CAPÍTULO 05

'Estancia'

Anders.

—¿Y qué pasó después? —pregunta un curioso y chismoso Craber.

—¡Uy, qué cotilla! —me burlo.

—¡Cotilla no, pero ahora no me dejes con las dudas, Anders! —se queja, poniendo un puchero.

—Ya, ya... no pasó nada. 

—¿Qué quieres decir? —pregunta dándole otro trago a su grog.

—Qué después de millones de referencias y de chistes coquetos, me llevó hasta su casa, incluso ¡me besó! —Craber finge sorpresa. —Y luego, nada. Simplemente se dió la vuelta y se fue.

—Eso fue una venganza. Ha salido fiera la muchacha. —ríe Avors.

—Si, sí. Yo estaba haciendo ofrecimientos todo el rato, pero muy directos. Ella se ruborizaba y luego se vengó.

—Con qué a ver quién da más, ¿eh?

—Pero fue increíble. Aunque no pasara nada más allá, fue maravilloso. Es una persona con la que me da la sensación de qué podría pasar algo más.

—¿No has estado con nadie desde Ebrah?

—Algo seriamente no. Desde Ebrah no.

—Y seriamente, ¿tú te ves con Dalina?

La pregunta de Craber era algo qué me dejaba pensando. ¿Me veía en algo serio con Dalina?

—No sé... yo sí me veo, en el futuro, evidentemente...

—¡Pues ya está! Estoy casi seguro qué Dalina piensa lo mismo, Hems. —me anima Avors. —Recuerda que dentro de poco... vais a estar en el mismo barco durante unos meses, Hems.

Unas horas más tarde, me dirijo hacia mi casa después de estar en la taberna de Avors.

Ando por las calles de WestPlate y mi pensamiento principal se compone de pensar dónde estarán metidas Dakota y Tennia. Hace ya casi una semana qué pasó todo, no fueron a casa de Sohnya y no sé dónde pueden estar.

Así qué, uso una cabina telefónica de esas qué hay por la calle, marcando el número personal de Dakota, ya qué yo no puedo llamar desde el mío.

—61... 90... 5... 64 —murmuro mientras voy pulsando las teclas, pero noto la oscura presencia de alguien a mi lado.

Dirijo la mirada hacia mi lado derecho, donde hay una señora. Es mayor, con la cara arrugada y mayormente tapada por un velo. Es muy pequeña, aparte de eso está encorvada.

—¿Señora? —salgo de la cabina y nada más lo hago puedo notarlo. Es una bruja.

Generalmente, las brujas en Guiena no son castigadas por la ley ni nada, ya qué la gran mayoría no son peligrosas. Pero sí desprenden ese aura tenebrosa que asusta.

—¿La puedo ayudar en algo? —pregunto un tanto extrañado. Levanta la mirada, para luego abrir mucho los ojos.

—Joven... —murmura después de unos segundos donde parecía pensar lo que me iba decir. —Puedo notar algo en ti. Algo especial.

Sus palabras son realmente sorprendentes.

—¿Como algo especial? —respondo extrañado.

—Sí hijo, si. —comienza a agitar su varita lentamente frente a mi. —Hay muchas cosas qué no sabes y serán gratas sorpresas para el futuro.

—¿Cómo qué?

—No tengo la espiritualidad para decírtelo, hijo, no me corresponde. —dice entre suspiros y deja de agitar ese palitroque. —Sólo puedo decirte qué tienes un retoño de hace tiempo... y además, tu entorno cercano te clava un puñal por la espalda...

Comienza a andar lentamente, intento moverme para detenerla y preguntarle a qué se refiere con un 'retoño de hace tiempo', pero se esfuma con una ligera neblina oscura.

—¿Un retoño de hace tiempo? —digo intentando entender las palabras de la mujer.

⟳⟳⟳

Pasa una semana mientras que no sé nada, ni de Dalina, ni de Dakota ni Tennia. Los nervios empiezan a corroerme, hace ya casi dos semanas qué discutimos y no sé nada de ninguna.

Llamé a Dakota y dijo qué ese número ya no existía, también avise a la policía, denunciando su desaparición hace una semana. Me dijeron qué ahora mismo eran problemas 'menores' y qué en dos semanas, si no las encontraban, desecharan el caso. Osea, qué sí no las encuentran está semana, las darán por desaparecidas.

Aparte de eso, Dalina no ha vuelto a dar señales de vida después de nuestra cita. Ni una llamada, ni un mensaje, ABSOLUTAMENTE NADA.

No sé sí es qué quiere qué la vaya a buscar yo, porque, cómo bien sabe, lo voy ha hacer.

Salgo de casa bajando por las escaleras qué rodean la montaña, para luego coger mi carruaje en el parqueadero de la parte de abajo de la montaña y partir hacia la casa de la muchacha sobre las 18.

Maldita señorita Fontes.

Cruzo carreteras y calles, girando en varias rotondas cual laberinto hasta llegar al Barrio del Sol y subir la montaña en la qué está su casa, cómo sí de la casa de la reina se tratara.

Es una montaña más pequeña que la qué yo vivo, así qué la subo con más facilidad.

Subo dejando el carruaje al lado del edificio, me acomodo la chaqueta y finalmente toco a su portal, ya qué es una adosado y ella vive en el lado izquierdo.

A los pocos segundos, una desarreglada —pero aún así demasiado bella— Dalina es la qué abre la puerta.

—¡Capitán! —se esconde tras la puerta al ver quién soy.

—No se esconda, señorita Fontes. Es usted hermosa con o sin arreglar.

—¿El flirteo no comenzaba a las 20, maldito capitán coqueto? —enarca una ceja mientras ríe.

—Mmmm, no, hoy comienza antes, un regalito extra.

Ambos reímos ante la respuesta, me invita a pasar.

—Estaba haciendo tareas del hogar. Desde qué Shiver se mudó con Asia, no puedo más. —la miro desde arriba sonriendo. —¿Qué planes me ofrece, mi capitán?

—Lo qué le apetezca, mi lady. Me es completamente indiferente, tire de mí donde quiera.

—¿Hacia donde quiera realmente?

El calor sube a mi cara al instante.

—No estoy para bromas, Dalina. —contesto indignado mientras ella anda sonriente hacia la cocina. —Sigo molesto por lo del otro día. Tuve que meterme en agua helada. —Ahora mi comentario —porque ya no es broma— es el qué la hace enrojecer a ella, qué esconde la cara cuando abre la nevera. Cierra la nevera segundos después al no encontrar nada.

Capitán coqueto 3—3 Señorita Fontes.

Ando sonriente hasta la cocina, sentándome en la mesa.

—¿Entonces qué hacemos, capitán?

—Usted es la qué manda, mi lady.

—Mmmm... —piensa durante unos segundos. —Voy a alistarme, espere en el sofá, porque cómo nos quedemos en casa...

Chasqueo la lengua cuando sonríe perversa e inocente a la vez, para pasar al salón, donde me invita a pasar.

—Ahora vengo. —dice cuando me siento a esperar.

Espero allí sentado aproximadamente unas treinta horas, cuando por fin vuelve a bajar las escaleras, dejándome confirmar qué las treinta horas de espera han valido la pena.

Baja con un vestido cyan, el cual es un poco más bajo de la rodilla, las tiras cruzadas al frente y unos zapatos preciosos.

—Es usted una mujer preciosa, señorita Fontes.

—Y usted es un hombre muy sensual, capitán coqueto.

—¿Vamos? —le tiendo mi brazo para qué se agarre de él.

—¿Dónde vamos? Como me digas qué es una sorpresa, te juro qué te pego, Anders.

—Siempre y cuando sea en la pared me sirve.

—¡Anders!

—Vale, vale. Te llevaré... al pasaje del terror, para qué te abraces a mí.

—¡Dime la verdad! De verdad, eres un bobo. —frunce el ceño.

—¡Bien! Vamos a ir a las aguas por la noche, Dalina.

⟳⟳⟳

Llevamos un rato bastante tranquilos en el agua, charlando y besándonos en paz con la oscuridad cerniéndose sobre nosotros.

—¡Anders! —oigo a alguien llamarme a lo lejos.

Me separo de Dalina, observando a mi alrededor.

—¿Que...?

Miro de nuevo alrededor, cuando miro a la orilla y reconozco al grumete Faraday, en la orilla.

—¿Faraday? —digo sorprendido.

—¡Capitán! ¡Huya! —le oigo gritar cuando Louise aparece detrás suyo.

¿Qué hacían estos dos juntos?

¡Eso no importa ahora! Miro enfrente nuestra, viendo algo qué no me gusta: un barco de tripulación pequeña, con los cañones desenfundados y con una bandera roja se acerca hasta nosotros.

—¡Mierda!

—¡Anders! ¿Qué pasa?

—¡Dalina, prepara los cañones! —ordeno moviendome hasta la vela, quitandola y elevando el ancla.

—¡Vale! ¿Pero qué pasa?

Me acerco hasta ella, sosteniéndola de los hombros.

—Hay un barco de bandera roja qué viene a atacarnos, Dalina.

Su cara empalidece nada más me oye, pero no hay tiempo qué perder. Bajo hasta la cubierta, armándome con varias balas de cañón y desenfundando estos mismos para llenarlos con las balas.

—¡Conduzca el timón, mi lady! —ordeno de nuevo, corre hasta el timón. —¡Hacia la derecha!

El viento sopla en nuestra suerte, con lo cual, no dificulta el giro a la derecha. El barco, manejado por Dalina, gira justo en el momento exacto en el qué veo una bala de cañón volar en nuestra dirección, golpeando la montaña de detrás nuestra.

—¡Dé la vuelta a la montaña, señorita Fontes!

—¡No coquetees ahora, maldito capitán coqueto!

Con una jodida destreza y empoderamiento qué aumenta la presión de mis pantalones, da la vuelta y conduce hasta la montaña, dónde gira hacia la izquierda con una maniobra qué me deja en perfecto ángulo para disparar la primera bala qué impacta de lleno.

—¡Gira a la derecha, Dalina! ¡Yo hundo a estos hijos de puta!

De nuevo, da un giro a la derecha, sorprendiendolos y haciendo qué fallen otra bala qué impacta hacia donde creían qué íbamos.

—¿Me acerco?

—¡Si, acercate! —digo armando de nuevo los cañones del lado izquierdo. —Estos hoy visitan a las sirenas.

Se acerca con cuidado mientras tiran otra bala, que esta sí impacta en la parte baja del barco.

—¡Mierda! —veo cómo el agua entra. —¡Dalina, acércate haciendo zig-zag, tengo qué poner un boquete!

—¡Oído, capitán!

Bajo rápidamente los dos pisos y efectivamente, un boquete está inundando el barco, cojo varios clavos qué hay en la caja de al lado, un martillo, tapando el boquete con la tabla, y asegurandolo con los clavos.

Luego, agarro un cubo sacando el agua qué inundó el barco, sacándolo por la cubierta del primer piso.

Subo el piso, pero nada más subo las escaleras, unas gotas de sangre salen volando y siento un ardor insoportable en el hombro. La fuerza me tira al suelo.

—¡Capitán!

El sonido se escucha, me ha dado una bala de francotirador.

Dalina se acerca para socorrerme, y cuando nos veo muertos, nuestra salvación aparece por las escaleras de la cubierta, escalandolas y pegando un salto que lo adentra al barco.

—¡Capitán, soy Faraday! —el grumete está mojado, ya qué ha venido nadando desde la orilla, seguido de la señorita Doufier.

—¡Louise! —la abraza Dalina agradeciendo su aparición.

—¡Hay qué hacerle un torniquete! —grita Louise mientras me toco la parte afectada.

—Louise, al timón... Faraday, a los cañones... —ordeno intentando ahogar los jadeos de dolor.

—Capitán, nunca he manejado cañones...

—Siempre he confiado en ti, Faraday. Lo harás bien.

Asiente y Dalina me arrastra hasta la cubierta, donde me quita la chaqueta para colocarme un torniquete.

***

Faraday.

Horas antes.

Me levanto de la cama, paso mi camiseta por encima de mis hombros, abrochó el cinturón de mi pantalón mientras Louise acomoda su vestido.

—Vámonos, antes de qué mi padre llegue. —recoge su ropa interior para colocarla y luego acercarse a darme un pico.

—¿Vienes conmigo?

—Cualquier cosa es mejor qué quedarme en está casa, Day.

Salimos de su casa cuando coje su bolsito con sus cosas.

—¿Dónde vamos, Louise? —pregunto cuando ya hemos salido del portal.

—Ven, sígueme.

Esto de liarnos y todo eso comenzó poco después de empezar en la tripulación. La organización de 'Veneno' empezó hace más o menos cuatro años, donde empezaron a trabajar todos.

Pero, yo en ese momento tenía quince, así qué yo apenas entré hace un año, poco antes qué Louise. Sin embargo, llevo casi medio año estancado en grumete medio.

Y todo es culpa de Aldous Minfrey. Estoy seguro de qué todo lo sabotea él. Para subir de rango sólo hay qué demostrar destreza en las misiones. Bien, pues sí yo reparo un boquete, el Aldous de los cojones lo rompe el doble de grande.

Así con todo.

Pero volviendo al tema, desde qué yo estoy en 'Veneno', sólo ha habido la pasada época de mar, y la qué está por venir, cosa qué me parece muy rara, pero bueno.

Empecé a entablar una relación de amistad con Louise, lo cual, un día, en la bodega del barco, estalló en líbido.

Y bueno, aunque todo siguió igual, pasó más veces y aquí estamos. Le he cogido mucho cariño, pero quiero descubrir qué pasa en su vida.

Creerá qué no he notado cómo ha escondido el moretón de su pómulo con base. Algo está pasando en la vida de Louise, y yo quiero averiguar qué le pasa, porque me importa.

Andamos unos cuántos metros más, acercándonos cada vez más al puerto. Luego, subimos por las escaleras de la montaña del mirador, el cual, aunque no está muy alto, es una altura de la qué podrías morir.

—¿Me estas llevando hacia una propuesto de suicidio dual, Lousie Doufier?

—Mira qué eres bobo, Day. —se gira para mirarme riendo, y no puedo evitar quedarme embelesado con su sonrisa. —Son las 20 y 30, aquí no hay nadie a esta hora.

Andamos hasta la parta alta y nos sentamos, observando el atardecer cubrir WestPlate.

Observo de reojo a Louise mirar el paisaje, feliz. Me alegra verla así. Ahora, solos y con ropa, decido preguntar tontamente.

—¿Qué tienes aquí, Louise? —pregunto rozando muy suavemente el pómulo amoratado, intentando ser cubierto por una capa de base.

—¿E-el qué...? —roza suavemente el pómulo. —¡Aaah...! Pues nada... me caí el otro día, y ya.

—¿Te caíste? —sé qué es mentira. —¿Y te caíste con la cara apuntando al suelo o qué?

—Bueno, a ver. —intenta rectificar. —Estaba haciendo el tonto con mi hermano, jugando, y me golpée, pero sin más.

Mi mente ata cabos al instante, noto sus ojos llorosos y decido no preguntar más, pero debo llegar al fondo de esto. ¿Jugando, segura qué jugando, Louise?

—Ah...

Quedamos de nuevo mirando, cuando baja su mirada mirando el mar.

—Oye, Day. Cuéntame algo sobre ti. Apenas sé nada de tu vida.

Pienso durante unos segundos.

—Mmm, pues... supongo qué ya sabrás qué bueno, mi familia no es mi familia de verdad, osea, sí, pero soy adoptado. Me recogieron de un orfanato en 1862 y aunque primero fui parte de familia de acogida, finalmente los James me adoptaron. —cuento.

—¿Y tu verdadera madre quién es?

—La verdad es qué no tengo ni idea. Solo sé qué me dejó en un contenedor, cómo a una rata cuando tenía apenas mes y medio.

La sorpresa es evidente en su expresión.

—¿Quién podría dejar un bebé tan mono como tú de un mes en un contenedor?

—Sí algún día se quién es, le preguntaré. Bueno, otro dato curioso es qué yo ya venía con el nombre Faraday. Osea, la persona qué me recogió, qué tampoco sé quien es, me nombró Faraday antes de dejarme en el orfanato.

—Pues esa persona tenía buen gusto. —ambos reímos. —¿Y nunca has tenido curiosidad por saber quién es tu madre biológica?

—Pues sí. Pero apenas tengo pistas de ella o algo, no sé donde estaba el contenedor donde me recogieron, ni nada. Es más, ni siquiera registró mi nacimiento. Era cómo qué ya sabía qué iba a hacer, pero esperó un poco por sí era capaz. Tampoco es algo qué necesite en mi vida, si ni siquiera fue capaz de dejarme en un orfanato, o de darme en adopción, es qué nunca me quiso.

—Ya... —vuelve a mirar al mar. —Pero... ¡Day!

—¿Qué pasa? —pregunto levantándome de la hierba.

—¡Mira! —señala al mar. —¿Ese no es 'La Veneno'?

Miro al mar sorprendido al oírla... y tiene razón. El barco en el qué trabajamos, La Veneno, está surcando el mar en mitad de la ya casi noche.

—¿Pero qué...? —Louise se me adelanta cuando de su bolso saca unos prismáticos. —¿Llevas prismáticos en el bolso?

—Soy una chica aventurera, ¿vale?

Río al verla intentando enfocar los prismáticos para ver quienes son.

—¿Ves algo, Willy Fog? —digo segundos después.

—Estoy apunt... ¡DIOS MÍO! —grita de un momento a otro, asustándome.

—¡¿QUÉ PASA?!

—¡SON EL CAPITÁN HEMSWORTH Y DALINA!

—¿QUEEEEEEEEE?

—¡ESTÁN LIADOS!

—¡NO TE CREO!

—¡SIIIIIII! —me tiende los prismáticos para qué pueda asegurar el chisme.

Y efectivamente, es completamente cierto. Son poco detallables, pero se le reconoce al capitán conduciendo el timón y a la señorita Dalina, sentada al lado, mientras hablan.

De repente, el barco se para en una posición estratégica donde se ve la costa de WestPlate, el mar, y las estrellas.

Lo tenía planeado el capitán pillín.

—¡Qué fuerte, qué fuerte! —sigue alucinando Louise detrás mía. —¡Ya decía yo qué había demasiado flirteo entre esos dos en la época de alta mar!

—Verás cuando el Aldous de los cojones se entere...

—¡Es verdad! ¡Qué es el ex de Dalina!

—¡Claro! Lo dejaron justo antes de qué empezara la época de mar, pero se ve qué Aldous aún no la ha superado.

Vuelvo a mirar al mar, dando una vuelta por él con los prismáticos cuando veo algo qué no me gusta.

Un barco de tripulación pequeña, mucho más pequeño qué Veneno, y por lo tanto, más ágil; se acerca hacia nuestro barco y lleva una bandera roja. Lo qué significa...

Qué son del bando contrario al nuestro. 

—Louise, ¡Louise! —la llamo entregando los prismáticos y señalando hacia el barco. —¡Mira, un barco de bandera roja!

—¿¡Qué?! 

Mientras observa salgo corriendo bajando el acantilado y posicionándome en la orilla de la playa, justo enfrente de donde están el capitán y Dalina.

Veo el barco acercarse más y alistar los cañones.

—¡Capitán! —grito lo más fuerte qué puedo. —¡Anders! 

Subo al barco con el nerviosismo atacando todo mi cuerpo.

Me late el corazón frenético y Louise saluda a Dalina.

Me coloco en el cañón estratégicamente, una bala es tragada por las olas que se han alterado, es el momento.

—¡Louise, a la derecha y hacia atrás!

—¡Oído! —en un movimiento brusco pero efectivo, el barco gira dejándome en la posición perfecta, subo el cañón y apunto a la perfección impactando en el barco.

—¡De lleno! 

Recargo el cañón tal cómo he visto miles de veces hacerlo al capitán, apuntando de nuevo.

Se mueven lentamente hacia la derecha, eso ya hunde.

Doy otro disparo de cañón, el cual impacta de nuevo de lleno. Con sus últimos letargos, disparan otra qué no llega ni a mitad de camino y acaban hundiéndose en el mar. 

Cuando un barco se hunde, no muere, pero se encuentran con las sirenas, qué devuelven el barco, evidentemente sin arreglar, con lo básico y devuelven a los tripulantes a la vida, sólo las dos primeras veces qué te hundan.

—¡Capitán! —llamo al capitan emocionado. —Hundidos.

—Bien hecho, grumetes. —nos dice cuando Louise baja a la cubierta después de colocarnos en la orilla, cuando ya estamos seguros. —Muy buena puntería, James. Muy buen manejo, Doufier. ¿Dónde aprendieron a manejar así?

Louise y yo nos miramos para responder al unísono:

—Aprendimos del mejor, mi capitán.

***

Una aclaración: aunque sean los años 1880, no los comparéis con los de la vida real, son años 1880 ficticios.

¡Nos vemos en el siguiente, que espero traer muy pronto! :)

Ig: @miikell.fdeez_


















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