Sotavento




-Zara...- susurró de pronto Alessia con una voz somnolienta.

-¿Qué pasa?- contesté con ternura.

-Tengo hambre- dijo tallando sus ojos con las manos. -¿Podrías prepararme algo de comer mientras me doy un baño?-

-¿Y Abraham?-

-No te preocupes, estoy segura de que está en el sótano haciendo... matando el tiempo o quizás en el garage-

-¿Qué quieres que te prepare?-

-Cualquier cosa, hay mucha comida en el refrigerador- Me levanté de la cama y me dirigí hacia la puerta.

-¿Vas a estar bien sin mí?- pregunté antes de salir.

-Si, no te preocupes- contestó con una media sonrisa.

Bajé a la cocina y busqué los ingredientes necesarios para hacer algo de comer para las dos, no quería tardarme mucho, me preocupada dejar sola a Alessia y mucho más después de descubrir la verdadera identidad de Abraham; no podía dejar de pensar en eso, le estaba dando vueltas una y otra vez en mi cabeza. Mientras mi mente divagaba sentí una ráfaga de viento sobre mi costado, noté que la puerta de la entrada estaba abierta y me encaminé a cerrarla, lo más probable era que Abraham había estado en el garaje, acababa de entrar y había olvidado cerrarla. Estaba a punto de regresar a la cocina cuando vi de reojo a través de la ventana de la planta alta que Abraham cruzó el pasillo en dirección a nuestro cuarto, no lo pensé dos veces y corrí hacia allá.

Segundos después de llegar al cuarto, Alessia salió del baño con una toalla enrollada sobre su cuerpo.
-Alessia ¿dónde está?- pregunté en voz baja.
-¿Qué cosa?
-Abraham- Dije preocupada.
-No lo he visto- Me contestó desconcertada.
-Estaba allá abajo y lo vi por la ventana- dije e hice una pausa -está aquí adentro- susurré.
-Tal vez se salió- Contestó y le cerró a la puerta - ¿No te quieres bañar? el agua está más caliente que ayer- Asentí con la cabeza todavía preocupada, ella me dio una toalla que sacó de un cajón y me metí al baño, le abrí a la regadera y el agua empezó a caer, me pegué a la puerta para escuchar si pasaba algo. Dejé tirando el agua un rato hasta que justo como sospechaba pude escucharlo.

-No sigas haciéndote la inocente, ya sé que le contaste todo y no me das otra opción- Dijo Abraham con una voz tan baja que a penas pude distinguir. Había comenzado a temblar de pies a cabeza incontrolablemente, su tono de voz amenazador me había dejado inmóvil del otro lado de la puerta, le cerré a la llave de la regadera todavía temblando para poder escuchar mejor. Repentinamente escuché un fuerte golpe en la pared, Abraham hablaba pero no podía entender sus palabras con claridad, los golpes se hicieron cada vez más continuos, sabía que estaba golpeando a Alessia pero tenía demasiado miedo como para hacer algo, se escuchó otro golpe y esta vez la puerta del baño tembló, me acerqué temerosa y puse mi mano sobre la manija. El llanto de Alessia penetraba mis oídos.

-Vete ya- escuche su voz débil y no pude más, abrí la puerta sin detenerme a pensar lo que podría pasar y vi a Alessia tirada en el piso, frente a ella estaba Abraham de pie en una postura de ataque, Alessia no estaba lejos de mi, así que la jalé de los brazos hacia donde me encontraba, Abraham reaccionó de inmediato y tomó a Alessia del pie, ella trataba de soltarse, agitaba su cuerpo para que la soltara pero no funcionaba, entonces tuve un impulso y lo pateé en la cara con todas mis fuerzas, el se tiró al piso con las manos sobre el rostro y eso me dio tiempo para meter a Alessia al baño, y cerrarle con seguro.

Ella me abrazó con fuerza, las dos estábamos en el piso, casi sin poder respirar, podía sentir el cuerpo desnudo de mi tía sobre mi piel lo cual me hacía sentir incomoda pero aliviada al mismo tiempo al saber que estaba ya conmigo. Quería tranquilizarla, pero probablemente yo estaba igual de asustada y no se me ocurría nada bueno que decirle.

Pasaba mis dedos una y otra vez por su cabello todavía mojado y Abraham golpeaba continuamente la puerta cada vez con más fuerza, me daba mucho miedo que en cualquier momento pudiera derribarla, pero me limitaba a abrazar a Alessia que era lo único que podía hacer en ese momento. Me dediqué a admirar su piel morena que con la luz se percibía color oro y parecía que brillaba, me encantaba su color de piel, sus hombros cuadrados perfectos. Puse mi mano en su cuello y la deslicé hasta su mentón.

-Tranquila ya estás aquí conmigo- Alessia me miró con temor y los ojos inundados en lágrimas. Los portazos de pronto cesaron, parecía que él se había retirado después de varios minutos siendo insistente. Dejé de abrazarla y ella se separó de mí. Sentí que mi cara se ponía caliente, me sentía en cierto modo culpable de ver el cuerpo desnudo de mi tía y entonces aparté mi vista. -¿Dónde te pegó?- pregunté algo nerviosa.

-En los brazos principalmente, también me estrelló con la pared- dijo con la voz entrecortada.

-Déjame ver- dije y eché un vistazo, su piel estaba enrojecida, lo más seguro era que en unas horas comenzaría a inflamarse. Intenté fijarme lo menos posible en la desnudez de Alessia, pero era inevitable, sentía mucha atracción hacia ella y el hecho de saberlo y estar en esta situación me evidenciaba por completo.

-¿Qué pasa Zara?- Preguntó ella tratando de disimular una sonrisa. Y de inmediato tomó la toalla que me había ofrecido antes y se la enrolló. Sentí que mi cara se ponía más roja de lo que ya estaba y Alessia no pudo contener más esa sonrisa. -Creo que Abraham ya se fue, debería salir por mi ropa-

-¡No! no salgas, ¿estás loca?-

-Está bien- dijo y se volvió a sentar a mi lado. -Zara es normal que te fijes en mí, yo sé que... es algo natural-

-Tu sabes que me he...- Dije entre pausas y ella frunció el ceño, me veía directamente a los ojos tratando de entender lo que decía -he llegado a confundirme... contigo- ella cerró sus ojos todavía frunciendo el ceño y negó con la cabeza, después volteo hacia la ventana  con la misma expresión en el rostro- y no quiero arruinarlo todo -Terminé de decir y volvió a sonreír.

Nos quedamos en silencio mirándonos por un momento, observé su cuerpo lastimado con detenimiento, tenía moretones en casi cada centímetro de su piel y en el dorso de sus manos tenía todavía aquellas cicatrices horizontales.

-¿Qué te hizo?- Le pregunté refiriéndome a sus manos, Alessia sacó aire por la boca y las lágrimas comenzaron a brotar de pronto por sus ojos.

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