CAPÍTULO 06
'Poner a arder el mundo'
Anders.
Seguía con la mano tendida, mientras Laetizia Sinners me observaba de arriba abajo, sin saber que hacer. La había liado; es más, con la muerte de Saller -recién salida del horno-, sabía que ahora corría peligro y estoy cien por cien seguro de que sabe que le conviene más.
Mira a su amiga -o novia, ya no sé-, la cual está del color de un papel. Se miran, haciendo gestos con los ojos y sé que entienden entre ellas.
Segundos después, la actriz toma mi mano.
-Vamos con ustedes, capitán.
-¿Acaso se fía de mí sin conocerme? -reí.
Ladea la cabeza.
-Es mejor que quedarme aquí con los comunistas extremistas y que me maten, ¿no?
Sonrío ante su perspicacia.
-Un gusto, Anders Hemsworth. -agito mi mano, aún bajo la suya.
-Lo conozco, capitán. -me sonríe. -Un gusto, Laetizia Sinners.
-También la conozco. -Río y le tiendo la mano a su amiga. -Un gusto, señorita. Soy el capitán Anders Hemsworth.
Parece dudar unos segundos antes de tomar mi mano enfundada en el guante negro.
-Vangalore Terris, señor.
Sonrío de nuevo. Señalo hacia atrás.
-Ellos son Darko Sarkozy, Anne Scrabe, y Faraday James. De mi tripulación, ya los iréis conociendo. -los miro. -¿Nos vamos?
Salimos de la oficina, no sin antes dejarle pintado en la frente 'Tramposo' con la última 'o' siendo formada por el agujero de su frente.
Guardo la pistola en mis pantalones, saliendo por la puerta de la oficina.
Sin embargo, oigo un tiro que cae en el adoquín más cercano a mi. Me pongo alerta, moviéndome al instante en zig zag. Mis tripulantes detrás mía desenfundan sus armas y la actriz y su amiga salen corriendo tras el obelisco.
Las imito al ver una multitud enfurecida acercándose, con antorchas, lanzas, e incluso pistolas. Madre mía, menudos orangutanes.
-¡Capitán! ¡Ha decidido volver! -grita uno de ellos, acercándose. Mierda, menuda rapidez.
-Bueno, creo que ya no nos hace falta el maquillaje. -bromeo tratando de alivinar la tensión, quitándome la peluca y las lentillas de color.
Me asomo y disparo cerca de ellos, no acertando a ninguno de la multitud.
-A la de tres, salimos corriendo. -murmuro. Darko se asoma y dispara. Observo a Laetizia asustada. -Cálmate. Una, dos... ¡y tres!
Salimos corriendo todos a la vez, algunos de ellos lanzan las flechas que se acercan a nosotros. Forman una balacera y cruzamos la carretera.
-¡Laetizia! ¡Maldita mentirosa! -grita otro de ellos detrás nuestra.
Los coches pitan al vernos cruzar tan desaforadamente, pero se cruzan entre ellos formando un barullo.
-¡Venid aquí!
Llegamos al puente y se ha formado un atasco en la carretera que impide a algunos pasar.
Saco el dedo hacia atrás mirándolos con altivez, sin embargo me giro a correr de nuevo cuando un loco de esos salta por encima de un coche, seguido de otro y otros cuantos, cruzando hasta el puente detrás nuestra. Pero unos coches se chocan bloqueando definitivamente la carretera.
Me voy cubriendo con los árboles y arbustos de la zona, que reciben los balazos de los que nos persiguen. Al lado de la acera donde corremos, hay un río y me escondo entre los arbustos, corriendo al filo de este. Laetizia aparece corriendo también como su pequeña maleta o más bien mochila se lo permite, levantándose el vestido para correr con mayor facilidad. El río desemboca en una cascada, está el ascensor que baja a la cueva y las escaleras de metal, bastante viejas, de hecho.
Me asomo a la acera y logro ver el ascensor, donde Louise, Dalina y Sohnya esperan. Al lado hay unas escaleras, alguno debemos bajar por ahí.
-¡Vamos! -grita Faraday cuando llegamos, los perseguidores se han parado a descansar pero siguen disparando, los cuales, impactan en el ascensor. -¡Venga!
Dalina, Sohnya, Darko, Laetizia y Vangalore entran al ascensor. Sólo quedamos Anne, Louise, Faraday y yo.
Los muchachos se acercan y los veo recargar el arma.
-¡Vamos por las escaleras!
Bajo el primer tramo de un salto. La cueva está muy abajo y es eso, o tirarnos por el acantilado y caer al agua, y el plan es salir vivos.
Sin embargo, las escaleras son enormes, hay huecos entre ellas, hay mínimo treinta tramos y seiscientos cincuenta escalones que se bajan en un minuto y medio en el ascensor.
Seguimos bajando pero los muslos comienzan a arderme con el cansancio.
-¿Dónde vienen? -pregunto, Faraday asoma la cabeza por los huecos.
-Están cada vez más cerca, debemos seguir.
Seguimos bajando y los tiros resuenan en el metal, agujereándolo.
Miro hacia arriba y disparo, uno de ellos grita cuando cuelo una bala entre los agujeros y le impacta en un pie.
-¡Joder!
Grita, aprovecho para seguir bajando cuando la balacera se intensifica.
La balacera se hace mayor cuando ya entramos a la oscuridad de la cueva; veo a Veneno al fondo y sigo bajando, tratando de ignorar el ardor.
Veo a Louise a mi lado respirar agitada.
-Vamos, Louise, ya queda menos. -murmuro y asiente.
Las balas cesan pero siguen sonando sin tardar mucho más en hacerse esperar.
Finalmente, y casi después de una eternidad, logramos llegar al suelo de la cueva. Veneno está al fondo y el ascensor llega casi al instante.
-¡Vamos, capitán! -gritan los que salen del ascensor, corriendo hasta el barco.
Seguimos corriendo sin importar el dolor de nuestras piernas, pero un tiro en el suelo rocoso de la cueva nos detiene.
-¡Quietos ahí, malditos traidores!
Me giro para ver a los tres muchachos en el último tramo de escaleras, disparándonos desde ahí.
Disparo contra ellos, que se cubren. Sin embargo, uno de los tres cae segundos después cuando un tiro zumba en el aire y la bala impacta de lleno en su cabeza, el tiro es de francotirador y miro al barco, ha sido desde ahí y está a mínimo, ciento cincuenta metros.
-¡De lleno! -oigo gritar a Craber con el eco desde el barco.
<<La puntería de este hombre es alucinante.>>
Vangalore y Laetizia siguen corriendo con las maletas detrás suyas y al ir desarmadas, van primeras con la tripulación detrás.
Sigo disparando y estos se cubren, sin embargo, bajan el último tramo de escaleras, llegando al suelo de la cueva. Disparan escondiéndose entre las rocas.
Aprovecho mientras se esconden para correr, con todas mis fuerzas y lo más rápido que puedo. Adelanto a Faraday, Louise y sigo corriendo.
Siento mi alma caerse al suelo cuando oigo un tiro, seguido de un grito y una caída al suelo, me giro para ver quién es y mis sienes comienzan a palpitar.
No oigo nada, pues ver a Louise tirada en el suelo con un tiro a la altura de los pulmones en la espalda es la imagen que detona todo.
Los dos muchachos se descubren, pegando tiros a diestra y siniestra.
Logro esquivarlos y mi puntería sensibilizada se activa: entierro un tiro en la esquina de la cabeza de uno cuando se asoma, y entierro otro en el pecho de el último cuando cambia de estructura.
Quedo quieto observando a Louise en el suelo, con las manos también apoyadas en este mismo a la altura de la cabeza. Siento una brisa pasarme al lado cuando Faraday y Dalina pasan a mi lado.
Mi corazón se va calmando y no sé ni cómo lo logro.
-¡Louise, levántate! -grita Faraday con ella en brazos. -¡Vamos!
-¡Tenemos que irnos! -dice Dalina, tratando de separarlos. Las lágrimas caen por sus mejillas, observando a Louise.
-¡Despierta, por favor!
-Vamos, debemos irnos. -me acerco.
-¡No, de aquí no me mueve ni Dios!
Darko me pasa al lado.
Me mira y asiento, sé a que se refiere.
Agarra a Faraday por detrás, quitando a Louise, que emite un pequeño sonido de queja cuando su espalda toca el suelo.
-¡No! -grita, zarandeandose tratando de zafarse de los brazos del ruso. -¡No me toques, mierda!
-Louise, Louise. -palmeo su cara. -No puedes dormirte.
La muchacha se queja, respira agitadamente.
La agarro del cuello, llevándola como recién casados. Dalina sube al navío. Ando hasta el barco y logro subir.
Ya está la camilla puesta en el barco y deposito a la muchacha.
Laetizia escudriña todo, sentada desde una esquina.
Le doy la vuelta a Louise y Tamara observa la herida. Aprieta los labios y niega en silencio.
-Ha perdido mucha sangre y va a perder aún más en escasos minutos. -suspira. -Pero lo intentaré.
Pongo a Anne al timón y prepara todo para salir de la cueva hacia Cala Sawzky.
Oigo a Faraday gritar cuando bajo las escaleras y lo veo discutiendo en la cocina.
-¡No sabes cuanto te odio! -le grita al ruso, que no dice nada. -¡Te odio, me has mentido a la cara todo este tiempo! -golpea su pecho, haciéndolo con más frecuencia y desenvolviéndose en ello. -¡Te odio!
Darko no dice nada y corro hasta ellos, interponiéndome.
-¡Quieto! -lo detengo. -¡No estamos en situación de que te pongas así, Faraday! -digo con los dientes apretados. -Contrólate de una vez. Ahora no estamos para ataques de ira, joder. Luego, cuando todo se calme, te desahogas.
El muchacho aprieta los labios pero no me contesta, yéndose a su habitación.
-Dejemosle. -digo al ruso. -Que se desahogue y luego vaya con Louise.
El ruso asiente y subo las escaleras, dirigiéndome a la camilla. El barco ya está viendo la luz del día pues salimos de la cueva y me acerco a Louise. Gruñe con los dientes apretados, pero cada vez está más pálida y con los labios más morados.
Tamara se levanta de detrás suya, negando con la cabeza.
-Imposible, capitán. Le quedan como mucho... diez minutos. -mi corazón se rompe dentro de mi pecho al oír eso. -La bala ha penetrado una de sus arterias pulmonares. Ahora debe estar sintiendo un ardor terrible en el pecho y... no puedo hacer nada. Lo siento.
-No, no, no, Tamara. -la agarro del brazo. -Intenta hacer algo, con algún mejunje, por favor. -mis ojos se llenan de lágrimas y trato de contenerlas, pero no lo logro cuando siento la humedad en mis mejillas. -Lo que sea.
-Lo siento, capitán. -susurra. -La arteria está destrozada, le ha dado de lleno.
La muchacha se pierde entre las escaleras del barco y me siento en la camilla, justo al lado de Louise. Aún está consciente.
<<Dios, no... Esto va a doler.>>
-Louise... -murmuro a su lado. Está somnolienta, más que eso, moribunda. -Louise, no te duermas.
El color de su tez ha rebajado como mínimo tres tonos.
-Capitán... -susurra en un hilo de voz mientras se acomoda las gafas. Tose. -¿Me voy a morir?
Aprieto los labios, rozando su mejilla con mi mano.
-No, Louise... no vas a morir. Vas a ponerte bien, te lo prometo. -digo en voz baja, aún sabiendo que es mentira.
Ríe con los labios juntos, sin hacer ruido. Miro a Anne, y esta mira hacia otro lado.
-Muchas gracias, Anders. De corazón.
Ladeo la cabeza.
-¿Gracias? ¿Por qué?
Sonríe.
-Por haberme dejado formar parte de su pequeña familia. Por aceptarme... y dejarme sentir que tengo una familia de verdad.
Niego. Vangalore y Laetizia pasan por detrás nuestra, metiéndose al interior del barco.
-No te despidas, Louise...
-No pasa nada, Anders. Estoy bien con que este sea mi final... Aunque no me quiero morir. -una lágrima se desliza por su mejilla y la limpio con el pulgar. -Pero no es nada... comparado a... -le cuesta hablar. -Me esperaba una muerte distinta... a manos de un hombre en un ataque de ira. -titubea, le falta el aire y siento mi corazón apretarse. -No pasa nada, capitán. Muchas gracias. Dile a Dalina que ha sido la mejor amiga que he podido tener. -murmura con las pocas fuerzas que le quedan. Las lágrimas de mis ojos no obedecen a mis intentos de contenerlas, me arde el pecho. -Llama a Faraday, por favor. Necesito hablar con él.
Asiento y me levanto, sin embargo, su brazo roza mi mano antes de que me vaya.
-Gracias, Anders. Te quiero muchísimo. No me llores. Nos vemos en... la otra vida. Gracias por haber sido mi otra familia. A todos. -susurra sin aire y no puedo verla morir. No a ella.
Me pierdo entre los pasillos del barco, buscando a Faraday con el corazón en la boca.
⟳
Jason.
Río con sorna ante las palabras de la actriz en la televisión.
-Me hizo miles de desplantes. -murmura, mirando al presentador. -Incluso me prometió tomarme de 'prueba' para un estudio para bajar los impuestos, y me quito la casa.
-¡Menuda imbécil! -río. -¿Acaso te puedes fíar de un comunista?
-No te puedo creer. -dice el presentador.
Laetizia asiente.
-Compro a gente para las elecciones, a miles de personas. -cuenta la actriz. -Por eso ganó.
-¡Dakota! -la llamo. -Mira a ver esto, es buenísimo.
No recibo respuesta por parte de la mujer que se maquilla en el baño.
Sin embargo, mi repetición del directo donde Laetizia Sinners pone verde a Saller se interrumpe con una noticia que manda a la mierda todo, poniéndolo de mejores formas para mí.
Se confirma la muerte de Saller Duponte a manos del capitán Anders Hemsworth.
-¡Dakota! -grito. -¡Dakota!
La mujer sale del baño con el rizador de pestañas aún enganchado a una de ellas.
-¿Qué pasa? -dice, molesta.
-Pásame ese libro. -señalo el libro encima de la mesa contigua, de mala gana lo coge y me lo lanza al lado de la cama. -Gracias, eh.
-Vete a la mierda... -murmura por lo bajo, creyendo que no la he oído. No digo nada, pues nuestro matrimonio es así y ya deseo el divorcio.
Abro el Libro Legislativo Guiénes buscando la letra 'M' en él. Está ordenado por el nombre de cada ley. Busco la ley de 'Muerte de Alcalde autónomo'
La encuentro minutos después; ley 3002, artículo A de la parte seis.
En el hipotético caso de la muerte de un alcalde vigente en su cargo, este se relevará a la segunda persona más votada en las elecciones donde se eligió al anterior.
Dakota pasa por delante de mí y sale del cuarto sin despedirse.
Saco mi móvil y busco en Internet las elecciones de alcalde de Castilla en 1881.
La tabla sale con los cuatro candidatos ordenados.
1. Saller Duponte: 33% de los votos. Partido Comunista Guiénes.
2. Iván Otler: 26,3% de los votos. Partido Monárquico de Guiena.
No me hace falta ver más para sonreír para mis adentros.
<<Anders me acaba de hacer el mayor favor de todos y es volver a ponerme Guiena en bandeja de plata.>>
⟳
-¿Vas a ir? -Me pregunta Elene, observando el papel.
¿Debería hacerlo? Puede ser el camino a la paz, tanto con el pueblo de Castilla como con el Consejo de West Plate, pero por otra parte...
El pequeño espectro de mi padre disfrazado de diablo me grita que no, que tenga dignidad y que gane esto a las malas. ¿Pero realmente hace falta?
-Yo creo que sí. -contesto al cabo de unos segundos. -Ir al entierro de Saller yo creo que es el primer paso para la reunificación pacífica de Guiena, pero... no sé. Por otra parte, era un comunista... ¿quedaría muy falso?
Elene alza los hombros, llevándose los vasos de la mesa hacia el fregadero.
-Yo que tú iría, Jason. Es mejor intentar hacerlo pacíficamente.
Asiento, y una idea loca -muy loca- pasa por mi cabeza.
-Ven conmigo. -digo sin pensar. -Te presentaré como mi novia.
La rusa gira la cabeza, sorprendida.
-Estás casado, Jason. -murmura y lo que noto es dolor en su tono de voz.
Bajo la cabeza, decido no hablar más y tomo una de las hojas en blanco que hay encima de la mesa.
Agarro un sobre que hay al lado y comienzo a escribir la carta al Consejo que contesta que sí, que iré al entierro de Saller el veintidós de junio.
Sin embargo, oigo a alguien entrar en la cocina y acto seguido la voz de Johannes Avik me interrumpe.
-Jason. -dice. -Tengo que hablar contigo.
Lo miro con fastidio.
-¿Tiene que ser ahora?
Asiente lentamente y me levanto resoplando de la silla, dejando a medias la carta. Lo sigo cuando salimos de la cocina, andando hasta una esquina donde se para.
-¿De qué quieres hablar?
Mira hacia abajo durante unos segundos, dándole complicidad a lo que sea que me quiere decir.
-Toma, Jason.
Frunzo el ceño cuando mete la mano a su bolsillo, sacando un papel arrugado. Me lo tiende y lo observo extrañado.
-¿Qué es esto? -lo tomo.
-Es... un papel de una receta de... flufenzaparina.
La palabra zumba en mis oídos rompiéndose en mis tímpanos, causándome dolor con los pitidos que provoca cuando recuerdo las palabras del forense que me dijo exactamente el mismo nombre de las pastillas que mataron a Isaac.
-Que... El rey murió de algo que le provocó un infarto, no de un simple infarto.
Analicé las palabras, pues me estaba confirmando lo que ya sabía.
-¿Qué es eso que le provocó el infarto?
-Fue una sobredosis de pastillas antipsicóticas. Eso hemos analizado en el laboratorio.
Mi corazón se aceleró instantáneamente, nada más oí eso supe que alguien había matado a Isaac, él no tomaba antipsicóticos.
-¿Antipsicóticos? -titubeé como mi voz entrecortada me permitió.
-Sí, flufenzaparina. -afirmó. -Así que sólo hay dos opciones, señor. O su padre se drogaba, o lo drogaban para matarlo.
Siento la sangre bombear por todo mi cuerpo y la ira quema mis venas.
-¿De dónde has sacado esto?
Miro el papel y la confusión es ahora lo que corre por mi cuerpo cuando leo el nombre de Dakota Hemsworth en el papel.
-Lo tenía Dakota escondido en el armario.
-¿Q-qué?
-Sí, Jason. -murmura Johannes. -Así que sólo hay dos opciones; o Dakota las toma para ella...
-O las consiguió y con eso mató a Isaac. -termino la frase con el susurro que siento que me duele en el alma.
Me siento traicionado y si ella mató a mi padre, juro que me las va a pagar y es que ha subestimado a Jason Diphron.
-¿Fue ella, Johannes?
El anciano traga con fuerza, antes de mirarme y asentir lentamente.
-Sí, Jason. Ella mató a Isaac.
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