Zúrich




-¿¡Qué cosas debo saber Alessia!?- Grité desesperada -Qué justifica el hecho de que te hayas ido por tanto tiempo y me hayas dejado...-

-¡Lo hice por ti Zara!- Gritó y comenzó a llorar. Sentí que mi corazón se apachurraba, era la primera vez que me gritaba desde que tenía uso de memoria, pero también me asustaba ver a Alessia llorando, me hacía sentir insegura porque era muy raro para mí verla en aquel estado.

-¿Qué está pasando?- Pregunté con un hilo de voz. -Quiero ir a casa- Alessia soltó una risita falsa cuando terminé de hablar.

-No vamos a volver a casa- Contestó con un tono sarcástico mientras se secaba el rostro con las manos.

-¿Qué pasa contigo?- dije molesta.

-Solo hay una cosa que debes saber ahora, y es que te quiero con todo mi corazón y no voy a dejar que nada malo te pase, pero tienes que venir conmigo y tienes que hacer exactamente lo que yo te diga- Alessia soltó una mano del volante para buscar la mía y yo la tomé a regañadientes, pude observar su cicatriz de cerca, parecía que tenía ya un par de meses que se había formado. Su mano se sentía como un hielo y traté de calentarla haciendo fricción con mis dos manos.

-Me estás asustando mucho, ¿Qué te pasó en las manos?- pregunté al observar que en su otra mano tenía otra cicatriz exactamente igual. Mi tía continuó manejando sin decir una palabra.

-¿A dónde vamos?- pregunté después de varios minutos todavía sin soltar su mano.

-Sin preguntas- Contestó con un tono de voz frío.

-Pero Alessia...-

-Nada Zara-

-¿Al menos me extrañaste?- Ella me miró con tristeza y con los ojos humedecidos.

-Todo el tiempo- dijo asentando el dolor en su rostro. Ella liberó su mano de entre las mías para entrelazar sus dedos con los míos. -No he dejado de pensar en ti ni un minuto- Recargué mi cabeza en su hombro y comencé a soltar la tensión que sentía en mi cuerpo.

-No entiendo que está pasando, pero al menos estoy aquí contigo-

-No tienes que entenderlo, es mejor que no lo hagas.-

El camino se volvía largo con las horas y me fui quedando dormida.





Me desperté con un escalofrío que se sintió en todo mi cuerpo, nuestro entorno estaba helado y mi piel se había erizado por el frío que sentía. Estaba recostada sobre las piernas de Alessia que continuaba manejando, el cielo estaba ya completamente oscuro, miré la hora en la pantalla, el reloj marcaba las 9:00 de la noche, noté que el estómago me gruñía y tenía ganas de ir al baño.

-Alessia- dije con tono de súplica -tengo mucha hambre y quiero ir al baño-

-No podemos parar, ya casi llegamos- Noté que Alessia tenía los ojos hinchados, como si hubiera llorado por varias horas. Me quedé en silencio, estaba segura de que algo muy malo estaba pasando, miré por la ventana y me sorprendí al darme cuenta de el lugar donde nos encontrábamos, el paisaje estaba cubierto de nieve, sabía que ya no estábamos en Italia, probablemente habíamos entrado hace un par de horas a Suiza.

-Tengo mucho frio ¿Dónde estamos?- Alessia estiró su brazo y tomó una cobija de los asientos traseros del coche y haciendo caso omiso a mi pregunta puso la cobija sobre mis piernas.

-Intenta dormirte otra media hora-

-Está claro que no voy a ir a la escuela mañana ¿verdad?-

-No mi güera- dijo mientras negaba con la cabeza y me dedicaba una mirada apagada. Me acurruqué en el asiento para tratar de mantener mi cuerpo caliente y volví a tomar la mano de Alessia.

-Vamos Alessia, ¡maneja más rapido! realmente quiero hacer pipí y este frio empeora todas las cosas.- Alessia puso sus ojos en blanco por un segundo y soltó un suspiro.

-No puedo manejar más rápido, la carretera está congelada y es peligroso- El resto del camino estuve contando los minutos que prometió mi tía que tardaríamos en llegar, los cuales me parecieron los más largos de mi vida.

Al parecer habíamos llegado a lo más alto de una montaña, estaba tan oscuro que no se veía nada, y estaba haciendo un frio insoportable, nos bajamos del coche estremecidas y nos dirigimos al único punto iluminado a nuestro alrededor. Caminaba asustada entre la nieve tratando de mantener el equilibro enrollada en la cobija y sintiendo un gran malestar en mi cuerpo, me sentía agotada y entumida, Alessia al verme caminar de esa forma me tomó de la cintura y me ayudó a llegar hasta la entrada de lo que parecía una hermosa y lujosa casa de concreto y cristal.

-Acuérdate de lo que te dije, haz todo lo que yo te pida que hagas - Me susurró al oido y yo asentí con la cabeza. Alessia sacó unas llaves de su bolso, abrió la puerta principal y las dos entramos apresuradas, de inmediato sentí un alivio, la temperatura de la casa era mucho más cálida, como si el invierno no existiera allá afuera.

-¿El baño?- pregunté en voz baja.

-Ven, vamos arriba- La seguí hasta unas escaleras de caoba que estaban iluminadas con unas pequeñas luces cálidas, conforme iba subiendo las escaleras pude ver con mejor perspectiva la planta baja de la casa, quien sea que fuera el dueño tenía un increíble gusto. Nos detuvimos frente a una puerta al fondo del pasillo, Alessia la abrió y me hizo pasar.

-Aquí vamos a dormir, ahí está el baño- Dijo señalando otra puerta de madera y entré apresurada. -Voy a traerte algo de comer- Escuché que dijo y luego se escuchó un portazo.

No sabía por qué me había traído a este lugar, pero no se veía tan malo como parecía, eran algo así como unas vacaciones involuntarias al parecer, pero me sentía un poco preocupada porque la semana próxima empezaría con mis exámenes finales y tenía que volver de alguna manera. Comencé a a buscar algo de ropa en el armario en lo que Alessia regresaba para quitarme el uniforme que todavía traía puesto, a los pocos minutos de haberme puesto una pijama calentita llegó mi tía con un sandwich y me lo ofreció.

-Está increíble este lugar- Dije emocionada en lo que engullía el sándwich. Alessia me dedicó una débil sonrisa y sin decir una palabra salió de la habitación. Todavía no entendía porque actuaba de esa forma, quería que regresara la Alessia que conocía, pero quizás nunca volvería y tenía que acostumbrarme a la nueva.

Estuve bastante tiempo esperando en la habitación pensando si era buena idea o no salir, comenzaba a desesperarme y a sentirme encerrada, mi celular no tenía señal y estaba a punto de descargarse, estaba comenzando a sentir ansiedad, pero algo me decía que me quedara ahí, así que me acosté en la cama y pronto me quedé dormida.

-Me dijiste que no entrarías aquí, habíamos quedado en eso, era parte del trato- Escuché a Alessia decir, pero estaba tan cansada que no podía abrir mis ojos.

-Yo no hago tratos contigo- Dijo una voz desconocida.

-¡Si le pones un dedo encima nos vamos de aquí!-

-¿Ah si? ¿Cómo le vas a hacer? Dime ¿Cómo se van a ir?-

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