CAPÍTULO 18
'Terminus: parte II'
Jason.
Horas antes.
—¿En la isla de Meredith's Torakve o en otra?
—Sí, sí. Es... en esa, en Meredith's Torakve.
Asiento con la cabeza a lo que Jacqueline apunta.
—¿Sabes sobre que hora llegarán?
—Mmm, no sé... ¿sobre las 12, igual? Sí, por ahí, dentro de unas tres horas, más o menos. —indico a Jacqueline el que apuntar mientras le doy otra calada al puro. —¿Con esto es suficiente para que me saques de aquí, Jason? Me siento demasiado inseguro...
—Mira, Jake. Me alegra que hayas dejado esa idea tan tonta de redimirte ante traicionar a tu tripulación y hayas vuelto con nosotros... pero has tardado mucho. Ahora, no puedo arriesgar tanto por tí, a menos que me demuestres que vales la pena tanto como otros.
—¡Yo estoy aquí dentro! ¿Quien va a valer más la pena que yo cómo infiltrado?
—Ya tuviste tus desajustes, Crimfud. Te agradezco la información... pero tienes que ganarte la confianza otra vez, muchacho. Verás la desencadenación de tu alevosía en un rato, Jake. Espero y reconozcas mi ataque.
Cuelgo el teléfono satelital para sonreírle a Jacqueline.
—¿Ves, muchacha? Siempre vuelven, no hay nada cómo nuestro camino.
—Mmmm, no sé, capitán. —contesta la pequeña Monterrey. —Me parece muy raro ese cambio de bando otra vez.
—Ya, la verdad. Seguramente se enteró de que Anders le va a rebanar el cuello, y volvió en busca de ayuda. Pero no me importa, que le rebane lo que quiera.
La joven alza una ceja.
—¿Te da igual que maten al infiltrado? —me encojo de hombros. —¿O acaso tiene otro por ahí, mi capitán?
—Bueno, algo hay. —salgo a la cubierta indicando en el mapa la isla habitada más cercana de Meredith's Torakve. Le enseño al que maneja el timón. —Antes de ir por la siguiente misión, vamos a esta isla.
El tripulante asiente sin preguntar y parte rumbo hacia la isla, no estamos muy lejos, en un rato llegaremos. Ordeno quitar la bandera roja y colocar una verde en imitación.
En un viaje de oleaje tranquilo y paz mental al oír las olas, llegamos a la isla habitada más cercana de la isla donde tiene la siguiente misión mi amigo Anders.
Mi plan es perfecto, ya lo veréis.
Mi tripulante aparca en el puerto con perfección, ponemos la tabla para pasar y bajamos del barco, observo al rededor, a ver si hay algún barco que esté siendo ocupado ahora, más no lo hay.
—Algunos quedaros aquí, en el barco. Jacqueline, Niccolas, Lizbeth, venir conmigo.
Los mencionados bajan también por la tabla, son en los que más confío de mi tripulación. Desde dentro quitan la tabla.
—Capitán, ¿que planea? —pregunta Niccolas.
—Déjate de estupideces y llámame Jason.
—Vale. —se ríe. —¿Qué planeas, Jason?
—Eso. —comenta Jacqueline. —Me asustan que ideas puedas tener, Jason.
—Tranquiiiiilos. Sólo os digo que os va a gustar. Y al capitán Hemsworth también. —sonrio hacia mis adentros.
⟳
Un rato después, nos encontramos en la agencia de barcos de la ciudad está, que no me acuerdo ni de su nombre.
Tanta irrelevancia me genera.
Recuerdo que soy del bando rojo y relajo mi postura, no vayan a notar que soy el gran Jason Diphron, así que intento actuar como un simple memo del bando azul.
Me encorvo en el asiento y mantengo una sonrisa pendeja.
La joven que nos atiende llega rápido.
—Buenos días, ¿en qué los puedo ayudar? —pregunta la muchacha.
—Buenas... —comienzo. —es que soy un marinero de la zona... y necesitaba ayuda de algún otro marinero, ya que necesito que me presten algunos materiales a mí y a mi tripulación. ¿Sabe de algún número o alguien a quien pueda contactar?
—Mmm, sí. Díganme sus nombres, porfavor. —pide y nos miramos entre nosotros.
—Jas... —comienza Niccolas pero lo callo de una patada en la espinilla.
—Somos Anders Hemsworth... Craber Monterrey... —¡Rápido, piensa, más nombres de la tripulación de estúpidos de Anders! Manifiesta mi mente. —Dalina Fontes... y...
Mi cerebro no funciona y no sé qué más decir.
—Louise Doufier. —completa Lizbeth, sacándome del apuro aunque eso nos ha delatado seguro.
La muchacha apunta sin cuestionar mucho.
—Bien... pues señor Hemsworth, siga por aquí, porfavor. —se levanta y me indica que la siga tras una puerta. —Ustedes pueden esperar aquí.
Me levanto y sigo a la chica mientras me giro y le guiño un ojo a Liz, felicitándola internamente por pensar rápido.
Sigo a la chica por la puerta y da a una sala donde hay sillones y un teléfono fijo en la pared.
—No le puedo dar el número. —comienza, pero agarra el teléfono y marca. —Pero sí puedo permitirte llamar desde aquí.
Cuando termina de telefonear, me pasa el teléfono que da señal.
Espero a que se vaya, más no lo hace, se queda en frente mía con una sonrisa de subnormal, y me entran ganas de maldecir a toda su familia.
Pero sonrío y me trago los insultos.
Al quinto pitido, contestan.
—¿Sí? —la voz ronca, como de un fumador de hace cincuenta años, es la que me contesta. —¿Quién es?
Carraspeo la garganta intentando ocultar la repulsión inmediata que me causa.
—Mmm, buenas... lo llamo desde la agencia de barcos, soy un marinero y necesito unos materiales... y me han permitido llamarle.
—Ya, entiendo. —piensa durante unos segundos, o eso parece, no estoy seguro si la gente de este bando tiene cerebro. —¿Qué necesita?
Me trago la tanda de insultos que estoy a punto de soltarle. Coño, si me los quiere dar, ¡que me los dé ya!
—Balas de cañon, algún que otro plátano y tablas...
—¡Ah, bueno! ¡Si de eso tengo de sobra! Quedamos en el puerto en unas horas, pero dígame su nombre, así sé por quien preguntar. Pero espere, que lo voy a apuntar —se levanta y le oigo murmurar 'anda que no tener tablas... estos marineros de hoy en día son tontos' pero trago insultos con sorna y le dicto cuando indica —. Dígame.
—Anders Hemsworth.
Oigo el bolígrafo sobre el papel y luego dice:
—¡Bien, Anders Hemsworth! Nos vemos en el puerto en media hora.
—Bien, pero dígame su nombre.
—Soy Alejandro Velarde. Nos vemos en un rato, Anders Hemsworth.
Cuelga el teléfono y es cuando me doy cuenta de que mi mueca de asco sigue puesta, la reemplazo con una falsa sonrisa y dejo el teléfono en su soporte.
—Muchas gracias, señorita.
⟳
Pasa un poco más de la media hora acordada y seguimos esperando en el inicio del puerto, a que el tal Alejandro Velarde aparezca.
Miro mi reloj, son las 09:50, se supone que tendría que estar aquí a y cuarenta cinco. Resoplo y miro hacia varios lados, esperando ver algo.
Y lo consigo, veo a un hombre bajar las escaleras, no sé si sea Alejandro... pero si es él... wow, es... mmm... muy distinto a cómo me lo imaginaba. Me lo imaginaba el típico marinero con panza y un puro en la boca siempre, cojo hasta del culo y con un ojo menos, pero... no. Es rubio, ¡joven!, de ojos verdes... se me hace hasta atractivo, el cabrón.
Mira hacia varios lados y al vernos se acerca y nos pregunta con esa voz ronca que me confirma que es con quién he hablado por teléfono.
—¿Anders Hemsworth? —me tiende la mano y noto mi mandíbula descolgarse al ver una voz tan fea en un cuerpo tan guapo. —Soy Alejandro Velarde.
No puedo artícular palabra. Es como hablar con un fumador desde hace setenta años atrapado en el cuerpo de un joven de veinte. Al ver que no me salen las palabras y Alejandro comineza a extrañarse, Niccolas me zapatea y reacciono.
—¡Sí, soy Anders Hemsworth! —reacciono al fin, pero aún no puedo creerlo. Parecerá un tontería, pero juro que es soprendente. —Mmmm... ellos son Dalina Fontes, Craber Monterrey y...
—Louise Doufier. —termina Liz la frase de nuevo.
—Encantado, —dice mientras les da la mano a mis tres acompañantes. —soy Alejandro Velarde. —señala un barco que es más pequeño que el nuestro, sin embargo, es bonito, y con el factor sorpresa puede vencer a Anders. No tan bonito como el dueño, pero bueno. —Mi barco está allí, si queréis, vamos y os entrego los...
—No, Alejandro. No queremos nada.
El joven me mira extrañado.
—¿Entonces para que me han llamado?
—Lo de los materiales fue una excusa... en realidad le llamo para otra cosa, capitán Velarde. Pero vamos a otro lugar, venga, le invito a tomar un café conmigo y mis amigos. —el joven asiente. —No le vamos ha hacer nada. ¿Vamos?
⟳
—Osea, ¿esta pidiéndome que aborde una embarcación, también del bando azul, que ahora se está dirigiendo a Meredith's Torakve a cambio de una cifra de dinero? —parece molesto por la oferta. —¡Encantado!
Vaya, pues no.
—¡Bien! —celebro mirando a mis compañeros, que están en la mesa de atrás, que sonríen.
—¿De cuánto dinero hablamos?
Río pensando que seguramente le parezca mucho, más para mí es insignificante.
—Doscientos mil de oro.
—Venga, hasta luego. —se levanta dispuesto a irse, sin embargo, lo agarro.
—¿Qué? ¡No, espera! —digo haciendo que vuelva a sentarse. —¿Cuánto quieres?
—Pues... mínimo... un millón de oro. De ahí no bajo.
Putos marineros.
—Bueno, vale. Por joder a este tío lo que sea.
—Por cierto, ¿quién es?
Lo miro y sonrío, va a sonar bobo, pero es así.
—Es Anders Hemsworth.
El joven se sorprende y me mira, incrédulo.
—Señor... mmm... ¿me ha mandado a atacarse a usted mismo?
—¿Qué? ¡No! —este hombre es bobo. Oigo reir a mis compañeras en la mesa de atrás. —Dije que era Anders Hemsworth pero no, él es mi enemigo.
—¿Entonces quien es usted?
Sonrío maliciosamente.
—Sí puedes, dile al capitán que esto es de parte de su mejor enemigo. —saco la chequera que llevo en mi bolsillo, poniendo la cantidad de un millón de oro, mi nombre, y mi firma. —Lleválo a un cajero automático, sino, no podrás sacar el dinero, porque es de mi parte. —Se lo entrego. —Y llama a tu tripulación, que debéis llegar a Meredith's Torakve a las doce, aproximadamente.
Me doy la vuelta, mis compañeros se levantan.
—Buena suerte, Alejandro.
—Gracias, Jason. —dice con sorna al leer mi nombre en el cheque y darse cuenta de que soy el hijo del dueño del bando rojo. Hago el gesto militar y yo y mis compañeros salimos de la cafetería, mi mente sólo maquina en encontrar una isla cercana donde escondernos y ver todo, pero desde las sombras. Nuestro ataque aún no ha llegado.
Ya llegará, y será algo que Anders y su tripulación no olvidará.
⟳
Louise.
El bullicio es lo que me hace dejar el fuego en la mitad, para que no se queme la sopa y salgo a la cubierta. Allí, se ha formado todo un bololó y no sé porque.
—¿Qué pasa? —pregunto alterada cuando veo a Anne agarrar el timón.
—¡Louise, llama a Darko y a Shiver! ¡Denni, prepara los cañones! ¡Aldous, saca las armas!
—¿Pero qué pasa? —cuestiono, ya nerviosa.
—¡Se aproxima un barco! —anuncia Anne y me tenso por completo. —¡Haz lo que te he dicho! ¡Aldous, eleva anclas, vienen de frente y hay que evitarlos!
Hago caso a Anne y bajo las escaleras corriendo teniendo cuidado de no caerme y partirme un diente.
Llego a las habitaciones, busco a Darko y no le encuentro, busco a Shiver y lo encuentro en su habitación, ojeando un libro.
—¡Shiver! —digo cuando abro la puerta.
—¡Louise! ¿Qué te trae por aquí?
—¡Sube a la cubierta, corre, se nos aproxima un barco! —cierra el libro al instante y se levanta.
—¿Quién maneja?
—¡Anne, vamos! —digo y salimos de la habitación, acelerados. —¿Has visto a Darko y a Faraday?
—Mmmm, sí, creo que están en el salón, hablando.
—¡Gracias!
Salgo disparada hacia el salón, que esta en el primer piso, con la cocina, separados por una puerta. Subo las escaleras y llego a la cocina, allí, corro hasta la puerta, que la abro y encuentro a Darko y Faraday, ambos con un cigarro en la boca, riendo como locos. ¿Estos desde cuando se llevan tan bien?
Me sorprendo pero decido interrumpir su felicidad.
—¡Darko, Faraday! —los llamo acercándome a ella.
—¿Qué pasa, printsessa? —dice Darko con su potente acento ruso, potenciado después de años en la guerra en Rusia.
—¡Louise, cariño...!
—¡Subid a la cubierta! —interrumpo a Faraday. —¡Van a abordarnos!
Los dos se miran, rompiendo sus cigarros en el cenicero y saliendo disparados hacia arriba conmigo detrás.
Cuando subimos a la cubierta, el panorama es un caos, Aldous lleva las maletas de armas hacia la parte de la cubierta del timón, Shiver carga con balas de cañón de aquí para allá, Denni carga el otro lado de los cañones, Anne gira el timón, logrando que el barco gire hacia donde desea gracias al viento.
—¡Faraday! ¡Coge un francotirador y sube al mástil con el catalejo!
Mi ¿novio? asiente y sube el mástil después de agarrar un francotirador. De repente, la hechicera aparece.
—¿Qué pasa?
—Nos atacan. —dice una Anne, ¿cortante? —Coge un arma, no sé si sepas manejar un francotirador, es eso o un arma blanca. —Dalina aparece, sorprendida por lo que ha dicho Anne.
—Anne, Anne. Da la vuelta, hay que recoger al capitán y a los otros tres. —dice Dalina.
Anne asiente, consigue dar la vuelta, los artilleros terminan de cargar los cañones.
—¡Barco a menos de una milla naútica! —grita Faraday desde arriba y es entonces cuando lo oigo.
Un destello acompañado de una tronada de sonido indica que sí, vienen por nosotros y acaban de la lanzar la primera bala de cañón. Alcanzo a ver que el destello cae en el mar, a metros de nosotros.
—¡Anne, gira!
La muchacha se apresura cuando lanzan otro más, el cual, se queda a metros de nosotros de nuevo.
Anne consigue girar del todo y dejarlos en vez de en frente nuestra, detrás nuestra.
La muchacha maneja y desde el lado derecho del barco, Denni y Shiver tiran varios cañonazos, que se quedan de nuevo a metros.
El viento nos favorece y mi nerviosismo aumenta, llegamos a una playa del otro lado y encontramos al capitán y a los demás, con la gallina bajo el brazo. Los tripulantes ponen la tabla rápido y los cuatro suben.
—¿Que pasa? He oído cañonazos.
—Nos abordan, capitán. —dice Anne, dejando el timón para el capitán.
Craber y Anders se miran sorprendidos.
—Pues nada, primer abordaje de la época. Craber, coge un francotirador y sube al mástil. Dime cuantos francotiradores quedan. Tamara, lleva la gallina a la bodega. —Le entrega la gallina a la curandera, que la lleva para abajo.
Crab asiente.
—Quedan dos francotiradores. —informa Craber.
Y sube las escaleras, sin problema
—Anne, agarra uno. Nos vamos de frente contra ellos.
El capitán gira con velocidad y se aventura hacia el mar, dejandolos al descubierto de nuevo, quedando ambos barcos uno al lado del otro, aunque con distancia. Meredith's Torakve se aleja y las balas comienzan a sonar.
Un cañonazo de parte de los contrincantes impacta en la parte baja del barco, habrá impactado en la zona de la bodega, en el último piso, donde también están las habitaciones. Darko corre hacia abajo para arreglar el boquete.
—¡Dusten! —lo llama el capitán.
—¿Sí?
—¿Un poco de música épica, así en plan 'Pirates of the Caribbean' para animar la pelea?
—Obvio, mi capitán. —chocan los puños y empieza a tocar la típica melodía de música que va en aumento.
Estoy parada aquí en medio, no sé que hacer. Observo a Dalina, que se ha sentado en una silla al lado del capitán, así que le hago compañía y me siento con ella.
Desde aquí se ve todo de maravilla y ademas estamos cubiertas. Denni dispara contra ellos.
—¡De lleno! —celebra cuando la bala impacta perfectamente en el barco. Shiver lanza otra que también impacta, chocan las manos.
—Hay que hacerla bien. —dice el capitán. —No pueden hundirnos, si nos hunden, las sirenas nos salvarán pero nos lo quitarán todo. No podemos perderlo todo.
Otro cañonazo de su parte impacta en el mar, a metros de nosotros de nuevo. Oigo un balazo desde el mástil, ha sido de parte de Crab o de Day, y cuando los oigo celebrar que le han dado a uno deduzco que ha sido de su parte. La melodía de Dusten llega al punto final justo cuando parece que nos han dejado en paz.
Los barcos hacen movimientos circulares mientras pelean, ahora, estamos cerca de ellos.
Dejan el barco cuando, tal cual, se tiran de él y vienen nadando hacia nosotros, nos percatamos cuando ya están intentando subir.
—¿Pero qué? —el capitán deja el timón cuando varios logran subir, con espadas y cimitarras, dispuestos a atacarnos, Dalina y yo subimos al mástil, donde nos ponemos siempre que haga falta.
—¡Bajad, han subido al barco! —informo a Crab y Day que bajan al instante, Dusten también aparece y observamos todo desde la parte alta del barco.
Abajo, el capitán pelea con varios que intentan pillarlo por la espalda, pero la táctica del capitán, juro que es la más precisa que he visto. Se deshace del que le viene al frente clavando la punta de su espada en el pecho y lanzandolo al mar. Un rubio de ojos verdes aparece y comienzan a batirse a duelo de espadazos cual película de Hollywood.
—Esto es de parte de tu mejor enemigo. —pronuncia el rubio y mi mente deduce cuando lo oigo.
¡Los ha mandado Jason!
Comienza a tirar espadazos que Anders bloquea, un movimiento que nadie preveía de parte de Anders es mover la mano izquierda hasta el mango de la espada del rubio, y tirar de ella, la espada roza el costado de Anders, que de puro milagro no le corta. El capitán murmura algo que hace que el rubio palidezca y el capitán le da un rodillazo en el estómago y lo lanza al mar.
—¡Mirad su barco! —dice Dusten.
Observo el barco de los asaltantes, que, las balas de cañón lo han, tal cual, partido por la mitad y se hunde, poco a poco. Los polvos verdes que las sirenas producen cuando se hunde un barco ya son visibles.
Siguen peleando con ellos, Craber se atiza con uno, el cual, no atina ninguna, pero observo que al lado, Faraday bloquea los espadazos de uno, pero aparece uno por detrás, que lo agarra y comienza a asfixiarlo.
—¡Faraday! —grito al ver que el otro lo amenaza con la espada y nadie puede ayudarlo, todos están tratando de no acabar hecho trocitos, Nedda, la hechicera, se pelea con la que supongo, que es la hechicera del otro grupo.
Bajo del mástil con una velocidad increíble e intento pasar desapercibida cuando agarro una piedra bastante grande que encuentro en el suelo, voy por detrás del que asfixia a Faraday y lo golpeo con todas mi fuerza en la cabeza, que cae al suelo, no sé si desmayado o que...
Faraday tose, y el que estaba amenazandolo, carga contra nosotros intentando dar un espadazo.
No sé ni cómo pero lo esquivo, me echo hacia atrás y Faraday aprovecha que desequilibra para agarrarlo del cuello, y así como así, pasa el filo de la espada por su cuello, me tapo y los ojos y vuelvo a ver cuando el cuerpo cae chapoteando en el agua.
—Louise...
—Te estaban asfixiando, Faraday. —digo preocupada colocando mi mano en su mejilla. Y allí, delante de todos en medio de una pelea, me besa. Yo, no me aparto y sigo el beso y finalmente me separo de él. —Vamos.
Observo el panorama, varios de los atacantes son empujados al mar y algunos mueren, parece que ya no quedan más. Cuando un barco se hunde, las sirenas rastrean a las personas que hay en el mar y se las llevan, así que ya no están aquí.
Miro al rededor y todo parece en orden... menos por algo. Shiver, el hermano mayor de Dalina, esta tirado junto al cañón. Faraday no se ha dado cuenta y anda hasta el capitán.
—A peores cosas nos hemos enfrentado, ¿no?
—¡Shiver! —grita Dalina bajando del mástil al ver a su hermano. Corro con ella hasta él, que esta sentado junto al cañón con las piernas estiradas... y el brazo derecho sobre un corte en su estómago, que corta su abdomen casi entero. Su camisa se ha manchao de carmesí por la sangre.—Shiver, Shiver... —intenta despertarlo su hermana, esta incosciente. —¡Tamara!
El grito de desesperación de mi amiga, mezclado con sus lágrimas me hace llorar a mi también, la curandera no aparece y Dalina la sigue llamando.
—¡Tamara, ven, porfavor!
No hay respuesta, estoy dispuesta a ir hacia donde fue a llevar la gallina, todos intentan socorrer a Shiver, pero...
Darko aparece por las escaleras... con Tamara en brazos, la cual... su ropa esta manchada de pólvora, también esta inconsciente. La bala de cañón impacto muy cerca de ella cuando fue a dejar la gallina.
—¡Shiver! ¡Ayuda, porfavor! —mi amiga se levanta desesperada, y palidece por completo al ver el estado de la curandera. Le toma el pulso. —Aún tiene pulso. ¿Donde estan sus cosas?
—Dalina, las curaciones de Tamara solo ella sabía hacerlas... —replica el capitán acercándose a ella.
—¡Es mi hermano de quien hablamos! ¡Me da igual no saber hacerlo! ¡Tengo que intentarlo, no voy a perder a otro hermano más!
—Están en la recámara, el botiquín rojo y el verde, printsessa. —dice Darko y mi amiga asiente, no quiero imaginar lo que este sintiendo.
Anda hasta la recámara agarrando ambos botiquines y poniendolos sobre la mesa. Hay de todo: ungüentos, gasas, muchas plantas, de todos los colores y olores, miles de líquidos, de todos los colores también.
—Es una herida que cubre casi todo su abdomen, y es profunda, Dalina. —comenta el capitán, mientras Dalina intenta hacer algo con las gasas. —Voy a ver cómo esta Tamara.
El capitán se marcha y abandona la recámara. Dalina, agobiada, intenta mezclar ungüentos en una gasa, pero no puede, deja todo en la mesa con fuerza y se gira, mirándome, y comienza a llorar.
—No puedo perderle a él también, Louise... —aparto el pelo de su cara y la abrazo. No soy de decir 'tranquila, todo estará bien', no. He visto la herida de Shiver, ya se había desmayado por la pérdida de sangre y...
—Dalina... —aparece el capitán de nuevo por las escaleras. Se acerca hasta ella y la abraza, murmurando: —Que descanse en paz.
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