CAPÍTULO 09

'Dieciocho y diecisiete días para la época de mar'

Sí alguien no recuerda, era una carpera de la tripulación de Hemsworth.

Anne.

8 de septiembre. (mientras Anders hibernaba)

—¡Pero Martina, espera! —grito con las lágrimas cayendo por mis mejillas.

—¡No tengo nada qué hablar contigo, Anne! —dice enfadada mientras baja las escaleras a toda velocidad con la maleta detrás.

—¡Déjame explicarte! —ruego.

—¡No hay nada qué explicar! ¡Te vieron besándote con el cocinero, Anne!

—¡Me besó él!

—¡Le estabas agarrando el cuello! —abre la puerta dispuesta a irse.

Intento pararla pero es imposible.

—Pero Martina…

—Y encima, ahora te vas otros ocho meses al mar con él.

—¡Solo es mi amigo, Martina…!

—¿Un amigo con el qué te besas? —sale por la puerta y antes de cerrar, dice. —Hazme un favor, Anne. Si tanto me quieres como supuestamente dices, déjame ir. No me hagas esto más. Vete con él, sí quieres.

—Martina…

—Adiós, Anne. Ya hablaremos más sí eso más tarde. — cierra la puerta dejándome allí, de pie y con las lágrimas rodando por mis mejillas.

Es verdad, me besé con Jake el otro día qué vino a verme hace una semana, pero fue él el qué se lanzó. Pero eso Martina no lo entiende.

Intento relajarme y pensar, necesito estar y hablar con alguien así qué decido llamar a alguien qué sé qué me puede ayudar: Jake.

Ando hasta el teléfono fijo para llamarlo; sé qué no va a pasar nada con él, sólo quiero verlo y estar con él.

⟳⟳

Ha pasado algo con Jake. Vino a mi casa, hablamos un poco, y… bueno…

Salgo de la cama acomodando el camisón y bajando por las escaleras mientras me llevo las manos a la cabeza.

—¿Qué he hecho, Dios mío? Yo es qué soy bruta del todo… Dios, Anne, de verdad… —me regaño a mi misma siendo consciente de lo qué acaba de pasar.

—¡Anne! ¿A dónde vas? —pregunta Jake desde la cama pero decido ignorarlo y andar hasta la cocina.

De verdad, Anne, eres completamente boba.

Abro la nevera cogiendo mi botella de agua y oigo los pasos de Jake aproximarse.

Aparece en el umbral de la puerta mientras se abotona la camisa.

—Anne…

—¡No hables, Jake! Estoy asimilando esto.

—¿Pero no ha estado tan mal, no? —pregunta y la verdad es qué no, absolutamente no.

—Si. Ha sido horrible. Qué decepción, Jake Crimfud. —cojo la botella y miro al rubio. —¿Quieres algo?

—No, muchas gracias.

Ando hasta el sofá seguida del rubio.

—De esto no sé entera nadie, nunca. —digo apretando los dientes y Jake ríe. —¡Jake!

—Diiiiiiiiiiiiiiime.

—¡Nadie! ¡Nunca! —le regaño.

—Sí, señora. A nadie, nunca.

—¡Jamás!

—El secreto irá a la tumba conmigo, tranquila. —me mira sonriendo. —Ahora, hablando así más serio…

—¡Ay, no! ¡No me vayas a pedir salir porque nos hayamos acost…!

—¿Qué? ¡No! —mi alma vuelve a su lugar. —Ya qué veo qué comienzan los secretos de nuestra amistad… tengo qué contarte algo porque sino exploto.

—Jake, me estás asustando… —digo alejándome un poco.

—Me tienes qué prometer tu silencio.

—Jake, depende de lo qué sea…

Se acerca un poco a mi y me agarra de la nuca, acercándome a él.

—Secreto por secreto, Anne… yo no tengo problema en ir a contarle lo qué ha pasado entre nosotros…

Trago fuerte y antes de sentirme amenazada, me siento con calor subido a la cabeza.

—Dime.

Me suelta y se aleja de mí.

—Tú sabes qué hace un mes… atacaron en el barco al capitán y a Dalina, ¿no? —pregunta.

—Si, lo recuerdo.

—Bueno… alguien, avisó a los de Bahía Blanca de qué estaban en el mar…

Mi mente comienza a atar cabos. ¿Jake sabe quién fue?

—¿Sabes quién fue?

—Calla. Déjame acabar. —me regaña y rio suavemente. —Dos días después de llegar de la época de alta mar, irrumpieron en mi casa por la noche. No sabía qué hacer cuando me di cuenta de qué eran los de EastPlate.

Mi mente ata cabos de nuevo. ¿Jake es el traicionero?

—Jake… ¿qué estás diciendo?

—Déjame acabar. Me dieron dos opciones: secuestrarme, o ser su infiltrado.

—Jake, no me jodas… —me levanto ya alterada al oírle.

—Estate quieta, coño. —me regaña empujándome al sofá. —No sabía porque venían a por mí, porque me habían elegido a mí. Fue un simple juego de ruleta rusa. Y caí.

—Eres un traicionero. —me levanto, ahora empujándolo yo a él. —Por tu culpa, casi matan a Hemsworth y a Dalina. Eres una mierda.

—¡Anne, entiende! ¡Era eso, o qué me secuestraran! ¡Los secuestros de EastPlate siempre acaban en muerte!

—¿Y no podrías inventarte las cosas o simplemente no informar?

—Me pagan, Anne. Mucho.

—¿Y eso es suficiente? —cuestiono enfadada. —¿Eso es suficiente para traicionar a la gente qué te ha dado tanto?

—¡Quiero salir, Anne, pero no me dejan! —replica. —¡Les dije y mataron a mi perro!

—¡Me da igual! ¡Claro qué lo van a saber! —intento moverme hacia la puerta, pero pone su mano en la puerta impidiéndome abrirla.

Me da la vuelta, dejándome de espaldas contra la puerta.

—¿Estás segura qué lo vas a contar, Anne? —pregunta acercándose a mi cuello y dejando sus manos en la puerta.

—No, Jake… —se acerca suavemente provocando un escalofrío.

—Teníamos un trato, Anne. Tenemos una amistad, sabes qué no puedes decir nada… —pasa su nariz por mi cuello, poniéndome nerviosa. —Somos amigos, no vas a delatarme. No eres capaz.

—Jake… para.

—¿Vas a delatarme?

No soy capaz de articular palabra ante su tacto. La verdad es qué Jake es un buen amigo, no quiero estropearlo.

Pero a la vez… traicionar a la tripulación…

—Dime, Anne, ¿lo harás? ¿Vas a hacerle esto a tu amigo Jake, Anne? —pasea de nuevo su nariz por mi cuello, provocando qué mi vello se erice. —No puedes hacerme eso. Somos amigos, corazón.

—J-Jake… —Su tacto gélido no me permite decir más.

—Contesta, joder, Anne. ¿Me vas a delatar?

No sé qué hacer, esto es grave. No quiero qué Jake acabe mal, le he cogido mucho cariño, pero a su vez no quiero qué la tripulación acabe mal, no sé qué hacer.

—No, no te voy a delatar, por ahora.

⟳⟳

Anders, actualidad.

9 de septiembre.

—¿Q-que…? —pregunto atónito y con las lágrimas en los ojos al oír a mi hermana hablar.

—¡Perdóname! ¡Perdóname, por favor! ¡Me fui con él y me traicionó!

—Tranquila, Dakota. Voy a ir a por ti. —intento tranquilizarla. —¿Y mamá?

—Mamá está bien, tranquilo… Perdóname, por favor… —llora entre súplicas.

—Tranquila, Dakota, te perdono.

El silencio se hace dejando solo de fondo el sonido de los sollozos de mi hermana.

—Bueno, capitancito. Ya has oído a tu hermana, ¿no? Te pasaría a tu madre, pero creo qué está desmayada.—se burla Diphron devolviendo el teléfono a su oreja.

—¿Qué quieres? ¡Déjalas en paz! —grito al teléfono.

—Tranquilo, mi capitán. Sólo quiero una cosa.

Me acerco hasta un pequeño bloc de notas para apuntar.

—¿Qué quieres, Dipron?

—Quiero tu contrato de época de mar.

Me quedo completamente de piedra al oír lo qué pide el capitán Diphron.

—¿Quieres… el contrato de alta mar?

—Si, mi capitán. Y el verdadero, no se te ocurra falsificarlo porque se ve el sello de atrás.

—Pero…

—Pero nada. No te voy ha hacer moverte, Hemsworth. En la torre del reloj de Queensborough, hoy a las 00. Tienes 15 horas para prepararte, tic, tac. Adiós, mi capitán.

—¡Hijo!

Oigo la voz de mi madre justo antes de qué Diphron cuelgue el teléfono. Joder, ¿y yo ahora qué hago?

No puedo entregarle mi contrato de alta mar, nos jodería vivos a todos. 

Trato de pensar rápidamente qué hacer. Evidentemente, no puedo guardarme esto para mí. Aparte, cuando Dakota volviera debía hablar muchas cosas con ella. Me sonaba raro eso de qué la hubieran secuestrado, ¿vinieron hasta aquí por ella?

Ando hasta donde está mi teléfono, encendiendo y viendo varias llamadas de Craber y Dalina. Decido hacer un grupo en la app de mensajes llamado ‘La Chupipandi’.

Antes de escribir ningún mensaje, llamando a los cinco integrantes, Louise, Craber, Faraday, Sohnya y Dalina. 

Los cinco en los qué más confío, vaya. 

Escribo un mensaje preguntando sí pueden ir a casa de Craber sobre las 17. 

Necesito armarme con el arsenal qué Craber tiene en su casa, el cual, quedó guardado después de un ataque de parte de Bahía Blanca.

Simplemente fuimos a comprar varias armas a Ammu-Nation, la tienda de armas blancas legales, y compramos varias por sí el ataque se repetía, qué tuviéramos con qué defendernos.

A los pocos minutos, Faraday contesta qué le toca turno de tarde en el trabajo otra vez  y entra justo a las 17. Nunca he entendido porque Faraday trabaja más aparte de la tripulación.

Respondo preguntando entonces sí pueden a las 15 y el grumete contesta diciendo qué a esa hora sí puede. 

Minutos después, llega el mensaje afirmando qué sí qué pueden de los demás. 

Esto va a ser la guerra. 

⟳⟳

El reloj de mi teléfono indica las 15:07 cuando piso el portal de Craber. 

Toco el timbre y a los segundos se abre la puerta y ando hasta dónde vive Craber. 

—¿No ha llegado nadie? —pregunto cuando abre la puerta y veo qué nadie ha llegado.

Entro y me siento en el sofá.

—No, nadie. Siempre llegan tarde. 

—Bueno, mejor. Te tengo qué contar una cosa…

—Vale, Anders, pero primero tengo qué preguntarte algo… —me interrumpe. —¿estuviste en la Cabaña de Wisteria hace unos días? Es qué un amigo te vio, y pensé… ¿qué clase de amigo es Anders qué no me invita a la cabaña de las brujas locas…?

La voz de Craber se pierde en mis oídos cuando mi mente sigue los hilos. Sí me vieron ir a la Cabaña de Wisteria… es qué no fue ningún sueño.

Osea qué lo qué dijo la bruja es verdad, tengo mil maldiciones encima y no sé porqué o por quienes. Osea qué eran paranoias mías ese aura de oscuridad qué ostentaba la casa, fue todo verdad. 

Evitación de la verdad y… muerte por muerte. 

—¿Me estás escuchando? —oigo a Craber quejarse y salgo del trance de mis paranoias al oírle.

—Si, si. Estuve en la Cabaña de Wisteria hace dos días. Eso era lo qué quería contarte. 

—¿Y por qué no me invitaste? ¿Qué te dijeron?

—Hace un mes, más o menos… estaba volviendo a casa de la taberna de Cris, y me encontré una bruja. —le cuento, rememorando aquel día. —Esa bruja me dijo qué bueno, notaba algo especial en mí, y qué… —'Tienes un retoño de hace tiempo' , recuerdo sus palabras. —tengo un ‘retoño’ de hace tiempo. 

—¿A qué se refería?

—No lo sé. Eso fue lo que fui a preguntar a Wisteria, Craber. Es el hogar de las brujas de WestPlate, y pensé qué allí la encontraría, o aunque sea, estaría con otra bruja. —sigo relatando. —Y eso pasó, no encontré a la bruja qué me dijo eso pero sí estuve con otra. Esa mujer analizó mi aura y todas esas mamarrachadas de la brujería, y ‘canalizo’ dos maldiciones.

—¿Cuáles? 

—Una era de evitación de la verdad, osea, qué alguien me ha maldecido para qué, aunque la verdad esté ante mis ojos o qué la pueda descubrir fácilmente, no lo haga. —le explico. —Y la otra… es una maldición de muerte por muerte, Craber.

—¿Q-que? ¿Eso qué quiere decir, Anders? —pregunta preocupado. 

—No lo tengo claro. No sé qué quiere decir exactamente, sí es qué me voy a morir o qué…

—Joder, Anders. ¿Y sabes quién te las puso?

—Ahí viene el problema. Cuando le dije a aquella bruja qué me lo dijera, empezó a intentar descubrirlo, usando su poder, pero parece ser qué tuvo una especie de sobrecarga, colapsó y cómo sí fuese un reinicio de partida en un videojuego, me desperté hoy en mi cama. 

—Osea qué…

El timbre nos distrae a los dos e interrumpe a Craber, así qué él se mueve hasta la puerta para abrir.

Miro hacia ella y veo qué son los cuatro restantes. 

—Ya sentimos la tardanza, es qué el señor Faraday se ha quedado dormido, mi capitán. —excusa Dalina cuando entran y me ven sentado en el sofá. Se acerca y se sienta tan cerca mía qué noto el roce de su pierna.

—¡Ha sido sin querer! —se queja el grumete sentándose también en el sofá.

Después de saludos y etc, me preparo para explicar con sutileza y delicadeza el tema por el qué los he reunido. 

—Jason tiene secuestrada a mi madre y a mi hermana. —digo con sutileza qué me caracteriza. —Me llamaron hoy, y me dijeron qué hoy, a las 00, me las entregarían en la torre del reloj de Queensborough, a cambio de nuestro contrato de alta mar. 

El silencio se hace mientras mis tripulantes se miran entre ellos.

—¿Se lo vas a dar? —pregunta Sohnya finalmente, veo las lágrimas retenidas en sus ojos.

—¿Debería hacerlo? Son mi familia. La nuestra, Sohnya. Pero eso nos dejaría fuera como socios de los proveedores de misiones. Y nos jodería. 

—¿Y para qué nos ha llamado, capitán? —pregunta Louise alzando las cejas. —Se le puede dar un final fácil a esto y ya, ¿no?

***

Este capítulo es más corto pero quería traerlo rápido porque voy a tardar más en hacer el capítulo 10, porque va a ser largo :)

Nos vemos en el siguiente :D

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