a la comandante la alza con telequinesia, la mira con profundidad y ejerce más fuerza en su cuello.
Enerah comienza a ver negro, no puede ver casi nada segundos después, siente que va a morir, se marea y...
Cae bruscamente al suelo junto a un disparo que ha desecho completamente al hechicero de Hermione.
El capitán, detrás y con el revólver apuntando, sopla la boquilla del arma, que expulsa humo.
Otro de los hechiceros de la comandante, que ha desaparecido, asfixia a Anne y a Craber a la vez. Este es mucho más grande que el anterior. Este, comienza a agitar a los dos tripulantes de lado a lado, pero una balacera de parte de Anders y una sucesión de bolas de fuego y tierra, que arden al chocar, logran deshacerlo y liberar a los dos.
Y el tercero, el doble de grande que el primero, aparece colocándose sobre el altar.
—¿Creeisteis que podríais conseguir el tesoro de la comandante? —dice con su voz de ultratumba.
Comienza a armar grandes bolas de fuego que arma y lanza en menos de un segundo.
Enerah hace un campo de fuerza electromagnético, que aunque no devuelve los ataques, los cubre.
Trata de recordar como hacer uno que si devuelva los ataques mientras los demás hinchan a balas el gran esqueleto.
Cuando lo hace, coloca el escudo que devuelve la bola de tierra y acto seguido, devuelve una de fuego que provocan que el esqueleto caiga en llamas.
La balacera no tarda en aparecer y en medio de miles de partículas de polvo, el esqueleto se deshace.
Lo que da paso a...
Segundos después, los tripulantes, cansados, tratan de calmar su respiración, hasta que...
De lo profundo de la cueva, como un murciélago, la comandante Hermione Duponte aparece con el doble de tamaño. Porta varias armas y...
—¡A cubierto!
Todos los tripulantes se tiran hacia la estructura más cercana, evitando la balacera que la comandante lanza contra ellos. Las balas chocan contra las rocas y la risotada que la mujer suelta es tenebrosa.
Toda la tripulación aprovecha antes de que vuelva a disparar, para cargar sus armas, y...
—¡Granadas!
Todos obedecen al capitán, tirando las granadas contra la mujer, que antes de que caigan, explotan, creando un nubarrón de humo que la ciega.
—¡Ah! —grita la comandante, cegada.
Aprovechando la ocasión, comienza la balacera contra Hermione, que grita alterada, pero resiste. Su esqueleto queda rojo y ahora es ella quien aprovecha, desde las alturas, comienza a lanzar bolas de fuego y bolas de ultramagma.
El ultramagma, una sustancia de lo más profundo del infierno, es una sustancia, corrosiva como el ácido, caliente como la leva, dañina como todas ellas juntas.
—¡Tapaos la nariz! —grita el capitán desde su escondite, detrás de una gran roca.
Así lo hacen, evitando el olor de esta corrosiva sustancia que podría quemar todos tus pelos nasales solo con olerla.
El capitán se asoma y Hermione, aún elevada en el aire, comienza a disparar al verlo asomarse.
Desde el otro lado de la cobertura, detrás de otra roca, aprovechan para balearla cuando dispara al capitán. La mujer empieza a gritar, pero de su bolsillo, saca una granada enorme la cual, no le da tiempo a tirar porque le comienzan a balear de todos lados.
Enerah se arma de valor saliendo en frente de ella, cargandola con su telequinesia para que, literalmente, explote en el aire, dejando un polvo de huesos molesto para los ojos.
Lo único que queda de ella, su calavera, característicamente dorada, cae al suelo de la cueva. Pero la granada también, y esta está activada.
—¡Cogerla y vámonos! —grita el capitán.
Dos de sus tripulantes corren hasta la calavera, agarrándola y saliendo de la zona antes de que la granada explote, dejando caer varias rocas picudas del techo, tapando la zona por completo.
⟳
Es como llevar una maldición con ellos. Ahora, entregarán esta última misión a La Nueva Orden, y por fin habrá terminado, podrán volver a West Plate. Observando la calavera dorada con los ojos morados por dentro, que indican que está maldita, el capitán, subido al mástil, grita mientras ve como la isla de Hermione se quede atrás.
—¡Travesía de alta mar completada! —grita el hombre, provocando los aplausos de sus tripulantes, abajo de él.
Sabe que ha sido duro, complicado y que algunas heridas han quedado en sus corazones, y siempre quedarán. Pero empezaba otra nueva época, por fin. Y el tiempo le haría sanar, le daría satisfacción. Y para él, el tiempo era Dalina, el porvenir, y su felicidad eterna.
Lo demás, su pasado, ya no contaría para ninguno, para suerte de ambos.
***
Ay, que me pongo sentimental :(
¡QUE YA SE HA ACABADO LA ÉPOCA DE MAR!
Sigo flipando. Cada vez queda menos para el final del libro, y yo sigo alucinando con que pueda haberlo logrado.
El siguiente capítulo... es largo, revelador, e importante, tan largo que estará dividido en dos. Este mundo de piratas, seres fantásticos, guerras y monarquía va a empezar a arder. Esto va a arder, chicos. Preparaos para lo que se viene.
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