CAPÍTULO 27
'Año Nuevo'
Anders.
Las palpitaciones en mi cabeza no han cesado cuando salgo de la casa de Mara Sawzky, después de un periodo de permancía.
—Te deseo suerte, hijo.
—Suerte no, Mara. Necesito quitarme esta maldición de encima. —digo, dándome la vuelta hacia ella de nuevo. —¿Como puedo hacerlo?
—Matar a las dos personas que le han impuesto la maldición. Es la única manera, Anders.
—Pero necesito saber quienes son.
Mara resopla, parece rebuscar en su mente para darme una alternativa.
—Dentro de unos meses... el 26 de mayo... existe algo que hacemos aquí, en Cala Sawzky, tradición que cree yo. La noche de las auras.
—¿La noche de... las auras?
—Sí. Trata de una noche donde se hacen varias lecturas de aura, se limpian y se denominan las maldiciones. Las brujas guardamos energía para es día, también participan Milla y Gerendaiah como brujas. —informa. —Si está aquí el veinte de mayo, podré salvarlos, capitán. Téngalo en cuenta. Lo persiguen dos maldiciones, capitán.
Cierra la puerta con sequedad y en mi mente quedan todas sus palabras.
<<La noche de las auras...>>
Agito la cabeza tratando de nublar los pensamientos, más no lo consigo. Antes de irme a ver como van con Veneno, ando hasta la casa de Milla de nuevo. Toco la puerta y me abre mi novia.
—Anders, ¿que haces aquí? ¿Ya has vuelto?
—No he ido, Dalina. —digo y frunce el ceño. —Entremos.
Entramos y nos sentamos en el sofá, donde reposa una taza de té frente al cómodo asiento.
—¿Que pasa, Anders? ¿Donde has ido?
—Mira, Dalina. —contesto, mirándola a los ojos. —Esto no lo sabe nadie, más que Craber, y así por encima. Prométeme que no dirás nada, al menos hasta que sepamos que hacer con certeza.
—Claro, ¿pero que es?
—A eso voy. —respondo, tomando aire para comenzar. —Hace unos meses, poco después de que volviéramos de la época de mar, iba por la calle, y paré en una cabina telefónica. Allí, de repente, una mujer de baja estatura me habló, para preguntarme algo... ya no me acuerdo que era.
—¿Así de la nada?
—Sí. —sigo. —Me analizó el aura sin yo pedirlo. Pensé que sería una sacacuartos o algo así. Pero me dijo que 'tenía un retoño de hace tiempo' y 'alguien de mi entorno me apuñalaría'. Sigo sin entender cual ese supuesto retoño, pero lo de la traición todos sabemos que fue Jake.
—Claro.
—Días después, la curiosidad pudo conmigo y visité la Cabaña de Wisteria, que esta en Winter Weatheria. Allí, me atendió una bruja llamada... mmm... no sé, tampoco lo recuerdo. Ella tampoco me fue de más ayuda, me dijo que tenía una maldición de esas que hacen que no te enteres de nada a menos que te lo digan tal cual... y otra de... —pienso como decirlo para que no se asuste. —De muerte por muerte.
Noto como mi pareja, frente a mí, palidece por completo.
—¿Como que... de... muerte por muerte?
—Sí. Viviré hasta septiembre si no deshago esa maldición, Dalina.
Noto sus ojos llenarse de lágrimas y no puedo evitar sentir pena.
—No, no. Oye. —acuno su cara entre mis manos. —Desharemos esa maldición, cálmate. —digo y pone un puchero. —Pero la historia no termina aquí.
—Joder, ¿más?
—Esa bruja... mmm... ¡Úrsula! —digo cuando su nombre viene a mi mente. —Me dijo que no podía decirme quien me había impuesto esa maldición, sabes que el tema de las brujas se maneja por una jerarquía y ella era una cuarta bruja, solo las séptimas podían hacer esto.
<<Cuando salí de la casa, recordé estas palabras y como Milla nos contó que su madre, Mara, es una bruja famosa. La visité y... tampoco mejoró nada. —pauso. —Me dijo que solo podía deshacer la maldición si mataba a quien me la había impuesto y a la bruja con la que la había hecho... pero no me dijo solo eso.
—¿No?
—No, me dijo que vosotros también tenéis esa maldición, ya que la de muerte por muerte nos la echaron a todos.
Dalina palidece aún más y baja la cabeza, sosteniendola en sus manos.
—¿Como que...? —intenta murmurar, pero la detengo.
—Sí. No solo la tengo yo. Sino matamos a quien la impuso, todos habremos muerte antes de septiembre.
Acuna su cara entre sus manos, mirando al suelo.
—Anders... ¿que vamos ha hacer?
Mi mente es ambigua; algunas veces sé manejar bien las situaciones, sin embargo, ahora no sé que hacer.
—Mara me ha dicho que el veintiséis de mayo existe algo llamado la noche de las auras... donde recoge mucha energía. —explico. —Si asistimos, podrá decirnos quién es el que nos ha puesto esa maldición.
Me mira con ojos tristes, está asustada. Se lanza a mis brazos en un abrazo que denota ternura, y se lo devuelvo intentando que se sienta reconfortada.
⟳
Ando hasta la playa donde atracamos el barco ayer, a la noche. El cansancio me ha dejado secuelas, necesito hibernar, cada día lo tengo más claro.
Cruzo el bosque con el pequeño paso de madera, la herida de mi abdomen apenas duele, dentro de poco, me retirarán los puntos. Aunque eso sí, debo no hacer mucho esfuerzo y todo eso.
Llego hasta Veneno, donde observo los cambios; la vela, que Jason rompió al atacarnos con la percha, esta como nueva, como si nunca la hubieran usado.
En un arnés enganchado a nuestra percha, el chico que supongo que será Willy Sawzky, pinta las marcas que se deshicieron y recoloca el mascarón.
Subo por la tabla.
—¡Capitán! —me llama quien supongo que es Ibon. —¡Buenos días! Mire, falta poco, la verdad, llevamos aquí desde las diez y media y ya casi esta listo para surcar el mar de nuevo. A las diez en punto vinieron sus tripulantes para buscar sus cosas, capitán.
—¿No han tomado un descanso? —pregunto preocupado porque lleven casi cinco horas trabajando sin parar. Ninguno de esos vagos que tengo de tripulantes les esta ayudando, me pongo rojo y la vergüenza me corroe.
—Tranquilo, capitán. —me tranquiliza el joven. —Son ustedes unos grandes del país, el orgullo guienés, recordados por el bando azul y el bando verde por sus grandes hazañas marítimas, que a pesar de que solo llevan dos, serán recordados por este país. Se merecen cosas así y sin ningún tipo de gasto, son los únicos con valor de retar la monarquía Diphron.
—Me halagan sus palabras...
—Tuteame, porfavor. —me interrumpe el muchacho.
—Me halagan tus palabras, Ibon. Pero no sé... tampoco lo veo así.
—Creame que no exagero...
—Tuteame, Ibon. —lo interrumpo yo de esta vez, que me traten de usted me hace sentir, a parte de más mayor, con aires de grandeza y eso no me gusta.
—Creeme, capitán, no exagero. —corrige. —A pesar de que en estos dos bandos reine la anarquía, todos seguimos a un pastor. Y ese es usted. Si se algo le pasará, todo Guiena lloraría.
—Yo creo que los rojos no.
—Bah, los rojos no cuentan como seres humanos con decencia.
Río ante su comentario, y de repente, la misión inconclusa de Jack Smarrow viene a mi mente. Tuvimos que ir a defender a Veneno antes de poder terminar la misión, sin embargo, yo creo que es mejor dejarla así y seguir adelante.
Al fin y al cabo, no pasa nada si una misión así queda inconclusa, nos pagarán por el resto que si hayamos terminado.
Prefiero no arriesgarme, ni a mí, ni al barco, ni a la tripulación.
⟳
Anne.
31 de diciembre, Año Nuevo.
Cierro la cremallera de mi vestido, observando como resalta mi figura ante el espejo. Han pasado cuatro días desde que llegamos a Cala Sawzky, el barco ya está casi listo y no sé cuanto más estaremos por aquí.
El funeral de Nedda fue algo bastante melancólico, pero, mi cabeza asume poco a poco que ella ya no está aquí y que ya no estará nunca más.
Son ya casi las 23, debo ir a la casa de Mara Sawzky, donde se dará la celebración de un año nuevo. Año nuevo donde esperemos que todo vaya mejor que este año.
Traiciones, muertes, secuestros, mentiras, amores y desamores... ¿acaso algo podría salir peor este año?
Admiro mi voluptuosa figuro frente al vestido azul oscuro, con un hombro descubierto y largo. Agarro mi pequeño bolso y salgo de la habitación, bajando al salón de la casa de Gerendaiah, la última hija de los Sawzky, que me espera en el sofá.
Su pelo anaranjado y sus ojos azul oscuro son muy buenos atributos, debe andar cerca de los cuarenta. Luce una blusa de la misma tonalidad de sus ojos, unos pantalones holgados de un tono más clarito, y unos pendientes que son dos piedras de morado claro.
—Dios mío, estás preciosa, Gerendaiah. —digo al observar lo bien que ha conjuntado su ropa.
—Tú también, Anne. —habla la mujer. Ha sido una anfitriona increíble, tanto así que ha logrado que me abra sentimentalmente con ella. Me siento en el sofá, echando la cabeza hacia arriba, y esperando a que Gerendaiah me diga cuando nos vamos.
Cierro mis ojos durante un momento, sumergiéndome en mis pensamientos.
<<Nuevo año, nueva etapa, Anne...>>
—¿Estás pensando en ella, cierto? —interrumpe la dueña de la casa.
—¿Mm...? —pregunto, haciéndome la tonta. —Para que mentirte, Geren. La verdad es que si.
—Anne, ya empieza otro año. —posa su mano en mi rodilla, mirándome a los ojos. —Empieza otra etapa, otro momento de tu vida. Debes dejar la muerte de Nedda atrás. Acostumbrarte a que... ya no está. No te digo que lo hagas ahora, la herida está muy reciente.
—Ya...
—Pero sí es algo que debes hacer a largo plazo. Es el ciclo de la vida al fin y al cabo, pequeña.
Nuestra conversación es interrumpida por el taconeo que se oye bajando las escaleras. Giro mi cabeza hacia las escaleras.
La belleza de la hermana de Anders Hemsworth, Sohnya Hemsworth, es resaltada por un vestido blanquecino, con líneas moradas verticales que lo atraviesan, también, con pintas azules, y alguna que otra rosa oscuro.
Su pelo, a diferencia del mío, que cae sobre mis pechos, el suyo está recogido en una coleta alta que la estiliza por completo. El escote del vestido es recto y la parte de arriba parece un corsé, sin embargo, no lo es.
—Dios mío —comienza ha hablar Gerendaiah, halagándola. —estás preciosa, nena.
—Gracias, Geren. Tú también estás preciosa.
—Dios sí. El vestido te favorece muchísimo. —se sienta a mi lado.
—Mil gracias, Anne. Ese vestido te queda espectacular.
Sonrío en símbolo de agradecimiento.
—Bueno, ahora sólo queda esperar al ruso. —comenta Geren.
Parece que pasan horas mientras hablamos de puras tonterías, aguardando que el ruso este listo para irnos. Miro el reloj dorado que Nedda me dejó observando que son las 23:14.
—¡Darko! —lo llamo. —¡Vamos a llegar tarde! ¿Te estás afeitando la barba?
Segundos después, oigo los zapatos bajando las escaleras de la casa.
Como si yo fuese vidente, Darko aparece por las escaleras sin un rastro de barba, esa barba larga tan característica de él ha desaparecido por completo.
Luce unos pantalones vaqueros claros, unos zapatos largos y oscuros, una camisa de cuadros y un gorro de invierno negro.
Su cara ahora está sin ningún tipo de vello, parece que tuviera diez años menos.
—Darko... —dice Sohnya, sorprendida.
—Estas increíble. rusito. —completo yo.
—Tú también estás preciosa, printsessa. —dice, guiñándome un ojo.
—No sé que te queda mejor, la barba, o no tenerla. —comenta Geren. Se levanta de sopetón y nos dice. —Bueno, pues ya que estamos todos listos, ¿vamos, no?
Salimos de su casa y andamos hasta la casa que está justo en frente a la plaza, la casa de los creadores de este pueblo, Mara y Wesker Sawzky.
Nunca he hablado con Wesker, pero Mara vino el primer día, el veintisiete, a darnos la bienvenida. Una señora muy agradable, como todos en este pueblo.
Realmente, espero que Wesker sea igual de agradable que su mujer y sus hijos.
Con Gerendaiah delante, llegamos hasta la puerta de los Sawzky y su hija menor toca la puerta. Es Mara quien abre.
—¡Gerendaiah! —saluda la mujer de pelo anaranjado a su hija.
—Hola, mamá. —la saluda ella de vuelta, recibiendo su abrazo como si vivieran a kilómetros, estando a quince escasos metros.
—Hola, joven. —me saluda abrazándome también, al igual que a Darko y a Sohnya. —Pasad, pasad. Ya casi esta lista la cena.
Nos invita a pasar dentro, dejándonos admirar la belleza de su casa. Ya están dentro el cuarteto calavera; Faraday, Louise, Anders y Dalina, sentados en el sofá.
Nos saludan con fervor y Mara se mete a la cocina, seguida de Darko y Sohnya, que insisten, mientras yo me siento para esperar a los demás.
—Oye. —llamo al capitán, que acerca la oreja para que le susurre. —¿Donde esta Wesker?
—Está arriba, preparándose. —contesta el capitán en un susurro. —Es la primera vez que voy a verle.
—Y la mía. —respondo. —No ha hablado con nadie.
—Dicen que es jodido de tratar. —informa el capitán. —Es militar, de esos que forman parte del ejército de Guiena...
—Madre mía.
Nuestra conversación, y el alboroto alrededor se corta cuando unos intimidantes pasos bajan las escaleras de madera que hay en la entrada de la casa. A los poco segundos, un señor que debe rozar los setenta/setenta y cinco, es de un porte cuanto menos elegante, con la cabeza altiva, mirada fría, expresión indiferente...
Así se podría describir la mera presencia de Wesker Sawzky.
También, desde que ha aparecido en el salón, el aura del lugar se ha vuelto más tenebrosa... y mucho más rígida.
—Buenas noches, jóvenes. —nos saluda, con las manos detrás de la espalda y recto como un palo. Su pelo es canoso y reposa peinado en su cabeza, luce un traje entero negro, cual enterrador, sin embargo, le da más clase de la que ya contiene su sola presencia.
—Buenas noches, señor Sawzky. —se levanta el capitán, hablando por todos. Le da la mano. —Un gusto conocernos por fin. Soy el capitán Anders Hemsworth. —se presenta, mirando a los ojos al serio hombre. Señalando con la mano abierta, nos presenta:—Ellos son Louise Doufier, Faraday James, Anne Scrabe, Craber Monterrey y Dalina Fontes.
—Mucho gusto, yo soy Dalina.
Nos levantamos para presentarnos frente al militar.
—¿Donde están los demás? —pregunta con ese tono de voz grave. —No son una tripulación de seis personas, ¿no?
—No, faltan unos cuantos, y otros dos están ayudando a su mujer en la cocina.
—¿Habéis comprado los ojos de hada? —pregunta.
Cuando es Año Nuevo, en Guiena, existe la tradición de ver un canal de televisión que cuenta doce segundos con campanadas justo antes de que empiece el año, y por cada segundo que cuenten, debes comer un ojo de hada.
Evidentemente no son de verdad, son unos dulces que se comen habitualmente en el país.
—Sí, los tiene Mara en la cocina.
El serio militar asiente y se dirige hacia la cocina, entrando.
Nos miramos entre todos.
—¿Soy yo o desde que ha aparecido el ambiente se ha tornado más tenebroso? —pregunto.
—Sí, da esa sensación.
Nos sentamos de nuevo y en unos minutos, llegan todos los que faltan, apalancándose en el sofá con nosotros. Nos juntamos toda la tripulación y toda la familia Sawzky en la casa de Mara y Wesker.
Después de algunas presentaciones y mientras se termina de preparar la cena, suena de nuevo el timbre y soy yo la que se levanta a abrir la puerta, para no distraer a Mara. Miro el reloj, son las 23:34.
Abro la puerta y de repente, así porque sí, la mujer que está en la puerta se pone a gritar.
—Ah, no. No eres tú. —dice, sosteniendo su bolso cual mujer pija con dinero. —¿Y tú quién eres?
—¿Quién es usted?
—La que pertenece a esta familia soy yo, con lo cual, pregunto yo.
Es una mujer de pelo negro y cierta parte rubia, con ojos verdes, cerca de los cincuenta. Luce un abrigo de pelo blanco, junto a un vestido largo que es morado con purpurina, unas medias negras y tacones del mismo color. Lleva una maleta morada brillante.
Bastante... brillante.
—Soy Anne Scrabe. —anuncio, dejándola tener razón. —Soy una marinera que llegó hace unos días a esta cala, el barco estaba en mal estado y tu familia nos ayudó. —Me cruzo de brazos. —Ya he respondido, ahora, ¿quién eres tú?
—Augh, —emite un sonido de pija repelente. —mi familia siempre tan solidaria. —Me tiende su mano, dejándome notar que lleva guantes transparentes oscuros por todo el brazo. —Soy Ursule Sawzky, la cuarta hija de Wesker y Mara. Vengo a pasar el Año Nuevo con ellos. Mi vuelo acaba de llegar de Australia.
—Mucho gusto, Ursule.
—Pero dame dos besos, hombre. —ya, confianzuda, tira de mi brazo para llevarme a sus brazos y darme dos besos a cada lado de la cara. —Eres muy mona, chica. —me dice, sonriendo. Es bastante alta, ha sacado la altura a su padre. —¿He llegado la última?
Se abre paso pasando dentro de la casa de sus padres. La gente ya está llevando la comida a la mesa, y una chica, bastante más baja, con pelo marrón, un jersey simple, lleva un recipiente cuadrado, que deja en la mesa, y al girarse, comienza a gritar junto a Ursule.
—¡Hija! —grita la alta mujer, lanzándose a los brazos de Enerah.
—¡Mamá! —la saluda su hija. Segundos después, se separan. —¿Donde está papá?
Noto como Ursule se mueve, incómoda. Cierro la puerta.
—Mmm, se quedo en Sydney, no podía venir. Mucho trabajo. —murmura, quitándole importancia. —Pero te he traído muchos regalos.
Dejo de chismosear cuando se saluda con sus sobrinos y sus hermanos, al igual que con sus padres.
Vuelvo con —aunque no sean de sangre— pequeña familia, que estamos casi todos en el sofá.
—¡Ya casi está listo todo! —grita Mara desde la cocina, intentando que se oiga con todo el barullo, y como si nos hubiesen llamado nuestras madres, nos levantamos yendo a la cocina.
Cuando llego, hay varios platos que pintan y huelen delicioso.
—Somos casi treinta. —informa la mujer, sacando platos del gran horno. —¿Esta comida llegará?
Cuento los platos más los que había en la mesa, hay veinte platos.
—Yo creo que sí, son platos grandes.
Comenzamos a llevar toda la comida entre todos, luego, otros cargan más de diez botellas de refrescos.
Luego, me quedo en la cocina y con Enerah, abrimos la enorme bolsa de ojos de hada.
—¿Habrá para todos? —pregunta la joven, sacando las pequeñas copas donde se ponen.
—Si nadie repite, sí. —murmuro yo, haciendo que la muchacha ría.
Reparto los dulces, que están bastante fríos por la copa, uno, dos, tres, cuatro, cinco, seis...
Haciendo cálculos, son casi trescientos cincuenta ojos de hada los que hacen falta, abrimos la segunda bolsa y hasta una tercera para poder completar.
—Mara. —la llamo, que remueve ollas a escasos metros de nosotras. Lleno las copas con más y más ojos de hada. —¿Como sabías que harían falta tres bolsas?
—De normal, traigo dos, ya que cada una trae ciento viente y tal. Solo fue hacer cálculos, y tener todo planeado.
La miro, sonriente por la gran energía que desprende, me guiña un ojo y agarra la olla de ambos lados con unos guantes, buscando un recipiente con la mirada. Lleno la copa del todo y corro a agarrar un recipiente azul, hondo y un poco más largo.
Los hombres aparecen, agarrando platos y dificultando la movilidad en la cocina.
Mara vierte todo el líquido en el recipiente, es una especie de sopa azul celeste, con varios tipos de verduras. Huele que alimenta.
Miro el reloj, a las 23:56, con la ayuda de Ursule y Gerendaiah, la mesa está completamente puesta con todos los platos repartidos por el largo comedor. Es una mesa muy grande, cabemos todos de sobra.
—Primero comemos los ojos y luego la cena, ¿no? —ofrece la mujer llamada Frai, la cual, su pelo negro y corto, y sus ojos negros le dan una belleza increíble a pesar de que estará cerca de los cincuenta, ya que es la mayor.
Todos corremos al sofá, sentándonos y colocando el canal NTWP, canal número doce. Allí, celebridades de Guiena como Merie Castañeda o Julie Sardwrobe, están de pie en el reloj dando su típico discurso.
Mara se coloca justo en frente de la tele, golpeando levemente la copa con una cuchara, para que le hagan caso.
—Quería dar yo un discursillo antes de que empiece 1881. —habla Milla.
—Mamá, no te enrolles, que apenas queda tiempo. —replica Dolly.
—No, hija. —niega. Se pone recta y comienza a hablar. —Este ha sido un año... un tanto duro para la familia Sawzky. Han pasado cosas, ha habido malas rachas, buenas... —suspira. —Pero quería agradeceros a toda la familia. A Ursule, por haber venido —la mujer mencionada asiente con la cabeza. —, a Julie, por hacer tan feliz a Ibon —Julie, supongo que es la mujer de Ibon, el hijo más mayor de Milla. Es una joven de pelo castaño y ojos claros, hermosa. —a Gerendaiah y a Frai por cuidar de papá y mamá tan bien, cuidar del pueblo, aún teniendo cada una su vida.
<<A mí misma, en realidad, me felicito por haber criado cuatro hijos y mantener esa casa aún después de la muerte de mi marido. —se felicita, haciendo que algunos rían. —Y a mis hijos también, en verdad, muchas, pero muchas gracias por hacerme salir adelante. El pueblo ha cambiado en este inicio de década, pero lo hemos sacado adelante, familia. Enhorabuena por eso.
Aplauden durante unos segundos, la tripulación también lo hacemos.
—Pero, antes de que me echéis de aquí... —murmura, riendo. —También, gracias a la tripulación. Aunque llevéis poco tiempo aquí, el pueblo tiene más vida, más felicidad... y de corazón, espero que podáis terminar la travesía en alta mar y volváis sanos y salvos a WestPlate. —hace una pequeña pausa. —Salud por eso.
Cuando termina, todos comenzamos a aplaudir. La mujer agradece con la cabeza y deja el puesto de la televisión libre. Son y 58.
—Con vuestro permiso, —comienza a hablar el capitán, justo antes de que empiecen las campanadas. —Mil gracias, de corazón, de dentro, a la familia Sawzky. Gracias por aceptar a unos completos desconocidos en sus casas, y acogerlos. La tripulación de Veneno os estaremos agradecidos eternamente.
—Es un gusto tener personas de buen corazón en este pueblo, mi capitán.
—Y ahora, ¡las campanadas!
Y sin más dilación, enfocan a las agujas del reloj de Queensborough, en West Plate.
Tardan unos segundos, hasta que suena la primera campanada, con fuerza. Agarro uno de los dulces y lo meto a mi boca, son pequeños, así que los mastico con facilidad, pronto suena otra y agarro otro metiéndolo también a mi boca.
Doce segundos después, ya no quedan ojos en mi copa, la situación es jocosa, ya que miro al capitán pasando uno de sus dulces a la copa de Dalina, que, con los mofletes llenos, ríe. Otros como Faraday tratan de tragar los ojos, es bastante rápido y es complicado tragar todos.
Como si fuéramos parte de la familia, entre todos, nos acogen en un tierno abrazo que irradia bastante calor humano. Un recuerdo fugaz pasa por mi mente.
<<Ojalá Nedda estuviera aquí...>>
—¡Feliz año 1881! —gritan las presentadores desde la televisión en blanco y negro.
—Por un año con ganancias, nuevas amistades, nuevas etapas... y sobretodo, mucha felicidad. —el capitán abre la botella de champán y andamos hasta la mesa, mientras aquella chica de pelo azul no sale de mi cabeza.
<<Nuevas amistades... aunque tengo claro que jamás olvidaré a esa chica de pelo azul>>
Miro por la ventana del salón de la casa de Mara y Wesker, mirando hacia el cielo oscuro.
<<Feliz Año Nuevo, Nedda. Espero que encuentres la felicidad en algún lugar del universo. >>
****
Bueno, nuestros tripulantes ya han llegado a otro año más, 1881. Recordad: no son los 1881 de nuestra vida, son años hipotéticos, no los asociéis a los de la vida real; es un mundo fantástico.
Nos vemos en el capítulo 28 :)
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